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en la GALERÍA DE LETRAS del
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AHORA, DESDE LEJOS
Se cava la tierra, se ahonda
la tierra; y se hiende
la tierra golpe a golpe, pulso a pulso, y cada día
después del otro, y siempre
mientras dura la vida.
La tierra, sí, se abre, y nunca
se hace posible decir
dónde queda el sitio,
el simple sitio que elegir
para vivir.
Mientras la vida dura, qué lejos
el lugar para morir.
Esta es la tierra, nuestra, y tuya,
la que tú elegiste. Quisiera
rescatar el color de ese cielo
con que tus ojos la miraban
surgiendo verde, límpida y siempre
asomada desde las ventanas grises
de tu callada Galicia nostálgica.
Porque al saberme huérfano de ti
me siento en cierto modo huérfano de patria,
de aljibe y de jazmín,
de zaguán abierto hacia todas las mañanas.
Y sin embargo, ya ves, José Domingo,
compañero y amigo y padre mío:
las cosas son así. Con este cielo
o sin él, será lo mismo.
Tarde o temprano, todas las cosas
vuelven a su sitio.
Tú sabes dónde estoy. Ahora voy
hasta la puerta cancel. Abrela conmigo.
Rema, botero, rema
con las manos sin sueño,
los párpados dormidos
y el corazón despierto.
Rema, botero, rema,
junta todo el esfuerzo
que tu contrabando limpio
tiene que llegar a puerto.
Tu contrabando de harina
que mañana en los risueños
ojos de tus hijos
será pan fresco.
Rema en la oscuridad, y cumple
tu oficio de pasero,
que no alumbra todavía
la limpia luz del lucero.
Rema y esconde
el ruido de los remos.
No sea que algún centinela,
hombre de tu mismo suelo,
te oiga y dé el alto y te pegue
un bajo tiro en el pecho.
No sea que se confundan
una vez más, y en medio
de la noche, el estallido
del fusil certero
con el latido simple
de un corazón ribereño.
No sea que el ruido
de tus lentos remos
entre de nuevo en la anónima
campana de silencio
con que recibirá tu muerte
tu propio pueblo.
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PARA
Rubén Bareiro
Rodrigo Díaz Pérez
Rubén Talavera
Félix Sanabria
Gonzalo Zubizarreta
Rodrigo Díaz Pérez
Rubén Talavera
Félix Sanabria
Gonzalo Zubizarreta
Traen
una vacilación tan leve en el acento,
una brizna, una minúscula
hoja crecida en otoños ajenos,
que parecen palabras
fuera del tiempo.
Vienen, y con ellos
el año ausente, la distancia, ese comienzo
de una carta no escrita que siempre
tiene su culpa inicial en el correo.
Vienen, y el humo del tabaco
se hace menos denso. La sonrisa renace
en el vaso de vino, y el recuerdo
es casi una memoria del presente
descubierta de nuevo.
Alza la voz, la copa
y esta noche brindemos.
Ellos son mis amigos, y han venido
a verme desde lejos.
Por qué ese empeño,
esa tenaz vocación por el silencio.
Por qué la muerte que buscaba
ha venido a sorprenderlo.
Si le bastaba simplemente
asomarse, salir,
y oír la voz del viento.
-------------------------**------------------------
Yo no sé qué palabras decirte cuando tienes
. las manos caídas.
Cuando tienes los ojos mojados e inmensos
como si toda la ternura te cayese por ellos
velada y sumisa como el roce de una lluvia finísima.
Pones en tus párpados dormidos la curva de un
. puente de silencios
como si te venciera la sombra de los volatineros
. caprichos del sueño.
Te abandonas a la dulzura penosa de saber que el
. amor es un cuento repetido que acaba
. en tristezas,
y se te nubla el encanto de presentir que una vez
. besarás estos labios con el mismo cariño
. que esta noche los besas.
Yo quiero dejar en la frente una altísima
. caracola de estrellas
para que tus cabellos sueñen un camino de luces
. cuando te despeinas.
Pero no puedo inventar una caricia para tus manos
. cuando están levemente caídas.
Yo no sé qué palabras decirte cuando tienes los ojos
. mojados por una ternura finísima.
**/**
(Fuente: 25 NOMBRES CAPITALES DE LA LITERATURA PARAGUAYA. Compilación y selección: SUSY DELGADO. Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay, 2005 (389 páginas).
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una vacilación tan leve en el acento,
una brizna, una minúscula
hoja crecida en otoños ajenos,
que parecen palabras
fuera del tiempo.
Vienen, y con ellos
el año ausente, la distancia, ese comienzo
de una carta no escrita que siempre
tiene su culpa inicial en el correo.
Vienen, y el humo del tabaco
se hace menos denso. La sonrisa renace
en el vaso de vino, y el recuerdo
es casi una memoria del presente
descubierta de nuevo.
Alza la voz, la copa
y esta noche brindemos.
Ellos son mis amigos, y han venido
a verme desde lejos.
Por qué ese empeño,
esa tenaz vocación por el silencio.
Por qué la muerte que buscaba
ha venido a sorprenderlo.
Si le bastaba simplemente
asomarse, salir,
y oír la voz del viento.
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Yo no sé qué palabras decirte cuando tienes
. las manos caídas.
Cuando tienes los ojos mojados e inmensos
como si toda la ternura te cayese por ellos
velada y sumisa como el roce de una lluvia finísima.
Pones en tus párpados dormidos la curva de un
. puente de silencios
como si te venciera la sombra de los volatineros
. caprichos del sueño.
Te abandonas a la dulzura penosa de saber que el
. amor es un cuento repetido que acaba
. en tristezas,
y se te nubla el encanto de presentir que una vez
. besarás estos labios con el mismo cariño
. que esta noche los besas.
Yo quiero dejar en la frente una altísima
. caracola de estrellas
para que tus cabellos sueñen un camino de luces
. cuando te despeinas.
Pero no puedo inventar una caricia para tus manos
. cuando están levemente caídas.
Yo no sé qué palabras decirte cuando tienes los ojos
. mojados por una ternura finísima.
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(Fuente: 25 NOMBRES CAPITALES DE LA LITERATURA PARAGUAYA. Compilación y selección: SUSY DELGADO. Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay, 2005 (389 páginas).
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