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martes, 6 de julio de 2010

MAYBELL LEBRÓN - POESÍAS (MAKÂ, CASI FINAL, EL REVÉS DEL ESPEJO, DILEMA, ENCUENTRO, PÉNDULO, ESPEJISMO, VERGÜENZA) / Fuente: www.los-poetas.com


POESÍAS DE
(Enleca a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
.
MAKÂ
Flacos músculos cansados abultan la costra parda;
en su piel endurecida queda el rastro de las garras
.
de los colosos del monte. Entonces, los igualaba
oliendo sus intenciones como otra fiera cebada.
.
Hoy, sentado en la vereda, ofrece flechas de caña
y sus brazos se distienden, ya sin bríos, ya sin alma.
.
Antigua testa emplumada ensoñando sus hazañas
de urukú y de cacerías, de cubrir hembras hurañas.
.
Huele el aire a pura selva en las calles asfaltadas;
giran serpientes y pumas entre las hojas y el agua.
.
El bronce de su estatura toma dimensión, se agranda
sobre aquel frágil sostén de su esqueleto y entrañas.
.
CASI FINAL
He habitado perdida en tu abrazo
noches de gloriosa vastedad.
Vencidos los selloses
canciaste tu zumo en mi copa
olvidado entonces
el lento goteo de las horas
devorando el presente.
.
Dichosa
entre pan y leche
me reconocía
en aquellos gajos de mi vientre
mientras la mañana
sin hollín de sueño
orlaba de perlas jugosas el alero.
.
Hoy sólo queda
un leve jirón
en la urdiembre finísima del tiempo.
La voz encallecida no protesta.
Tenaces minutos
como hormigas
arrastran las hilachas postrimeras.
Aguardo.
Seré
quizá
tu amiga.
.
EL REVÉS DEL ESPEJO
Mi aliento avasalla tu rostro.
Asustados, se humedecen tus ojos,
aureolados de luces repetidas
en repetido gesto.
.
Se me acaban las uñas, los dedos sin pellejo
dejan rastros de sangre sobre el tenaz remedo.
Frías gotas de luz empapan mis cabellos,
busco el espacio esquivo, vulnerable al asedio
y el cristal me enceguece con mi propio reflejo.
.
Yo lo sé,
hay un algo insondable que aguarda en el reverso:
losa oscura sin huecos tupida de secretos.
Ansiosa busco
un desgarro en tu costra
para verme por dentro.
.
DILEMA
En un punto esencial de nuestro cuerpo
cuando el pulso se acaba,
rota la piel, el alma se libera,
invisible y extraña.
.
Quizá germen de luz zigzagueante,
hacia el éter avanza;
leve trazo intangible de memoria
que fue y queda en la nada.
.
O al vórtice de ignoto remolino
tal vez será arrastrada
por ráfagas henchidas de jirones
buscando LA palabra.
.
Rescataré mi forma, acaso, un día,
de la tumba olvidada,
o quedaré cual polvo iridiscente
en las luces del alba.
.
Hay dados en la mesa y sólo resta
jugar al todo o nada.
.
ENCUENTRO
La impavidez mentida de la máscara
esconde una violenta llamarada
y aviva un estertor de triste risa
en la cuenca severa, fiel, precisa.
.
Bajo alado antifaz la azul mirada
recoge su dolor. Arrebatada
visión de noches sin destino cierto
en búsqueda febril de ansiado puerto;
de amarras que reaten su alegría
y borren la forzada simetría.
.
Máscara y antifaz ruedan silentes
y el calor de la piel los labios sienten.
.
PÉNDULO
Oscila la balanza imperturbable,
la aguja, sin hallar sosiego, queda;
si la vida, fugaz, se muestra amable
celajes de dolor traban su rueda.
.
Ayer fue ya, no hay nada más que pueda
reiniciar la aventura inacabable.
Hoy, con calma, contemplo el duro sable
que me espera al final de la vereda.
.
Ese nuevo mañana es todo mío,
haré que vibre y me hundiré en su abrazo
soñando eternidades no soñadas;
.
y de mis venas, cual feraz rocío,
húmedo, azul, estamparé mi trazo:
las palabras de amor, resucitadas.
.
ESPEJISMO
Ella mira
el sauce repetido en el agua:
cardumen en tierra prisionero.
.
El río
repica en los guijarros
aferrado a sus pies secos.
Lame sus resecas manos
con caricia húmeda
de ansioso enamorado.
La arrastran remolinos impacientes
que hacen boyar sus senos
y enlazan los muslos polvorientos
en inquietante abrazo.
.
Ella ve
en la tierra sembrada de soles
una explosión de capullos
como miríadas
de mariposas blancas.
Cantando
enreda en sus cabellos empapados
flores de camalote.
Y ríe en medio del río
ríe bajo el agua terca
con la boca abierta
y los ojos cansados.
.
VERGÜENZA
Redonda, la luna juega
sobre colinas que se derrumban.
Desde el trémulo vacío,
las estrellas lagrimean su distancia.
Miedosa,
la negritud invadida de luciérnagas
tirita,
acuchillada de luz.
A mi lado,
oigo pasos diminutos en el césped.
Sobre el áspero silencio,
hay preguntas desprendidas desde dentro,
compañía de mi noche solitaria.
Cuánta nieve despiadada,
cuánto fuego y ceniza,
cuánta gente llamándose enemiga.
Hoy duele la guerra
-duelen los niños-
y me avergüenzo
de ser feliz contigo.
.
DESAFÍO
Fabuloso engranaje de ríos infinitos
meticuloso laberinto hacedor de sueños
corcel de ignota maratón
devorando rutas de niebla
en páramos desconocidos.
.
Sus cascos destellan de luna
o acaso
conocen el lodo.
.
Sus crines me azotan el rostro.
En un vértigo de angustia
mis manos apresan la furtiva brida
y el pulso se aquieta al saber
que puedo guiar
mi destino.
.
POETA
Es un poeta.
Aislada en un bloque de cemento
la voz baja de tono
rebota en las paredes muertas
bajo la luz fingida
teñida de vergüenza.
.
Afuera
despiertan las estrellas
en triunfal interludio.
En la terraza cálida
un hombre
mira el cielo.
.
ODA A MIS OJOS
Erizado de plumas
el grito quiebra el silencio
y barre
la sombra en pedazos.
Un claror trepa
sajando el horizonte
con el dolo rojizo de una daga.
En los blandos espejos
la bruma se ha puesto glauca.
Sobre las lenguas del ramaje
ruedan
gordos diamantes
zumo de estrellas
en terrizo cántaro escanciado.
Un colibrí
-errante despilfarro de belleza-
se disuelve en el aire.
Vuelvo a tu lado.
Aun dormido te disfruto mirando.
Oh mundos diminutos:
manantiales de luz
en mi cuerpo engastados.
.
LEJANÍA
A Mariana
Tercamente se impone
tu rostro en mi memoria,
enmarcado en la blonda
melaza de un trapiche
de fantástica noria.
Y busco en el vacío
esos leves hoyuelos
que algún colibrí errante
dibujó en tus mejillas,
confundido en su anhelo.
.
Un roce me estremece:
contacto sin distancia
de gaviota perdida
en nostálgica bruma
empapada de tiempo.
Temblor lejano, tibio,
de tu mano en mi mano.
En mi casa es invierno;
en la tuya,
verano.
.
SUEÑO
Descubro
tu leve carcajada
en las alas inquietas
de algún gorrión sin miedo.
.
Escucho
el ruido de tus pasos
en las hojas que caen,
desprendidas, al suelo.
.
Añoro
tu traviesa sonrisa
en cándidos jazmines
con aroma de pueblo.
.
El cielo se ha puesto azul,
empapado de viento:
sueño
que has vuelto.
.
VACÍO
Con el llamado a maitines
de verde badajo,
por el templo de la aurora
los dos juntos
cabalgábamos.
.
Me enseñabas:
Ese es tordillo, aquél bayo.
Íntimo salmo a las crines pulidas,
al sol bisoño
hecho tea en los flancos.
.
Entre nosotros
el siseo de un lagarto
o las hebras del arroyo enredándose en los cascos
era, en diálogo inasible,
queda oración a lo alto.
.
Tu mirada,
de claro verde oxidado,
se derramaba de amor.
Abierto estanco
al impulso de vivir, remansado en tus manos.
.
Aquel agosto aciago,
incrédulos,
mis dedos
pusieron sombra de eternidad bajo tus párpados.
.
El hueco está allí.
Padre,
te extraño.
.
EXVOTO
Un puñado de tierra de
tu profunda latitud
Herib Campos Cervera
A Carlos
Señor de última altura
La soberbia meseta otea
imperturbable
bajo el ceño de piedra.
Su abigarrada frente
embiste roturando cielos
en fabulosa siembra.
.
La fragancia casta del follaje
quiebra el agrio relente
de bicho de la selva,
mientras
chirría el bosque de cigarras
en inútil protesta
y el pulso aprisionado desborda,
cristalino,
de la entraña serena.
.
Catedral ondulante
sin puertas,
hurga el fondo del tiempo
tu memoria de hierbas.
En el silencio oscuro, susurrante
el rito se renueva
-antigua vocación de la luna-
y las manos ofrendan
un puñado de tierra.
.
SEGUIDILLAS
Arcón mohoso,
remordido de tiempo,
tu avara llave
aprisiona el aliento
de aquello que al vivir
se perdió sin remedio
.
Me duelen todas las fibras.
Es demasiado. Dios,
echa candado a mi vista.
Ya no quiero pensar.
Suma mi nombre a la lista
de las bestias. Sola,
no soporto más la vida.
.
CERTEZA
Tirita el bulto leve.
No más
el blando levitar en savia ajena.
Una niebla exigente
achica la pupila azul
y ciega.
.
Extraña suerte.
En el silencio blanco
su virgen dolor grita
al par que un latido recatado
monótono comienza
su andadura hacia la muerte.
.
A veces
ese suave golpeteo
me alerta que estoy viva
y me pongo a pensar
en el silencio
(ausente de parajes conocidos)
al que habré de llegar
desarropada
sin túnica ni carnes
ni razón de desvelo.
Certeza inexorable
de lánguida grisura de fogata
buscadora de cielo.
.
A qué contar las horas
de indomables relojes.
Jinete de quimeras
engendro de lo alto o del infierno
me asomaré a tu umbral
al compás de la mano en movimiento.
.
O al saber
que el amor ha prolongado
su gloriosa simiente
en cantos nuevos.
.
No creo en la negrura;
jamás termina el día en el abismo.
Estoy segura: en mí
será lo mismo.
.
Registro: Julio 2010.
.
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