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viernes, 16 de julio de 2010

ALEJANDRO GUANES - OCASO Y AURORA (MONÓLOGO) / Fuente: DE PASO POR LA VIDA (POEMARIO)


OCASO Y AURORA
(MONÓLOGO)
Obre de
ALEJANDRO GUANES
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
.
OCASO Y AURORA
(MONÓLOGO)
Época: poco tiempo después de la guerra
con la Triple Alianza.
Persona: Una paraguaya.

Era la tarde... La densa
sombra sus alas tendía
de gigante cuervo. El día
sollozaba con la inmensa
tristeza de su agonía.

Mortaja resplandeciente
en que iba a hundirse su frente,
tintos en morada lumbre,
crespones del occidente
se ataban de cumbre en cumbre.

Como deshecha mesnada
prófuga y ensangrentada,
por los senderos agrestes
de la sierra iban las huestes
de la Patria destrozada,

que esculpieron en la historia
venciendo sin par laceria
hechos de eterna memoria;
en su redor la miseria
formaba nimbos de gloria.

Lleno de horror del combate,
aún enloquecido late
mi pecho de residenta;
aún el recuerdo me abate
de aquella caza cruenta.

Por las vastas extensiones,
de Pirayú en el perfil,
tras de sus verdes pendones
se agitaban las legiones
del Imperio del Brasil.

Una huella tras de sí
fueron dejando hasta allí
de sangre y de tumbas. ¡Ah,
qué lejos estaba ya
el sol de Curupayty!

Y aún con aliento, altanera,
por la escarpada ladera,
trasponiendo los breñales
y recios caraguatales
de la abrupta cordillera,

iba la hueste patriota
en inefable delirio
tras de su bandera rota
a beber la última gota
del cáliz de su martirio.

¡Triste instante que el olvido
jamás aleja de mí,
el del ocaso encendido
en que a mi hermano querido
el postrer abrazo di!

Baldado estaba: ilusoria
su imagen en mi memoria
se dibuja: como un rayo
le hirió la hoguera de gloria
del veinticuatro de mayo.

Quise en vano detenerle,
supliqué; quise esconderle:
¡Alma a la Patria rendida,
aún le faltaba ofrecerle
el postrer soplo de vida!

Altivo rompió los lazos
que a mi cuello sus abrazos
estrecharon, y anhelante,
lívido el bello semblante,
se desprendió de mis brazos.

¡Marchó!... Por la senda escueta
que ni una flor engalana
se fue perdiendo la grana
viva de su camiseta
en la penumbra lejana.

¡Tétrica tarde! La densa
sombra de sus alas tendía
de gigante cuervo... El día
sollozaba con la inmensa
tristeza de su agonía.

Y mi plegaria, transida,
cruzó la inmensa techumbre
tinta de morada lumbre,
blanca paloma perdida
volando de cumbre en cumbre:

*** .

¡Piedad, Señor! Tu siervo,
pobre despojo humano,
a hundirse va en la sombra
de arcana eternidad:
¡la sombra de las sombras!
No volverá mi hermano.
Acógelo en tu seno:
¡Piedad, Señor, Piedad!

La hubiste de tu pueblo
que en dura servidumbre
la tierra del pecado
a mares llorar vio:
así a mi pobre patria
tu compasión alumbre,
colmada tu justicia:
¡Piedad, piedad, Señor!

¿Qué inmensa culpa expía?
¿Qué misterioso karma
la empuja al sacrificio?
¿qué obscura iniquidad?
Torna, mi Dios, los ojos
y tu furor desarma,
apláquese tu ira:
¡Piedad, Señor, Piedad!

Piedad para el enorme
ejército inhumano
que de mi patria hermosa
la vida aniquiló.
Piedad para el caído,
piedad para el hermano
que en inocente sangre
las manos empapó.

El orbe entero cubre
tu gran misericordia,
indefectible, a todos
escuda tu bondad;
depón el ceño adusto
y acabe la discordia
¡Piedad para la Patria,
piedad, Señor, piedad!

Depón el ceño y mira
exánime, maltrecho,
un pueblo vigoroso
que tu hálito creó:
rasgadas las entrañas
dilacerado el pecho:
arpón envenenado
su corazón hirió.

El pecho más nefando,
la mano más proterva,
perdón hallaron siempre
y amparo en tu bondad.
¡Piedad para la Patria!
(cae arrodillada)
¡Piedad para tu sierva!
¡Piedad para los huérfanos!
¡Piedad, Señor, Piedad!
.
…………………….. .
.
(de pie, continúa)
Pálida luz de topacio
se cierne por los crespones
de lóbregos nubarrones
que bogan por el espacio
desgarrados en girones.

¡Noche de la adversidad!...
Pasó por fin... y clarea
la aurora en la inmensidad:
¡qué tristemente alborea
después de la tempestad!

Y a la escasa claridad
del alba el pecho se alegra,
con indecible ansiedad,
porque de noche tan negra
surja un sol de libertad.

Lo merece el pueblo fuerte
que en holocausto a su suerte
dio su sangre gota a gota,
gallardo hasta en la derrota
y abnegado hasta la muerte!

¡Y surgirá! Ya incisiva
su luz del oriente arranca
y en el espacio se aviva
resplandeciendo en la blanca
frente de la patria altiva.

Entre la ruina humeante
despojo del pueblo bravo,
la vida estalla, pujante:
abren el cáliz fragante
blancos jazmines del cabo;

todo palpita; frementes
se desatan los torrentes,
la sangre enciende el calor;
pide la tierra cimientes
y el corazón pide amor.

A la luz del nuevo día
se colmarán, Patria mía,
de albas flores tus laureles,
de opulencias tus vergeles,
tus hogares de alegría.

Si por tu gloria la grana
de tu sangre diste ufana,
altiva hasta perecer,
será el pueblo de mañana
digno del pueblo de ayer.

Si tras negros padeceres,
sólo ya de tantos seres
amados quedan los nombres,
pues fueron héroes tus hombres
¡seremos Dios tus mujeres!

No serán, ¡oh Patria augusta!,
la ruda labor adusta
ni débiles nuestros hombros
para rehacerte robusta
de tus sagrados escombros.

¡Yo haré un hogar! La dulzura
que de mi pecho se explaya
arrullará su ventura
con la infinita ternura
de mi alma de paraguaya.

De sus cortinas de grana
forma la aurora una ojiva:
guirnalda airosa engalana
la frente de la mañana
¡Salve, Madre rediviva!

.
Fuente: DE PASO POR LA VIDA
Poesías de ALEJANDRO GUANES

COLECCIÓN POESÍA, 13
© De esta edición:
1997, Editorial El Lector
www.ellector.com.py
Tapa: ROBERTO GOIRIZ
Composición y Armado: GrafiTex
Tirada: 1.000 ejemplares
Hecho el depósito que marca la Ley 94
Impreso en el Paraguay
Asunción-Paraguay 1997 (pp. 124)
.
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