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sábado, 14 de agosto de 2010

TRACY K. LEWIS - LA PALABRA EN SU HÁBITAT: REFLEXIONES SOBRE LAS LETRAS EN PARAGUAY Y ESTADOS UNIDOS / Fuente: REVISTA DEL PEN CLUB. IV ÉPOCA – Nº 18.


LA PALABRA EN SU HÁBITAT:
REFLEXIONES SOBRE LAS LETRAS
EN PARAGUAY Y LOS ESTADOS UNIDOS
PONENCIA DE
TRACY K. LEWIS
(ENLACE A DATOS BIOGRÁFICOS Y OBRAS
EN LA GALERÍA DE LETRAS DEL
WWW.PORTALGUARANI.COM )
.
LA PALABRA EN SU HÁBITAT:
REFLEXIONES SOBRE LAS LETRAS EN PARAGUAY Y LOS ESTADOS UNIDOS

Cuando tuve el honor de servir de panelista en el simposio de 2009 en el Centro Paraguayo Japonés, el tema se me presentó con toda la amplitud de una tabula rasa: "la literatura paraguaya". Sin más estipulaciones, simplemente así, la literatura paraguaya: yo estaba libre para recorrer todo el vasto corpus de una tradición erróneamente vista como limitada. Pues vasta, sí, es la palabra correcta para la literatura paraguaya, vasta en sus inquietudes temáticas, vasta en su repertorio formal y en su doble riqueza de lenguas, y vasta en proporción inversa a la escasa atención que le presta el mundo.
Esta última vastedad me llevó a dejar atrás el registro de obras, autores, y movimientos que normalmente caracteriza las ponencias literarias, y a meditar sobre una cuestión más amplia: ¿qué significa la literatura para una sociedad? ¿Qué espacio ocupa y que peso ejerce dentro del organismo colectivo? ¿Y que podría aportar al tema uno como yo, hijo de otros lares, que para colmo salía recién del avión, sin afeitarse y prácticamente sin dormir?

Mi trasnochada alucinante en aquel avión el día antes del simposio me proporcionó, si no descanso, por lo menos las coordenadas mínimas de mi ponencia. Asaltado por los ronquidos del pasajero de al lado e indigestado por la pésima comida del avión, me di cuenta a los 10.000 metros de altura sobre la Amazonia brasileña de que aquel vuelo era un tránsito entre dos contextos artístico-literarios radicalmente distintos, dos ecologías distintas para la palabra escrita del hombre. Y yo, norteamericano apasionado del Paraguay, tenía el privilegio de mediar ese abismo.

Soy poeta, y como tal tengo experiencia vivencial en dicha diferencia, experiencia no solo en la recepción de mis textos en los dos milieux, sino también en el contenido de esos textos. La condición de mediador de culturas ocupa gran parte de mi temática poética. De ahí el poema siguiente, compuesto en Estados Unidos a comienzos de 2009 y publicado en el poemario reciente Desembocando en palabra: poesía en español, guaraní e inglés:

DESTIERRO INTERNO
.
a JUAN MANUEL MARCOS
.
Cómo es que aquí
donde preso no me llevan
ni el culo me pican
con palo vacuno
por dudar de próceres
o magnates, ni me
echan a vivir
de por-dios en vertederos
extranjeros por indigestión
de tanto descaro
disfrazado de patria,
me surge el exilio
como talante de mi ser;
a mí que llevo
gorra de beisbol
y canto el cuatro
de julio, cómo es
que me surge sentirme otro
frente al país
que amo, otro
frente al paisaje
que me pavimenta
a plazos, al agua
que me compra
a descuento, al aire
que me invierte
a cinco por ciento, al yo
que soy su inversión.

(Lewis 27)

JUAN MANUEL MARCOS, buen amigo al que está dedicado el poema, sufrió durante el estronato, como bien se sabe en el Paraguay, un destierro externo de casi ocho años por sus actividades de escritor y de activista opositor. Y es con esta experiencia, horrorosa por cierto, que el poema plantea el contraste del "destierro interno" vivido por muchos escritores norteamericanos, quienes por muy patriotas que sean, se ven enajenados de un ambiente nacional que desprestigia su afán artístico y convierte al ser humano a menudo en un mero recurso económico.

Nótese que tal estado de cosas es extremadamente sutil. Es la represión suave, y por eso tan difícil de combatir, implícitamente señalada en los escritos de Chomsky, represión que en vez de brutalizar a su víctima a punta de picana o a fuerza de expulsión, lo seduce con excesos materiales y con nociones baratas de pertenecer supuestamente a la mejor de las sociedades. Y el resultado para el escritor no es sólo la susodicha enajenación cultural y artística, sino la enajenación de sí mismo, de esa parte de su ser más integrada a su entorno nacional:

... me surge sentirme otro
frente al país
que amo, otro
frente... al yo
que soy su inversión.

Perdóneseme el egoísmo de citar mi propio poema, pero tratándose de cuestiones tan viscerales, resulta ser la vía más directa. Y entiéndase bien: aquí ni vilifico mis raíces norteamericanas ni idealice el ámbito paraguayo que tan generosamente me ha abrazado. Se trata de ser fiel al credo del poeta, decir la verdad tal y como se le presente al alma de uno, reconocer las verrugas del cuerpo colectivo, y ubicarlo todo íntegramente en el misterio del cosmos. Y cuesta... Pero el punto central de este ensayo es que cuesta distintamente, según el ambiente en que se escriba. El Dr. Marcos, como tantos otros escritores paraguayos y latinoamericanos, pago caro su integridad de escritor, no en guaraníes o dólares, sino en la moneda corriente de la angustia, de la ausencia, y de la rabia. Pero irónicamente, sus perseguidores le brindaban un homenaje perverso, la lisonja del terror. Lo exiliaron porque lo temían. Lo temían como escritor, como portador y creador de la Palabra. Como muchas veces se ha señalado, la América Latina ha sido un lugar que reconoce el poder transformador del escritor. Juan Bosch, Vargas Llosa, Sarmiento, Neruda, José Hernández, Nicolás Guillen, Roa Bastos: la legión es inmensa de los que han militado en toda la gama política a través de su producción y renombre literarios, llegando algunos incluso al poder ejecutivo de sus países. En contraste, el escritor norteamericano paga el precio sutil y corrosivo de lo que se llama en ingles benign neglect, de una "indiferencia benévola" que le concede status de artífice del lenguaje o de refunfuñador contra el orden establecido, pero que jamás le dada lo que rutinariamente se le da al abogado, al banquero, al capitán de comercios: la seriedad del poder. Nos enternece profundamente la famosa elegía de Whitman "O Captain, My Captain" ("Oh capitán, mi capitán"), entonada en la ocasión de la muerte de Lincoln, y nos conmueve que Robert Frost y Maya Angelou lean sus versos en una inauguración presidencial, pero que un Whitman, un Frost o una Angelou ocupe la silla presidencial, es casi impensable dentro del contexto norteamericano.

Mucho se ha hablado del maniqueísmo latinoamericano, de la tendencia a dividirlo todo tajantemente en dos a lo Sarmiento: civilizados y barbaros, buenos y malos, nosotros y los hijos de puta. Azules y rojos, pero azulgrana, jamás. Estados Unidos, sin embargo, tiene su propio maniqueísmo: el que divide al "pragmático" del "soñador", a expensas de este, claro está. Fue a tal dualidad, quizás, que aludió Frost cuando escribió su verso conocido "THE ROAD NOT TAKEN" ("EL CAMINO NO TOMADO") (1916):

Two roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth;

Then took the other, as just as fair...

Two roads diverged in a wood, and I
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference.

(Frost 51)

Divergían dos caminos en un bosque amarillo,
Y arrepentido de no poder correr los dos
Y un solo viajero ser, largo tiempo me paré
Y miré por uno hasta más no poder
Hacia donde en la maleza se desaparecía;
Y entonces el otro lo tomé, como igual de belleza...

Divergían dos caminos en un bosque, y yo
El menos recorrido lo tomé,
Y eso toda la diferencia ha sido.

El peculiar maniqueísmo norteamericano plantea una bifurcación continua de destinos, y un penoso elegir. Pero el acierto de Frost, en esta interpretación, es señalar que entre "pragmático" y "soñador," al escritor literario le toca sólo el segundo camino. Esa es la dicotomía falsa que se le impone en nuestro clima cultural, la idea de que la literatura es ensoñación por antonomasia, y por ende incapaz de prominencia en las decisiones directrices de la sociedad.

¿Y qué ocurre con el literato "de conciencia social", el que pretenda iluminar dicha sociedad? Dado que se le define automáticamente como "soñador," dado que nunca figurara directamente en los círculos dirigentes, sus opciones se reducen a dos: 1) integrarse a "las cosas como son" y distinguirse como elegante descriptor de ellas desde dentro, a lo F. Scott Fitzgerald, o 2) romper con el statu quo para combatirlo o alumbrarlo desde fuera, a lo Allen Ginsberg, Langston Hughes o Robinson Jeffers. Y la esperanza de estos guerreros de la Palabra es que algo de sus lucubraciones entre subliminalmente en la consciencia colectiva, algo se meta subrepticiamente por la puerta de atrás, ya que la puerta delantera, la de los que se sientan a la mesa y dirigen, está prohibida.

No se trata, obviamente, de una prohibición institucional codificada. No hay leyes ni políticas ni juntas siniestras que conspiren para marginar a los literatos. Me refiero, más bien, a algo más permeador y más difícil de definir: el peso de toda una historia y de toda una sociedad, el peso del aire. Por eso repito la palabra sutil. Es una prohibición que se ubica en la mentalidad misma del publico cuando contempla el arte, una especie de traslado síquico, de compartamentalización cerebral, de gueto-ización que dicta, "Esto es diversión, esto no me da de comer ni añade a mi solvencia. Esto no es de las cosas que importan".

La cuestión, pues, se destila a esto: ¿cómo definir "las cosas que importan"? ¿Cómo honrar la estética, la creación literaria, la sensibilidad artística, como contribuyentes iguales a la evolución social? He ofrecido aquí una crítica más o menos feroz de la ecología cultural norteamericana con respecto a estas preguntas. Y he intimado una valoración más positiva de la correspondiente ecología paraguaya y latinoamericana. Pero no se me tome, por simplista o ingenuo. Me doy cuenta, como he indicado antes, de las brutalidades sufridas en estos lados por el literato y el artista, brutalidades que, a decir la verdad, probablemente no ocurrirían en el medio norteamericano. Me doy cuenta de que el filistinismo, el desprecio a las antes, y la marginación de los intelectuales en general existen con creces en Latinoamérica. La diferencia es que esas posturas, a mi juicio, no se han plasmado en la psique colectiva como ethos, como aire que todos respiran, como teko. Todavía el poder teme al escritor creativo, todavía este puede aspirar a añadir su voz a la dirección humanitaria de la sociedad, todavía el público, cuando reclama justicia, ve al literato como su aliado natural. Todavía el arte y la literatura ocupan un espacio central en el paisaje cultural latinoamericano y paraguayo en particular.

La evidencia de este hecho se encuentra, como antes se implicó, en los nombres de escritores que militan en los movimientos socio-políticos. Pero más esclarecedor es que se encuentra en los pormenores menos esperados del devenir social, en las moléculas, digamos, de ese aire que se respira por las calles de la cultura. Se encuentra, por ejemplo, en la promoción de un nuevo programa de post-grado en letras como producente de un "egresado apto y comprometido con la realidad nacional", estrategia de mercadeo que jamás se usaría para un programa de letras estadounidense. Se encuentra en el hecho de que el gobierno paraguayo, a diferencia del estadounidense, si tiene, a nivel de gabinete, un Ministerio de Cultura. Se encuentra en la rica hibridez de las discusiones literarias que he presenciado, discusiones que jamás relegan las letras al apartheid de una mera ensoñación. Y se encuentra en la generosa acogida que se ha dado en el Paraguay a este simple servidor de la Palabra...

Pero si esta diferencia se debe a procesos evolucionarios distintos, si el respeto conferido a los escritores en América Latina proviene de una historia de desigualdades económicas e inestabilidad política en la cual los literatos surgen como apóstoles de la justicia, alguien dirá que una vez solucionados dichos problemas, ese respeto cedes, a la manera norteamericana, a una indiferencia utilitaria. Discrepo rotundamente, y no sólo porque los problemas aludidos no son tan fáciles de solucionar. Discrepo porque algo más está en marcha aquí que una simple reacción a los salvajismos de los tiranos o al japepo vacío. Recuérdese que he hablado de una diferencia de ecologías culturales, una diferencia de aires respirados en los pulmones del espíritu de los pueblos. La relativa estima experimentada por los literatos de estas latitudes es algo inherente a la confluencia misma de elementos que componen la cultura en devenir dinámico, la convicción de que la autentica transformación de la sociedad no ocurrirá sin intervenciones estéticas. De ahí que un Emiliano Fernández o un Manuel Ortiz Guerrero son mucho más en el contexto paraguayo que un simple curriculum de sus obras. Encarnan una fe y una esperanza: la de que nuestro afán de alimentar al prójimo sea indistinguible, al fin y al cabo, de nuestro apetito por la belleza.

OBRAS CITADAS O CONSULTADAS
*. Chomsky, Noam. Manufacturing Consent: the Political Economy of the Mass Media. Pantheon Books, 1988.
*. Frost, Robert. Poetry and Prose. Ed. Edward Connery Lathem y Lawrance Thompson. Nueva York: Holt, Rinehart and Winston, 1972.
*. Lewis, Tracy K. Desembocando en palabra: poesía en español, guaraní e inglés. Asunción: Editorial UniNorte, 2009.

"Maestría en Letras 2010-2011, Clase del Bicentenario. Doctorado en Letras, Clase 2012". Boletín de la Universidad del Norte, Asunción, 2009.
*. Miller, James E., Jr. En su introd. a Walt Whitman, Complete Poetry and Selected Prose. Boston: Houghton Mifflin, 1959.
Sarmiento, Domingo Faustino. Facundo: civilización y barbarie. Ed. Roberto Yahni. Madrid: Cátedra, 1990.
*. Whitman, Walt. Complete Poetry and Selected Prose. Ed. e introd. James E. Miller, Jr. Boston: Houghton Mifflin, 1959.
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Fuente:
IV ÉPOCA – Nº 18
A CENTRE OF INTERNATIONAL PEN
EDICIÓN ESPECIAL
LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA LITERATURA
EN EL PARAGUAY
Arandurã Editorial,
Asunción – Paraguay
Julio 2010 (199 páginas).
Amplio resumen de autores y obras
de la Literatura Paraguaya.
Poesía, Novela, Cuento, Ensayo, Teatro y mucho más.

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