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jueves, 18 de febrero de 2010

IGNACIO A. PANE - EL POMBERO y LA MUJER PARAGUAYA / Fuente: Sinforiano Buzó Gómez. ÍNDICE DE LA POESÍA PARAGUAYA.

Autor: IGNACIO A.
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del

.

EL POMBERO
¿No lo sientes? ¿No te espanta ese silbido
que ha salido del espeso matorral?
No es el grillo, ni la víbora
ni el fatídico chirrido del suindá.

No es el viento que silbando se detiene
del callado cementerio en el ciprés.
Ni el arroyo en su salterio
cuyas notas se repiten con monótono sostén.

No es la voz con que se queja a media noche
tristemente en el boscaje urutaú
ni la débil voz doliente con que el pora nos revela
sus angustias cuando deja el ataúd.

Ni siquiera es el rapaz que nos visita
para hablarnos como el cuervo de Poé
de Leonora, de la amada que en su lecho
duerme tierna y soñadora, recordándonos tal vez

Es el duende de la tierra que el Progreso
relegara a las estultas fantasías sin piedad...
Es el genio de las noches paraguayas
que en el prado se desliza por en medio del chircal.

Es la sombra del pasado.
Es el alma del indígena infeliz.
El fantasma que abandona con el véspero
su sepulcro guaraní.

Es el indio. Es el Pombero
a quien llaman guaicurú
que se viste del follaje de las selvas
y el plumaje del ñandú.

En la sombra que los árboles arrojan
de la luna al resplandor
y en él hueco de los troncos y en las zanjas
y en las grutas, sin un eco, se agazapa con temor.

Es el cuco. No os sorprenda, niños míos,
que es un cuento, pero un cuento contra el mal.
Es vampiro misterioso que del niño vagabundo
chupa sangre con afán.

Al conjuro del murciélago despierta.
Las luciérnagas le anuncian con su luz,
cuando rasgan con sus lampos
de las noches funerarias el capuz.

El no corta el aire al sesgo de su vuelo
como el ave de rapiña nocturnal:
él se arrastra con sus silbos más temible,
más ligero que el veloz ñacaniná.

No hay gorjeo, no hay graznido,
no hay murmullo, que no sepa repetir;
pues sus presas él atrae con sus remedos,
sus remedos de falaz cavureí.

Amalgama de hombre y fiera,
mitad ave sin sus alas, y serpiente otra mitad,
es el genio de las noches, en la tierra paraguaya,
y el cadáver errabundo de la raza de Guarán.

LA MUJER PARAGUAYA
I
Nació como el dulcísimo gorjeo
de la avecilla que en la selva canta,
como surgiera Venus del Egeo,
como la luna surge y se levanta.

Por el campo al correr, donde aura leve
sus flotantes cabellos desunía,
a la palma gentil, cuando se mueve
con sus verdes penachos, parecía.

Para sus ojos fúlgidos y bellos,
focos de amor del corazón salvaje,
la dió el rocío matinal destellos
y el negro yvapurú le dió ropaje.

Los trinos del zorzal la saludaban
al acercarse a la callada umbría
y su moreno cutis refrescaban
los hálitos del suelo en que vivía.

Y cuando el eco del cañón hispano
rugió en el monte y resonó en el valle,
a la sombra del árbol más lozano
lució su esbelto, su flexible talle.

Y allí bajo sus ramas, en la loma
a cuyos pies se alzaba su vivienda,
donde el efluvio de la oliente poma
del tarumag en flor bañó su senda;

allí donde en eterna primavera
compitió de la grama con la alfombra,
la plácida y tupida enredadera
que en la siesta estival le dió su sombra;

paloma de Noé, nuncio de vida,
mensajera gentil de la natura,
hada bella y sin par, diosa caída,
por primer vez vió el godo su hermosura.

Y el altivo león de glorias tantas,
honor de la nación de los Pelayos,
doblegó la cerviz. . ., ¡le vió a sus plantas
la reina de los bosques paraguayos!

Su negra y abundante cabellera
regó piadosa el agua del bautismo;
así la virgen de Yacy hechicera
aprendió la virtud del cristianismo.

Y el ósculo de amor que en su mejilla
puso el bravo guerrero castellano,
el monte repitió..., en su fresca orilla
apareció el atleta americano.

Ella arrulló en su seno, que ciñera
la negra pluma del ñandú brillante,
a los hijos del godo, en la ladera
del verde Tacumbú, con voz amante.

Ella les dió el honor inmaculado
del noble descendiente de los Cides,
ella les dió el espíritu esforzado
del indio guaraní para las lides.

Por ella, en fin, del bosque en la espesura,
al paraguayo, orgullo de la historia,
la sangre de Guarán le dió bravura,
la sangre de Pelayo le dió gloria.
.
II
Cuando después de siglos, esta tierra,
ya sola y dueña de su gran destino,
se levantó a una voz para la guerra
y de las glorias emprendió el camino;

cuando cundió en dominios paraguayos
la furia del cañón y la metralla;
cuando seguida de mortales rayos
sonó doquier la voz de la batalla:

esta misma mujer, patria sibila,
más noble Elena de la nueva Iliada,
el valor inspiró, siempre tranquila,
hermosa en su altivez, nunca domada.

Ella fue la vestal que el patriotismo
siempre encendió con su palabra ardiente,
faro de intensa luz que al heroísmo
condujo al paraguayo combatiente.

La vara de Moisés con que la guerra
hizo brotar, magnífico y fecundo,
el raudal de las glorias de esta tierra,
el haz de los titanes de este mundo.

Ella impulsó a su hermano a la pelea,
ella siguió a sus hijos al combate...
Dijo a su amante: "La victoria sea
arra de amor del que mi amor acate".

La trípode inmortal del patriotismo
donde la voz del Hacedor se escucha,
la alta tribuna fue de su exorcismo
que "a vencer o morir" llevó a la lucha.

En medio de la noche, su silueta
se destacó en el campo funerario
de la batalla, pues buscaba, inquieta,
el cuerpo de su amor entre el osario.

E igual que con su esposo compartiera
el tálamo nupcial en la morada,
con su esposo cayó, fiel compañera,
en el lecho mortal de la jornada.
.
III
También cuando ya el joven y el anciano,
el hijo y el hermano y el esposo,
cayeron para siempre. .., y en el llano
reinó de los sepulcros el reposo,

ella emprendió la vuelta, con el pecho
por las patrias nostalgias oprimido,
y en vano escudriñó en su hogar deshecho
el antiguo lugar del ser querido.

En vano su mirada por doquiera
fijó en demanda de vital consuelo...
Todo lo devoró la inmensa hoguera
de confín a confín en este suelo!

La virgen de Yacy miró a la diosa
de su primera religión, llorando
la pedía una luz para la odiosa
noche de su desgracia, sollozando.

Nadie la consoló. .. Sólo se oía
la voz del urutaú en la espesura,
y sólo a sus lamentos respondía
con cansado rumor la fuente pura.

En vez del generoso castellano
que pidiera su amor, puesto de hinojos,
sólo la afrenta cruel del inhumano
y altanero invasor, vieron sus ojos!

Mas nada la abatió, pues de la ruina
de la nueva Salem, antes potente,
al infante salvó, luz vespertina
del sol de las batallas esplendente.

Y en la orilla otra vez del patrio río,
de sus labios cayó, gota por gota,
acerbo pero fúlgido, el rocío
de la leyenda de una patria rota.

Ella puso en el ánima sencilla
del hijo de esta patria, todo el duelo
de un lustro de grandezas sin mancilla,
de un lustro de desgracias sin consuelo.

Y, como un tiempo, entre la noche oscura
de que nació la paraguaya historia,
con sangre de Guarán le dio bravura,
con sangre de Pelayo le dio gloria.

Dió entonces al atleta americano,
sobre la lava del volcán que incendia,
el supremo valor de un espartano,
la sublime virtud de una Garmendia.
.
IV
¡Es ésa la mujer que nadie imita!
¡Es ésa la mujer que todos aman!
A su presencia el corazón palpita
porque entusiasmo y porque amor la inflaman

Dulce canción que del hogar emana,
aura vital que mece nuestra cuna,
es ella nuestra madre o nuestra hermana,
es ella nuestro amor, nuestra fortuna.

Es toda corazón, ternura y gracia;
aura fiel de virtudes guardadora;
fulge igual en la dicha y la desgracia,
en el ocaso es luz, sol en la aurora.
… … … … … …
Paloma de Noé, nuncio de vida,
mensajera gentil de la natura,
hada bella y sin par, diosa caída,
hoy miro como el godo tu hermosura.

Y culto dando a sus penurias santas,
con estos humildísimos ensayos,
como al godo una vez, me ve a sus plantas
la reina de los bosques paraguayos.
1899.
.
OBRAS
Verso: La mujer paraguaya, poema, 1899; Poesías, 1900; Beatriz, poema, 1902. Prosa (libros y monografías principales): Lecciones de literatura preceptiva; Sociología (dos ediciones) ; La mujer guaraní; El indio guaraní (en parte inédito) ; La familia en el Paraguay (idem) ; Nuestra bandera en las guerras futuras; Geografía social; La mujer ante la causa obrera; El método y las ciencias sociales; Concepto de la filosofía.
CRÍTICAS Y DATOS BIOGRÁFICOS
"La Intelectualidad Paraguaya" (cap. de "El Paraguay en marcha" por José Rodríguez Alcalá, obr. cit.) ; "Literatura Paraguaya" (cap. de "Solano López y otros ensayos" por J. Natalicio González. París, 1926) ; Discurso del prof. J. Inocencio Lezcano en homenaje a D. Delfín Chamorro y al Dr. Ignacio A. Pane ("La Enseñanza", año VII, N° 12. Asunción, 1919) ; "Patria", diario, y "Guarania", revista, números especiales dedicados al Dr. Pane en ocasión de su fallecimiento. (Asunción, 11 de marzo de 1920) ; "Historia universal de literatura", por Santiago Prampolini (cap. sobre "Literatura del Paraguay", por Viriato Díaz Pérez, vol. XII. Buenos Ai-res, 1940).
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Fuente: Sinforiano Buzó Gómez. ÍNDICE DE LA POESÍA PARAGUAYA, Editorial Indoamericana. Argentina, Asunción, 1952.
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