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lunes, 31 de mayo de 2010

JOSÉ MARÍA RIVAROLA MATTO - LA CABRA Y LA FLOR / Edición digital: BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES


LA CABRA Y LA FLOR
Autor: JOSÉ MARÍA RIVAROLA MATTO
Edición digital: Alicante :
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2001
N. sobre edición original:
Edición digital basada en la de Asunción (Paraguay),
Banco de Obras, 1976.
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LA CABRA Y LA FLOR
Comedia dramática en tres actos, el último en dos cuadros
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PERSONAJES
DON PEDRO,
60 años, campesino encanecido, robusto.
RAMONA, su concubina; mujer ajada, también de edad.
MANUEL, hijo de don Pedro, de unos 30 años.
ANGÉLICA, niña jovencita, delgada, frágil, de 14 años.
ÑA CANDÉ, mujer de pueblo, avejentada, madre de Angélica.
PELÓN, idiota, mudo, rechoncho, muy fuerte, ahijado de don Pedro.
LUIS, muchachón de 10 años.
IRENE, muchacha de pueblo, 17 años.

A Jacinto Herrera,

que vistió la obra con su rica personalidad.
Se supone una habitación de «frente azotea» que da a una calle de aldea paraguaya que pasa por lateral izquierda (del espectador). Hacia ese lado hay una puerta practicable y una ventana con rejas de madera aserrada. Al fondo otra puerta practicable y ventana también con rejas, que se abren sobre un paisaje de espaciadas casitas que han de estar en la continuación de la calle que pasa por la izquierda. La puerta de la derecha da a otra habitación de la casa. La situación de la familia es de pobreza, pero no de indigencia. Las paredes desnudas, sin adornos, pero de clavos y hamaqueras cuelgan ropas, hamacas; una alacena o fiambrera; contra la pared algunas bolsas. En el centro una mesa chica con una lámpara. Sillas. A la izquierda, una vieja silla de mecer.
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Acto I
LA MAÑANA

* DON PEDRO es un hombre de aspecto bonachón, afable, con la sonrisa dispuesta. Tiene más de 60 años, cabellos blancos y ralos. Aún es fuerte; viste camiseta de punto, pantalón de brin y usa zapatillas. Al levantarse el telón está recostado a la jamba de la puerta del foro, de espaldas al público.
* Entra por lateral derecha PELÓN, trayendo cebado el mate. Es un mozo muy robusto, bajo, de cara rubicunda, inexpresiva, idiota. Lleva un sombrero de paño deformado y muy viejo que no se ha de sacar nunca; camiseta de brin de mangas cortas, sin cuello; pantalón muy ajado que se ata a la cintura con un trozo de piolín. Descalzo, camina pesadamente. En silencio extiende el brazo poniendo un mate al alcance de su amo y éste se sirve silenciosamente.
* UNA VOZ.- (Desde la calle.) Adiós, don Pedro.
* DON PEDRO.- Adiós, comadre, ¿cómo andan por el lado de su casa?
* LA VOZ.- Sin novedad, ¿y vos, siempre guapo?
* DON PEDRO.- Guapo, comadre... y contento de verla sana y buena.
* LA VOZ.- Muchas gracias, compadre.
(PELÓN, que ha recibido el mate sale por lateral derecha en su silencioso oficio de cebador. DON PEDRO sigue mirando un punto en lontananza, como si esperara a alguien.)
* RAMONA.- (Entrando por lateral derecha. Viste ropas de trabajo y arrastra sus zapatillas.) Pedro...
* DON PEDRO.- ¿Qué querés?
* RAMONA.- ¿No conseguiste nada?
* DON PEDRO.- Ni medio, ni un cuartillo.
* RAMONA.- ¿Y qué vas a hacer?
* DON PEDRO.- Lo de siempre: esperar. (Se vuelve sonriendo.)
* RAMONA.- Vos siempre con zonceras; pero hay que conseguir esa plata.
* DON PEDRO.- ¿Cómo?... Decime cómo y te voy y te traigo. Ganas no me faltan, ni voluntá.
* RAMONA.- ¿Acaso no le entregaste algodón y maíz al turco don Elías?
* DON PEDRO.- Le entregué, y también le entregué poroto, y unos cueros; le entregué todo, ¡y yo también me entregué hace rato!, pero dice que no hay plata, que hasta el banco que tenía la máquina para hacer «biyete» se fundió.
* RAMONA.- ¿Se comieron ya otra vez todo?
* DON PEDRO.- ¡Claro! El cristiano no es como los animales, que comen únicamente pasto, o únicamente carne. Nada. El cristiano come carne, come madera, tren, nafta, camión, se alimenta de tierra, de banco, de papel, hasta come carne humana, se alimenta de las costillitas flacas de las criaturas. ¡Viva la patria!, gritan, y meta, tragan mascando a dos carrillos. Los más comilones son los que gritan más juerte.
* RAMONA.- ¿Y por qué no gritas vos también?
* DON PEDRO.- (Repentinamente serio.) Yo grito, y no me creen, pero cómo me van a creer si yo mismo no me creo. ¡No sale de mí adentro la palabra mágica que otros encuentran, y gritan, como la verdad! Algunas veces digo que soy un inútil, pero otras veces me pongo a reír.
* RAMONA.- Muy bien, pero... ¿y tu pobre hijo Manú? ¡El Pobre quién sabe qué andará haciendo!
(Entretanto y siguiendo un ritmo pausado, PELÓN va y viene con el mate, pero no se lo ofrece nunca a RAMONA, ni a otra persona que no sea DON PEDRO.)
* DON PEDRO.- Bueno, vieja, no te aflijas tanto. Es cristiano cajetillo, y vos sabés, los cajetillos son gente de aguante. Nunca le apretá mal mientras no le arrugues su pantalón o le descompongas su peinado, aunque su barriga cante como una piririta.
* RAMONA.- Pero ¿no viste su última carta? Dice que solamente puede salir de noche, como los mbopí, pobrecito; y dice que ahora está esperando que sea carnaval para hacerse mascarito.
* DON PEDRO.- ¿Y qué querés que le haga?
* RAMONA.- ¡Y pedile al turco!, decile que estás enfermo.
* DON PEDRO.- No me hagas reír. El turco es almacenero acopiador, no enfermero. Si le decís que andás arruinado, allí no más te entierra con un asiento de contabilidá.
* RAMONA.- Vos te reís no más. ¿Qué sería del pobre muchacho si no fuera yo? Si Dios le quitó su madre, me puso a mí para defenderlo; yo soy su refugio.
* DON PEDRO.- Bueno, vieja; ya sabemos que el inocente necesita plata; que los usureros le hacen correr de aquí para allá, pero cuanto más le apuren, más pronto ha de venir. Para algún lado tiene que correr... Tranquilizate..., tranquilizate. (De pronto ve venir a alguien por la calle hacia el punto que había estado mirando al principio, y que en sus paseos y movimientos, siempre estará vigilando. Se interrumpe; la mano que había tendido para coger el mate que le pasa PELÓN, también suspende su movimiento. Queda como fascinado. Ramona sigue su parloteo.)
* RAMONA.- Sí, tranquilizate, como si una puede agarrar tranquilidad y ponerse como una camisa vieja. Agarrá tu corazón y poné debajo de la cama para que no te estorbe para dormir... ¡No quiero ni pensar lo que está pasando! Y vos, aquí en tu casa, engordando, acopiando cebo, chupando mate y mate... y el pobre más flaco que una cecina... ¿Por qué no pide a cuenta? ¿Para qué sirve entonces el patrón? ¡Yo te voy arreglar, gringo tramposo! (Se vuelve hacia lateral derecha y va saliendo.) Pobre inocente, en su carta decía: «embargo y requerimiento, apreta mi pensamiento». ¡Ay mi Dios! (Dice suspirando al salir.)
* DON PEDRO.- (Hace rato que ha dejado de oír a RAMONA. Está hipnotizado mirando a alguien que ve venir. Cuando ANGÉLICA está por entrar, sale alborozado por lateral izquierda a recibirla.) ¡Hola, Angélica!, ¿cómo te va, mi hijita?... ¿Qué anduviste haciendo?... ¿Saliste a pasear temprano?
* ANGÉLICA.- Me ocupó mamá para llevarle un vestido a ña Vitó.
* DON PEDRO.- ¿Y le gustó?
* ANGÉLICA.- Se puso enseguida.
* DON PEDRO.- ¿Y te pagó?
* ANGÉLICA.- No me dijo nada
* ANGÉLICA.- Bien, don Pedro.
* DON PEDRO.- ¿No te dio nada, nada, ni un caramelo?
* ANGÉLICA.- No.
* DON PEDRO.- ¡Esa vieja bruja!... pero tenés suerte. Esta mañana pasó temprano ña María y le compré esta chipita para vos, un lopí. (Abre el cajón de la mesa y la saca de entre una servilleta.) Guardala antes de que te vea Ramona, y comés por el camino.
* ANGÉLICA.- Gracias, don Pedro.
* DON PEDRO.- (Sacando un pedacito de la chipá.) Probate un pedacito de la cola, vas a ver qué rica está. Y calentita todavía; así me gusta... no, no quiero, estoy tomando mate... ¡Pelón! ¿qué se hizo de vos? (Se le acerca y toma un mate que el otro le había estado ofreciendo desde hace rato.) ¡Puf!, está frío. (Se lo devuelve a PELÓN, quien sale por lateral derecha.) No me mostraste todavía el gatito que tenés. ¿Es muy lindo? (ANGÉLICA asiente sonriendo.) Lo tenés que traer para que lo vea... ¿Qué nombre le pusiste?
* ANGÉLICA.- Miní.
* DON PEDRO.- Mini, porque es chiquitito.
* ANGÉLICA.- Sí.
* DON PEDRO.- ¿Te gusta el nombre como un dulce?
* ANGÉLICA.- Sí.
* DON PEDRO.- Así ha de ser, porque de tu boca sale suave, blando como un puñadito de cariño. (La mira tiernamente.) ¡Cómo te hubiera querido tu papá si te hubiera llegado a ver! Tu papá era un machazo de ley... No puedo acordarme de mis tiempos, sin pensar en él... Creo que por eso, cuando te veo crecer y ser más linda cada día, como una flor que se va abriendo despacito, siento ganas de mimar en este viejo corazón; como un taitá satisfecho. Vení, mi hija, sentate acá, (Pone una silla al lado del sillón donde se ha de sentar él.) contame cómo te va en la escuela.
* ANGÉLICA.- Bien, don Pedro.
* DON PEDRO.- ¿Qué notas sacaste el mes pasado?
* ANGÉLICA.- Y..., (Con inseguridad.) buenas...
* DON PEDRO.- Entonces, ¿por qué no me trajiste tu libreta para que la vea?
* ANGÉLICA.- Me olvidé.
* DON PEDRO.- ¿Te olvidaste? (Mirándola con cariñosa incredulidad.) Jhuu, ¿estás segura?
* ANGÉLICA.- El otro mes te voy a traer sin falta.
* DON PEDRO.- (Se levanta y le pone un brazo sobre los hombros.) Quiero que me cuentes tus cosas; las cosas que te pasan. No tenés que tenerme vergüenza. De todo corazón este cristiano está en reemplazo de tu papá, no te olvides.
* ANGÉLICA.- Sí, don Pedro. (Un silencio.) Le hace decir mamá si ya tiene el género para las camisas que quería.
* DON PEDRO.- ¿Las camisas?... (No recuerda que quería camisas. De pronto, con una palmada en la frente.) ¡Ah, sí!, ya recuerdo que hablamos de eso. Necesito camisas, calzoncillos, pantalones. Todo me lo vas a hacer vos misma... (Maliciosamente.) Pero en alguna forma tenemos que enredarlo en la tarea al paisano don Elías... en fin, poco a poco; ya vas a ver. Tenemos que conseguirte también una máquina de coser para vos... por cuotas... con sorteos, para tener ocasión de soñar un poco, ¡a ver si salimos con un sorteo! Vos sos una chica de suerte.
* RAMONA.- (Ha entrado por lateral derecha y ha escuchado lo que decía DON PEDRO.) No le creas lo que dice este viejo, mi hija. Promesa y promesa. Pero cuando llegue la ocasión, en lugar de máquina te va a regalar una bolsa de mandioca, y en lugar de mandar hacer camisas te va a dar para que le remiendes los pantalones. No es por mala voluntá, hay que reconocerlo, sino por pobreza de «solunidá».
* DON PEDRO.- No le hagas caso, Angélica. Para vos hemos de arañar la tierra para buscar después el mejor mozo en veinte, treinta leguas a la redonda, para tu novio, para que formes una casa limpia, buena, feliz. Vamos a necesitar un muchacho serio, trabajador, que no sepa lo que es caña, ni juego; con oficio conocido... ¡sobre todo con profesión o oficio! ¡Eh!... No quiero saber nada con ningún vago guitarrero, tenga lo que tenga.
* RAMONA.- Como Manú, así tiene que ser, ese mi hijo tiene toda la virtú.
* DON PEDRO.- ¿Manú? Para vos ya es viejo. No me gusta ese cristiano, la verdá, aunque sea mi sangre. Es demasiado mañero, se ríe de todo, no quiere creer en nada, y es preferible caminar detrás de una linda mentira que estar dando la vuelta alrededor de nada. Y ése...yo no entiendo lo que quiere.
* RAMONA.- Callate Pedro, no quiero oírte decir más esas sonceradas por tu hijo. Manuel es un muchacho, no puede pensar y hacer las cosas como un viejo chochoco, con reumatismo y amorroides, como vos... Él se ríe de tus lamentos porque tiene la alegría de la juventú.
* DON PEDRO.- (Para sí.) Eso es lo malo, no se ríe con alegría, como esos muchachos que corren dando la cara al sol y al viento; ahora se ríe como los enfermos, como los presos...
(PELÓN vuelve a entrar por lateral derecha sin el mate. Silenciosamente va a situarse a un costado de la escena y se sienta sobre los talones. No aparta los ojos de DON PEDRO. Sigue su mímica y gestos, su andar por la escena, con fidelidad de perro.)
* RAMONA.- (Que prosigue.) Le gustan las mujeres, y eso es justo, no está pasado y tembleque como vos. Jaque en tu tiempo vos también eras un farristo; acordate no más, sinvergüenza...
* DON PEDRO.- Sí, de todo me acuerdo. Pero para Angélica yo no quiero un muchacho como yo era; debe ser más, mucho más. Aspiro a más para ella.
* RAMONA.- ¿Más qué?
* DON PEDRO.- Más provenir, más promesa y posibilidá; más limpio, más arreglado... (Vacila.) más alto.
* RAMONA.- ¡Eh!, parece que al fin medio te gustan los cajetillos.
* DON PEDRO.- ¡Ja, ja! ¡Me agarró esta cristiana! No es eso... sino que me parece que esta criatura es muy limpia y pura, lavada cada día. Por eso no veo a nadie para ella. ¡Pero ya hemos de encontrar!
* RAMONA.- Ni vos sabés lo que querés; ¡qué tanto! Le decís todo el día esas cosas a esta pobre criatura, y al fin vas a hacer de ella una creída, una pretenciosa que va a despreciar a su prójimo igual. ¿Acaso ella se está criando para tener presos y soldados de ordenanza? No, mi hija; tenés que aprender a ser pobre; tenés que saber cavar la mandioca, tenés que saber carpir... tenés que saber llevar a tu hijo agarrado por tu cintura, con las piernas y los bracitos abiertos, como una ranita, y tenés que...
* DON PEDRO.- Bueno, por favor, Ramonita, callate (Mímica.) Recogé y enrolla un poco esa tu lengua. Ya salió por la puerta, entró otra vez por la ventana y ahora va a salir por esa puerta. ¡Ya está enredando!
* RAMONA.- ¿Enredando, yo? ¿Por decir la verdá, y aconsejando bien a esa criatura, sacándole de la cabeza esas pretensiones de lujerío? ¡Pero mirá un poco lo que dice! Como dice el Paí: «Primero ha de entrar un caramelo en el abujero de la abuja antes que un rico en la propiedá alambrada del Señor». ¡Jhum! San Pedro no te va a abrir la tranquera, esperate no más sentada en tu silleta. (Representa.) «Sos una preciosidá», pero barriga vacía. «Qué hermosura esa tu ropa», con agujero aquí y allá... apenas tiene un calzoncillo para usar cada 14 de mayo, y dice que va a mandar hacer por docena...
* DON PEDRO.- Bueno, suficiente, callate ya Ramonita de mi corazón. Callate; vos tenés razón.
* RAMONA.- Dice que le va a regalar para su máquina, y no tiene para mandarle a su hijo para su pasaje.
* DON PEDRO.- Bueno, basta, Ramona. (Con energía.) ¡Basta!
* RAMONA.- ¿Y por qué no me hacés callar si podés? ¡Haceme pues callar don Pedrito! ¿Por qué no me pegás ya de una vez?
* DON PEDRO.- No te voy a pegar yo, sino que le voy a decir a Pelón que te lleve a tirar al chiquero de los chanchos... ¡Pelón! (Señalando a RAMONA con el índice. PELÓN se levanta y se dirige a ella lenta y resueltamente.)
* RAMONA.- ¡Pero, no le digas esas cosas que es capaz de... hacer! (Retrocede, alarmada, y sale por lateral derecha cerrando la puerta.)
* DON PEDRO.- ¡Pelón!... ¡Pelón!... Allí (Le señala un rincón donde volverá a sentarse impasible. DON PEDRO ríe festejando el pavor que ha causado su orden.) Es la única forma... (Dirigiéndose a ANGÉLICA.) No le hagas caso, Angélica; ella es buena y te quiere, pero Manú es su debilidá.
* ÑA CANDÉ.- (Entra por lateral izquierda. Es la madre de ANGÉLICA; mujer de pueblo, ya madura y ajada. Viste con pobreza.) Buen día, ¿cómo amaneció, don Pedro?
* DON PEDRO.- De primera, ña Candé; ¿siempre trabajando mucho?
* ÑA CANDÉ.- Sí, fui a entregarle a don Elías unas costuras que me encargó. ¿Pero no sabe todavía?
* DON PEDRO.- ¿Qué cosa?
* ÑA CANDÉ.- Llegó un camión con carga de Asunción, y vino Manuel. Le vi de lejos cuando bajaba en la plaza.
* DON PEDRO.- ¡Manuel! ¿Vino? Pero si todavía no le mandamos plata para su pasaje. (Ríe a carcajadas.) Habrá viajado fiado, o a lo mejor ya consiguió «pase»... pero ¡qué bicho ese cristiano!, le cortás la leche y se viene al galope a buscar la vaca lechera.. ¡Ja, ja, ja!
* ÑA CANDÉ.- ¡Pero este don Pedro, las ocurrencias que tiene!... Bueno, vamos Angélica... tenemos que trabajar.
* DON PEDRO.- (En son de broma.) Bueno, ahora te voy a mandar una cantidá de género, tres o cuatro brazadas para que me hagas seis, o, seis son muchos, no ha de alcanzar... tres pañuelos... y con lo que sobra, le hagas un vestido... a tu muñeca Juana. ¡Ja, ja! Vos sabés que no me falta voluntá, ¿verdá?
* ÑA CANDÉ.- No la malcríes tanto, don Pedro... Bueno, vamos Angélica. Lástima que no podemos esperarle a Manú; ¡con las cosas que ha de tener para contar! Vamos pronto, Angélica, para venir después. Hasta luego. (Salen hacia la calle.)
* DON PEDRO.- (Se vuelve hacia el interior de la casa, y va a llamar.) ¡Ramona!... ¡Ramonita!... ¡Vení, vieja linda!
* RAMONA.- (Entra por lateral derecha.) ¿Qué querés?... ¡Jheee!, seguro que ya necesitá otra vez alguna cosa, por eso me llamás tan apurado, pero hace un rato no más querías tirarme al chiquero de los chanchos, ¡viejo atrevido!
* DON PEDRO.- (Ríe a carcajadas.) Si no estás más enojada, si me perdonás ligerito, te voy a dar una buena noticia...
* RAMONA.- (Intrigada.) ¿Qué es?
* DON PEDRO.- ¡Nada! Primero me tenés que decir que no estás más enojada; que no vas a llamar a las gallinas ¡co-co-co!, al lado de mi catre cuando estoy durmiendo afuera; que cuando te da por cantar tu polca, vas a cambiar de vez en cuando. Te tenés que dar la vuelta también un poco, ¡no seas tan cerrada!
* RAMONA.- Ya me querés enredar otra vez.
* DON PEDRO.- Enredada ya estás, enredada conmigo, estamos enredados juntos. Así que... prometés que no te vas a empezar a plaguear antes de la salida del sol; que cuando estoy tomando el aperitivo vas a venir a acompañarme callada, tranquila, en lugar de venir a contarme que le duele la barriga al chancho... o el pique al perro o la cola a la vaca, y todas esas miserias que ya sé... y quiero olvidarme con el traguito.
* RAMONA.- Sí, bueno; ¡pero ya no aguanto más! ¡Decime qué es la buena noticia!
* DON PEDRO.- Vino Manú. Ahí dice que llegó en un camión.
* RAMONA.- ¡Es posible!, sin pasaje, pobrecito; ¡quién sabe qué habrá tenido que hacer para venir! Habrá tenido que empeñar todas esas boletas de empeño.
* DON PEDRO.- (Va hacia lateral izquierda y mira hacia la calle.) Allá parece que viene. (Sale a recibirlo.)
* RAMONA.- ¿Sí?, viene. (Corre hacia la puerta a mirar también.) ¿Aquél es? Miralo un poco... ¡y qué flaco parece, qué débil! ¿Y su pilcha? ¡Pelón, Pelón!, ¡andate ligero a traer la valija! (PELÓN permanece impasible sentado siempre en cuclillas.) Pelón, a vos te digo, arriero arruinado, ¡haragán! (Va y lo estira de la manga tratando de llevarlo hacia la puerta.) ¿No ves que Pedro le va a buscar?... ¡Pedro!... decile a éste... (Pero no viendo a PEDRO, sale también por lateral izquierda y afuera se oyen voces de recibimiento.)
* DON PEDRO.- (Entra con un lío de ropas en una manta, y una valija raída atada con un piolín, para que no se abra.) ¡Pero qué sorpresa; no te esperábamos ni un chiquitito, ni un chiquitito!
* MANUEL.- (Ropa de ciudad ajada por el viaje, y polvoriento.) ¿Cómo están por aquí?
* RAMONA.- ¿Venís cansado, mi hijo? ¿No te maltrataste mucho en el viaje? Voy a ponerte enseguida agua para el baño, y voy a buscarte una zapatilla y ropa limpia...
* MANUEL.- (Zapatea y se sacude el polvo.) ¡A la pucha! Vine sobre la carga tumbado sobre unos cajones de caña... tengo una cantidad de chichones para adentro... ¡Ay!, y varias costillas torcidas al revés. ¡Y qué polvareda, su madre! Cuando llegamos a la comisaría me pidieron la filiación.
* RAMONA.- ¿Es posible?, ¿no te conocieron?
* MANUEL.- No, creyeron que era un guerrillero. Fue el cabo hacia adentro, trajo un plumero, me pasó por la cara y dijo: ¡Eh, había sido Manú!
* DON PEDRO.- (Riendo.) ¡Las ocurrencias de éste! (Lo palmotea cariñosamente.)
* MANUEL.- ¡Ay!, justamente allí me entró una botella.
* RAMONA.- Jesús, ¿y qué hiciste?
* MANUEL.- (Mostrando la valija.) La apresé seguidamente con unas compañeras, y la metí en ese calabozo.
* RAMONA.- ¡Pedro!, decile a Pelón que lleve los bultos de Manú adentro.
* DON PEDRO.- ¡Pelón! (Toma los bultos, se los pone en los brazos; le indica con la mímica y empujándolo suavemente qué es lo que tiene que hacer.) Llevate adentro... adentro. (PELÓN sale por lateral derecha.)
* RAMONA.- Voy a arreglarte tu cuarto. ¿No querés una naranjada bien fresca? ¿No querés mate? ¿O preferís un tereré?
* MANUEL.- ¡Quiero todo! Vengo aquí para que me cuides, me trates bien y me hagas engordar; estoy muy débil... (Afectadamente.) tengo que reponerme de las preocupaciones del trabajo de la ciudad. (Termina con una risotada que acompaña DON PEDRO.)
* RAMONA.- ¿Venís para quedarte un tiempo?... Tenés que darme lugar para «levantarte». Primero tenemos que matar todos esos bichos; seguro que estás lleno de anquilostoma.
* MANUEL.- ¡A la pucha, quién sabe!
* RAMONA.- Yo primero te quiero dar una buena purga doble de sal inglesa para barrer y fregar, y después otra doble de aceite de castor para aceitar y lustrar. Después con caaré y leche caliente empiezo la invernada.
* MANUEL.- ¡Qué tratamiento! ¡Todos mis ceboís se levantaron del susto! Mirá vieja, te voy a contar lo que yo necesito para curarme de todos esos bichos y hasta de la tristeza del bolsillo pelado; que cada mañana me traiga el mate bien temprano una linda morena; que después del desayuno una trigueña perfumada me cebe el tereré.
* DON PEDRO.- Lindo tratamiento, ¿no?
* RAMONA.- Es la juventú; cada cual con su cada cual.
* MANUEL.- La mejor receta para matar los bichos.
* RAMONA.- ¡Pero es letrado este mi Manú! Vas a tener de todo. Si sabía que ibas a llegar, ya le decía a Angélica que se quede para cebarte el tereré.
* MANUEL.- ¿Quién es Angélica?
* RAMONA.- La hija de ña Candé. Es chica todavía, pero lindita...
* MANUEL.- ¿Quién? ¡Ahh! ¡Pero qué bárbaro! Yo te estoy hablando de carne blanda, y vos me querés dar pajarito asado. Dejate de embromar, la vieja; ¡yo no quiero jugar chiquichuela!
* DON PEDRO.- Callate, Ramona; él tiene razón.
* RAMONA.- ¿Y no eras vos el que ya le andabas buscando novio? (Va a salir por lateral derecha, cuando entra PELÓN sin mate. RAMONA a DON PEDRO.) Jesús, ¿no le podés decir a éste que alce agua para el baño? ¿Tiene que estarse todo el día sentado mirando y escuchando lo que decís? (Sale.)
* DON PEDRO.- Dejalo en paz a éste... ¿acaso no sabés que el pobre no entiende?
(PELÓN se sienta sobre sus talones en su lugar habitual.)
* MANUEL.- (Haciendo chanza, se sienta.) ¿Cómo andás, viejo?, ¿cómo te llevás con tu vieja?
* DON PEDRO.- Y... ya sabés. Nos gritamos, nos peleamos, y vivimos colgados el uno por el otro, como esos ysypó del monte. A medida que se pone más vieja, se hace más y más plagueona. Se le endurecen las piernas y se le afloja la lengua. ¡La pucha! A veces habla como loros que tomaron caña.
* MANUEL.- (Divertido.) ¡Me imagino! ¿Y vos cómo hacés para arreglarte?
* DON PEDRO.- ¿Y qué le voy a hacer? Es mi joroba y mi costumbre. Como a la seca y al viento norte; tomar mate y aguantar.
* MANUEL.- (Encogiéndose de hombros.) ¿Y por qué no la largás?
* DON PEDRO.- (Admirado.) ¡Hombre! ¿Vos me decís eso? Te quiere como si fueras su hijo; la mitad de las peleas que tenemos es porque quiere más cosas para vos. Su cariño pobre se derrama con las ofrendas para vos. De palabras, de oraciones, de las sonceritas que guarda para mandarte.
* MANUEL.- ¿Y por eso vas a seguir acollarado con ella toda la vida? (Se encoge de hombros.) Una mujer te quiere, y vos le podés querer también a ella... pero aparte la libertad.
* DON PEDRO.- ¡Me asusta lo que decís!
* MANUEL.- ¡Vamos!, ¿no lo pensaste alguna vez?
* DON PEDRO.- Sí, algunas veces, así como pasa una palabra representada por la despaciencia o por la rabia; pero nunca se quedó por mucho rato... después, ya me conocía.
* MANUEL.- ¿Te conocía cómo?
* DON PEDRO.- Y, pasan los años, la vida se va pareciendo a una tardecita larga. Se ponen a dormir las cosas, y también le llega el sueño a las ilusiones. Ya pedís poco, te contentás con lo que salga cada día, tu mate, tu hamaca, tu traguito, tu vieja plagueona, pero que ya le conocés el molde, como tu sombrero, tu bombilla, tu recado. Hay una pregunta que viene con más y más sustancia... «¿para qué... para qué?»
* MANUEL.- (Encogiéndose de hombros.) Bueno, viejo; no hace falta enredarse tanto, la cuestión es si querés o no querés.
* DON PEDRO.- No me podés entender... sos todavía joven, no sabés que hay un dulce vicio que se llama: la costumbre.
* RAMONA.- (Entra sofocada por lateral derecha, trayendo una toalla limpia en el brazo y sábanas. Trae también un platito con un vaso grande de naranjada.) Aquí te traigo esta toalla limpia... y también este vaso de naranjada. Está fresquita, Manuel. Tomá y después andá a bañarte. Está el agua linda; te puse también jabón de olor y tus zuecos.
* MANUEL.- ¡Así da gusto que me cuides!
* RAMONA.- No compré hielo para vos que estás acostumbrado; ¡qué lástima! Nosotros aquí nos conformamos con agua enserenada, con rocío. Toma el gusto de la noche porque las estrellas entran a bañarse en el cántaro al pasar. (MANUEL ha cogido el vaso y se sirve. RAMONA ríe contenta y feliz.) ¿Está pa rica, mi hijo? ¿No querés que te haga un poco más?... ¿Está bien dulce? Ahora nos venden azúcar mojada, no se puede medir más la cantidad. Yo digo que don Elías le pone agua para que pese más. ¡Es un judío ese turco! ¡Bien judío como buen turco!
* MANUEL.- (Riendo, va a abrazarla.) ¡Pero ésta mi vieja!... Desde esta noche vamos a salir de farra, vos y yo. Vos visitás a la vieja, y yo a la hija. Vamos a recorrer una a una todas las casas del pueblo; me vas a hacer la pierna. ¿Te gusta el arreglo?
* RAMONA.- ¡Claro!
* MANUEL.- ¡Lo que nos vamos a divertir! Vos vas a hablar desde las cuatro de la tarde hasta la madrugada, y yo... (Frotándose las manos.) me quedo con el arco libre.
* RAMONA.- ¡Pero mirá qué buena idea! ¡Es letrado este Manú! ¡Oh, mi Manú!... Con este viejo no se puede ir a ninguna parte. Todo el día rezongando que le duele aquí, que le duele allá, y pidiendo que se le frote con sebo de vela. Apenas se puede cambiar unas palabras con la gente de la amistá.
* MANUEL.- Hace tiempo no conversás con nadie.
* RAMONA.- ¡Cierto!, para atender a este viejo plagueón, ¡lengua larga!
* DON PEDRO.- (Indignado.) ¡Pero mirá lo que decís!... ¿Yo plagueón?
* RAMONA.- ¡Jesús!, plagueón y rabioso, ¡no me dejás ni hablar!
* DON PEDRO.- (Exaltado.) Manú, es falso; te juro que no es verdá.
* MANUEL.- (Divertido.) Tranquilo, no vale la pena; lo que pasa es que no entendés que la verdad es una mascarita que en cada baile se cambia de disfraz. Te doy un consejo, viejo, dejá que ella dé gusto a la lengua, y vos reíte de la verdad.
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Telón
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JOSÉ MARÍA GÓMEZ SANJURJO - RABELERO (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA: CREACIÓN Y REFLEXIÓN - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.


RABELERO
Poesía de CARLOS VILLAGRA MARSAL
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
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RABELERO
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Para Julio César Troche
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Toca el rabel sonoro,
y el inmortal dulzor al alma pasa.
Fray Luis

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De ser a río irás. El viento norte,
más que un zumbar sin término en tu oído,
más que grito hacia el sol, será el latido
que a triste sangre errante te transporte.

Viejo destino y pobre musicante:
de polvo tu horizonte, y arribeño,
dejas un sitio azul, quemas el sueño,
partiendo siempre solo y trashumante.

Como un agua bebida en el camino
el alba te penetra, y en el cielo
tu alto dolor, cual halcón en vuelo,
vigila tu silencio peregrino.

Y agrietas-candilante de luz plena
toda la muerte caminera a cuestas-
tus duros calcañares por las siestas
en los pequeños soles de la arena.

Y al fulgor de la noche vas trayendo
un cayado de estrellas, y la oscura
memoria de algún valle al que procura
llegar tu sombra que se va cayendo.

Pero un rabel profundo te sostiene
con su raíz de luna, su fragancia
nacida de tu brazo, y a distancia
dulce y firme del cielo te mantiene.

Y acá de pronto crece como un rayo,
ronco y ardiente, al aire se desgarra,
y recorre rabel, arpa y guitarra
tu corazón sonoro, paraguayo.

Y así de luna en pueblo vas cantando,
de pueblo en viento corres como un río,
de viento en monte sigue tu albedrío,
de monte en sombra triste vas pasando.

Hombre delgado, antiguo, azul, perdido:
aquí busco el valor de tu mirada,
tu fatiga y penar, con esa alada
vena en flor por tu caja de sonido.

Laya de amigo que preciso, hecho
de pueblo y sueño y tierra y limpia frente,
andando yo a tu lado, en permanente
mixtura de tu música y mi pecho.

Y si hoy te digo dueño del lucero,
naranjal trajinante, nube, hermano,
es que quiero dejar juntos mi mano
y tu rabel herido compañero.

.
Fuente:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
Director : OMAR LARA
Organizado por JACOBO RAUSKIN,
Portada: ENRIQUE CAREAGA,
Asunción – Paraguay 2009
.
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RUBÉN BAREIRO SAGUIER - POESÍAS (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA: CREACIÓN Y REFLEXIÓN - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.


POESÍAS DE
RUBÉN BAREIRO SAGUIER
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

.
FRUCTUOSO
El viento trae el olor de las frutas maduras.
Los pájaros picoteadores
pudrieron el verano
caído en la humedad de la tierra.

MI PAÍS
El verano corre largamente entre
los árboles cómplices,
atraviesa la tierra sin montañas.

IMPRESIÓN
Desde lo alto de la loma veía volar un pájaro.
Una nube se me metió en los ojos,
mis ojos que lluevan.

DESCAMPADO
Bajo las estrellas,
con un ojo apagaba el cielo.
Con el otro soñaba.

ADOLESCENCIA
Me balanceo, desnudo,
en el río del verano.
El caballo nada bajo tu piel.

SIESTA
El sol despiadado de las cigarras
quema el maizal y mi sangre.

TARDECITA
Dibujo en la inmensa pizarra.
Al poner un punto, aparece la primera estrella.

ARCIFINIOS
Por un lado, el pueblo linda con las afueras.
Por el otro, con los adentros.

MAGIA
En un abra del monte.
Lejos
abra
cadabra.

.
Fuente:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
Director : OMAR LARA
Organizado por JACOBO RAUSKIN,
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RAMIRO DOMINGUEZ - POESÍA (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA: CREACIÓN Y REFLEXIÓN - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.

POESÍA DE
RAMIRO DOMINGUEZ
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )


Abel se hizo hacendado,
y puso su establecimiento
de Doña Juana hasta Rincón.

Caín plantó caña dulce
más allá del arroyo Tambor.
Abel multiplicaba su hacienda
con el favor de Dios.
Se compró una casa en la ciudad
y dio a sus hijos fortuna y profesión.

Caín, con cupos y créditos,
iba siempre de mal en peor.
Si escapaba a la sequía,
con la helada su cosecha
se quemaba por la leña en el fogón.

Cuando volvía de la fábrica
tenía a su puerta el arrendador.

Un buen día
le trajo Abel sus abogados
con títulos y una orden de expulsión.

Caín venía del hospital
con un hijo muerto de larga tos.

No quiso entender de desahucios;
ni estaba para argumento
más largo que su facón.

A Abel se lo llevaron sangrando
en el carro de su heridor
Caín escapó hacia Perulero,
y lo anda buscando una comisión.

Pero entonces, Saúl
tenía un demonio en el cuerpo,
y David lo sabía bien.

Saúl no se fiaba del mancebo
pero más temía David al Rey.

Sucedió que, estando el muchacho
tocando el arpa a ruego de aquél,
el espíritu malo de Saúl
hubo de herir al joven. Y el arma
hincó a su lado la pared.

De aquella vez, huyó David
al monte, y empezó a vivir sin ley.
Se echó a contrabandista,
traficando en caña y petit-grain.

Alguien que conocí su afición
lo llevó al Brasil. y allá se hizo artista
ganando fama y dinero a granel.

Saúl murió con Jonatan
en la revolución, poco después.
David volvía con su arpa
y un séquito como de Rey.

Cuando supo de los muertos,
lloró por ellos. Aunque más lloró por él.
Algo le previno que el espíritu
malo habría de dañarlo
-como a Saúl- a tiempo de vencer.

.
Fuente:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
Director : OMAR LARA
Organizado por JACOBO RAUSKIN,
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JOSÉ MARÍA GÓMEZ SANJURJO - POESÍA (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA: CREACIÓN Y REFLEXIÓN - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.


POESÍA DE
JOSÉ MARÍA GÓMEZ SANJURJO
(1930 - 1988)
(Enlace a datos biográficos y obras
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Creció junto al andén.
la vida
se le fue para afuera, campo abierto,
saltando guardavías.

Creció junto con él.
allí tendida
tuvo la senda a recorrer,
las paralelas del riel
siempre entreviendo lejanías.

Allí creció.
Y tuvo la osadía
de no ver las luces verdes, rojas,
que a su paso se abrían.

Allí creció.
si los andenes
lo recordaran, le dirían
que anduvo sin saber por un riel
en busca de la vida,
paralelamente regresaba
hacia la muerte que le viajaba en otra vía.

Creció junto al riel.
Se quiso ir.

Tal vez se fue.
Una campana le sonaba a despedida.

I

Niño de mi país.
Criado en resolanas,
niño tostado
y atento.

Tal vez hambriento.

Algún día los que somos
como tú, de sol, de siesta,
de viento norte y de tormenta
y hemos ido contigo y hacia ti,
algún día
nos hemos de encontrar
en una piel antigua y tersa,
para reconocernos.

Y ser dueños
por una vez apenas
de un pedazo de pan, de un pastel relleno
con resolanas, hambres y silencios.

Te oí gemir
como se oye
una interminable
quebradura en la piedra.

Te oí volver
con el profundo secreto de la tierra,
ya renacida,
mujer abierta.
.
Fuente:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
Director : OMAR LARA
Organizado por JACOBO RAUSKIN,
Portada: ENRIQUE CAREAGA,
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RICARDO MAZÓ - REPETICIÓN DE MI MISMO y POEMA SOEZ (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.


REPETICIÓN DE MI MISMO
y POEMA SOEZ
Autor: RICARDO MAZÓ
(Enlace a datos biográficos y obras
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REPETICIÓN DE MI MISMO
I
Motivo


Otra vez hoy conmigo la inquietante
presencia de las horas,
la continua
apreciación del tiempo
y la constante
repetición de un único recuerdo.

II
Situación


Ahora que ya ha pasado el tiempo
del clavel florecido en un momento,
del rostro que se mira y se hace amigo,
del suspiro precoz y del amor sencillo.

Ahora que no puedo dar la mano
sin que sienta un latir destituido,
que la luna es el símbolo, y desierto
mi corazón se rige con compuertas
por temor que se me inunde el cuerpo
de sangre amarga -y de sangre muerta-.

….. y, en dos palabras,
una fracción apenas de mí mismo,
he tenido que verte tantas veces
que al fin no pude menos que quererte.

III
Pendiente

He tenido que amarte aunque no fuera
más que un clarión gastado, arrepentido
de hacer trazos mentidos en el suelo.

Y decirte mi amor:
-un tumulto de sangre, un desvarío
de sentires opuestos e indomables-.

La arteria abierta y la palabra dicha.
y la espera que sigue a tanta audacia descubierta.

IV
Final


Porque así son las cosas se que nunca
podremos compartir la nochebuena.
.
Diciembre, 1953
.
POEMA SOEZ
Frágil pero bien fundamentada
tu torre de soberbia se levanta.
Cohibido el pecho, la frente encallecida,
locura calculada, o simplemente
un cuerdo desatino.

Si tú supieras que la rosa
-no la rosa en que buscas fundamento-
sino la rosa de los cuatro vientos,
tiene iciclos y también tiene ciclones,
te sentarías como un buda incierto
a contemplar tu ombligo
esperando
que la pelusa acumulada del invierno
lo convierta en nido de una aviesa
paloma mensajera.
Cerrado el corazón, la lengua entumecida,
te devanas
cual lana mal hilada en rueca ajena.

.
Fuente:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
Director : OMAR LARA
Organizado por JACOBO RAUSKIN,
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JOSÉ-LUIS APPLEYARD - UNO Y OTRO y HAY UN SITIO (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.


UNO Y OTRO y
HAY UN SITIO
JOSÉ-LUIS APPLEYARD
(1927 – 1998)
(Enlace a datos biográficos y obras
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.
UNO Y OTRO
Es tan triste tener estas dos almas,
ser bicéfala expresión que en uno mismo
lucha por primacías y aniquila
la añorada unidad de un mismo sino.
Es triste desdoblarse en el espejo
y no saber en cuál de las miradas
está la de auténtico Narciso.
Búsqueda que revierte nuestra vida
en odres de no escanciado vino
donde muere el espíritu y renace
el otro junto al uno, en condominio
de deseos, de odios, de tristezas
y de una ávida sed de más cariño.
Doblemente en el doble e ignorantes
los dos en uno, de saber cautivos,
transitamos la vida y doblemente
con dos almas a cuestas nos morimos.

HAY UN SITIO
Hay un sitio en el mundo donde vivo
pequeño y singular,
un sitio mío,
un pedazo de tierra con olor a madera,
con gentes como yo,
de diminuto, sangrante y triste
corazón cautivo.

Un pedazo de tierra, pocos hombres,
y un alfanje de acero como río.
yo estoy en él, soy parte de esa parte
minúscula del mundo. tengo amigos
que comparten el tiempo y lo desangran
con lentitud, sin prisa, desde antiguo.

La vida es muy sencilla,
sólo basta
ser fiel al cumplimiento de los ritos:
matar a la verdad cada mañana
y dejarla morir cada domingo.
Quien conoce la clave, dulcemente
puede vivir tranquilo en este sitio.
Las palabras mantienen la tersura
de su forma redonda y sin resquicios,
Pero aquello que encierran por ser verbo
en cada labio da un sabor distinto.
La gramática es tensa, diferente
de toda similar. Sólo el sonido
de sus vocablos tiene semejanza
con un idioma al que llamara mío.

Hay sinónimos claros, transparentes:
ser libre es vegetar sin albedrío,
robar es trabajar, amor es odio,
y vivir es morir desguarnecido.
La soledad se llama compañía
y el traicionar, ser fiel a los amigos.
La novedad, vejez. Todo lo nuevo
tiene una oscura pátina de antiguo.

Hay un sitio en el mundo donde vivo
pequeño y singular.
un sitio mío,
un pedazo de tierra que se pudre,
con gente como yo,
de diminuto, sangrante y triste
corazón cautivo.


.
Fuente:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
Director : OMAR LARA
Organizado por JACOBO RAUSKIN,
Portada: ENRIQUE CAREAGA,
Asunción – Paraguay 2009
.
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ELVIO ROMERO - EL SANTERO y EL CUERPO DE MADERA (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.



EL SANTERO
y EL CUERPO DE MADERA
ELVIO ROMERO
(1926 – 2004)
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

.
EL SANTERO
Lacú, cara de miel, cabello cano,
temblándole, jadeante, la camisa,
fabrica santos, leve la sonrisa,
barcino guante de sudor la mano.

Trabaja en palos. Y al tallarlos tanto,
con calor de melcocha por la frente,
lo llama por allí la buena gente:
"Lacú, cara de miel, cara de santo".

Modela efigies rojas de madera,
pálidos santos de color de luna,
y le suenan los dedos como en una
llanura fatigante y forastera,

Cuando está airado, talla entre avatares,
y cuando alegre, hasta el taller se alegra,
se le envuelve la sangre en noche negra
si se le llena el alma de pesares.

Tales son sus desvelos; son tan fijos
sus labores, sus vértigos, sus sueños,
y es tanta la pasión de sus empeños
que tiene el rostro de sus propios hijos.

Lacú mira el vivir, sigue a la gente,
ante las vidas simples se emociona,
siente latir un gesto y lo aprisiona,
lo fija todo en su labor paciente.
De allí que cuando miran los vecinos
las figuras de palo en sus altares,
se ven, tal como son en sus hogares,
tal como son, jirones de caminos.
Para probar mejor lo que origina
dentro del puño como fuelle ardiendo,
se amarra al brazo enérgico un estruendo
de escopeta o cuchillo o carabina.

Si labra un santo, firme y despiadado
baña el cincel de fuego y agavilla
la gubia con cendal de maravilla,
fragor de tierra, semillar y arado.

Y si es santa, despierto en nuevo brío,
le da un soplo final mágico y sabio:
con flor de pacholí le pinta el labio,
las lágrimas, con gotas de rocío.

Y tanto se parece a sus criaturas
que él mismo es ya raíz, árbol, madera,
palpitación terrestre y verdadera
de cortezas con sol por vestiduras.

Trabaja en palos. Y al tallarlos tanto
con calor de melcocha por la frente,
lo llama por allí la buena gente:
"Lacú, cara de miel, cara de santo".

EL CUERPO DE MADERA
Tienes, patria, las manos de madera,
todo el herido cuerpo de madera,
….. madera y resplandor;
el sudor como lluvia de madera,
de madera los huesos, de madera
….. dispuesta a resonar.

….. De madera la sangre
….. (chaparrón de madera!)

….. De madera los ojos
….. (cristal de la madera).

….. De madera los gestos
….. (sesgos de la madera).

¡Forestal capitán de la madera!

Te hicieron con guitarras de madera,
cajas de percusiones de madera
….. se rompen a tu andar,
tu mismo andar es playa de madera,
playa para las olas de madera,
de madera y calor.

De madera las uñas
(filos de la madera).

De madera los ojos,
de madera.

Y fibra y capitán de la madera,
….. ¡de madera el amor!

Por eso tienes, patria, de madera
el puño vesperal, de una madera
….. difícil de quebrar,
la más clara esperanza de madera,
de madera encendida, y de madera
….. ¡tu duro corazón!

.
Fuente:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
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AUGUSTO ROA BASTO - DE LA DESCENDENCIA y DEL REGRESO (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.


DE LA DESCENDENCIA
y DEL REGRESO
AUGUSTO ROA BASTOS
(1917 – 2005)
(Enlace a datos biográficos y obras
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www.portalguarani.com )


DE LA DESCENDENCIA
Yo escribí sobre el agua el nombre mío
para la eternidad de un solo instante,
y me atemorizó que ya bastante
durase en el fluvial escalofrío.

Letras de plata en el azul del frío
puso mi ardor y puso el delirante
sosiego que copiaba mi semblante
sobre la tenue página de un río.

Levanté el dedo y escuché la vida,
cerré los ojos, me apreté el costado
disputando en mi sangre con mi herida,

Cuando de aquel momento eternizado,
pedazo de mi noche y de mi vida,
una luz infantil cayó a mi lado.

DEL REGRESO
Remonto hacia el muchacho que me espera
junto a un cañaveral, sobre una loma,
mancha de sol forrada de paloma
con su abeja en la sien y en primavera.

Esta es su sangre fresca y mañanera
con su ramaje de humo, con su aroma,
que la medida de mi sombra toma
para vestir de amor mi calavera.

Obligo al hueso a prosternarse. Quiero
recuperar mi altura adolescente,
ponerme aquel muchacho naranjero,

Sentirme el ala, refrescar mi frente...
pero el arroyo arrastra indiferente
la imagen de un muchacho hacia el estero.


.
Fuente:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
Director : OMAR LARA
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JOSEFINA PLÁ - LA CARRETA y BIOGRAFÍA (Poesías) / Fuente: TRILCE - UNA REVISTA DE POESÍA: CREACIÓN Y REFLEXIÓN - TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009.


LA CARRETA
y BIOGRAFÍA
POESÍAS DE JOSEFINA PLÁ
(1903 – 1999)
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

.
LA CARRETA
¿Viste el camino de los cuadros?
De dónde viene, ignoras no sabes dónde va
y la carreta marcha pero salir no puede
del cuadro en donde está
yo voy en ese carro que en el cuadro se aleja
sin moverse jamás de donde está.
no sé si el carro marcha ni quién del carro tira
dónde empezó el paisaje, dónde terminará
quizá tan solo dentro de mí las ruedas giran
y fuera todo muerto está.

BIOGRAFÍA
Seguí el camino al que me echaron
dormí en la cama que me dieron
me lavé la cara en las lluvias
de las tormentas que vinieron
comí un pan echo con la harina
que mis propios huesos molieron
y bebí el agua de azul frío
del pozo vuelto que es el cielo.

Siguiendo el croquis del tesoro
En el baúl del bucanero
llegué al jardín de la ceniza
para saber que soy correo
de algún secreto ya borrado
de no sé cuál caduco pliego
polvoso mensajero errado
sin otra opción que su regreso.
.
Fuente: TRILCE Nº 25 - UNA REVISTA DE POESÍA:
CREACIÓN Y REFLEXIÓN
TERCERA ÉPOCA N° 25 /ABRIL 2009
Director : OMAR LARA
Organizado por JACOBO RAUSKIN,
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Asunción – Paraguay 2009
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viernes, 28 de mayo de 2010

WILLIAM BAECKER - CUANDO CESAN LOS SUEÑOS: POEMAS / Edición digital: BIBLIOTECA VIRTUAL MIGUEL DE CERVANTES


CUANDO CESAN LOS SUEÑOS: POEMAS
Autor: WILLIAM BAECKER
Edición digital: Alicante :
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002
N. sobre edición original:
Edición digital basada en la de
[Asunción (Paraguay)],
[Ediciones y Arte, editora], [1993].

Cuando cesan los sueños

Cuando cesan los sueños,
cuando sus luces huyen de los ojos
como pájaros sin rumbo;
cuando regresa el agua al mar
llevándose los rostros y los besos;
cuando un viento incesante borra el nombre
escrito en los abrazos que vivimos;
cuando cesan los sueños,
cuando llegan los días del insomnio
y una lluvia de pétalos marchitos
se incendia en la nostalgia,

sólo queda el aroma del recuerdo
fijado en esta rosa que te dejo.


Y qué es este recuerdo

Y qué más da.

Si todo nos unía,
hoy todo nos distancia.

Los momentos felices
-las efímeras luces de bengala-

no eran más que tristezas compartidas;
fueron sólo relámpagos que huían
de tus calladas cosas y las mías.
¡Y qué más da!

Construimos en tiempos diferentes:
vibrabas la aventura del momento
y era mío el dolor. Y la esperanza.
Y nada más.

¿Y nada más?

¿Y qué es este recuerdo que nos une
y qué, esta soledad que nos separa?


Si todas tus tristezas

Apenas una lágrima.

Y no me engaño.
Las cosas fueron simples
como una simple giralda
abierta a los embates de los vientos.

No sé si tú también
ingresarás
al libro de los rostros que pasaron;
no sé si alguna vez
este sereno amor que dan los años
volverá nada más como palabras
para mojar
los estériles días de tu ausencia.

No sé, pero, lo pienso:
si todas tus tristezas y las mías
uniéramos de pronto,

no estaría tan solo como estás,
ni estarías tan sola como estoy.


Y así las cosas

Sólo me queda un dejo de tristeza
y otro tanto de amor
que no fue tuyo.

No hubo tiempo.

O tal vez
el tiempo nos urgió beber de nuevo
de otro cáliz de amor
porque a veces morimos por amarnos
y otras veces amando nos morimos.

Tal vez no lo recuerdes, sin embargo,
a veces descendíamos al fuego
y en esa urgente agonía de adorarnos
nacíamos los dos
para morirnos.

Y así las cosas,
tus antiguos deseos y mis sueños
se alquitaran en lutos infinitos
para estallar relámpagos y olvidos.


Ya ves a qué llegamos

Y bien,
ya ves a qué llegamos:
las brumas del otoño nos devoran;
un tiempo más y tus hijos y mis hijos
se irán
así como se fueron
los pájaros del beso y del abrazo.

Y no habrá más recuerdos
con sabor a alegrías que nunca comprendimos.

El tiempo es un tiovivo de esperanzas
y al final
sólo queda su música lejana
y en los ojos el pálido rescoldo
del instante de amor que consumimos.

Y bien,
ya ves a qué llegamos:
nos queda apenas
el dolor de saber que nos amamos
y esa triste dulzura
de no querer decir que pronto
nos iremos.


Quién podrá recorrer


Hazte a un lado
y deja que me habiten las tristezas:
serán la levadura
que habrá de madurar
las nuevas esperanzas.

Mientras tanto,

¡quién podrá recorrer
los vastos territorios de tu ausencia
sino este inmenso dolor en llamaradas
y esta triste alegría
de olvidarte!


Cómo el tiempo envejece

Sólo el tiempo dirá.

El tiempo,
¿Lo has pensado?

Acabo de arrojar
los absurdos relojes que dejaste,
esas pequeñas cosas
que aún no entiendo por qué las reunía:

las cartas,
los retratos,
la primera página de un libro
donde, tal vez enamorada,
me escribiste un elogio...

¡Y tantas otras cosas!

Encendí una fogata
con todos los recuerdos.

Y en esa padeciente pira de tristezas
oí tu voz, apenas resonancia,
subiendo al infinito.

El tiempo,
¿lo has pensado?

¡Cómo el tiempo envejece
los relojes!


Los altos barriletes


¿Qué serán de las horas venideras
cuando este largo silencio
se habitúe al cansancio de la espera
y eleve sobre el monte de mis simas

los altos barriletes del olvido?
.
Enlace al ÍNDICE de la versión digital del poemario Cuando cesan los sueños en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
POEMAS

.

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jueves, 27 de mayo de 2010

EL NOVECENTISMO PARAGUAYO. HOMBRES E IDEAS DE UNA GENERACIÓN FUNDAMENTAL DEL PARAGUAY por RAÚL AMARAL

EL NOVECENTISMO PARAGUAYO
HOMBRES E IDEAS DE UNA GENERACIÓN
FUNDAMENTAL DEL PARAGUAY
por
RAÚL AMARAL
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
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Editorial Servilibro,
Asunción-Paraguay 2006 (563 páginas)
Dirección editorial: Vidalia Sánchez
**/**
PALABRAS DEL AUTOR
** La primera visión de conjunto sobre el novecentismo paraguayo apareció en la revista COMENTARIO de Buenos Aires, gracias a la generosa solicitud de su secretario de redacción, el eminente poeta y pensador argentino don José Isaacson.
** En la actualidad se hace preciso ofrecer una nueva visión, sin abstraerse de los fundamentos iniciales, que abarque la corrección de algunos errores y ciertas erratas, así como la puesta al día de su texto con el propósito de que pueda ser comprendida, en su totalidad, la trayectoria de aquel agrupamiento juvenil, único en la historia del proceso cultural del país.
** Los aportes previos a este trabajo, que llevan la firma del autor, pueden enumerarse cronológicamente:
· 1956: "FULGENCIO R. MORENO Y LAS IDEAS DE LA GENERACIÓN DEL NOVECIENTOS" (Dirección General de Archivos, Bibliotecas y Museos de la Nación);
· 1957: "UN TRADUCTOR PARAGUAYO DE OSCAR WILDE: ÉTICA Y ESTÉTICA DE LÓPEZ DECOUD" (Escuela Municipal de Arte Escénico); 1958: "Modernidad cultural del Paraguay" (Academia Universitaria del Colegio San José);
· 1960: "FORMACIÓN FILOSÓFICA DE FULGENCIO R. MORENO"(Radio Nacional);
· 1961: "MANUEL GONDRA, EL HUMANISTA" (Escuela Normal de Profesores de Villa Rica del Espíritu Santo);
· 1962: "FORMACIÓN FILOSÓFICA DE MANUEL DOMÍNGUEZ" (Radio Nacional);
· 1963: "EXPRESIÓN LITERARIA DE JUAN E. O'LEARY" (Idem);
-----. "BLAS GARAY Y EL SENTIDO NACIONAL DE LA HISTORIA" (Idem).
** Todos estos temas fueron desarrollados en poco más de un lustro, mediante disertaciones y estudios de pública notoriedad. La problemática del novecentismo está igualmente incorporada a distintos planes y programas trazados por el autor, entre los cuales pueden figurar, como los más difundidos, el "CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA CULTURA PARAGUAYA", dictado en la Casa Paraguaya de Posadas (Misiones, Argentina), desde el 12 de diciembre de 1969 al 21 de abril de 1970, y el ensayo de investigación bibliográfica: "LAS GENERACIONES EN LA CULTURA PARAGUAYA" (Asunción, Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, 1976).
** Otras contribuciones relacionadas con el mismo asunto han quedado voluntariamente inéditas, mereciendo citarse dos de las que fueron preparadas como ciclos completos: "EVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO PARAGUAYO" (1981) y "EL PENSAMIENTO PARAGUAYO A TRAVÉS DE LA GENERACIÓN DEL 900" (1986).
** Las aclaraciones que se ha creído oportuno formular, son las siguientes:
1) Lo que se intenta brindar aquí, además de un esquema del itinerario cumplido por los más significativos novecentistas paraguayos (o sea aquellos reconocidos como tales por su actuación), es un panorama que incluye, dentro de lo posible, tanto a nuestro país como al continente;
2) Quedan adoptadas, en definitiva, las denominaciones de novecientos, novecentismo y novecentistas, cuando se trate de dicha etapa, del movimiento en sí o de sus componentes, habiéndose elegido para mayor precisión dos elementos de incontrovertible fidelidad:
a) El segmento temporal que congrega a los nacidos entre 1870 y 1880, indicado por Gualberto Cardús Huerta, en 1922, y
b) El nombre con que se la debe reconocer y que le fuera dado por Juan E. O'Leary en 1950;
3) Algunas denominaciones acogidas sin explicación por historiadores vernáculos, en exceso sujetos a las limitadas orillas del “Color local”, han dado en llamarla generación o promoción (a pesar de no ser igual cosa) provenientes del Colegio Nacional de la Capital o del Instituto Paraguayo. En tal sentido, debe señalarse que el primero sólo los contuvo esporádicamente, en distintas remesas según su graduación. En cuanto al segundo, se impone recordar que fue fundado en 1895 por los representantes de la continuidad romántica; y cuando la personalidad de los novecentistas no estaba, ni con mucho, afianzada. Habrá que citar en ese orden a los que recién comenzaban su marcha: Domínguez, en 1884; Gondra, Moreno y Garay, en 1891 y López Decoud, en 1892;
4) Además de la intención de desenclaustrar dicho proceso cultural, extrayéndolo de su tenaz mediterraneidad mental (más peligrosa que la geográfica) ha existido (o subsistido) otra de alcances más definidos, como lo es la del novecentismo local apareado al de otros países de nuestra América, como Bolivia, México o Uruguay, entre los más evidentes;
5) Por consiguiente, no se deben desestimar las líneas tangenciales (y aún las aproximativas) que es dado observar en agrupamientos de diversa orientación temporal, como es el caso de las generaciones argentina del 80 y española del 98, cuyas respectivas analogías han de buscarse en el plano ideológico, a la vez que en el estético;
6) Con relación a las versiones precedentes se ha dispuesto extender la vigencia cronológica del novecentismo paraguayo (ubicado en números redondos y en sus extremos entre 1900 y 1935), adelantándose también estas advertencias:
a) Tómase como factor introductorio (aunque integrando el corpus total) la fecha de la muerte del doctor Blas Garay (18 de diciembre de 1899), ocurrida trece días antes de la inauguración del nuevo siglo. El Dr. Garay era un novecentista raigal, tanto por su edad y su formación como por el signo distintivo de sus ideas (mentores suyos fueron los krausistas españoles Ramón de Olascoaga y Joaquín Costa);
b) Se ha incluido en calidad de adelantados, no de "precursores", a dos de los nacidos antes del 70: Arsenio López Decoud (1867) y Manuel Domínguez (1868), quienes por su caudal intelectual, estilo literario, "espíritu de cuerpo" (en lo relativo a su generación), orientación magisterial y de lecturas, pueden ser considerados a la par de los más jóvenes, según lo ocurrido en la España del 98 con Unamuno (1864), Ganivet (1865) y Valle Inclán (1866);
c) La clausura del ciclo que se puntualiza en 1935 está vinculada con la finalización de la Guerra del Chaco, aún cuando la parábola vital había quedado prácticamente cerrada con la trágica muerte de Eligio Ayala (24 de octubre de 1930), no obstante su prolongación por un lustro más y la sobrevivencia de algunos de sus líderes. El más longevo fue O'Leary, que vivió hasta los 90 años (1969).
7) Como este novecentismo no agota su función en los andariveles de la mera cronología y sus estrictas fronteras, se ha estimado conveniente sumar, en un más amplio horizonte, a quienes nacieran con posterioridad a 1880, en una extensión no mayor a un lustro, teniendo en cuenta que la mayoría de dichos adalides (varios de ellos en plena adolescencia) se habían iniciado inmediatamente después del movimiento armado de 1904, en el cual participaron, entre los más notables: Ramón V. Mernes (1883), Modesto Guggiari (1885) y Gomes Freire Esteves (1886);
8) Para la delimitación de este breve subcapítulo queda fijado el tramo que va de 1881 a 1883, como tope máximo, considerándose en calidad de posnovecentistas (lo anterior vendría a configurar una categoría intermedia) a los que vieron la luz entre 1885 y 1889;
9) Asimismo, son incorporados a la selección de los novecentistas natos los denominados residentes, es decir: a los que habiendo procedido de otras latitudes unieron su obra a la del novecentismo - nativo, en auténtica concordancia e identidad de ideales. Se lo exceptúa de esta nómina y se lo suma al final del intermedio a José Rodríguez Alcalá (1883), llegado muy joven al país (no traspuestos los veinte años), que cumplió aquí todo su quehacer y a quien no obstante su origen argentino sería una verdadera herejía no aceptarlo como escritor paraguayo, que en realidad lo fue, a pesar de ciertas efusiones patriótico-sentimentales manifestadas a nivel personal;
10) Tanto la lista de temas como la alusión a maestros adoptados y autores leídos no han tenido variantes y se las reitera en esta ocasión por entender que sin su conocimiento sería difícil justificar o valorar las actitudes de los novecentistas dentro de las características que les fueron propias;
11) Debe aclararse, en lo que se refiere al tema generacional, que él ha sido expuesto no sólo con cautela sino con sumo cuidado, pues resulta temerario delinear, sin el respaldo de fuentes éditas confiables, divisiones estrictas proclives a la formación de compartimentos estancos anexados a sospechosos florecimientos generacionales, a verificarse en los ajustados y obligatorios contornos del calendario gregoriano. Se trata de un procedimiento caprichoso que en nuestro ámbito está destinado a inventar con el sello de generaciones los que no son más que simples promociones poéticas, de inexorable aparición a cada década. Demás está agregar que esta alquimia asentada en el aparcerismo carece del más leve rigor metodológico;
12) Es de creer que alguien, alguna vez, con mayores posibilidades, una perspectiva menos confusa (culturalmente hablando) y más seguro acopio documental, logrará acrecentar la información relativa a los imponderables doctrinarios del novecentismo y en igual medida los rasgos biográficos de sus representantes, quienes, con sus luces y sus sombras, cubren el derrotero de casi una centuria.
** Culmina así la consagración de una labor iniciada hace más de cuatro décadas, cuando nada hacía predecir que una apasionada junta de papeles pudiera convertirse en descubrimiento, primero, y en certeza, después, de lo que ahora se anuncia como fragmento de más extensas páginas, todas ellas dedicadas a poner de resalto la influencia cultural e histórica de una generación excepcional. (Isla Valle de Areguá, 1995).
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ÍNDICE
PRÓLOGO (EFRAÍN ENRÍQUEZ GAMÓN)
· El autor / La obra y su contenido / Primer momento histórico / Segundo momento histórico / Tercer momento histórico / Los personajes principales del Novecentismo / La temática del Novecentismo / Final
PALABRAS DEL AUTOR
MÁS PALABRAS DEL AUTOR
· I. Línea biográfica / II. Imagen de época / III. Tiempo e ideas
ESTA EDICIÓN
CAPÍTULO I: PENSAMIENTO Y DOCTRINA
Pensamiento y doctrina
· I. Concepto generacional /.II. Qué es el Novecentismo / III. Influencia cultural / IV. Modernidad / V. Formación histórica / VI. Formación educacional / VII. Formación literaria / VIII. Formación sociológica / IX. Formación filosófica / X. Características de una nucleación / XI. Resumen
· Novecentismo, arielismo y aprismo: 1. Novecentismo / 2. Arielismo / 3. Aprismo
CAPÍTULO II: LOS PROTAGONISTAS
· ARSENIO LÓPEZ DECOUD (1867-1945): Nota biográfica / Su generación
· MANUEL DOMÍNGUEZ (1868-1935): Vigía y maestro / El hombre / El estudiante / El guía intelectual / Periodista y escritor / La obra viviente / La estética literaria
· MANUEL GONDRA (1871-1927): Notas biográficas / La vocación humanista
· FULGENCIO RICARDO MORENO (1872-1933): Tiempo, vida y obra / El primer ausente / Los comienzos de una generación / Alberdi, maestro de modernidad / Economía y materialismo / Personajes del teatro histórico / Concepción moral / La teoría del hombre nacional (I) / Otros aportes bibliográficos / Los días finales / La teoría del hombre nacional (II) / Expresión literaria. Iniciación / Formación del prosista / Variedades del estilo / El mundo de la metáfora / Ironía y humorismo / Sus ideas históricas
· BLAS GARAY (1873-1899): Legado novecentista / I. Rasgos biográficos / II. El sentido nacional de la historia / III. Trayectoria generacional / Síntesis bibliográfica del autor
· ELIGIO AYALA (1879-1930): Ayala y la cultura paraguaya / I. Cronología de su vida / II. En la cultura paraguaya / Bibliografía de Eligio Ayala
· JUAN EMILIANO O'LEARY (1879-1969): Semblanza biográfica / 1. Primeros pasos / 2. Primeros estudios. Iniciación literaria / 3. El joven maestro y el escritor / 4. El abanderado de la esperanza / 5. Periodismo. Actuación pública / 6. Tarea intelectual / 7. Poesía y prosa. Lecturas / 8. La causa del pueblo paraguayo / 9. La polémica de 1902 / Los ideales de su generación / Presencia del pueblo / Idea y origen de la historia / Los países de nuestra América / En la bibliografía del Novecentismo
· IGNACIO ALBERTO PANE (1880-1920): Notas biográficas / La moral política
CAPÍTULO III: OTROS TEMAS NOVECENTISTAS - OTROS PROTAGONISTAS
· Viriato Díaz Pérez (1875-1958): Viriato Díaz Pérez y la generación paraguaya del novecientos (Recuendo de época 1904-1911)
· 1. Época de Don Carlos / 2. Actuación de Bermejo / 3. Literatura nacional / 4. Segundo romanticismo / 5. Otros maestros españoles / 6. El ciclo hispánico / 7. Novecentistas y Novetayochistas / 8. Los jóvenes de América / 9. Ámbito del 900 / 10. Polémica histórica / 11. Viajeros y contorno cultural / 12. Vísperas y llegada / 13. El modernismo y sus adelantos / 14. La colmena literaria / 15. Los amigos / 16. El periodista en su letra / 17. Un artículo precursor / 18. El cambio de los años / 19. Ciudadano paraguayo / 20. La posteridad
** Paraguayos del 900 y españoles del 98 / Los novecentistas y España / Paraguayos del 900 y argentinos del 80 / Juan Manuel Frutos (padre) en la generación paraguaya del 900
1. Justificación de época / 2. Experiencia de vida / 3. La sombra de "Alón" / 4. El cauce constitucional / 5. Las ideas y los hechos / 6. El testimonio de una nucleación / 7. Los tramos finales
** Guido Boggiani y la generación paraguaya del 900
** Edgar Allan Poe y el novecentismo paraguayo: Explicación
· I. Edgar Allan Poe: 1. Cronología novecentismo-modernismo / 2. La influencia francesa / 3. El auge de Poe / 4. Introducción a "El Cuervo" / 5. El sortilegio poeiano / 6. Una versión de Ulalume / 7. Lejano y desconocido poema / 8. Novecentismo paraguayo y cultura extraña
· II. Tabla comparativa de traducciones al español de la primera estrofa de "Ulalume" hechas por Poe
· III. Apéndice: 1. Traductores de Poe en el Paraguay / 2. Poemas de autores paraguayos donde se nombra a Poe
** Las letras francesas del novecentismo paraguayo....
· I. El influjo romántico / II. El advenimiento de una generación / III. El impacto de los autores franceses / IV. Los hijos del siglo / V. Aportaciones
** Rufino Blanco Fombona y el Paraguay
** Fariña Núñez y la estética post-novecentista
** Los novecentistas y el guaraní
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