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martes, 2 de marzo de 2010

OJOS DEL CORAZÓN (Poemario) Autor VÍCTOR CASARTELLI / Texto de poesías: LEJOS DE TI y LOS SUEÑOS

OJOS DEL CORAZÓN
Autor
VÍCTOR CASARTELLI
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Editorial Arandurã,
Asunción-Paraguay, 2006
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** En el último tramo de su existencia, el hombre hace un alto, vuelve hacia atrás la mirada y observa con atención las luces y sombras de sus huellas. Y acaso en ellas ve tan sólo ciertos fulgores entre vastos tramos de penumbra.
** Sin embargo, puede que ese trecho de su marcha haya despertado en él la facultad de percibir lo trascendente, o seo la conciencia de mirar y, finalmente, ver con los ojos del corazón. Y a través de esta renovada visión existencial el poeta observa la vida y su propia vida, mirada que, cual corolario de un prisma densamente espiritual, define los contornos del alfa y el omega que significan la gesta del Hombre y su mortalidad.
** Inmerso en esta andanada, en la que aparecen las manifestaciones de la naturaleza - ¿los símbolos de la creación? – y su implacable destrucción por los humanos, Víctor Casartelli señala lo que han visto sus ojos y lo que ve su corazón y, conmovido, imagina, sueña con el retorno de “una Tierra de corteza impoluta”, tal lo afirma en un verso de su poética de sostenido aliento conceptual y estético.
LEJOS DE TI
( De: Ojos del Corazón)
Bajo otro cielo el sol distinta luz
acaso despidiera; y me parece
velada por la bruma la misma claridad
que es transparencia siempre que regreso
desde mi corazón hasta tu suelo.

Y si a veces, de noche, me punza el desconsuelo
porque en la oscura bóveda no encuentro
el mismo titilar de tus estrellas,
me vuelvo a mis adentros y contemplo
sus guiños recogidos en la infancia.

Entonces me remonto a la fragancia
intensa de diciembre: la flor del cocotero;
las maduradas frutas del verano;
la pólvora de los petardos: la ropa y los zapatos nuevos,
y el talco perfumado de la abuela.

Y en cualquier calle de otra orilla, en duermevela,
se me abre una ventana y en ella asoma
una flor de lapacho y un trozo de bandera
ondeando despacito: me despierto y mis brazos,
extendidos, inútilmente imploran.

Así es como en tropel tus penurias afloran
dentro de mí y el pecho me inundan con los gritos
y espantos soterrados: allí retumba el eco
de los truenos y fulgen los relámpagos
de cada tempestad que has soportado.

Veo la alta humareda de la guerra, el tramado
de fuego que dos veces quisiera exterminarte,
y sobre los rescoldos, erguido, nuestro orgullo:
nuestras mujeres, génesis de amor inacabable,
que a lágrima y sudor tu redención labrara.

Veo al blanco esqueleto, el que exhumara
el desenterrador del vasto fratricidio,
en busca de la lumbre que lo lleve al reencuentro
con todos los hermanos extraviados
en las encrucijadas del hambre y del fusil.

Veo a todos tus hijos, al de gesto cerril
y al pacífico hermano, ambos con el arado
surcando nuestros valles, bajo el acecho siempre
de la pugnaz miseria, de la tenaz canícula
y de la dura escarcha del corazón y el frío.

Y así es como imagino que baja con el rio
de tu nombre y el canto escucho: nuestra lengua
venida de las selvas me acerca sus murmullos;
me trae el bordoneo de guitarras llorosas
y el clamor extraviado en los yerbales.

Ámbito de mi bien y de mis males;
amparo en las tormentas, madero en los naufragios:
esta orfandad de ti a veces me confunde,
me tienta a sucumbir a la penumbra vana.
Pero tu luz me llama, me alumbra, Patria amada.
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LOS SUEÑOS
(De “Los adioses”)
Como todas las tardes lo hace,
montado en su impecable bicicleta el niño pasa raudo
y se detiene
a la sombra del mango que se yergue al final
de la loma, allá donde el pueblo termina
por desaparecer.

Somos testigos cotidianos de esta rutina,
pero veo, como hoy,
que a menudo tú le dedicas el relámpago
de una dura mirada de soslayo;
. ¿es por eso que prontamente inclinas la cabeza
hacia tus pies, hacia las baratijas
revueltas en la canastilla, tu vendeja, tu pan
de cada día?
Si así fuere, ¿debo recordar que cierta vez me hablaste
de tu incumplido sueño de ciclista, con el hartazgo a cuestas
entre las luces de la ciudad distante?

Yo también en mi tiempo de biciclo imposible
urdí la trama de un sueño que todavía me dura,
un sueño sin ninguna noche,
un sueño sin canículas ni escarcha.

Ese sueño tiene la forma de una semillita
en la que cabíamos, todos juntos,
mamá, papá, yo, mis hermanas, mis dos hermanos,
. [nuestro perro,
la cotorra, el brasero, la olla de hierro, las dos butacas,
las cinco sillas, el banquito, la silleta, el cántaro de agua,
la abuela, la tía, el sapo del jardín, mi trompo, mi
. [pelota de trapo,
todos, todos juntos
y el reducido terreno con los dos cuartos
-ni grandes ni pequeños- y la sombra, también,
de la parra y la morera.

Sólo que ahora la semillita le queda grande a mi sueño,
pues muchos ya se han ido y ya muy poquita cosa resta
para llenarla como ayer.
.
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