Recomendados

sábado, 10 de abril de 2010

SUSANA RIQUELME DE BISSO - ESTA TARDE, TU AUSENCIA y TRES CARTAS / Fuente: NARRATIVA PARAGUAYA DE AYER Y DE HOY TOMO II (M-Z) de TERESA MÉNDEZ-FAITH.

CUENTO de
SUSANA
RIQUELME DE BISSO
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
.
ESTA TARDE, TU AUSENCIA
Te convoco esta tarde, porque es domingo y estoy triste. Porque te necesito como nunca, cuando el silencio se estremece con cinco campanadas monótonas y una fina llovizna empaña los cristales de la ventana.
¿Por qué te fuiste mamá? ¿Acaso vos no sabías que una nena de cinco años no puede comprender que su mamá se acueste a dormir una noche y no se despierte nunca más?
Te convoco esta tarde, porque es domingo y llueve. Domingo y lluvia, una conjunción demasiado peligrosa para mí. Por más que lo intente no puedo escaparle a esta tristeza que me acorrala en su cárcel de barrotes invisibles, y no me queda otra cosa que dar vueltas dentro de ella, mientras tu recuerdo crece y de pronto se me deshace como un puòado de arena entre los dedos.
Ya no tengo cinco años mamá, pero esta tarde te necesito como entonces, aunque el tiempo haya alargado mis piernas y la gente por la calle me diga, "permiso señora". Entonces llego a casa y me miro al espejo y compruebo que sí, que ya soy una mujer, que tengo una vida llena de cosas por hacer, y vos sos, solamente, una pequeña foto amarillenta que me mira desde un portarretratos de plata. Una foto a la que trato inútilmente de sacarle brillo para descubrir el color exacto de tus ojos.
¿De qué color eran tus ojos claros mamá? ¿Azules como un cielo de verano o grises como el otoño que desnuda los árboles?
¿Por qué te fuiste mamá? Te necesito. Esta tarde tu ausencia es un puñal que se me clava en el pecho. Esta tarde tu silencio es una cadena que tire ata las manos y los pies, que me deja muda, quieta, acurrucada en un rincón de mí misma. Y me es imposible inventar un cielo azul, lleno de nubes que semejen angelitos regordetes y rosados, como aquél que colgaba de la cabecera de mi cama, y que papá me dijo que había quedado en tu lugar, que él me cuidaría por las noches. Yo quería quererlo mamá, pero era tan diferente a vos. El no sabía contar cuentos ni podía levantar sus bracitos para abrazarme, y su carita era áspera, y no suave como la tuya, y una vez, cuando lo estaba acariciando se me deslizó de las manos y se hizo trizas en el suelo. Papá me dijo que me compraría otro igual y que lo colgaríamos en el mismo lugar. Pero él estaba siempre tan ocupado, ¿cómo podría acordarse un papá que trabajaba por la maòana y por la tarde, que tenía que comprar un angelito rubio para espantar la soledad de una nenita por las noches?
Pero no lo extrañé mucho mamá, pronto lo olvidé y seguí pensando en vos. Siempre me gustó más imaginar que vos te sentabas a mi lado, porque sí te sentabas, ¿verdad que sí mamá?, ¿verdad que no era sólo mi imaginación? Pero eso sólo lo sabíamos vos y yo, y nadie más. Ni papá, ni abuela Sara, ni mi osito Felipe.
¿Por qué te fuiste mamá? No, no me contestes, no voy a comprenderte, jamás podré comprenderte. Aunque haya aprendido a pintarme los ojos y a caminar con tacos altos, y a hablar inglés correctamente, y a hacer òoquis a la bolognesa, y a manejar automóviles y computadoras. Pero nunca pude aprender a vivir sin vos mamá, y ya nunca voy a aprender. Pero en este momento, de pronto, algo cambia dentro de mí, entonces cierro todas las ventanas y prendo todas las luces, para hacerle una trampa a esta tarde gris y opaca. Y pongo el mantel celeste en la mesa redonda del comedor diario, y saco mis tazas de porcelana, y te invito a tomar el té, y vas a ver lo rico que me salió la torta de manteca hecha con una receta tuya que encontré en uno de tus libros de cocina. Y voy a contarte despacito, para que nadie escuche, que hoy te necesito más que nunca, porque hoy es un día muy especial. Porque aunque sea domingo y llueva, y esta tristeza arda espiándome desde todos los rincones, tratando de acomodarse a mi lado, ahora ya no, mamá, no va a poder atraparme, porque tengo una ciudad azul dentro del alma, y un secreto que quiero compartir contigo. Un secreto que está empezando a crecer en mis entraòas, y por primera vez siento que empieza a decrecer mi soledad congénita. Y hay algo, que sólo vos podés enseñarme. Quiero que me enseñes a ser mamá, una mamá de luz, abuelita de niebla, para esta niña que va a llamarse Alicia igual que vos, y seguro, seguro, que en sus ojos recobraré al fin, el color de tus ojos.
.
De: Entre la cumbre y el abismo
(Asunción: Editorial Arandurã, 1995)
.
TRES CARTAS
.
Asunción, 21 de junio de 1993
Querida Leticia:
Sé que estas cosas se dicen frente a frente, mirándose a los ojos, pero vos sabés que yo siempre fui cobarde. ¿Por qué iba a dejar de serlo ahora? No sabés cuántas noches hace que no duermo, pensando, buscando las palabras para decirte esto de manera que no te haga tanto daòo, pero es imposible, no se pueden decir cosas feas con palabras lindas. Y por mucho que lo intente, no encuentro otra manera de decirte: lo nuestro debe terminar Leticia. Sí, ya sé que renunciaste a todo por mí, que te enfrentaste al mundo y a tu propia familia. Sé que te jugaste entera, por eso me duele tanto hacerte daño. Pero no puede ser, es inútil, no puedo prescindir de ellos. Es cierto que te quiero, pero el amor a veces no es lo más importante, a veces hay otras cosas más fuertes, cosas que ya forman parte de nosotros, y renunciar a ellas sería como perder un brazo, o una pierna. No me digas que eso lo hubiera pensado antes, vos sabés que hay veces que la mente se nos entumece, y no podemos pensar claramente. Porque el amor es eso, un dulce entumecimiento de los sentidos, algo que escapa a la razón y a la voluntad. El amor es como un lujo, es hermoso, maravilloso, pero prescindible, lo otro, lo simple y cotidiano, es lo imprescindible. Ellos me necesitan, no pueden vivir sin mí, porque los tres formamos un todo, y yo soy una parte de ese todo, sin mí, no están completos, ni yo estoy completo sin ellos.
¿Sabés que Rodrigo está muy mal? No puede aceptar esta situación. Tal vez ésa fue la gota que colmó el vaso. La estocada que me hizo dar un respingo, y de pronto me encontré como despertando de un sueño, hermoso, pero sólo un sueño. Mi realidad son ellos Leticia, mi familia, ahora estoy seguro que el cordón que me une a ella, jamás podrá soltarse. Y a pesar de quererte, porque le quiero, tengo que renumciar a vos. Y tengo que agradecerte por estos cuatro meses maravillosos que viví a tu lado. Estos cuatro meses que no compartimos con nadie, porque el mundo terminaba en la puerta de ese departamento, único cómplice de nuestro amor y nuestro pecado. Porque lo nuestro fue un pecado, un pecado que jamás hubiera dejado de dolerme, en lo más profundo del corazón.
Te ruego que no me busques, que no me llames, y aunque parezca irónico, te pido que me ayudes a olvidarte, o mejor dicho, a renunciar a vos, porque nunca, nunca voy a olvidarte.
Perdonáme por favor.
Rubén
***.
Asunción, 21 de junio de 1993
Querido Rubén:
Sé que al recibir esta carta, pensarás que voy a lamentarme nuevamente, a pedirte que reflexiones, que no podés dejarnos por esa mujer. Pero no, no es eso lo que tengo que decirte. Es verdad que cuando te fuiste, creí que el mundo terminaba allí, que jamás lograría sobrevivir sin vos, que pasé los días más horribles de mi vida, que me encerré dentro de mí misma como un caracol, para esconder mi dolor y mi vergüenza. Porque el dolor de que el hombre que fue tu esposo por 14 años, te abandone por otra mujer, es doble, es una mezcla de dolor y humillación, que casi no se puede soportar. Pero, no se equivocó quien dijo que nadie muere de dolor, todo lo contrario, es como una fuerza que nos infunde vida, que nos empuja desde adentro, que remueve las fibras más profundas de nuestro ser. Y si logramos salir ilesos, es casi como si naciéramos de nuevo. Y yo nací de nuevo Rubén. ¡Estoy viva! Más viva que nunca. Estoy aprendiendo a conocerme, a valorarme, a descubrir qué soy sin vos. Que soy un ser independiente, con sus propios valores, con defectos, pero también con virtudes. ¿Sabés Rubén cuántas virtudes me descubrí? ¿Sabés que con mis ojos me veo mucho más linda, mucho más inteligente, mucho más importante que con los tuyos? Yo soy otra Rubén, otra que vos no conocés. ¿O tal vez no quisiste conocer?
Podría decirte miles, millones de cosas, pero no quiero aburrirte, si antes te aburrían mis cosas, cómo sería ahora, que estás viviendo tu gran romance, con una mujer de la que "sí" estás enamorado, o al menos..., bueno dejémoslo allí. No, no te lo digo con rabia, te juro que ya no tengo rabia, ni a vos ni a ella, creo que casi les agradezco, porque al final a ustedes les debo esta mujer plena que soy ahora. ¿Que perdí algunas cosas? Sí, las más importantes de mi vida, pero me gané a mí. Logré emerger gloriosa del holocausto, como el ave fénix de las cenizas. Llegué al fondo mismo del dolor, y después de eso, no sabés lo hermosas que nos parecen las cosas más simples de la vida. Sí, me heriste mucho Rubén, me heriste de muerte, pero sobreviví, no te lo digo para hacerte mal, te lo digo porque me hace bien, y ahora yo me importo más que vos, yo me importo más que nada en el mundo. Sólo una nube empaña hoy mi vida: Rodrigo. Si él pudiera renunciar a vos como lo hice yo, sería plenamente feliz, pero no, para él todo es mucho más difícil. La adolescencia no es el momento más adecuado para enfrentar una crisis como ésta, para soportar el desmoronamiento de su familia, de su mundo. Vos sabés lo que significabas para él, y te digo significabas, porque desde que te fuiste, no volvió a pronunciar tu nombre ni una sola vez. Creo que lo que lleva dentro es más fuerte que él, y no sé si podrá soportarlo. Pero cuando Rodrigo logre salir de ese profundo túnel en el que se debate y el sol vuelva a brillar en sus ojos, entonces, nada se habrá perdido. Entonces, sólo entonces, no habrás destruido nada con tu gran error. Un error que injustamente lo pagamos nosotros, pero estoy segura que vos también lo vas a pagar. No es una amenaza, claro que no, es algo así como un pálpito.
Creo que está de más decirte, que si algún día decidieras volver, ya nada encontrarías. Porque una familia, es como una copa de cristal, una vez que se rompe es imposible reconstruirla.
Marina
***.
Asunción, 21 de junio de 1993
Querida mamá:
Me dirijo a vos, porque sos lo único que tengo en la vida, porque sé que a nadie en el mundo puede importarle nada de mí. Y aunque a vos, últimamente parece no importarte tampoco mucho lo que a mí me ocurre, como antes te dije, no tengo a nadie más. No te estoy culpando mamá, yo sé que vos no tenés la culpa. Yo sé que vos siempre viviste para nosotros, para él y para mí. Sé que vos hiciste de nuestro hogar, ese lugar maravilloso en el que yo me sentía el ser más amado y protegido del mundo. Pero todo se acabó mamá, ya no queda nada. El te arrancó a vos de su vida y de la mía, porque desde el día que se fue, no volviste a mirarme con ternura, ni a sonreírme. El me robó su risa y tu risa, su amor y tu amor. El nos robó todo mamá. Y ya no puedo ni quiero seguir viviendo así. No quiero ver ese brillo extraño en tus ojos, porque tengo miedo, mucho miedo de que ese poquito que me queda de vos, se me pierda para siempre. Porque a veces siento que aunque estés a mi lado, vos también te fuiste.
Cuando leas esta carta, yo ya estaré muerto. Mami, por favor, no sufras, es mi decisión, yo lo elegí. Voy a estar bien, mucho mejor que ahora. Y cuando te sientas triste, mirá al cielo mamá, verás que desde una estrella, yo te estaré diciendo: "Fuerza mami, vos podés".
Rodrigo
.
De: Entre la cumbre y el abismo
(Asunción: Editorial Arandurã, 1995)
Intercontinental Editora, Asunción-Paraguay 1999.
De la página 441 a la 847.
Ilustraciones: CATITA ZELAYA EL-MASRI
Enlace a:
Amplio resumen de autores y obras
de la Literatura Paraguaya.
Poesía, Novela, Cuento, Ensayo, Teatro y mucho más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario