Autor: DANIEL
JIMÉNEZ ESPINOSA
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
JIMÉNEZ ESPINOSA
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En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
.
SOMBRA
Sombra que cruzas por la mente mía
cuando el pesar mi espíritu avasalla,
tú eres la nota que en mi lira estalla,
cual ronco trueno en tempestad bravía.
¿Qué serás para mí, sombra querida?
Tu callada tristeza, ¿qué me advierte?
En medio de mi vida, ¿eres mi muerte?
O en medio de mi muerte, ¿eres mi vida?
¡Cuántos contrastes en mi vida incierta,
sombra que cruzas por la mente mía!
A veces lloro con la luz del día,
y a veces río con la sombra muerta.
Sombra que pasas para mí cantando,
sombra que pasas para mí gimiendo,
como un alma dichosa, vas riendo,
como un alma que sufre, vas llorando.
En las horas amargas de mi suerte,
sombra que formas mi ignorada historia,
¿me envuelves en los rayos de la gloria,
o me ciñes mortaja de la muerte?
Sea cualquiera mi modesta suerte,
siempre igual tú serás, sombra querida:
a veces has de ser como la vida,
y a veces has de ser como la muerte.
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SOMBRA
Sombra que cruzas por la mente mía
cuando el pesar mi espíritu avasalla,
tú eres la nota que en mi lira estalla,
cual ronco trueno en tempestad bravía.
¿Qué serás para mí, sombra querida?
Tu callada tristeza, ¿qué me advierte?
En medio de mi vida, ¿eres mi muerte?
O en medio de mi muerte, ¿eres mi vida?
¡Cuántos contrastes en mi vida incierta,
sombra que cruzas por la mente mía!
A veces lloro con la luz del día,
y a veces río con la sombra muerta.
Sombra que pasas para mí cantando,
sombra que pasas para mí gimiendo,
como un alma dichosa, vas riendo,
como un alma que sufre, vas llorando.
En las horas amargas de mi suerte,
sombra que formas mi ignorada historia,
¿me envuelves en los rayos de la gloria,
o me ciñes mortaja de la muerte?
Sea cualquiera mi modesta suerte,
siempre igual tú serás, sombra querida:
a veces has de ser como la vida,
y a veces has de ser como la muerte.
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Publicada en: José Rodríguez Alcalá, Antología Paraguaya. Asunción, 1911. En otras antologías se lo titula en Plural.
LA MUJER DE LA RESIDENTA
Estás de pie. Inmaculada vives
en el gigante corazón del pueblo
que, aunque no entorne a tu memoria un himno,
templa su alma en tu recuerdo heroico.
No importa que en tu tumba -sacro templo
que guarda los despojos de la patria
rota en pedazos por la bala artera-
no se alce el monumento de tu gloria.
Porque al través de las obscuras grietas
de tu sepulcro abandonado, brota
la luz radiante de tu fe infinita,
la luz de tu heroísmo sobrehumano.
Tu bella imagen que el valor sublima,
que la desgracia transformó después
en hora amarga de espantoso duelo,
inspira el culto de la patria nueva.
Con los andrajos que tu cuerpo ostenta,
con la miseria en que gimiendo vives,
con el ardor con que tu hogar defiendes,
eres más grande que la Elena antigua.
Tú no te abates al dolor; el hambre
no ha conseguido domeñar tu arrojo:
tu alma ha templado el sacrificio mismo;
acrisolaste tu virtud en él.
De aquel pasado de grandeza heroica
tú eres fulgor, ejemplo y fortaleza.
Tú descendiste hasta la tumba negra
para subir más alto allá en la gloria.
Tú nos hiciste conocer ¡oh madre!
de la mujer la abnegación suprema.
¡Tú sublimaste en el calvario cruento
todo el valor de tu indomable raza!
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LA MUJER DE LA RESIDENTA
Estás de pie. Inmaculada vives
en el gigante corazón del pueblo
que, aunque no entorne a tu memoria un himno,
templa su alma en tu recuerdo heroico.
No importa que en tu tumba -sacro templo
que guarda los despojos de la patria
rota en pedazos por la bala artera-
no se alce el monumento de tu gloria.
Porque al través de las obscuras grietas
de tu sepulcro abandonado, brota
la luz radiante de tu fe infinita,
la luz de tu heroísmo sobrehumano.
Tu bella imagen que el valor sublima,
que la desgracia transformó después
en hora amarga de espantoso duelo,
inspira el culto de la patria nueva.
Con los andrajos que tu cuerpo ostenta,
con la miseria en que gimiendo vives,
con el ardor con que tu hogar defiendes,
eres más grande que la Elena antigua.
Tú no te abates al dolor; el hambre
no ha conseguido domeñar tu arrojo:
tu alma ha templado el sacrificio mismo;
acrisolaste tu virtud en él.
De aquel pasado de grandeza heroica
tú eres fulgor, ejemplo y fortaleza.
Tú descendiste hasta la tumba negra
para subir más alto allá en la gloria.
Tú nos hiciste conocer ¡oh madre!
de la mujer la abnegación suprema.
¡Tú sublimaste en el calvario cruento
todo el valor de tu indomable raza!
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Publicada en: Sinforiano Buzó Gomez, Índice de la Poesía Paraguaya, 1ª edic. Asunción. 1913.
Fuente: POESÍAS DEL PARAGUAY – ANTOLOGÍA DESDE SUS ORÍGENES. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL, Dirección de la obra: OSCAR DEL CARMEN QUEVEDO. Recopiladores y autores: RAÚL AMARAL, MARÍA BARRETO DE RAMÍREZ, AÍDA ORTÍZ DE CORONEL, ELA RAMONA SALAZAR S., RUDI TORGA / Tel. (595-21) 373.594 / arami@rieder.net.py – Asunción / Paraguay. 2005. 781 pp.).
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Fuente: POESÍAS DEL PARAGUAY – ANTOLOGÍA DESDE SUS ORÍGENES. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL, Dirección de la obra: OSCAR DEL CARMEN QUEVEDO. Recopiladores y autores: RAÚL AMARAL, MARÍA BARRETO DE RAMÍREZ, AÍDA ORTÍZ DE CORONEL, ELA RAMONA SALAZAR S., RUDI TORGA / Tel. (595-21) 373.594 / arami@rieder.net.py – Asunción / Paraguay. 2005. 781 pp.).
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Poesía, Novela, Cuento, Ensayo, Teatro y mucho más.
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