Autor: JUAN MANUEL MARCOS
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A LA AMADA
El corazón, mis venas, mi sangre como mástil
bajo este cielo de estrellas derrumbado
para siempre te invade, leve cristal de lágrima,
y abraza tu tristeza honda como un abismo
en la cruz de mi alma donde caben tus penas.
Déjame entrarte así, hundirte la agonía
en la rugiente lava de mi esbelta alegría.
Déjame anclar los ojos en el mar de tu llanto.
¿Cómo morir entonces cuando tú resucitas?
Cuando regreso, amada de tu tierna mirada,
vencido por la huella de tus claras pupilas
recuerdo esa campana rescatada al silencio
y la breve eternidad que hicimos del instante.
¿Cómo llegar a mí para encontrarte?
No quiero más que el agua de tus manos calladas.
En manantial que brota ciegamente en el alba
con sed mi amor irrumpe brutal en tus entrañas.
Déjame amarte siempre hasta yacer contigo.
Déjame darte todo, devolverte lo mío,
que nada nos quede cuando venga la muerte
y el olvido no pueda corromper nuestra ausencia
cuando bajo la tierra nuestra carne se pudra.
El corazón, mis venas, mi sangre como mástil
bajo este cielo de estrellas derrumbado
para siempre te invade, leve cristal de lágrima,
y abraza tu tristeza honda como un abismo
en la cruz de mi alma donde caben tus penas.
Déjame entrarte así, hundirte la agonía
en la rugiente lava de mi esbelta alegría.
Déjame anclar los ojos en el mar de tu llanto.
¿Cómo morir entonces cuando tú resucitas?
Cuando regreso, amada de tu tierna mirada,
vencido por la huella de tus claras pupilas
recuerdo esa campana rescatada al silencio
y la breve eternidad que hicimos del instante.
¿Cómo llegar a mí para encontrarte?
No quiero más que el agua de tus manos calladas.
En manantial que brota ciegamente en el alba
con sed mi amor irrumpe brutal en tus entrañas.
Déjame amarte siempre hasta yacer contigo.
Déjame darte todo, devolverte lo mío,
que nada nos quede cuando venga la muerte
y el olvido no pueda corromper nuestra ausencia
cuando bajo la tierra nuestra carne se pudra.
De: Poemas. Ediciones Universitarias, 1970.
PALABRA VENCEDORA
Oh, sí. Ahí estaba el heroísmo. ¿Pero cómo vencer?
¿Cómo despertar en aquellos hombres, sin fuerzas para
la muerte y el amanecer, una sed nueva?
¡No, no le habían vedado la voz!
¡Las palabras caben en la guerra!
¡Tenía que levantarse, levantarlos con su palabra!
Después de tanta soledad, tanto sueño, la aurora,
otra vez, dependía de la palabra.
¡No había mudado de oficio!
Ceñía la espada, pero ¡Tenía la Palabra!...
Entonces, el Coronel apagó su cigarro.
De: Poemas y canciones. 1987.
DOS POEMAS LÍRICOS
I
Infinitamente una eras el rosal
más rosa en el país del rocío.
La recóndita nube que presagiaba
al alma sus nevadas.
Un silencio eras.
Y su voz poblaba de duendes y de música.
Tu piel era el invierno,
cuyos témpanos bebías en cálices de fuego
mientras la misma noche daba paz
a tu cuerpo junto a los mismos días
para que fueras tú la estrella más alta
de llamas y de signos
en la arcoiris bóveda del ángel que divisó tu tierra.
Serás para siempre la nostalgia, y tu recuerdo mar
donde la vida, irremediablemente tuya,
naufraga entre sus olas:
delta de tréboles dormidos contemplando la luna,
cual radas de cielo donde cunden pichones,
cual éxodos de luz huyendo hacia la nada.
Para siempre serás la que no ha sido.
Y nunca llegaré a evocar tu nombre
sino a veces, cuando me lleguen de golpe las palabras
y no pueda decírtelas aun como debiera.
Entonces seré una lágrima
donde navega el silencio a la deriva.
De: Poemas. Ediciones Universitarias. 1970.
II
Cuando la Dama Nocturna
con su rostro sin ojos secuestre tu mirada
o la distancia devore tus pupilas
y ya no me refleje en su cristal oscuro.
tal vez cuando cenizas o sangre nos separen,
cuando acaso te aferren otros brazos
que no serán los míos,
y otros ojos te busquen que no serán los míos,
y otras sienes te oigan que no serán las mías,
y unos labios te besen como yo te besaba,
acaso cuando olvides en remotos veranos
el puerto luminoso de tu fe
y sea mi memoria una lágrima ajena
donde el silencio navega a la deriva,
sólo entonces, amada, dulce amada,
calladamente quiero
que sobrevivas tú al dolor y al vacío.
Y preguntes a la vida cuáles son tus banderas.
Yo canto por la patria que titila en mis sueños,
la solidaria libertad que en mis venas fulgura.
Yo vivo en la aventura de amar sinceramente,
ser el eco fraterno y secreto de los míos
y morir algún día como siempre he latido:
con todo el corazón a flor de piel
y el pecho abierto al aire
de un fértil tiempo nuevo que palpita en mi sangre.
Estas son mis banderas. ¿Cuáles serán las tuyas?
En cada adiós parece que volvemos a hallarnos.
Parece, ya ves, que no somos los mismos.
Y sabes, sin embargo, que tu joven recuerdo encadena
y lastima aunque tú no lo quieras.
Mas sólo se alejan los que juntos han estado.
No te engañes:
los que juntos gestaron la verdad y la aurora.
los que juntos combatieron el verdugo y la noche,
los que juntos vivieron la angustia de la carne,
el júbilo del beso,
y juntos se sintieron camaradas.
A veces me pregunto si todas las palabras
no son alas de un ave asesinada en vuelo.
Pienso entonces en la lengua del dolor y del duelo,
los que sin voz anuncian la esperanza
y cantan, cantan, cantan
y en el aire su canto por igual ya es de todos:
Aleluyas del viento, campanas populares.
Invencibles promesas del amor y el futuro.
Setiembre de 1970.
De: Poemas. Ediciones Universitarias, 1970.
De: Poemas. Ediciones Universitarias, 1970.
III
Y emergen, calladamente solos
tu rubor de plaza transparente y tu acento pretérito
y el desvalido caudal de tu ternura.
"Mientras exista el arco iris
busquemos abrigo en la tormenta.
Que nos cobije el viento, compañero!"
(Mientras dormían en la selva,
constelaciones de silencios
y pálidas luces de invierno tiritaban en ausencia,
yo aprendí a llorar, aprendí a reir, a tus orillas).
Mientras la muerte iba cerniendo
por senderos cercanos
cruces de soles rotos en memoria del hombre
tu implorabas a todos, por todos, en silencio
y el recuerdo de todos, me devolvía tu nombre.
De: Poemas. Ediciones Universitarias, 1970.
Fuente: POESÍAS DEL PARAGUAY – ANTOLOGÍA DESDE SUS ORÍGENES. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL, Dirección de la obra: OSCAR DEL CARMEN QUEVEDO. Recopiladores y autores: RAÚL AMARAL, MARÍA BARRETO DE RAMÍREZ, AÍDA ORTÍZ DE CORONEL, ELA RAMONA SALAZAR S., RUDI TORGA / Tel. (595-21) 373.594 / arami@rieder.net.py – Asunción / Paraguay. 2005. 781 pp.).
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