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miércoles, 3 de marzo de 2010

LAS 4 FASES DEL LUISÓN. Autor RAMIRO DOMÍNGUEZ - Grabados: LOTTE SCHULZ / Texto: I-NOVILUNIO y II-CRECIENTE



LAS 4 FASES DEL LUISÓN
Autor
RAMIRO DOMÍNGUEZ
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Grabados: LOTTE SCHULZ
Escuela Técnica Salesiana,
Asunción-Paraguay 1967
.
LUISÓN: ser humano, a menudo el último de siete hermanos varones; necrófago, periódicamente se convierte en enorme perro y profana los cementerios. Sería tarea difícil ya determinar cuánto tiene de europeo y cuánto de indígena el mito, porque los guaraníes también tienen su yaguareté-avá ("jaguar-hombre"). A éste le llaman los mbyá guaraníes pichuá, tupi-chuá, y se trata de un ser humano de quien se ha apoderado o en quien se ha encarnado el alma del jaguar, debiendo ser exorcizado por el médico-hechicero de la tribu. En el folklore criollo, la única manera de deshacerse del Luisón es eliminándolo con balas que llevan grabada en la punta una cruz y que hayan sido bendecidas por un sacerdote. (Cadogan, L., Fragmentos del Folklore Guaireño).

I-NOVILUNIO
II-CRECIENTE
III-PLENILUNIO
IV-MENGUANTE
.

I-NOVILUNIO

1
Ni muy alto ni muy bajo.
Ni era bueno ni malo.
Aunque tenía una extraña
manera de quedar ajeno
mientras le hablábamos.
"Juan León -le decíamos-
en qué estás pensando".
El se quedaba un largo rato
con los ojos sin brillo; absorto
Dios sabe en qué repliegues
de si mismo.

Algunos le odiaban.
Otros lo queríamos.
Era manso.
Era indefenso
-como un niño-

Si hubiéramos adivinado
lo que luego supimos.
Si él se hubiese adelantado
a prevenirnos.
La pena, es que lo dábamos
por un caso perdido.

2
Todo empezó con su manía
de encender velas a las cruces.
Llevaba largas horas, esmerándose
por rodearlas de flores
y de luces.
A su trajín no molestaban
las heladas de junio
ni los aguaceros de octubre.
La gente toleraba su capricho
sin llevarle el apunte.
El desafiaba la risa de todos
con su mirada dulce.
-Nada hubiera despertado
su corazón infante
sobre su vientre púber –
Era un cordero sin redil;
y si una vez alguien lo amó,
nunca lo supe.
.
3
Lo cierto, es que fue
desligándose de todos
sin mediar un reproche.
Sin embargo, a nadie
pudo ocultar que le sorbía los tuétanos
alguna pena enorme.
De tanto andar en vela,
traía los ojos encendidos
como carbones.
Hubo hasta quien lo vio llorar,
arañando la tierra
con gestos atroces.
Yo, de mi parte, creo que fue su mal
andar siempre solo
hasta olvidar su propio nombre.
Si al menos
hubiera escuchado una voz
que lo despertara de su larga noche.
En cambio,
no faltó ya quien le escupiera
un mote.

4
Era -según se sabe - en su familia
el séptimo varón. Y al nacer,
murió su madre.
Esta fue la primera muerte
que hubieron luego de achacarle.
Sus hermanos
lo abandonaron muy pronto
por un temor inconfesable.
El aprendió a mirar la tierra
como a su propia madre,
acariciando con manos temblorosas
las tumbadas raíces de los árboles.
Alguna piadosa mujer
lo llevó hasta el cementerio;
y le dio velas y estola para la cruz
de quien se fue sin poder hablarle.
Esa cruz se encaramó del muchacho
como una esquina de su propia sangre.

-Vamos. Esta es una historia
sin sentido.
Ni vale la pena de ocuparse.

5
Acaso, alentaba todavía
su corazón algún empeño generoso;
pero de a poco, iba enjaulándose en su pena,
hasta olvidarnos a todos.

Nosotros tuvimos la culpa
de dejarle solo.
Alguno le regalaba una camisa;
otros venían para sus velas
con una caja de fósforos.

El caso es que nadie acertó a mirarlo
más que de reojo.
Las mujeres recelaban
de aquel incendio oculto
que le quemaba el rostro.
Los niños se mofaban de él,
o le robaban los cirios
para azuzar su enojo.
Los viejos no ocultaban su temor,
apresurando el paso en su presencia
de cualquier modo.

6
Sin embargo,
aún era casi un niño, y prefería
volver el bien por mal, abriendo
el cáliz de su blanca risa.

Qué lejos nos parece
ahora, erguido en su inocencia;
a la intemperie;
prendiendo luminarias a la vera
de un mundo oscurecido hasta la frente.

Pero no estaba bien
entonces, aceptarlo tal cual era.
Había demasiadas cruces
por el camino,
y era mejor dejar las cosas muertas.

El -en cambio -
parecía empeñado en alumbrar
las evacuadas órbitas
de las calaveras.

7
Juan León:
si todavía me escuchas
- porque, apesar de todo, estás muy cerca –
dínos, por qué te empecinabas
en asustar a todos tan de veras.
Por qué falseabas la voz, gruñendo
como una fiera,
si eras como raíz de mandioca:
una estrella de almidón
anclada en tierra.

Pero, tal vez será mejor que tu voz
- desgajada como una fruta amarga –
se pierda en los raudales sucios
de las salamancas.
Que rompan la linterna de tus ojos
para que no vuelva a encandilar
nuestras sórdidas miradas.

Yo también, he querido
-pétalo a pétalo-
herir la rosa de tu alma.
.

II-CRECIENTE

1
Amigo:
adónde vas por el camino.
Mira que la tarde se pone,
y se dicen cosas extrañas
- aunque ninguno las ha visto-

-Otra vez con esa historia.
A mi no me ladran perros,
ni mi caballo se espanta
por desatinos.

-Yo tampoco
les hubiera creído.
Pero ahora me cuido más
y llevo mi pistola al cinto.

- Caramba,
qué pronto han desfigurado
la historia de ese chico.
Ayer no más se le encomendaban
para que pidiese a las ánimas
por el maíz primerizo.

- Aquí, todos
hemos pensado igual;
hasta que a más de uno
le hiciera perder el juicio.

2
Hija, no bajes al arroyo
sin llevar agua bendita.
Ya soy vieja, y no he escuchado
cosa igual en toda mi vida.
Dicen que en martes y viernes
sale a abrevarse, lamiendo el agua
de bruces. Y deja rastros en la arena
como un perro de jauría.

-Juan León es un muchacho,
madre; y por nada del mundo
me dañaría.
La gente le añade cosas
a lo que empezó de una mentira.

-Mira que es temeridad
negar lo que todos afirman.
No hay por qué tachar de falso
lo que no has visto por ti misma.
En cuanto a mi, no me propongas
que consienta sus visitas.
No he de dejar que te señalen
por una historia ridícula.
.
3
Lo mejor hubiera sido
pillarlo en sus fechorías.
Aquí entre todos
podemos desafiarlo, aunque nos venga
disfrazado de lobo.

- Al fin de cuentas,
dónde está el que lo vió desfigurarse
ni tomar otras apariencias.
- Son muchos ya los que le hallaron
removiendo las tumbas,
para llevarse su tajada inmunda.
- Además, quién le vió nunca
comprar una ración en el mercado.
- El otro día,
vieron salir un perro enorme
de lo que suele ser su guarida.
-Cuentan que no hay mujer
que le soporte el aliento.
- Parece que anda en esto la policía.
-A lo mejor
lo llevan al calabozo. O le regalan
una bala perdida.

4
Tome nota, sargento:
Don Cándido Barúa
-honorable señor –
alcanzó a ver huellas de lobo
en el callejón.

Y más esto: Unos niños
que volvían de la escuela,
llegaron despavoridos,
al dar en la encrucijada
con una extraña fiera.

-¡Quién llama!
. -Una mujer
que dice haberle herido un luisón,
al robarle las velas
de la canasta.
-Pronto, que vaya un propio
hasta Sulimán,
con citación a los vecinos
para esta tarde, a declarar.

Y Ud. qué piensa.
. - Prefiero suponer
que aquí han ensartado historias
para aventar el miedo
de la gente.
.
5
Pobre de Juan León;
ya lo han acollarado
con fábulas malignas.
- La suerte, que ni pone oídos
a lo que la gente diga –

Todavía
sigue ocupado en el cementerio
con su ritual de cirios y flores
para los muertos.

Yo jugaría mi alma
a que no tiene más culpa
que algún ternero guacho,
que muge y patea
cuando se asusta.

-Niños: cierren el portón;
aunque no crea en lo que dicen,
con prevenir nos va mejor.

6
Procuren darle caza
de noche, cuando salga la luna;
han de verle mariscando
sobre las tumbas.
Hagan la señal de la cruz
y dejen un poco de aceite
en una alcuza.
Cuando se acerque,
hagan aspersiones
con ramas de ruda.
Es mucho mejor
si consiguen los oficios
de mujer viuda.
No se atrevan a mirarle
la cara. Puede cegarlos
con su mirada gatuna.
Luego ha de caer vomitando
sanguinolenta espuma.
Entonces,
repitan varias veces
su nombre al revés,
y déjenlo dormir;
hasta que amanezca
sin memoria alguna.

7
Juan León,
-mi hermano triste-;
dame tu cara de perro.
Toma una camisa limpia
y mis zapatos nuevos.
Vamos a entrar a misa
en presencia de todo el pueblo.
Llevaremos al sacristán
flores del campo para la Virgen
y un queso fresco.

Quiero que toda la comarca
sepa que has estado en el templo.
Que se te acerquen los vecinos;
que pidas la bendición
al párroco nuevo.
Luego veremos quién vuelve a llamarte
cara de perro.

- Juan León:
adónde te has metido
que no te encuentro.
.
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