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miércoles, 25 de noviembre de 2009

GABRIEL CASACCIA - LA LLAGA / Comentarios de FRANCISCO FEITO y JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO

LA LLAGA
Autor: GABRIEL CASACCIA
Colección Homenaje, 4
© Herederos de Gabriel Casaccia.
Editorial El Lector,
Director editorial: Pablo León Burián,
Coordinador editorial: Bernardo Neri Fariña,
Guía de trabajo: Nelson Aguilera,
Introducción: Francisco Feito,
Diseño de portada: Marcos Condoretty
Asunción-Paraguay, 2007

LA LLAGA Y SU METALENGUAJE:
DE LA SIGNIFICACIÓN AL SENTIDO
FRANCISCO E. FEITO

"Un sistema connotado es un sistema
cuyo plano de expresión está constituido
por un sistema de significación".
Roland Barthes
** A pesar de haber estado precedida por el prestigio que de alguna manera implica siempre un premio literario (1), LA LLAGA no fue acogida con el mismo entusiasmo crítico que desde una posición u otra, despertó LA BABOSA. Si bien La Prensa de Buenos Aires la presenta como una obra en la que se manifiesta la madurez del escritor (2), la detracción, por supuesto, estuvo presente. Sin embargo, fue más serena y literaria que otra cosa. Desde esta perspectiva por ejemplo, Reinaldo Montefilpo Carvallo le dicta una sentencia condenatoria e inapelable: "Digamos que en cuanto a estilo -y queda tácitamente dicho en cuanto a los demás rubros- esta novela se halla a mil codos por debajo de LA BABOSA... en la cual, amén de cuajar tantas virtualidades legítimas... dejaba traslucir una irrecusable delicadeza estética” (3).
** El encomio, en cambio, se carga de matices político-sociales y por tanto apasionados en la expresión, por más exacto que su contenido pueda ser. Así, Josefina Plá reclama que... "Nos hacen falta muchas novelas como ésta, descarnadas, acusadoras, revulsivos". Roque Vallejos, para quien Casaccia enriquece su mundo narrativo con esta metáfora de la realidad nacional, se une al carro reivindicador al afirmar que... "El que quiera conocer al Paraguay de ayer o de hoy, no tiene más que levantar el telón de la fecha de esta novela"
** LA LLAGA presenta dos aspectos, siendo el primero y enmarcador lo que pudiéramos llamar una situación freudiana primordial representada por la represión de un régimen político capaz de usar cualquier método para mantenerse en el poder y anular la subversión que brota en el país. La acción principal, sin embargo, se da en el conflicto madre/hijo que se plantea. Situación freudiana también, pero individual, que cobra forma y crece en el terrible complejo de fijación materna que invade al personaje Atilio.
** Casaccia escoge otra vez un título simbólico, evocador, y así como afirmamos que existen dos aspectos, también hay dos Llagas, cada una segregando su propio pus e infectando todo lo que toca. Primero, la Llaga sicológica, neurótico que existe en la mente de Atilio, el pobre muchacho de dieciocho años que sufre de un marcado complejo de Edipo. Su madre, Constancia, llamada también "la viuda de Cantero", contribuye a empeorar aún más la situación emocional de Atilio al excitar sus deseos, unas veces inconscientemente, aunque otras, su conducta da la impresión de ser premeditada. Un hecho evidente es su necesidad de sentir que siempre puede atraer a los hombres porque en el fondo la invade un miedo sicopático de envejecer. Por eso, quizás, se siente más mujer cuando su propio hijo la desea. De ahí que Atilio no pueda vivir tranquilo con ella; pero, al mismo tiempo, no puede existir sin ella. Por eso, como apunta Gladys Marín, la inclinación que Atilio siente hacía Cipriana, mujer de unos treinta años, de profesión costurera, y su encuentro con ella a nivel carnal, en realidad no es más que su unión con la madre. En este sentido es importante el sueño que tiene Atilio: tres policías (el censor, el Super Ego) lo sacan a puñetazos del lecho de Cipriana, pero, al final, ésta se transforma en Constancia, se le abraza y lucha para que no se lo lleven. Atilio está, pues, en la cama con su madre, la autoridad (la policía, el censor, el Super Ego, el padre y las prohibiciones contra el incesto) lo ataca y castiga, pero la madre, identificada sexualmente con el hijo, lo retiene.
** El conflicto sicológico que se plantea es más profundo y sin duda está mejor trabajado que el político-social ... Mas, ambos se enlazan en la trama mediante otro flanco de la úlcera incurable que habita en la mente de Atilio, 1insistente en el misterio que rodea el suicidio de su padre Francisco. El muchacho sospecha que su madre lo torturaba mentalmente, y cuando se entera de que Gilberto Torres es amante de su madre, comienza a elucubrar la hipótesis de que su padre se suicidó en un amueblado (en el mismo cuarto que usaban los amantes para sus citas clandestinas) porque sabía de la traición de su rabosa Constancia y quería denunciarla póstumamente.
** Poseída la madre en Cipriana, unido al odio impotente que Atilio siente por Gilberto Torres, lo sitúan en aptitud de revelar el paradero del coronel Balbuena (jefe de la revolución clandestina), a sabiendas de que este acto acarreará el castigo de Gilberto y la separación definitiva de éste y Constancia. Simbólicamente la delación -en ese complicadísimo proceso que se opera en la mente de Atilio- equivale al acto de matar a su padre, con lo cual, finalmente, va a tener a la madre sólo para sí. La tiene, efectivamente, pero no puede soportar el peso de esta culpa; y en un final lleno de connotaciones simbólicas, como su padre, y con el mismo revólver, Atilio se pega un tiro. Su cadáver está echado sobre el costado izquierdo (imagen de lo siniestro), y está cubierto de barro que bien puede representar su libido incestuosa. Además, se mató en el mismo sitio donde Gilberto solía clavar su caballete para pintar. Esto último puede referirse al acto sexual con la madre o como protesta final porque el lugar está asociado con el adulterio, paralelo al caso del padre que se suicida en la casa de citas llamada "LA PARRALERA VERDE".
** Al darnos el retrato de Gilberto Torres, Casaccia le otorga muchos de los rasgos que ya vimos en el Ramón Fleitas de La Babosa. Básicamente es el mismo tipo de paraguayo o, como dice el novelista, "son hermanos por la sangre y estén hechos del mismo barro"' pues, Gilberto aunque esté educado en la Universidad de Asunción y tenga sueños de ir a Europa para perfeccionar su arte, también es un campesino de corazón. Aconsejado por un amigo se mete en la conspiración que habrá de deponer al general Raimundo Alsina, pero su motivación es oportunista, ya que "si la revolución sale bien, le prometieron darle un cargo en el extranjero". No obstante los rasgos negativos con que Casaccia lo presenta, llega a sentir cierta conmiseración por el personaje y se solidariza con él, así como con Rosalía, su mujer, haciendo que el lector comparta el sufrimiento y llegue a sentir simpatía por la situación de ambos.
** El coronel Balbuena, por su parte, es el tipo de caudillo clásico que ha llenado el ambiente político-militar de Hispanoamérica desde el primer cuarto del siglo XIX. Este "encarnizado enemigo del general Raimundo Alsina" comanda la revolución simplemente porque "ese cobarde lo ha traicionado miserablemente". Al fracasar la subversión, viciada desde sus cimientos, el general Alsina sigue siendo el Jefe supremo del país, lo que le da a Casaccia ocasión para introducirse en la novela con una de sus manifestaciones pesimistas. Este gobernante -dice- "se morirá de viejo en la presidencia, es fuerte, agudo y tiene siete vidas como los gatos”. Además, uno de los elementos que con más vigor contribuye a su perpetuación es el jefe de investigaciones Romualdo Cáceres, "de quien se contaban atrocidades y crueldades cometidas con los presos, famoso por sus escándalos y farras con prostitutas y contrabandistas..."
** De nuevo, el estilo de Casaccia en LA LLAGA es simple, directo, y de gran calidad. Difiere de LA BABOSA en que la prosa es más dinámica y enérgica porque aquí no se trata de pintar un ambiente estético, sino un proceso revolucionario en acción. La estructura de la novela, como en la anterior, es lineal y en ella se van tejiendo dos planos paralelos cuyos vínculos resultan indisolubles. Porque el Paraguay como Atilio han perdido su impulso vital, "esa fuerza profunda que está en la raíz del ser". Y se ha perdido porque la Llaga de la sociedad (la dictadura del general Alsina) ha carcomido la identidad individual y la nacional. ** Como dice Gilberto Torres en crítica vertical: "...estos gobiernos sin ley quitan hasta esa felicidad pequeña, simple, mediocre, de todos los días, la felicidad minúscula de lo cotidiano, como desayunar tranquilo y leer en el diario lo que a uno se le antoja".
** O sea, que LA LLAGA demuestra que el país de Casaccia es un caso sin solución inmediata, sin esperanzas, sin salida aparente porque ni siquiera una revolución puede ayudar. El único tipo de revuelta posible es la realizada con personas como Gilberto Torres o el coronel Balbuena, arribistas natos que sólo persiguen su propio bienestar.
** Todo el simbolismo pesimista que encierra la novela puede transponerse a un nivel nacional si se piensa en Constancia (no se pase por alto el simbolismo del nombre) como una gran MADRE, veleidosa, emasculadora (la nación) que elimina a los más débiles (su marido Francisco, su hijo Atilio) y que a la vez se siente más mujer cuando su HIJO (los ciudadanos) la quieren poseer. Es aquí donde se llena de sentido la figura del típico PADRE primordial freudiano, el general Alsina o tipos que aspiran a sustituir la posesión de la MADRE bajo las mismas prevenciones.
** El resultado de esta situación perenne ha sido la emigración masiva, voluntaria o forzosa, que constituirá el tema central de la siguiente novela: LOS EXILIADOS. Pero si se practica un balance comparativo entre LA BABOSA de 1952 y esta novela escrita once años después, se observa que subsiste el mismo símbolo de tristeza y miseria encarnado en los pies del campesino: "Todo la historia dolorosa de nuestro pueblo se resumirá en esos pies con sus plantas rugosas, y tristes a la vista. Pies grandes, anchos, deformados, de color terroso, con los talones agrietados como barro reseco. Algo impresionante y horrible". Gilberto Torres quería pintar esos pies, quería crear una obra maestra como los zapatos de Van Gogh. Sin embargo, aunque nunca llegó a realizar este sueño, Casaccia se encargó de llevarlo a cabo con tonalidades indelebles y universales.
(1) Véase: "Palabras de Mauricio Rosenthal, reproducidas en La Tribuna. Asunción, 26 de febrero de 1964, p. 4; y; "Discurso de Gabriel Casaccia", recogido en Alcor, Asunción, Nro. 28, 1964.
(2)En "Secciones ilustradas de los domingos", 20 de diciembre de 1964.
(3) Véase: "La Llaga o la opacidad de una novela", en La Tribuna, Asunción, 27 de setiembre de 1964.
LA LLAGA
Autor: GABRIEL CASACCIA
Editorial EL LECTOR,
Asunción- Paraguay 1987 (165 páginas)
**/**
COMENTARIO SOBRE LA OBRA:
** Con "EL GUAJÚ", colección de cuentos de abismal profundidad y extremada sencillez publicada en 1938, Gabriel Casaccia encuentra definitivamente su lenguaje y se afirma en su misión de escritor. De allí en más su obra es una misma indagación de la realidad del espíritu, aferrada por el lenguaje, el escenario y la temática a la vida del Paraguay. Es una ruptura con el Paraguay idealizado y la búsqueda de sus verdades esenciales en el alma de los paraguayos.
** "LA LLAGA" aparece en Buenos Aires en 1964, doce años después de que, al decir de Josefina Plá, con la publicación de "LA BABOSA" calzara botas de siete leguas a nuestra narrativa para hacerle dar un salto de cincuenta años. "LA BABOSA", que en su momento provocó la indignación de sus compatriotas, heridos en su amor propio, es hoy reconocida como uno de los monumentos de la literatura americana.
** "LA LLAGA" no tuvo la resonancia ni suscitó el escándalo que provocara "LA BABOSA", acaso por su engañosa sencillez de estilo y de estructura, acaso por la trivialidad aparente de la anécdota. "LA LLAGA" nos cuenta la historia de un muchacho sin carácter, cuyo padre se ha suicidado por motivos que no se revelan, y que siente una pasión casi morbosa por su madre, una cuarentona frívola y ligera de cascos enamorada de un pintor sin éxito, el cual, por pura irresponsabilidad y con la esperanza de salir de la situación miserable en que se encuentra, se enreda en una conspiración igualmente descabellada. Mediante esta intriga vulgar, a través de personajes igualmente vulgares, de episodios intrascendentes, tratados de una manera directa, naturalista, el escritor conforma una parábola, una metáfora del clima espiritual de una época.
** "LA LLAGA" sugiere mucho más de lo que dice, el contenido va mucho más allá de las palabras. Aunque Casaccia no elude el compromiso, no se trata esencialmente de una denuncia de vicios y arbitrariedades de tal o cual gobierno, sino de la quiebra del carácter que los hace posibles, que condiciona el curso de los acontecimientos antes que ser condicionado por ellos. Los personajes son autores de su propio destino, víctimas y victimarios de sí mismos.
** "LA LLAGA", que se lee con facilidad y sostenido interés, porque Casaccia es un admirable narrador, no está escrita, sin embargo, para gustar sino para conmover, para comprender. No en sentido superficial, anecdótico, sino en las fuentes mismas de las miserias del espíritu, abrumado por su inconsistencia interior y su contorno, que malogran, anulan y corrompen lo mejor que hay en el hombre. Al mostrarnos la debilidad de carácter, la inconsecuencia, la desidia, la irresponsabilidad, la cobardía moral, nos está diciendo que somos culpables de vivir en un pantano de aguas pútridas, atormentados por mosquitos, como dicen que están en las puertas del infierno las ánimas de los que en vida no fueron acreedores de elogio ni vituperio, indignos por igual de la bienaventuranza como de los horrores del infierno.
** Si no fuera por las resonancias que deja en el espíritu, "LA LLAGA" no pasaría de ser un novelón de segundo orden, pasado de moda por añadidura. Pero el lector me nos avisado siente, adivina, que hay algo detrás de la anécdota; algo que lo perturba, que remueve su conciencia y que lo irrita. Nadie sale ileso de la lectura de "LA LLAGA". Se percibe una indagación dolorosa en la cual las imágenes aparecen como símbolos convencionales, o si se quiere como ideogramas destinados a hacer comprensibles los confusos delirios del sueño de un angustiado. Pero, en vez de dramatizar y magnificar el tenso diálogo con las sombras. Casaccia los simplifica al máximo, los oculta discretamente, modestamente, con episodios de la vida corriente, vividos por personas corrientes, narrados con un lenguaje sencillo, sin relieves, en el que pareciera estar ausente la llamada voluntad de estilo, la persecución de la forma por la forma, pero, acaso por eso mismo, asombrosamente eficaz y adecuado a su objeto.
** Gabriel Casaccia ha sido comprendido y valorado por críticos profundos y por grandes escritores. Pero también sus libros están al alcance del lector común, que más que comprenderlos, los siente y adivina. Y esto es lo principal tratándose, de obras de arte. Hasta las reacciones negativas que provoca son el efecto del vigor de su mensaje. No adula, no hace concesiones, no se hace ilusiones. Es un testigo veraz e insobornable. Tal vez haya insistido demasiado en las sombras, olvidando la luz, que en "LA LLAGA", sin embargo, aparece como un atisbo, como una posibilidad de redención. - JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO

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