Autor: MARGOT AYALA
DE MICHELAGNOLI
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
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TRAGEDIA EN LAS CALLES
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** Irrumpió en nuestras vidas la tragedia, la brújula de la existencia giró brusca, enloquecida, los fracasos, la negligencia. Comprendí que nada es gratuito ni casual sino la suma de otros aconteceres como la misma existencia.
** La violencia en la ciudad, el artificio de las luces de neón, los mágicos destellos luminosos, no eran más que una máscara. Fue sin asombro que la catástrofe transitó segura, incrustándose en la suma de tantos años que de una época implacable, vertiginosa, donde la ciudad yunque sufre el impacto del martillo que sacude el territorio externo e interno.
** Aun así, seguimos corno sombras vivientes de algún lugar. Arrojada en ese mundo con amargo sabor a pesadillas, azotada por la batalla desatada en las calles, pensé que todo ese horror no traspondría el umbral de mi hogar, nada me parece coherente enfrentada a esta incierta, realidad implacable.
** Intuía, que en las conciencias bullía el despertar de una moralidad colectiva, sometida al suicidio.
** Perpleja ante el aniquilamiento de hombres acribillados, a la puerta de mi casa ¡no importa cuántos! Sí importa que Roberto haya sido uno de ellos.
** Vencido y ensangrentado con los ojos abiertos como abanico sorprendido, cumpliendo el sino tras sus ideales.
** Me sentí culpable de su vida, de su muerte, si hubiera estado en mis brazos seguiría vivo.
** Ahora perseguida, mordida en la soledad de un mundo desgarrado, debía abandonar nuestra casita, ocultándome por tiempo indefinido con los niños.
** ¿Dónde? ¿Cómo? Sin dinero no podía llegar más allá de Chacarita. Claro, Chacarita. No tenía otro refugio. Chacarita, que tanto había tratado de olvidar, se me presentaba sin ninguna opción.
** Allí aún vive la tía Boni, le alquilaré una pieza y mi primo, que es comisario, me protegerá. Volverá a ser una más en la marea de subir y bajar los barrancos acosado por las aguas: ellas cicatrizarán mis heridas y olvidaré la historia de esa noche rara en la calle, más allá de los barrancos.
** Han pasado seis meses y me siento estancada en este paisaje casi olvidado, prisionera de una vida acartonada de la que, había creído escapar.
** Es como un viaje hacia la infancia en sucesión de horas, días atropellándome en el declive.
** Había pedido tan poco a la vida en su cuota de destino y de repente, siento que el viento silba flotando en mi alma una congoja.
** Nítidamente puedo ver con lúcidos relámpagos la sordidez de mis sueños y ambiciones, en contacto con la muerte y mi realidad inmediata.
** Entiendo que tengo que sobrevivir en estas zonas marginales...
** A lo lejos el reflejo del sol en las engañosas y tranquilas aguas del río, el flujo y reflujo ribereño a través del camalotal.
** Chacarita en su miseria y grandeza oculta el interrogante de mi vida, el porvenir: Dios dirá.
** Venía de las altas, prodigiosas y fértiles tierras del Ka'a guasu. Hacía muchos, muchos años, tanto que no podía recordarlos ya.
** A pesar de ello seguía siendo rural en su esencia; la ruptura con su ámbito nunca fue definitiva. Su piel morena llevaba, el registro de los años; trazos y garabatos en donde se dibujaba una expresión de sorpresa, como si cale súbito recordara el ovillo olvidado de todas las eras sepultadas vivas, juntas y separadas en el torrente de su sangre mestiza. En sus negros y velados ojos se podía intuir un alma antigua.
** Era la imagen de una cultura sepultada en los siglos. En sus relatos de tradición oral emergían leyendas, riberas, ríos remotos de continentes perdidos.
** Podía escuchar las cansadas voces del viento y los dispersos rumores de la memoria en la amalgama de las difusas brumas del tiempo.
** El sol alto, los cañadores, la llevaban a soñar permanentemente. Irradiaba en su entorno un poderoso magnetismo. Era imposible no gravitar en su órbita.
** Se había rehusado a aprender el castellano, lo que la indujo a recluirse en el mundo abstracto del pensamiento nítido, y así fue perdiendo el poder de razonar u observar cosas reales.
** Absorbió hasta, el límite y, sin tregua los vaivenes cansancios de su tiempo. Las resacas de la Triple Alianza que asolaron al país, las revoluciones unas tras otras y la guerra del Chaco finalmente, la arrojaron por los senderos de la patria montada en la grupa del caballo de su hombre, machú de un regimiento, ora improvisada enfermera de los también improvisados hospitales en las regiones del verde infierno del Chaco.
** Con vigor y en soledad había vadeado los insultos de la vida para sobrevivir en los caminos andados y desandados de angustias y desasosiego degastándose entre frustraciones y abandonos.
** Muchas veces, al transitar por esas tardes del tiempo, es como sí se hubiera desmayado y un trozo de su vida fuera detenido en confusa sensación de un espacio extraño.
Fuente: REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY. IV ÉPOCA - Nº 05 / Junio 2003, Editorial Arandurã, Asunción-Paraguay, 2003 (194 páginas).
** La violencia en la ciudad, el artificio de las luces de neón, los mágicos destellos luminosos, no eran más que una máscara. Fue sin asombro que la catástrofe transitó segura, incrustándose en la suma de tantos años que de una época implacable, vertiginosa, donde la ciudad yunque sufre el impacto del martillo que sacude el territorio externo e interno.
** Aun así, seguimos corno sombras vivientes de algún lugar. Arrojada en ese mundo con amargo sabor a pesadillas, azotada por la batalla desatada en las calles, pensé que todo ese horror no traspondría el umbral de mi hogar, nada me parece coherente enfrentada a esta incierta, realidad implacable.
** Intuía, que en las conciencias bullía el despertar de una moralidad colectiva, sometida al suicidio.
** Perpleja ante el aniquilamiento de hombres acribillados, a la puerta de mi casa ¡no importa cuántos! Sí importa que Roberto haya sido uno de ellos.
** Vencido y ensangrentado con los ojos abiertos como abanico sorprendido, cumpliendo el sino tras sus ideales.
** Me sentí culpable de su vida, de su muerte, si hubiera estado en mis brazos seguiría vivo.
** Ahora perseguida, mordida en la soledad de un mundo desgarrado, debía abandonar nuestra casita, ocultándome por tiempo indefinido con los niños.
** ¿Dónde? ¿Cómo? Sin dinero no podía llegar más allá de Chacarita. Claro, Chacarita. No tenía otro refugio. Chacarita, que tanto había tratado de olvidar, se me presentaba sin ninguna opción.
** Allí aún vive la tía Boni, le alquilaré una pieza y mi primo, que es comisario, me protegerá. Volverá a ser una más en la marea de subir y bajar los barrancos acosado por las aguas: ellas cicatrizarán mis heridas y olvidaré la historia de esa noche rara en la calle, más allá de los barrancos.
** Han pasado seis meses y me siento estancada en este paisaje casi olvidado, prisionera de una vida acartonada de la que, había creído escapar.
** Es como un viaje hacia la infancia en sucesión de horas, días atropellándome en el declive.
** Había pedido tan poco a la vida en su cuota de destino y de repente, siento que el viento silba flotando en mi alma una congoja.
** Nítidamente puedo ver con lúcidos relámpagos la sordidez de mis sueños y ambiciones, en contacto con la muerte y mi realidad inmediata.
** Entiendo que tengo que sobrevivir en estas zonas marginales...
** A lo lejos el reflejo del sol en las engañosas y tranquilas aguas del río, el flujo y reflujo ribereño a través del camalotal.
** Chacarita en su miseria y grandeza oculta el interrogante de mi vida, el porvenir: Dios dirá.
** Venía de las altas, prodigiosas y fértiles tierras del Ka'a guasu. Hacía muchos, muchos años, tanto que no podía recordarlos ya.
** A pesar de ello seguía siendo rural en su esencia; la ruptura con su ámbito nunca fue definitiva. Su piel morena llevaba, el registro de los años; trazos y garabatos en donde se dibujaba una expresión de sorpresa, como si cale súbito recordara el ovillo olvidado de todas las eras sepultadas vivas, juntas y separadas en el torrente de su sangre mestiza. En sus negros y velados ojos se podía intuir un alma antigua.
** Era la imagen de una cultura sepultada en los siglos. En sus relatos de tradición oral emergían leyendas, riberas, ríos remotos de continentes perdidos.
** Podía escuchar las cansadas voces del viento y los dispersos rumores de la memoria en la amalgama de las difusas brumas del tiempo.
** El sol alto, los cañadores, la llevaban a soñar permanentemente. Irradiaba en su entorno un poderoso magnetismo. Era imposible no gravitar en su órbita.
** Se había rehusado a aprender el castellano, lo que la indujo a recluirse en el mundo abstracto del pensamiento nítido, y así fue perdiendo el poder de razonar u observar cosas reales.
** Absorbió hasta, el límite y, sin tregua los vaivenes cansancios de su tiempo. Las resacas de la Triple Alianza que asolaron al país, las revoluciones unas tras otras y la guerra del Chaco finalmente, la arrojaron por los senderos de la patria montada en la grupa del caballo de su hombre, machú de un regimiento, ora improvisada enfermera de los también improvisados hospitales en las regiones del verde infierno del Chaco.
** Con vigor y en soledad había vadeado los insultos de la vida para sobrevivir en los caminos andados y desandados de angustias y desasosiego degastándose entre frustraciones y abandonos.
** Muchas veces, al transitar por esas tardes del tiempo, es como sí se hubiera desmayado y un trozo de su vida fuera detenido en confusa sensación de un espacio extraño.
Fuente: REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY. IV ÉPOCA - Nº 05 / Junio 2003, Editorial Arandurã, Asunción-Paraguay, 2003 (194 páginas).
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