CANTATA A LA CIUDAD DE ASUNCION
y EL ESPECTRO DEL AGUA
Poesías de: JOSÉ ANTONIO BILBAO
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
y EL ESPECTRO DEL AGUA
Poesías de: JOSÉ ANTONIO BILBAO
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
.
CANTATA A LA CIUDAD DE ASUNCION
Un día, hace centurias,
sobre la verde dimensión del río,
apareció -madera y velas-
un pájaro gigante
cansado de ambular
y al parecer, en un costado, herido.
Media luna de agua
-herradura de líquidos colores-
dejóle sobre bromas
y humedades
su impronta vegetal
venida desde el fondo de los montes.
Sesenta hombres barbudos
que llevaban estigmas de una hambruna
salieron desde el vientre del albatros.
Y a lomo de piraguas
llegaron a las playas coloradas
donde, armados con flechas y macanas,
miraban ese arribo sorprendidos
unos hombres cobrizos y con plumas
erectos como estatutas.
Los blancos,
luciérnagas los ojos,
las manos empuñando los pomos virolados
de aceros toledanos,
alzaron el pendón de la Castilla
sobre tierras tan vírgenes de sueños.
Caracará dejó su "tava"
como un rey de bronce
aureolado con zumos vegetales
y con mirada de búho amanecido,
hizo el breve saludo
con un prólogo de monte y de sonido.
Y allí nació otra tava,
casa fuerte decían se llamaba,
donde el amor ardiente
venido desde Iberia
encontró entre las sombras y el silencio
un cobijo de gredas y raíces
para sangre dos veces desbocadas.
Y Asunción, con nombre de la Virgen
quedó, sobre la arena, fundada para España.
-II-
Cuánta hermosura de tierra
y de aguas claras
sobre alcatifas tendidas hacia el cielo,
vieron crecer de a poco y con sudores
a la tava de ayer hoy agrandada.
Y un idioma de pájaros salvajes
y una lengua de viejas rebeldías
cruzaba por los aires perfumados
para darle a la ciudad de adobe y paja
ese blasón mestizo
de una raza que pronto cantaría
la gesta de la hombría legendaria
con arcos y con flechas
y con flamígeras tizonas raudes.
Río arriba
la hazaña,
aguas abajo
la fábula,
corrían como potros andaluces
y Asunción, la Madre de Ciudades,
su dejo de señora adelantada
iba dejando en cada sitio
donde sus hijos, mocetones,
a puro fuego le ponían marca.
Año tras año
las manos de su río caricioso
tallábanle el perfil de barro rojo
mientras en su lago,
pacífico y sombrío,
unos montes de mástiles criollos
atrapaban el aire que escapaba.
Ciudad abierta a todos los caminos,
una ilusión de orquídeas escondidas
llenaba los hondones de los pechos
y la voz del común
tejía ya su poncho de igualdades
en zarabandas de muertes proclamadas.
Comunera de Indias,
apelativo de oro
para una bizarría no emulada.
Ciudad hecha de amores,
clavel del aire en el confín guaranio,
fue baluarte de tigres en reposo
que la patria tenía como guardias.
Y un día apareció sobre sus torres,
sobre todos los viejos campanarios
una bandera, tejida con corolas,
pintada con el ocre de mil sangres.
Bandera de los aires libertarios
de la vieja heredad emancipada
Y los tiempos que corren como gamos
fueron dejando rosas y tristezas
en su falda.
Dos guerras: la de López y del Chaco,
con su encendida historia
de mágicos milagros
la hicieron lampadario de la Patria.
Y el silencio cerraba las heridas,
y claveles de púrpura apretaba
sobre viejos regazos de jazmines
aunque loca la muerte la violara.
-III-
Piedra losa,
naranjos, serenatas,
duendes que iban y venían
sobre pequeñas plazas
donde aullaban los perros a la luna,
se van desdibujando en viejas brumas
que el aire, leve, arroja en sus barrancas.
Ha cambiado ese rostro sin afeites,
tan inocente como el alba clara.
Hoy torres de cemento la encarcelan,
betunes la ennegrecen
donde caen floridos los rubíes
de los viejos colosos de una selva
olvidada y perdida.
Se fueron muchas cosas.
Arcones del recuerdo las esconden.
Adiós carreta, adiós burrera
que traía a lomo de pollinos
una canción de amor entre los brazos.
Tranvías con mulitas, vacas que eran tambos
trajineros, sólo quedan indemnes
en el sueño.
Pero estás, Asunción,
sin tu antiguo silencio adormilado,
pero siempre mojada por tu río
cuyas barbas de viejo no te olvidan.
Tampoco este poeta que te canta,
que ve que tu perfil ya no es el mismo.
Un bote sin remero
se lo ha llevado aguas abajo
como lleva el camalote a un viajero
que en la andanza sin nombre recogiera
aunque muerto.
.
(De: Tiempos de ciudad, 1987)
.
EL ESPECTRO DEL AGUA
Oculto estaba, esperando,
En el agua mansa no se le veía.
Era un demonio
que vivía en el río.
Dentro del lecho,
en urna de cristal
soterrado,
se asfixiaba.
Para salir afuera,
mostrarse bajo la luna circular
o al filo de su alfanje,
le hacía falta la lluvia.
No una, ni otra.
Toda una serie interminable
que de día y de noche, sin pausas,
bajaba en cataratas.
Salió a la luz, después de años
de un encierro, de un presidio
de rizos y de lirios,
siendo él tan oscuro y feo.
Y se lo vio espectral,
esqueleto de carbón cristalizado,
ángel de sombra.
Al sol, fosforecía
y de noche sus metálicos ojos
presagiaban la muerte.
Su fúnebre presencia
se abatió sobre los campos,
sobre pobres animales llorando su sentencia,
sobre víboras huyendo
en camalotales verdes,
barcas sin puerto, a la deriva.
Al verlo se estremeció la gente.
Era el viejo demonio
de cuernos enlodados
limpiándose, sacándosela costra,
a costa de los hombres y el ganado
que iban perfilando sus miserias.
Todos ellos temían la ciega dentellada
de la pobreza inexorable,
de la tristeza acumulada,
de la muerte.
Con él vino un racimo, inmenso y negro,
de cuervos acechantes
que en altos círculos
separaban el aire
y como oscuros vigías
las torres de los árboles
colmaban, como oliendo a la muerte.
El demonio del agua
reía en su locura
y la zona, lloraba.
.
EL ESPECTRO DEL AGUA
Oculto estaba, esperando,
En el agua mansa no se le veía.
Era un demonio
que vivía en el río.
Dentro del lecho,
en urna de cristal
soterrado,
se asfixiaba.
Para salir afuera,
mostrarse bajo la luna circular
o al filo de su alfanje,
le hacía falta la lluvia.
No una, ni otra.
Toda una serie interminable
que de día y de noche, sin pausas,
bajaba en cataratas.
Salió a la luz, después de años
de un encierro, de un presidio
de rizos y de lirios,
siendo él tan oscuro y feo.
Y se lo vio espectral,
esqueleto de carbón cristalizado,
ángel de sombra.
Al sol, fosforecía
y de noche sus metálicos ojos
presagiaban la muerte.
Su fúnebre presencia
se abatió sobre los campos,
sobre pobres animales llorando su sentencia,
sobre víboras huyendo
en camalotales verdes,
barcas sin puerto, a la deriva.
Al verlo se estremeció la gente.
Era el viejo demonio
de cuernos enlodados
limpiándose, sacándosela costra,
a costa de los hombres y el ganado
que iban perfilando sus miserias.
Todos ellos temían la ciega dentellada
de la pobreza inexorable,
de la tristeza acumulada,
de la muerte.
Con él vino un racimo, inmenso y negro,
de cuervos acechantes
que en altos círculos
separaban el aire
y como oscuros vigías
las torres de los árboles
colmaban, como oliendo a la muerte.
El demonio del agua
reía en su locura
y la zona, lloraba.
.
(De: El espectro del agua, 1988)
.
TOMO I
Autora: TERESA MÉNDEZ-FAITH
Intercontinental Editora, 1995
Ilustraciones: Enrique Collar
Asunción-Paraguay, 362 páginas
Autora: TERESA MÉNDEZ-FAITH
Intercontinental Editora, 1995
Ilustraciones: Enrique Collar
Asunción-Paraguay, 362 páginas
.
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