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martes, 22 de junio de 2010

ROGELIO QUINTANA - TERRITORIO ESMERALDA, y LA CASA QUEMADA / Fuente : POETAS Y POETISAS DEL “TERRITORIO ESMERALDA” de DELIA PICAGUÁ BORDÓN.


TERRITORIO ESMERALDA,
COMO UN PADRE NUESTRO
y LA CASA QUEMADA
Poesías de
GLADYS CARMAGNOLA
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

TERRITORIO ESMERALDA
Verde a lo lejos, verde alrededor...
verde hasta donde llega el recuerdo en lontananzas.
Y verde -para no ser menos-
desparramada
a derecha e izquierda
a sol y a sombra, en los caminos, la verdolaga.

Haber vivido aquí
Haber nacido en este territorio Esmeralda,
con el susurro de cañaverales meciéndome la cuna,
modulando canciones que invaden aún hoy
esta garganta
y van y vienen ahora,
como hace medio siglo, hacia la mañana.

Verde aquí, verde allá. Si, todo verde
Verde hasta donde alcanza
este hilito que se ata a la memoria
serpenteando, gateando, enredándose tierno
en la nostalgia
y transmigrándose en el mundo
íntegramente verde, la palabra
Verde el del pastizal, el de las hojas todas
en las ramas
Verde el del horizonte que se mece
en pétalos esbeltos -ásperas, dulce caña-
caña dulce que tornas y retornas y abrazas
al amado territorio Esmeralda
no para que tu verde
exorcise mis antiguos fantasmas,
sí para que su coro
me susurre que me amas.

Tenías razón, Señor, cuando elegiste
este rincón para ofrecernos de morada.
Quizá no exista en todo el universo
retazo similar a este territorio Esmeralda.
.
De: Territorio Esmeralda, 1997.
.
COMO UN PADRE NUESTRO
Si muero hoy,
conoces el modelo
-color y forma-
de lápida que quiero.

Que silbe, cuando cave la tierra
un eficaz sepulturero
buscando dónde arrinconar
mis huesos.

Que nada importe ya de mí
-camino hacia el reencuentro-
Pero que alguna vez, alguna tarde
propicia, singular para el recuerdo,
leas una palabra, un poema
que derribe los muros del silencio
y llegue a mí, sencillo, elemental,
como un Padrenuestro.

LA CASA QUEMADA
Jamás he vuelto a verla.
Y sin embargo en ella vivo y sueño.
Ella guarda los pasos y las risas,
los llantos y los juegos...
hormigas coloradas, caracoles,
escarabajos, grillos cancioneros,
ranas, guayabas, el fogón oscuro
con la olla de hierro
y una mamá que viene y va con leche,
con banana de oro, lomito y queso fresco.

Desde allí contemplaba la Cruz del Sur
y seguía el trajinar de los luceros.
Allí entendí las notas que la lluvia repica en los aleros.
Allí aprendí a rezar, a conversar con Dios
no sólo recitando el Padrenuestro
y en ese sitio dije por primera vez "te quiero".
Allí contraje, después del sarampión, antes de la viruela,
la recurrente enfermedad, incurable
que apenas se atenúa con los versos.

Allí me cobije esa vez que perdí o
me arrancaron el velo blanco en el cementerio
cuando murió tío Nicolás y comprendí (por experiencia)
lo que es llorar a quien amamos y a quien ya no veremos
sabiendo que además debía arreglármelas
con mis lágrimas, sin pañuelo.

Allí vivía el amor de tantas formas
que todavía hoy me resulta imposible creerlo.
Allí besaban mis ojos cada página
de los libros de cuentos
cuidando no rozarlos demasiado
que no se despertará airado el genio
balanceando las piernas en el borde del alto corredor,
o la luz de la nueva "petromax"
zumbona, entibiante en invierno.

Si creí que Pinocho y Blancanieves
se habían quemado y muerto en el incendio
y que Hansel y Gretel
nunca más los tendría de regreso,
muy pronto descubrí que Ali Babá
anda vivo entre las hojas
y más aún los 40 bandoleros multiplicados
haciendo de las suyas, por desgracia,
cada vez, más cerca, hasta hoy, sin remedio.
En fin, que al menos de los libros
Unos pocos personajes

Sobrevivió el amor también a aquel incendio
Y el hogar trasplantó sus pertenencias en sitio ajeno

Ah, la casa quemada jamás he vuelto a verla
Y sin embargo es ella mi lugar auténtico
Hoy que ya solo la mitad de quienes fuimos
a la hora del almuerzo
transitamos aún bajo este sol
que perfora el ozono por casi incontrolables agujeros
a veces mi hermanita, ya sin capas celestes,
presta su voz, como mi padre entonces, a
En paz, de Amado Nervo.

Y un milagro derrumba totalmente
el implacable del tiempo
y hallo otra vez en ese amado sitio
alojamiento
Si. Soy yo esa pequeña de trenzas que en el patio
a plena carcajada, corre tras su perro.
.
(De: Territorio esmeralda) 1947
Autora: DELIA PICAGUÁ BORDÓN.
Asunción-Paraguay, noviembre 2009.
.
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