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miércoles, 3 de marzo de 2010

ELVIO ROMERO. ANTOLOGÍA POÉTICA (1947-2005) - Prólogo: ELVIO ROMERO, DE LA MEMORIA AL HOMENAJE por CARLOS VILLAGRA MARSAL.

ELVIO ROMERO
ANTOLOGÍA POÉTICA (1947-2005)
Poesías de ELVIO ROMERO
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Prólogo:
CARLOS VILLAGRA MARSAL
Dirección editorial: Vidalia Sánchez
Editorial Servilibro.
Asunción-Paraguay, 2006

**/**
COMENTARIO DE ELVIO ROMERO:
** “He pretendido que mis libros respirasen como los hombres; que contuviesen el aliento de nuestra naturaleza encendida por su vasto espacio verde y por el verano; por eso los poblé de personajes y de árboles que cantan y de gente cuyo oficio era sentarse en mitad de la luz del mediodía o del fulgor de la luna, de guitarreros demorados bajo las ventanas para entonar sus endechas; quise que esos libros invitasen a los viajeros a detenerse y a contemplar la magia de nuestra región escarlata, y los he imaginado saliendo a las calles y andando con esos vecinos en cuyos hombros descansan las golondrinas después de un largo vuelo. Resumiendo: quise que mi libro oliese a huerta con azahares en flor, a valle perdido entre las colinas, a bosque o a persona trashumante, y que sus páginas tuvieran un color de banderas sobre los techos solitarios de los pueblos. Al fin y al cabo, yo había salido del silencio de esos pueblos y no podía vivir sino con la costumbre de llevarlos conmigo” – Elvio Romero.

PRÓLOGO
ELVIO ROMERO, DE LA MEMORIA AL HOMENAJE

** Se ha afirmado que un escritor trascendente engendra sus propios lectores, aparte de los habituales o compulsivos; si esto es así, ELVIO ROMERO es el más leído de los poetas del Paraguay. Anotemos que, gracias a similares excelencias, nuestro espléndido vate popular EMILIANO R. FERNÁNDEZ es el más escuchado, a través de sus textos de canción.
** En tal entendimiento, me parece que la aludida capacidad -realmente apostólica- de cobrar admiraciones, resulta de la irreprochable conjunción entre los veredictos de la inteligencia y el dictado de la intuición, como por lo demás afronta el quehacer todo poeta digno de su condición y permanencia.
** En efecto, rempujado por la mayor vocación lírica en la historia de las letras nacionales, Elvio produjo el árbol imponente de su obra: en un extremo, la raigambre penetrada por el suelo, la gente y el tiempo de la patria, y en el otro la copa planetaria, abierta a los cielos, al viento y a las horas de cada ser humano.
** Unos cuantos, en rigor sencillos, son los valores con los cuales Elvio fraguó la universalidad de su escritura, de acuerdo con el aforismo de Tolstoi: en lo que atañe al contenido, un celo cenital por el país; la angustia incesable ante su pueblo estaqueado a la malaventuranza; la nostalgia hincada en la comarca natural y las dulces aguas de la infancia; el exilio progresando en el alma hasta rayar los huesos; el combate por la libertad del hombre, tan sustantivo como la respiración: el combate por la libertad, singular itinerario para alcanzar la paz. La nómina no extingue las materias tratadas por el poeta; cabe agregar las composiciones donde el erotismo y la épica se entrecruzan, vale decir donde se muestra que el amor no se acrecienta, ni quizá consiga su cúspide, sin la projimidad de la pareja con los desheredados y la esperanza común en su liberación. O las aseveraciones terminales del trasterrado, la atardecida en la que el ser de aquí o de allá se borrará sin pausa, o las canciones de homenaje a los héroes y heroínas populares, a los artesanos, a los pícaros legendarios, a los trenes, a la guitarra del camino, a los primigenios señores de la tierra, hoy humillados, desconvocados, inmóviles. La mayoría de los libros de Elvio está categóricamente habitada por rostros, gestos, decisiones, viajes, regresos y certezas, y también por espantos, cóleras, altas respuestas, et alia. La diversidad de asuntos es tal, que es preciso mencionar de nuevo a Emiliano, cuya opulencia temática es semejante o excede la de Elvio.
** En lo que toca a las formas o expresiones lingüísticas, Elvio sabe bien lo que hace: por de pronto, los usos de lo que el profesor Samuel Levin llama "matriz convencional", o sea "el con junto de convenciones exteriores al poema, que el escritor adopta al aceptar normas determinadas": metro, acento o íclus, ritmo, rima, en definitiva leyes que el poeta se aplica a sí mismo, como en un juego o en una carrera de obstáculos, que es preciso salvar para que el texto triunfe mediante el ayuntamiento de fondo y forma en una unidad superior; en ese aspecto, el repertorio de Elvio es casi tan ancho como el de la tradición prosódica en lengua española: el octosílabo, verso popular por antonomasia del castellano; el endecasílabo y el heptasílabo "al itálico modo", adoptados por la poética hispana desde el Siglo de Oro, y por supuesto el verso en apariencia libre; eneasílabos; alejandrinos y, en sus poemas postreros, la combinación de metros cortos característicos de la poesía popular galaicoportuguesa y luego castellana de los siglos XIII y XIV, y de aquéllas con octosílabos, por ejemplo en Cielito del Paraguay. Añado la impecable acentuación rítmica, que hace análogos los sitios del verso en que se ubica, y la bienhechora asonancia, que Elvio maneja con mayor asiduidad que la rima perfecta.
** Por el otro lado, anotemos deprisa alguno de los recursos y técnicas cuya conjugación con la forma poética per se es enunciada tenazmente por la teoría literaria a partir de Gorgias y demás retóricos de la Magna Grecia: las recurrencias, anáforas, villancicos (estribillos) etc., que probablemente ya practicó el homo sapiens sapiens, miles de siglos hace, al salmodiar sus experiencias o ritmar un cuento ante los contertulios de la tribu, de miradas relucientes y mejillas encendidas por el fuego agrupador.
** Se registran igualmente las siguientes estrategias del hacedor: desde luego la metáfora, columna vertebral que otorga la esbelta andadura y la danza al poema orgánicamente completo, junto con la aliteración, la enumeración caótica, el paralelismo, la correlación progresiva y otras costillas de la poesía, el receptáculo de un profundo y acordado aliento. Y bien, Elvio dispuso sapientemente de estos artificios de perpetua vigencia, acaso heredero de la eficacia con que su padre carpintero aserraba y pulía las maderas duras del país, lo cual por cierto corrobora el parangón de los trovadores provenzales: el poeta habrá de atarearse con el verbo lo mismo que el ebanista con sus nobles leños. En conclusión, justo es pensar que Elvio Romero cumplió cabalmente con la triple recomendación de Stephen Dedalus en el Ulysses a los escritores, al encarar éstos su trabajo: "Silencio, Exilio y Astucia".

** El prólogo a esta ANTOLOGÍA POÉTICA de ELVIO ROMERO tuvo que haberse limitado al precedente recordatorio -de por sí breve y casi genérico, ya que apenas he ejemplificado los merecimientos objetivos del poeta con un par de citas de sus textos-. Pero por eso mismo me importa ahora que la introducción desemboque en gratitud y agasajo personales a una vinculación fraternal que permaneció cuatro décadas y media, aunque con ausencias físicas que en ocasiones abarcaron años: Elvio Romero fue uno de mis hermanos mayores en la Poesía, amigo probado y generoso; en ambos costados de un océano, en ciudades y campos interiores, en ríos fronterizos, con el pan y la sal compartimos secretos y añoranzas, nos otorgamos largamente el vino y la palabra, celebramos a un tiempo la intensidad de la poesía y la pasión de vida, nos intercambiamos las constancias de nuestros maestros y progenitores literarios, discutimos sobre lo humano y lo divino, derogando en el acto las mutuas contrariedades, rendimos cuenta de tristezas o bienestares inexplicables, pasamos noches en blanco condoliéndonos del Paraguay, que ha ido yéndose de andrajoso a desnudo y llagado, acendramos en cada encuentro nuestra lucha contra el fascismo, ejercimos enaltecimientos y vituperaciones, aventuras y holganzas, en una relación de afinidades electivas que interceptó su muerte, pero que renacerá con la mía en las segundas playadas del Paraguay celeste -por lo menos así lo aguardo, con fe y mi ánima por delante-
** Vaya entonces este envío en señal de anticipación por el poema que adeudo a su memoria. Acerco, por último, mi reconocimiento a la socia-gerente de Servilibro y editora de la justiciera selección, amiga Vidalia Sánchez, por pedirme el presente manojo de emociones y palabras, y asimismo a la familia del poeta: la querida Élida y sus hijos Zulma y Ariel; sí, el mismo de Tu brazo sobre el hombro / y debajo/ tu hijo Ariel. /y tú con él, /bajo la lluvia, en Glew, según la estrofa de José María Gómez Sanjurjo, el otro compañero vencedor del olvido.
CARLOS VILLAGRA MARSAL - Última altura, abril de 2007.

ÍNDICE
Prólogo: Elvio Romero, de la memoria al homenaje - Carlos Villagra Marsal
DÍAS ROTURADOS (1949): Estampa / Fraternidad del fusil / De regreso / ¡Volveremos! Recuerda
RESOLES ÁRIDOS (1950): Vértigo / Canto en el sur / Perro viejo / Guitarra de sembradores / En los días venideros
DESPIERTAN LAS FOGATAS (1953): Castigo / Carta a Julio Correa / Con estas mismas manos / Poemas de Juan y John
EL SOL BAJO LAS RAÍCES (1956): El hijo de la tierra / El santero / Conversando con José Asunción Flores / El cegador de alondras / Color del alba / Aguafuerte / Escrito en otoño
DE CARA AL CORAZÓN (1961): Tus paseos / Por qué / Fuego primario / Músicos somos /Así nos completarnos / El beso / Magia
ESTA GUITARRA DURA (1961): Esta guitarra dura / Con la mano tendida / Calor
UN RELÁMPAGO HERIDO (1967): Un relámpago herido / Cabellos / Así es ella, me dije / Himno / Al amor un nombre / Labios / Orejas / Siesta / Huésped / Nuestro país
LOS INNOMBRABLES (1970): De caminante / La patria / Caminos / Tren con banderas / La sortija / Escribir para los de abajo / Muerte de Perurimá, cuentero, enredado en su lengua / Morena Toro / Con ese mismo corazón que cantaba
DESTIERRO Y ATARDECER (1975): Sino / Contrasentido / Siempre que me visitan / Vacío / Allá / Poema del aeropuerto
EL VIEJO FUEGO (1977): El amor / Bajo una luna grande / Cabalgata / Con tu nombre / Fiesta / Dureza / Siempre / Son ellos / El hijo / Nosotros no mentiremos / La historia de mi corazón
LOS VALLES IMAGINARIOS (1984): Padre de fuego / Éxodo / Relato sobre Chiró, el hechicero, que acompañó a Garay a fundar Buenos Aires y regresó volando al Paraguay / Réquiem para un titiritero / El eclipse / Pueblo / Y-porá, el genio oscuro de las aguas / María de Jesús Riquelme / Me ve pasar la misma gente / Vuelvo hacia ti, mi tierra
FLECHAS EN UN ARCO TENDIDO (1994): Eso somos / En el patio / Los ayoreos / Piel y hueso / Mutilación / Hablemos de la tierra
SUELTOS: Cielito del Paraguay / Ese caballo -I / Ese caballo – II
.

¡VOLVEREMOS! RECUERDA...
No desesperes, madre...

Aquí llegamos,
con un fervor de fuego y vegetales,
con una sangre indígena gastada
por el hosco quebranto de los años.

Todo fue en vano;
en vano fue que hirieron el capullo
un largo atardecer de sobresaltos, de sangre,
de otoño quebrantado:
en vano acrecentaron el desprecio
y un odio descarnado
y ese báculo roto de la muerte bajando
al raído estelaje de los huesos.

No desesperes, madre:
retornaré de súbito; iremos por las hondas
palideces
de las cosas que en ira se deshacen,
por ese llanto tuyo de aluminio
que alteró el asentado paisaje de tu rostro.

Te he mirado entre ruinas
-metal de minerías-, y eras una solemne
cicatriz arrugada, con pliegues y agujeros
trazados sobre un mapa de quebranto;
y he visto al pescador abriendo el agua
por hallarte,
y eras una bandera con jirones, con luto,
madre de todos,
paraguaya del tiempo del dolor, del rudo tiempo
de las restituciones.

¡Volveremos! Recuerda:
el pan sale del trigo; la simiente resurge
con la lluvia; el clavel arrasado
en años de dolor estalla en balas!

No desesperes, madre...
De DÍAS ROTURADOS (1949)

CANTO EN EL SUR
Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.

Soy como tú,
de piel morena, oscura, oscura,
con estrellas heridas por adentro
y por fuera sudor, cáscara ruda.

Tengo la sangre hirviendo
como un sinuoso trueno derramado;
tengo las manos ásperas
como herramientas duras y soleadas;
tengo los ojos lúbricos
como lúbricas raíces.

Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.

Te vi ayer en el Norte;
vi en el Norte lo mismo, el mismo
y primario dolor sobre los cuerpos,
el aguardiente galopando a sorbos
y lo demás lo mismo: el mismo
brazo sudando a contraluz sangrienta,
el mayoral que brama entre los árboles,
los mismos ojos sin calor, la misma
temblorosa epilepsia del sudor,
los mismos exprimidos, los mismos coronados!

Esta noche, en el Sur,
me he mirado en tus ojos.

Soy como tú,
la misma turbulencia contra el mismo espejismo,
idéntico remanso bajo la misma noche.

Conservo el sortilegio
de estas zonas arbóreas que me cercan.
Tengo la risa ronca
y estas anchas tristezas.

De piel morena, oscura,
pisando en el calor exasperado.
De RESOLES ÁRIDOS (1950)

CON ESTAS MISMAS MANOS...
Con estas mismas manos, tenaces herramientas
que aguzan tenazmente sus fabulosas llamas,
que con sus diez calientes martillos constelados
yerguen antorchas frescas de semilla labrada,
hemos de abrir caminos a las constelaciones
para que un día bajen a besar las escarchas,
a inaugurar un sitio de sencilla hermosura
donde edificaremos con luz las nuevas casas.

Con estas mismas manos que no siempre pudieron
detener su torrente de soledad amarga,
el turbulento río de las venas purpúreas
que en un telar perenne de vida se crispaban
cuando el dolor tendía sus mantones sangrientos,
cuando la noche oscura colmaba las mañanas,
¿cómo no abrir un hito de dulzura y laureles
para el suspiro tenue de las nuevas muchachas?

Con su férrea materia de incorruptible liquen
una profunda tierra labraremos mañana,
donde apetezca el rayo puntas de fortaleza
y apaciguadamente repose en las guitarras,
donde el claror sidéreo de las Siete Cabrillas
arroje polvaredas de luz en las comarcas,
hasta que el aire ciego, clavel de maravillas,
tenga voz de cristales donde un niño descansa.

Estas dos talladuras de quebrachos fluviales,
de ingente piedra y monte y opulencia clara,
que anhelan el linaje secreto de los hombres
proclamando el austero señorío del alba,
habrán de ser pacientes custodios del sagrado
y minucioso germen que inaugura su magia
sobre el troquel radiante de los hechos futuros,
sobre el crisol humilde de la nueva esperanza.

No tendrán para entonces sus poderosos cauces
menesterosas sombras ni surgentes de lágrimas,
viejo rencor nocturno congelándole el hilo
del fervor calcinado que irá hasta sus espadas;
no han de tener raíces de temblor compungido,
no han de tener rumores de sangre castigada,
no han de tener recuerdos de linaje ultrajado,
¡no han de tener ramajes de vida triturada!

Con estos dos metales fundidos que las hondas
noches carbonizadas y el mediodía abrasan,
con estos dos tizones de fuego saludable
con implacables chispas de herrería golpeada,
grávidos de energía como cántaros hechos
en vieja alfarería de tierras hacinadas,
habrán de abrirse rutas jóvenes de aventuras
-con el honor a cuestas-, ¡ganada la batalla!
De DESPIERTAN LAS FOGATAS (1953)

EL HIJO DE LA TIERRA
Si me toca volver, si me tocara
volver a lo hondo, al haz de los rastrojos,
a lo hondo triste que encendió mis ojos,
a lo hondo cruento que labró mi cara;

si a mi propio nacer volviera para
remodelar mis raíces y despojos,
y tocando ese erial de fuegos rojos
mi propio origen, fuerte, me tallara:

volvería a cumplir el mismo rito,
volvería a cantar del mismo modo,
volvería a esplender el mismo nombre.

Pues arbolando siempre el mismo grito,
la misma luz transformaría todo,
¡la misma luz coronaría a un hombre!
De EL SOL BAJO LAS RAÍCES (1956)

FUEGO PRIMARIO
Mirarte es ver colinas,
mirarte así tendida, detenida y desnuda,
situando planicies de arena en las axilas,
desnuda y dividiendo la blancura caliente de las sábanas,
mirarte es ver que oscuros orígenes te pueblan,
que el aire te enajena por urnas inasibles,
si te miro desnuda...

Hay cuestas y hay declives,
hay en tu piel suaves territorios de nubes sensitivas,
hay humos y adherencias de ardorosa madera,
hay una sombra ilesa que escapa del asedio,
si te miro desnuda.

Se ve que en tu cintura
se doblan valles que arden con vientos incesantes;
se ve, rosado y táctil, nimbado por rumores,
el hoyo de agua nívea que tu vientre arremansa
como un rosado tiesto de palpitantes flores,
si te miro desnuda.

Mirarte es ver colinas,
lluvias que se diluyen respirando en tus pechos,
es embestir un campo de tierras onduladas,
es llegar al origen de la sangre,
es imantarse al golpe
que oscuramente sube de tu boca y tus trenzas,
y es imposible entonces no acosarte y vencerte
con sedientas hogueras.

Si te miro desnuda.
De CARA AL CORAZÓN (1961)

CON LA MANO TENDIDA
Ahora ES tender la mano
como los ciegos, como quienes cantan
por los pueblos:
abierta para todos la palma.

Y es ir echando en ella
luceros, cosas de la casa,
lo que pudo tener en nuestros días
sabor de yerba amarga,
de lluvias tristes de fragor sombrío
o de espurio rencor de una palabra.

Es ir echando en ella
lo que hubo de maleza y viejas lágrimas,
lo que fue grito al caminar, lo que fue sangre
sucia y acorralada,
lo que hubo de impaciencia escarnecida,
lo que de tierra y heredad manchada.

Es ir echando cuentas
como un bolsón sobre la espalda,
lo mejor y peor, lo que tuvimos
de sangre buena y mala,
de desazón nocturna o de semilla
caliente y saneada.

Es ir echando cuentas
de cuanto nos tocó de muerte y de esperanza.

¡Y de esa vocación de ver la vida
Sobre su palma desollada!
De ESTA GUITARRA DURA (1961)

UN RELÁMPAGO HERIDO
Fue un relámpago herido, fue un serrano
relámpago en la piel esa corriente
de rumor imantado y sonriente
fertilizada al roce de la mano.

Fuera un error desatenderlo, un vano
tesón no asir esa atadura ardiente,
como si fuese a rechazar de frente
su propio ardor la tierra en el verano.

Fuera en vano evitarlo; quedaría
sobre toda la piel la tostadura
de una llaga solar jamás curada.

Ni tuviese la mano esa alegría
de germen y de afán de sembradura
con que la tuya la dejó quemada.
De UN RELÁMPAGO HERIDO (1967)

CAMINOS
Hay caminos que suben
o que bajan, según disponga el viento,
según el caminante mire el bosque o la sierra,
según el tiempo cambie los ojos del viajero.

Hay caminos que cambian
de colores, se asombran o enrojecen,
según les cubra el ala del verano,
según la luna embruje sus vertientes.

Hay caminos que beben
agua o noche, según hablen los meses,
según crezcan los hondos tajamares,
según muevan las sombras el poniente.

Hay caminos que siguen
o detienen, según las hondonadas,
según me traiga a ti, según me lleve,
según nos aproxime a otras comarcas.

Hay caminos que llevan
o que traen, según las tierras andan,
según se vaya al Sur, según al Norte,
según crucen colinas o bajadas.

Hay caminos que dicen
"mañana", "ayer", "entonces", "antes",
como heridos de sombra en tiempos grises.

. Según se vaya andando por las tardes...
De LOS INNOMBRABLES (1970)
.
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