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miércoles, 14 de julio de 2010

EZEQUIEL GONZALEZ ALSINA - BOLI (PRIMER ACTO) / Fuente: TEATRO PARAGUAYO - TOMO I de TERESA MENDEZ-FAITH.


BOLI
Obra de
EZEQUIEL GONZALEZ ALSINA
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

.
BOLI
PERSONAJES
*. ÑA CANDE / PASCUAL / ÑA NATI / BOLI (COLQUE) / ROSA / JUANDE / VITO / LIBORIO / ANDRES / CASIANA CANCIO

PRIMER ACTO

Al levantarse el telón, Rosa estará moliendo maíz en el mortero. Ña Natí, manejando un cedazo rustico, cuela el maíz molido en un lienzo limpio, extendido sobre la mesa. Ña Cande, a la entrada de la cocina, lía cigarros sobre una silla, sentada en una silleta de tablas labradas a mano. Es la alta mañana de un día de avanzado estío.

ÑA CANDE: (Siguiendo una conversación ya empezada, mientras desloma una hoja de tabaco.) Así co é no má luego. Cada día ma difícil encuentrar para tu trabajo. Ya empezamo otra ve como ante. En mucha parte, la mujere, el propio que Lope tiempo; todito itema ella cuera nomá hace.

ÑA NATI: (Sin desatender su tarea) Como Dio quiere manté, mamita. Así e la guerra. Si no podemo pelear nosotra la mujere, que sea para el bastimento ayudamo. Eso co tambien hace farta en el Chaco. El cañón sin locro, no dura... Y nosotra catú co meno mal que André todavía e guapo...

ROSA: (Dejando de moler) No diga catú, mamita: que tanto trabajo co ya le forza. (Apoyando el palo de moler sobe el borde del mortero) A vece, cuando yo le lleva el almuerzo, le encuentro sentado reí abajo de algún sombra. Si él me vé má primero, apuroitepe se levanta, y dale que dale: pero yo le pilla todo... Pobrecito, angá taitá... y é retobado. Yo le dice: "haceme una azada mango flaco como para mi porte y te voy a ayudar", y me reta que no se acaba má. Me dice si yo pa no se que el é hombre, y si mi boca pa tengo para decir sonceraje no má... pero amo jhapope co le gusta que yo me animo... Y despué le reta al Gobierno porque no le recluta, si que pa se cree, que él solito é capaz de agarrar todo el Chaco y qué se yo qué se cuando... Hata de agüelito se arecuerda, cuando era artillero en Curupaity...

ÑA NATI: Y suficiente má, Rosa; que vo cuando habla ya no hace nada. Y terminá tu trabajo que ya son tardes.

ROSA: ¡E’ana, mamá! (Volviendo a moler) ¿Y qué picó entonce lo que etoy haciendo...?
(Rosa muele con brío y con garbo, subiendo y bajando acompasadamente el abatí soca. Ña Natí apresura el colado. Ña Candé revisa un manojo de hojas de tabaco. No las encuentra buenas, y se incorpora para examinarlas a la luz del sol.)

ÑA CANDE: ¡Pero qué feo pá esta hoja! Siguramente vo yeyma, Rosa, la que compraste rae. De puro taranta, ni no revisá siquiera. Mirá-mi; puro aujero.

ROSA: (Sin disculparse) ¿Y si en el fardo etá todo apretado uno contra otro, como queré que mire?

ÑA CANDE: Y de a poco, che memby. (Abriendo las hojas) Así sacando a uno a uno...

ROSA: (Dejando otra vez de moler, observándola) Pero, Machu, así como se me rompe todo, y el señor Alí me reta en turco, que é ma peor que la guerra. Además, ahora con viento sur, el tabaco no se puede ni tocar... parece virdio...

VITO: (Sale de la habitación. Tiene la mano izquierda en cabestrillo y viste el traje verde olivo de la campaña del Chaco. El sombrero en la mano sana; los cabellos despeinados) ¡Pero son charlatana la mujere! No se puede ni dormir de utede.

ROSA: ¡E’ana, Vito! Ya é la once. Parece que no so sortado mbae. (Vuelve a moler)

VITO: (Sin hacerle caso, va hasta Ña Cande, que ha vuelto a su quehacer. Como puede junta las manos para pedir la bendición.) La endicion, Machu.

ÑA CANDE: (Haciendo un pausado y grande signo de la Cruz en el aire) Dio te dé su Gracia, che memby.

VITO: (Lo mismo, a Ña Natí) La endicion, mama.

ÑA NATI: (Con el signo) Padre, Hijo, Espíritu Santo. A ver pa tu brazo, si ya no supura má pa.

VITO: (Esquivando la curiosidad materna) Ya etá bien. Ya se etá curando.

ÑA NATI: Y eso que andá tomando otra vez; eta remardugada, llegate en su ser... ¿Y por qué ico che memby?

VITO: Na-umbré na, mamá. Ya va a loar otra ve. Y depués queré que no voy por ahí con lo amigo.

ÑA NATI: Pero vo etá herido, Vitó; vo hay que curarse primero. Despué hay tiempo para todo.

VITO: (Realista) ¡JHE! Pero ante de ener tiempo para nada, ya viene Yaguá Peró con la comisión y te tira otra ve en liña de juego... Mejor nomá así: farrear un poco mientra se va curando. Si tardá má en curarse, también se farrea un poco má. Y depué, a gatillar otra ve hata que Dio dice basta... Si no me dice a mí má primero.

ÑA NATI: (Espantando un fantasma) ¡Jesú, nde mitá!
VITO: ¡Y a tanto ya hay que le dice! ¡Vo no sabe lo que e aquello, mamita! De barde nomá se dice que to bolí e arruinado... Mirá nomá Juan Gil, Eliseo, Nicomedes, Colá y tanto otro de por aquá... Ello ya no te vas a volver para decir esa macana que cuenta lo emboscado se hace el guapo jharupi... ¡Y despué vo no queré que farree... !

ÑA NATI: No é co que no quiero, Vitó; pero cuando vo tomá mucho, te supura y despué te duele.

ROSA: (Sin dejar de moler) ¡De barde le habla a Vitó, mamá! Si a Casiana no le hace caso, a vo meno.

VITO: (Volviendo hacia la hermana) Y a vo, quién te pregunta, entrometida.

ROSA: ¿Y acaso ella también no te dice...?

VITO: (De pocas pulgas) ¡Qué me dice!

ROSA: (Suspendiendo su tarea) Y de la caña... de la tranochada... Probecita angá ella, quebranto manté lo que me cuenta.

VITO: ¡Claro py! Ella tamién me quiere liar por su pollera como vo, como mamá, como Machu... Pero a mí no me lía nadies. Yo no sabe si mañana no me jundo por el Chaco, así que mientra tanto, ¡cancha libre! Y decile a Casiana que vo no é su procurador: que si yo no me compromete por ella, de barde nomá anda loando por ahí.

ROSA: "Por ahí”, ¿si me dice a mí?

VITO: ¿Y quién pico vo? Ma mejor y atendé tu cartón, que ya no ha de fartar el que te anda calientando to cabeza a vo tamién. No ha de ser de barde que me hacé la liga por Casiana, y a ella por mí, y meta y ponga, jha reyú jha rejho. Uteden, la mujere, así su porte; cuando e cada una la que anda acá cuchú, entonces catú entre toda se guainea para liarle al prójimo...

ROSA: Ja, ja, ja, me río por tu sabio, che caraí. Si yo te dice, é porque me anda atrá nomá. Y yo catu, che predonamita manté, pero todavía no hay el que me calienta la cabeza ni nada. Ni no me apuro, avé; total, cuando se acaba la guerra, el que me toca, a lo mejor me dura má. Mientra tanto, mardina de guerra y apena.

VITO: Aicuaá, mardina. Ahora é así; mardina jherupí noma se arregla todo.

ROSA: (Picada) Pero, mamita, acá Vitó me etá tentando.

ÑA NATI: (Que durante este dialogo, habrá entrado en la cocina, saliendo de nuevo) ¡Jhé, Vitó! Parece criatura, mbaé. Vení desayuna y dejale a tu hermana que trabaje.

VITO: (Girando hacia la cocina) Eso e má mejor.

ÑA NATI: Ahorita ha de venir André, y todavía la comida ni noticia. Apurate que Rosa.

ROSA: (Removiendo con la mano el maíz en el mortero y moliendo con energía) ¡E-ana, y cómo picó má!

VITO: (A Ña Cande, de paso) ¿Que tal pa, Machu, la cigarro ye lía?

ÑA CANDE: (Sin oír). ¿Jhé?

VITO: (Desde la entrada a la cocina) ¿Qué tal pa tu trabajo?

ÑA CANDE: Puro reniego, che memby. Con tabaco feo, no sale ni pito carga.

(Vitó desaparece en la cocina, con Ña Natí. Rosa, que ha terminado de moler, va a la mesa y trae una fuente en la que carga todo el maíz molido y la lleva otra vez a su sitio.)

ROSA: (Sacudiéndose la harina de las mangas) Ya etá mamita.

ÑA NATI: (Saliendo de la cocina) Güeno. Sacá ahora el cardo para hacé el borí. (Va hacia la mesa, a terminar de colar el maíz. Rosa entra en la cocina.)

(Aparece Andrés por detrás de la casa, sucio de chacra, sudado, con una
azada al hombro y un machete colgando de la mano, que sostiene el mango de la azada. En la otra mano, una cantarilla, con sus dos picos tapados con marlos de maíz, o con ranas de yuyos.)

ANDRES: Ayú ma.

ÑA NATI: Ya etaba penando por vo, André. Muy callente ya.

ANDRES: (Bajando la cantarilla cerca del cántaro) Terminé de carpir el argodón. Si no viene langosta, ya no da trabajo hata la cosecha. (Deja el machete contra la pared del rancho, en el comedor.) Farta un poco de llovida. (Lleva la azada a colgarla en la rama del árbol, a la izquierda, en lugar invisible para el público pero comprensible por sus movimientos.)

ÑA NATI: (Terminando de colar el maíz sobre el lienzo) ¿Y el ysaú?

ANDRES: (Volviendo hacia el centro de la escena) ¡Porquería de hormiga! Tocó un poco la mandioca pero soncera. Le voy a meter fuego en la mina, ante de que se cebe. A lo mejor le acobardo. (Estira una silla y se sienta bajo la enramada. Pone el sombrero pirí en el suelo, y dentro de él, la mascada que se saca de la boca con la mano. Después se desata las bocas piernas del pantalón, que las tenia sujetas un poco más arriba de los tobillos con hojas de coco. Se encuentra algunas espinas en la ropa y se las saca pacientemente.) ¿Y vo, mamá, para que trabajá tanto?

ÑA CANDE: (Sin oír) ¿Jhe?

ANDRES: (Alto) Trabaja demasiado mucho.

ÑA CANDE: ¡Oh! pero si etoy silencio. No é vida el tecoreí.

ANDRES: Pero vo ya trabajate en su tiempo.

ÑA CANDE: Ahora también é mi tiempo. Siempre é mi tiempo, mientras no se muere. Depué, quién sabe...

ÑA NATI: (Al pasar hacia la cocina, llevando el lienzo con la harina de maíz) ¿Tené pa hambre, che caraí?

ANDRES: Y hambre nunca farta. Pero no hay apuro.

ÑA NATI: Hoy te hago borí con cardo arró. A vo te gusta. (Entra en la cocina.)

ÑA CANDE: (Después de una breve pausa, a Andrés) Y no te manda el comisario su promesa.

ANDRES: (Que ha terminado de sacarse las espinas.) Siguramente no puede no ma todavía. Lo prisionero hay que darle primero a lo rico, a lo poguazú, para arreglarle su quinta. Después ha de alcarzá para nosotro, lo capuerero. Meno mal que hay mucho.

ÑA CANDE: Pero mientra tanto, lo mimo que no hay.

ANDRES: (Confiado) Oh, ha de cumplir el comí. El sabe qué clase trabajador pa yo e. Me dijo luego, si no é jueve, el vierne.

ÑA CANDE: Pero hoy ya é sábado.

ANDRES: A lo mejor hoy, etonces.

ÑA CANDE: Ojalá che memby. Me quebranta to faena. Demasiado mucho para vo solo.

ANDRES: (Yendo al cántaro para beber, mientras toma una vasija de barro.) Y hace falta que sea mucho. Hay la guerra. (Bebe y vuelve a dejar la vasija en su sitio.)

VITO: (Sale de la cocina, limpiándose la boca con el dorso de la mano sana.) ¿Güen día pa taitá?

ANDRES: Güen, che ray. Ya to despiertaste.

VITO: ¡Hace rato! La endición.

ANDRES: (Con el signo) Dio te de su gracia. (Sale Rosa de la cocina con un jarro grande en la mano, y avanza hacia el cántaro.)

VITO: Neypy, Rosa, siga la tereré.

ROSA: (Mientras saca el jarro de agua...) E-ana. Etoy oeupada nicó.

VITO: Mbaé ocupada catu pico. Tráeme sí, chaque ahorita mamá ya va a tocar para el rancho.
ROSA: ¡lsh...!

ANDRES: (Conciliador) Tráele, Rosa. El etá herido y hay que hacerle mante su gusto.

ROSA: (Yéndose con el jarro de agua) E mandón y no é ni cabo.

VITO: ¡A la pucha, la mujeres! Cuando vorvamos todo del Chaco va a ser el asunto. Nosotro, retobado despué de tanta pórvora; y ella cuera catu, retobado depué de tanto rienda larga. ¡Nda soncerai!

ANDRES: No ha de ser así, che ray. Mirale a mamá. Nadie no le oye, y ella é residenta, de eso que dede Piribebuy metió juego hasta el úrtimo. ¿Y ni se acuerda pa de lo que ella hace? Del viejo mante. Cuando habla del viejo, lo mimo que Dio. Ya valé, co jhina, cuña paraguay, che ray. (Reaparece Rosa con el tereré. Jarro y bombilla de lata. También de lata la vasija para el agua.)

ROSA: ¿Adónde pa vas a tomar?.

VITO: Trae aquí. (Estira una silla y se sienta al centro de la ramada.) ¿Le pusiste pá raé rimedio fresco? (Don Andrés estira otra silla y también se sienta.)

ROSA: Zarzaparrilla. (Ceba el primer mate.)

VITO: ¿Y kokú, no hay?

ROSA: (Alcanzándole el jarro cebado) Tiene que ir a la isla para eso. Y ahora está muy callente ya.

VITO: (Mientras toma.) Pero so paranada. (Gesto indiferente de Rosa)

ANDRES: Yo manté como ante; mate solo.

ROSA: Y bien calliente avé. Yo sabe eso. Si no te ceba por la bombilla, siempre me dice que etá frío. (Recite el jarro de Vitó y vuelve a cebar)

VITO: (Con el segundo mate) El tereré é refrecante.

ANDRES: Y haraganeante. Cuanti má tereré se toma, meno se trabaja. (Por la carretera, de derecha a izquierda avanza Cancio. Al llegar a la altura de la tranquera, mira hacia la casa de Vito.)

CANCIO: ¿Mbaé pico, mitá Vito? (Se detiene.)

VITO: (Volviendo el torso y la cabeza sin levantarse para ver quien le habla.) ¿E, mbaé pico particú? Eiqué, py. Entrá nomá che. (Se levanta.)

ANDRES: (Levantándose tanbién) Adelante, Cancio.

CANCIO: (Que es un mutilado de la guerra, desde la tranquera, apoyando su único brazo en la tranca más alta.) De paso ité nomaco jhina, don André. Ya quiere llegar demasiado en mi casa.

VITO: ¡Mbaé pico la apuro! Oyapura vaecué, omanombá Boquerón pe. Entrá sí, que sea un rato mí. Aquí tengo terere pojhá ro-y-sá.

CANCIO: (Decidiéndose) Y bueno, mbaé. (Pasa entre los palos de la tranquera.)

VITO: (Con una simple exclamación) Qué Cancio, chá.

CANCIO: (Avanza hacia la enramada, mientras saluda a Ña Cande, quien ni lo ve ni lo oye.) Buen día, Ña Cande...

ROSA: No te oye angá.

(Llega Cancio bajo la enramada. Ha perdido el brazo derecho en la guerra y ya está de baja; pero no está amargado, ni hace de eso una tragedia. Es un hijo de la tierra. Viste pantalón de brin fantasía oscuro, sombrero de paño, camisa sin cuello, toda abotonada y pañuelo negro. La manga vacía, flotando al aire.)

VITO: (Con un paso a su encuentro) Mbaéico, mitá. (Le tiende la mano.)

CANCIO: Che rechá pama jheí oguapy vaíva. (Recibe efusivamente con la izquierda, la mano tendida de Vito.) ¿Qué tal pa, Don André?

ANDRES: Siempre.

CANCIO: (Por la zurda, que le tiende) Che maleducado mitá manté, caraí. Con la izquierda, solamente.

ANDRES: Con orgullo. Cancio: con mucho orgullo. Cuando é así lo que falta é porque hay lo que sobra.

CANCIO: (Pasando por alto el homenaje) ¿Jha nde pa mbaéicha, Rosa porá?

ROSA: (Gentil) Nde rechavo. Cancio.

CANCIO: Jha otro re mboyeroviávo.

ROSA: (Con un gesto característico) ¡Argel...!

VITO: Ya tereréta, ayé. Cancio. Eguapy, na.

CANCIO: (Moviendo la silla para sentarse) Un poquito-mi, entonce, para no perder. (Se sientan los tres. Rosa sigue parada.)

ROSA: (Pasando a Cancio el tereré) Vitó recién empezaba.

(A partir de aquí hasta el fin de la escena, sin nueva indicación Rosa cebará el tereré como se debe cebar. poquito y pausado, para no "aguachar".)

ANDRES: Jha riré mitá Cancio. No salí ma por esto lado.

CANCIO: Jhee... Ando por el fondo, ensayando mi mano. Machete y arado ya maneja bien y hacha y azada catú Micaela me yuda. Mientras tanto to mitaí va creciendo.

ROSA: ¿Do pa co ya hay?

CANCIO: (Asintiendo) Un casal... y armando. Esa é mi guerra ahora.

VITO: Y como en el Chaco, parece; la pelea chica no te gusta.

CANCIO: Y para eso jue el trato. (Todos ríen.)

ANDRES: ¿Y en tu trabajo?

CANCIO: Enriendando. Como se puede mante. Pero no me queja; este año tengo esperanza.

ANDRES: (Muy interesado) ¿Te sale bien el argodón?

CANCIO: Como nunca. Me parece, don Andrés. E la primero que planté desde que salí del Hospital.

ANDRES: E-á, nde...

CANCIO: Micaela me iba haciendo los pozo, y yo en su atrá con la semilla.

ROSA: E guapa luego ella.

CANCIO: ¡E posible! Como ella que arreja, quien sabe pa si hay do. Y ahora ya sobre el viento ma, porque siquiera epantar las gallinas, yo marcho otra vez; desde ma ante, Cuando ando por el frente y ella se queda con un mitaí cambú y otro por el camino, entonce, sí que ni contar no se puede... y cuando yo güerve po un lao, acaso pa ni mira lo que ha farta. "A ver pa si sirva pa tu sistente'", me dice, y la primero, cuando lo dotor me larga del hopital, ella mimo se va con el carro para traerme de la Asunción. A vece yo tiene vergüenza de ella por mi ruinado.

VITO: Pero, so antojero, ma, Cancio. Como picó vo va a decir que so arruinado; no hay que no sabe tu rapycuere por el Chaco, y hasta en lo compuesto te pone ma to mitá. Siguramente vo solito, un kilo rasá tu contribución para la historia.

CANCIO: Pero eso co ya pasa, Vitó. Y si como yo é ahora, otroitema la corneta. Ar comienzo me parecía que no me iba a salirme nada. ¡Para má azú! Una byreza, pero yo manté sabe cómo pa tenía miedo.

VITO: ¿Miedo, vo? Pero no py, cha migo, no me haga sonrisar.
CANCIO: No diga, Vitó. La inutilidad co le asusta a cualquiera. E má peor que la muerte. No estamos acostumbrado a ser nuestro propio yevalejhá.

ANDRES: Cierto, Cancio. Pero de vo etá lejos la inutilidad. Yo repara siempre por vo, dede chiquito, y me gusta tu porte. Depué, cuando sabimo de tu heroico, yo le dije a Natí: "no ha de fallar mitá Cancio".

CANCIO: Y té falle; don André. No arcancé hasta Parapití.

ANDRES: Pero que esperanza, che ray. No é sólo la guerra. Aquí también hay tu heroico, cuando te dobla sobre tu argodón, con ese brazo un lado que te queda, vale lo mismo que Nanawa, y a lo mejor vale más; porque aquello queremo que se acaba y esto catú tiene que seguir cada ve má; en esto tenemos que ponerno todo, lo viejo y los jóvene; no importa si entero o mutilado pa... Y hay que aprender: lo que allá etamos arreglando junto, con el cañón, aquí después, tenemo que arreglar junto tamién, con el arado, así solaente, é la paz.

CANCIO: Me alegro tu palabra, don Andrés. Yo e ignorante, pero ignorante jharupi, carcula lo mismo cuando mi argodón ya etaba plantado y todavía no nace, andaba todo el día mirando si no brota pa: y cuando brota, era como si me brota el brazo.. Se fue el miedo. Ahora sabe que éta mi mano puede, como ante lo do, para mandarle a la tierra que haga planta de la semilla... Y aquí adentro (se toca el pecho) siente el mismo callente que cuando hay la orden para atacar. Y voy a atacar hasta el úrtimo cartucho sobre mi capuera, don Andrés; por Dio Santo le juro, de barte no ma la baja; aquí también se combate.

VITO: (Celebrando) ¡Jhó, mitá Cancio de añá cuí!

CANCIO: (Sencillamente) Y así manté la vida.

ANDRES: Así mante. Y no hay que no tiene lado cuando uno es bien cristiano.

CANCIO: A Dio gracia, que sea eso no me falta. (A Rosa, por el tereré que le alcanza) Yo ya suficiente ya, Rosa. Micaela me ha de estar esperando también para tomar y no sirve que me llena.

ROSA: Pero muy poco ni co Cancio.

ÑA NATI: (Que ha salido para recoger un cuchillo de cocina de sobre la mesa) ¿Eh, Cancio pico é?

CANCIO: Sí, Ña Natí. ¿Cómo pa anda? (Se levanta.)

NA NATI: (Deteniéndose un momento) Y bien nomá, Cancio. ¿Y su gente?

CANCIO: Todo levantado, Ña Natí.

ÑA NATI: Mejor así. Recuerdo etaite manté chupecuera.

CANCIO: Gracias. (Ña Natí vuelve a entrar en 1a cocina.) Y bueno...
VITO: ¿Mbaé, rejhótama pico?

CANCIO: Jhee... Etamo muy contento yepe nicó, pero ya quiere llegar a mi paguiche. Salí reamardugada y toda la mañana ando trajinando por el pueblo, hasta que encuentro el que me adelanta por mi cochesa, para comprar para mi fundamento nuevo.

ANDRES: Che gustá, ch' amigo. Pero no te vaya que na a perder ma tanto tiempo. Esé mimí que na esto lao para que hablamo.

CANCIO: He de venir, don Andrés... Muchas gracias manté, Rosa, por tu tereré.

ROSA: De nada, che caraí. Muy soncera.

VITO: Vamo mba'é, Cancio; yo te acompaño. (A don Andrés) Me voy a llegar un poco hasta lo de don Ojeda, para ver si qué noticia pa hay en lo diario que trajo del Asunción.

ROSA: Vení que na enseguida, para armolzar.

CANCIO: (Despidiéndose) Che rory eté rojhechavo nde resái don Andrés.

ANDRES: Che ave, lo mismo. Nde orden pe.

CANCIO: Gracias. Adió mante, Rosa.

ROSA: Adió. Recuerdo.

CANCIO: Gracia.

(Por la tranquera salen conversando animadamente, Vito y Cancio. Se encaminan por la carretera, hacia la izquierda. Andrés lo mira alejarse, y se abstrae a quien sabe que pensamiento.)

ROSA: Te digo si no querés pa nada.

ANDRES: (Recobrándose) Dejame esa tu lata. (Rosa le pasa la que tiene en 1a mano y se aleja para la cocina.)

ROSA: (A Ña Cande) Pero entra na de ahí, Machú. Ya etá muy callente nico.

(Entrando, Don Andrés toma el machete que dejo en el corredor y con lata de agua va a la piedra de amolar, que esta al pie del árbol del primer término, a la derecha. Allí se arrodilla en el suelo, moja la piedra y empieza a afilar el machete.)

ÑA CANDE: ¿Jhe?

ROSA: (Alto) Ya está muy callente aquí afuera. No queré pa entrar. Te ayudo. (Ña Cande se levanta dificultosamente, apoyándose en la silla. Rosa envuelve el tabaco y los cigarros en la lona en que estaban. Aparta la silleta del paso, mueve las sillas de lugar y entra con la abuela en la cocina. Don Andrés sigue con su trabajo, tanteando una y otra vez el filo de la hoja y mojando la piedra antes de cada pasada. Pausa. Por la carretera, viniendo desde la derecha, aparecen Pascual, cabo de policía, y Bolí; un prisionero boliviano. El cabo tendrá aproximadamente cincuenta años y evidentemente, pertenece al servicio de reserva de la Guardia Nacional; vale decir que no es un emboscado. El prisionero no tiene aun 25 años y lleva puesto el uniforme caqui del ejercito de su patria, gorra del mismo color y en los pies, ojotas.)

PASCUAL: (Desde la tranquera) Güen día...

ANDRES: Güen día. (Reconociéndolo) Eehh, ¿nde pico, Pascual? (Se levanta.)

PASCUAL: Che, don Andrés.

ANDRES: Adelante, pue. (Se mueve hacia el centro de la escena.)

PASCUAL: (A Bolí) Siga, adelante.(El prisionero pasa la tranquera entre medio de las trancas puestas, después hace lo mismo Pascual.)

ANDRES: No é pa co mi promesa mbaé tu acompañante. (Deja el machete contra la pared del comedor.)

PASCUAL: La mismo. (Se adelanta a pasar la mano a don Andrés.) ¿Cómo pa le anda, caraí? (El prisionero queda un poco retrasado bajo la enramada.)

ANDRES: Má o meno como siempre, Pascual; guerreando.

PASCUAL: Y etá bien, entonces. (Por el prisionero) Aquí te manda mi comisario tu pedido. Dice que uno manté, porque el dotor Gonzále le llevo a todo lo que andaba sin changa, para hacer su casa nueva, en el propiedad que le saco por prescripción a don Lacú.

ANDRES: Pero pe doctor González.

PASCUAL: Y qué le vamo a hacer. El é diputado, el puede.

ANDRES: (Con un vago descontento) El puede... ¡mucho puede! Tiene dos hijos emboscado, uno en la junta de aprovisionamiento y otro ndayé inato. El probe don Lacú, uno solo y se murió en Toledo. Su condecoración-cue mande le queda...

PASCUAL: Pero el doctor Gonzále prestó una su casa en el pueblo para hospital de sangre...

ANDRES: Y la sangre presta otro. Carcula bien luego él, para eso é dotor.

PASCUAL: Lo que é el etudio, ¿ayé, don Andrés? Pero mejor dejamo; sino é nosotros que vamo a arreglar, conformidad, manté. (Transición) Che, Bolí...

BOLI: (Avanzando) Ordene usted, mi sargentito.

PASCUAL: Ete é para tu patrón.

BOLI: Como usted mande mi sargentito...

PASCUAL: Y ya sabe la orden. Ete señor ahora es como tu comandante. Y usted, avé, Don Andrés, si no obedece, le parteará no má, para arreglarle su caracha.

BOLI: No, mi sargentito; no hará falta. Yo sé que hay que trabajar.

ANDRES: No vas a hacer nada que yo no hago; y vo é joven.

BOLI: Como me mande, señor. No me asusta el trabajo.

ANDRES: Mejor así. (Llamando) ¡Natí...!

ÑA NATI: (Adentro) Ajhama...

ANDRES: (Al prisionero) Que te vea un poco la señora, a ver si le gusta pa.

ÑA NATI: (Saliendo de la cocina) Que hay, Andrés. (Viendo al cabo) ¡Eh! Buen día, Pascual...

PASCUAL: Buen día, Ña Natí.

ANDRES: Aquí está el que esperábamo.

BOLI: Para servir a usted, señora.

ÑA NATI: ¡Al fin pa se cumplió! Casi no creo más que caraí comí se acordaba de nosotros. (Observando al prisionero) Y a lo mejor co vale mbaé. (Otra vez al cabo) La falta que ya le hace al pobre André. Agataitema ya puede, él solo con su capuera.

PASCUAL: Don André e guapo, Ña Natí. Y si le hace farta. aquí ya está. Tiene que mandarle nomá, ¿aye Bolí?

BOLI: Sí, mi sargentito. No tiene más que mandar.

PASCUAL: Y güeno entonces, ahí le dejo, don Andrés...

ÑA NATI: (Al cabo) ¡No queré armorzá con nosotro?

PASCUAL: A estimaité ndeve, Ña Natí.. Pero tiene que llegar a la Comisaria y el sol ya eta imposible.

ÑA NATI: Hay borí.

PASCUAL: Mucha gracia. Otro día mante.

ANDRES: ¿Cuanto pa te debo, Pascual?

PASCUAL: Pero que esperanza, don Andrés. Yo ahora e autoridad y hace mi obligación noma.
ANDRES: Etá bien. Dio se lo pague etaité manté entonce. Vamos Pascual, te voy a abrir la tranquera.

PASCUAL: Hasta luego mante, Ña Natí.

ÑA NATI: Hasta luego. Pascual. Recuerdo etaité manté nde sype.

PASCUAL: Se le haré presente. (Al prisionero) Y vo ya sabé, che Bolí ¿Jhe? Cuida tu suerte.

BOLI: Si, mi sargentito.

(Pascual inicia mutis acompañado de don Andrés. Este abre la tranquera y queda todavía conversando unos instantes con el.)

ÑA NATI: Deja por ahí tu burto. (El prisionero, obediente, va a dejar su atado de pobres cosas en el suelo.) No, bolí, no, en er suelo, no. Pone sobre la silla. Ahí má mejor. Despué André te va a enseña para tu lugar. Hay un garpón ahí atrás. Tené que arreglar un poco nomas.

BOLI: Si, señora, gracias. Yo en cualquier parte estoy bien. (Deja su atado sobre la silla.)

ÑA NATI: (Comenzando a interesarse por lo que pueda saber hacer el prisionero) ¿Sabe pa escrebir?

BOLI Si, señora, escribo. No muy bien, pero puede entenderse. ¿Tiene algo que mandarme?

ÑA NATI: Ahora, no. Depué noma, cuando Vitó se va otra ve en el frente. Rosa no quiere poner lo que yo le dice, y me hace renegar de barde. Yo conoce lo que Vitó quiere saber cuando etá por allá. Aquí no má é ahora un poco a la bilonga. Ha de ser por la guerra. Yo digo; carcula que tiene que irse otra ve. Pero cuando etá allá me escribe si tiene pa cría la chancha, si cuánto pa, si hay pa la gallina clueca, si la overá pa no etá tan flaca, y todo eso sonceraje, que aquí nadie se recuerda. A Rosa le picha escribir así; pero a mí etonce me parece que el muchacho anda por ahí noma, que etá jugando coreco conmigo...

BOLI: Le comprendo, señora. Vitó su hijo y Rosa su hija.

ÑA NATI: Sí, lo do. Rosa é la menora de Vitó.

ANDRES: (Que por fin se ha despedido de Pascual.) Y güeno, Bolí, a ver si nos entendemos.

BOLI: No habrá dificultad, señor. Yo estoy acostumbrado a obedecer.

ANDRES: No, Bolí; no. Eso no tiene que ser costumbre. Tiene que ser concencia. Si te manda bien, vo te jundís por la orden. Y si no, hay que decir, ¡que carambo!

BOLI: No siempre se puede, señor.

ÑA NATI: Parece que tiene má juicio que vo, André. (Entra en la habitación.)
ANDRES: Juicio cue ma los probe andamo tan ramaleado. Vo tamién é probe en tu valle, ¿aye Bolí?

BOLI: Sí, señor, soy pobre. Pero allá también hay ricos, muy ricos.

ANDRES: ¿Estancias?

BOLI: Estaño.

ANDRES: (Sin comprender mucho) ¡Ah...! (Firme en sus trece) Pero é lo mismo.

BOLI: Sí, señor, es lo mismo.

ANDRES: Y... ¿entendé de capueras? ¿Azada... machete... todo eso...?

BOLI: No, señor.

ANDRES: ¡Ich...!

BOLI Soy minero.

ANDRES: ¡E-a, nde...! ¿Allá también hay yerbal, etonce?

BOLI: No, señor. Minero de minas. Adentro de la tierra. De donde se saca el estaño.

ANDRES: Ah, ¿pico?

BOLI: Trabajo duro.

(Ña Natí sale de la habitación, con una fuente y platos. Pobre vajilla de enlozados viejos y desconchados.)

ANDRES: ¡Carambo...!

ROSA: (Saliendo de la cocina) Me parece que ya eta el borí, mamita. (Al ver al prisionero se detiene.)

BOLI: (Con humilde cortesía) Buen día, señorita.

ROSA: (Apenas) Güen...

NA NATI: Es el Bolí que le manda el caraí comí a tu papa, para su ayudo.

ROSA: (Acercándose) Por fin, pa. (Ña Natí sigue por el corredor y entra en la cocina. Rosa mi a curiosamente al prisionero.)

ANDRES: Pero no entiende de capuera.
BOLI: Con usted voy a aprender, señor. (A Rosa) Su señor padre sabe decir las cosas, señorita. Me gusta oírle.

ROSA: No hay luego coma mi papá. ¿Vo tené papá?

BOLI: No, señorita, mi madrecita solamente.

ROSA: ¿Y familia?

BOLI: Solo mi madrecita. Rompiendo piedras bajo la tierra, no siempre hay tiempo para pensar más.

ANDRES: Dice que es minero. Fradica etaño.

BOLI: No, señor, no lo fabrico, saco el mineral nada más.

ANDRES: Pero é lo mismo. Vo sudabas y otro junta la plata. Minero é minero, no importa si yerba pa o etaño, o sea lo que fuere... la cuetión é que trabaja y no tené nada.

ROSA: E-ana, taitá... ¿Dónde pico vo sabé?

BOLI: Dice bien su papa, señorita. No tengo nada... Es decir, sí, tengo mi madrecita, allá lejos, apenas se imaginará dónde estoy, pero sabe que estoy vivo... y que soy joven. Yo, en cambio, sé muy bien dónde está... pero es tan pobre y tan viejecita...

ROSA: Probecita, angá...

ANDRES: ¡La guerra...!

BOLI: Así es, la guerra.

ÑA NATI: (Desde la cocina) Rosa, decile a tu papá que te ayuda para llevar la mesa abajo de la enramada. Y saca todo de encima, que ya voy a servir.

ROSA: Güeno. Ayudame taitá.

BOLI: (A don Andrés) Por favor, déjeme a mí, la ayudo yo.

ANDRES: (Cediendo) Y empezá, pue, entonce, así hoy ya no comé debarde. (Don Andrés recoge su sombrero del suelo, toma la mascada que dejó en él, y la deposita cuidadosamente entre unos gajos de la enramada; luego entra en la habitación. Entretanto; Rosa y el prisionero acercan la mesa bajo la sombra.)

ROSA: Aquí ya etá bien.

BOLE Sí, señorita. (Bajan la mesa. El prisionero se queda mirándola. Ella empieza a recoger las pocas cosas que quedaron sobre la mesa: el cedazo, algún plato, una lata pequeña y un trapo.)

ROSA: Sentate, Bolí. Enseguida ya vamos a armorzar.
BOLI: Colque, es mi apellido, señorita.

ROSA: ¿Cómo pa co?

BOLI: Colque, señorita José Colque. Mi nombre completo.

ROSA: Mejor, Bolí. Má fácil. (Se va a la cocina, llevando las cosas.)

BOLI: (Suspira para sí mismo) Bolí, entonces, hasta que se acabe la guerra. Después seré otra vez Colque, José Colque. (Recoge su atado de la silla, donde lo dejo y lo deposita en el corredor junto a la pared. Simultáneamente, Vitó traspone la tranquera, de regreso. Llega a la enramada y se encuentra con el prisionero.)

VITO: ¡Eh...! ¿Y vo?

BOLI: Buen día mi sargentito.

VITO: ¿Qué hace vo, aquí?

BOLI: Soy el prisionero que pidieron, mi sargentito.

VITO: E-á, nde... ¿Y sabe hacer que sea alguna cosa?

BOLI: Me defiendo, mi sargentito.

VITO: Como en el Chaco, entonces.

BOLI: Sí, mi sargentito, pero allá es más difícil.

VITO: (Suficiente) ¿Vo sabé eso, ayé?

BOLI: (Sin intención) ¿Y usted, no?

VITO: Cuidado, Bolí, no vaya a decir macana.

BOLI: (Sumiso) Nada, mi sargentito, no dije nada.

(Reaparece Rosa, trayendo de la cocina el primer plato lleno de humeante comida. Avanza cuidadosamente para no tropezar.)

ROSA: (Al hermano) ¿Ya vinite?

VITO: Así parece.

ROSA: (Dejando el plato sobre la mesa) Mamá, Vitó también ya viene.

VITO: Y tiene hambre, decile. (Rosa vuelve a la cocina. Vitó reanuda su plática con el prisionero.) Así que vo é el ayudo de mi apá.

BOLI: Así es, mi sargentito.
VITO: Para vo ya se acabó la guerra.

BOLI: ¿Cómo dice?

VITO: Y el Chaco. Vo ya no to va má, py.

BOLI: Soy prisionero, mi sargentito.

VITO: Y sí py, esa é la que hay. Prisionero jhagüére, para vo todo é viento fresco. Y en de mientra catú, para nosotro cuera, los pila apúrope que terejho yey fréntepe, aunque mucho ya tenemo como el sucrito, vintiocho mese de romper espoleta y má de un aujero.

BOLI: ¿Me permite, mi sargentito?

VITO: E-á, déale nomás, que yo se que a ustede lo bolí, hay que dejarle cancha para la conversa, pero no vaya a decir macana.

BOLI: No es por contradecirlo, mi sargentito, ¿pero qué pensaría usted si las cosas fueran al reves?

VITO: ¿Que pa co?

BOLI: Sí, mi sargentito, si usted fuera el prisionero. (Reaparece Rosa con otro plato. El mismo juego.)

VITO: ¿Pero qué esperanza...? Saca de tu cabeza...

BOLI: Podría ser, mi sargentito.

VITO: Jamá de la vida.

BOLL Ya he visto a muchos, mi sargentito, y sé que han peleado como valientes, hasta el último momento, prefiriendo morir. Pero no murieron. No siempre se muere cuando se quiere... ¿Qué pensaría del viento fresco que dice usted, si usted fuera el prisionero...? En mi país también es hermoso el paisaje... Montañas, selvas, lagos colgados del cielo... A usted le gustaría...

VITO: Vo etá delirando, che Bolí, y eso é feo en tiempo de guerra.

BOLL: No, mi sargentito, le estoy preguntando, ¿preferiría estar en mi pellejo? Así ya no habría guerra para usted.

VITO: Dejate de cálculo, Bolí, y agradece tu suerte. (Vuelve Rosa con el tercer plato.)

BOLI: La suya, sargento. Usted vuelve al Chaco. Puede seguir peleando.

VITO: Eeh, ¿y a vo no te contrea eso?

BOLI: Estamos en guerra, mi sargentito. Y mientras dure, quien mas puede pelear es el que tiene mejor suerte.

VITO: Vo piensa así.

BOLL Así pienso, mi sargentito. Usted tiene mejor suerte que yo; puede seguir peleando.

VITO: (Halagado por la idea) Pero qué bien, che. Me ganate: de esta güerta me ganate, y me gusta avé. Parece que so formidable. Chocá lo cinco por tu dicho. (Le tiende la mano, apreton fuerte.)

(Rosa trae el cuarto plato y Ña Natí, que aparece en su seguimiento, otro mas y la fuente con mandioca y los cubiertos)

ÑA NATI: André, ya etá el armuerzo. Y utedes, tamién.

VITO: Si, mamá.

BOLI: ¡Gracias, señora!

ANDRES: (Saliendo de la habitación) ¿Y mamá Cande?

ÑA NATI: Ella co, ya sabe su costumbre. En la olla manté.

VITO: Vamo a sentarno, Bolí, ahí seguimo.

BOLI: Gracias, mi sargentito.

VITO: Y no me diga má "mi sargentito". Yo é apena sordado. Desde Boquerón hata Picuiba, meta hierro sin afloje para el resuello... Pero siempre, sordado, sordado de barde, no má... Y sentate... (Se encuentran todos alrededor de la mesa y... telon.)
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De: TEATRO REUNIDO (Segunda Parte),
con Prólogo de JOSEFINA PLÁ
(Asunción: Ediciones Mediterraneo, 1987),
pp. 129-220.
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Fuente:
TEATRO PARAGUAYO DE AYER Y DE HOY TOMO I (A-G)
Autora: TERESA MENDEZ-FAITH
Intercontinental Editora,
Asunción-Paraguay – 612 páginas.
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