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COMO SI NADA
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** Lo vio entrar con el mismo paso seguro de siempre, de todos los días. La miró interrogante, ella agregó un plato y cubiertos a la mesa y lo saludó como si nada. Los hijos en cambio lo apretaron en abrazos emocionados, el mayor de ellos tuvo brillo de lágrimas que no llegaron a caer. Lo sirvió con manos temblorosas y comieron en la galería donde el sol de junio entibiaba las baldosas. En silencio ella recordaba sus ruegos a la Virgen, las noches de soledad, su hambre de caricias, la angustia... pero todo volvería a ser como antes... como si nada.
** Cuando quedaron solos, él se dirigió al dormitorio, sabiendo que ella lo seguiría dócil como siempre. Encontró sin ayuda su pijama, su zapatilla y el periódico. Entre tanto ella revisaba las ropas sucias de la valija que él había dejado a la entrada del corredor. Camisas sucias, iguales a las que solía traer de sus largos viajes, sacos y pantalones gastados, y un olor extraño que se le había pegado a la piel, le contaban historias donde ella sobraba. Eran prendas rescatadas del tiempo de abandono, quería quemarlas en una hoguera, pero sin embargo, sabía que terminaría por lavarlas, como si nada.
** Al entrar, lo vio desnudo a la luz de las rendijas de la persiana, más bronceado, más músculo que carne, era otro y era él. La aguardaba con un desafío en la mirada y sin pronunciar palabras, la llevó a la cama. Ella lo dejó hacer, regodeándose en las telarañas que día a día ganaban la batalla que mantenía por la limpieza de sus techos. Las arañas eran persistentes, tejían y tejían esperando un milagro, como ella.
** Oyó los trinos de la siesta, de los gorriones que picoteaban los platos abandonados... como ella.
Sus movimientos frenéticos hicieron que recordara las palabras del trato. "Podemos casarnos, no pienses en fiestas, vamos al juzgado y listo. No me gustan los firuletes. Hace rato pensaba pedírtelo, sos guapa y callada como a mí me gustan. Podés avisarle a tu madre si querés. La vieja va a bailar en una pata cuando sepa que por fin vamos a formalizar".
** Era un contrato de por vida, con pausas más o menos largas para él. Los hijos, la casa, eslabones de una cadena tan fuerte como invisible. Que no podía dejar de vivir atada a esa cadena, lo supo cuando él se fue: la angustia ocupó el lugar de aire que él dejó.
** Ahora siente que todo es igual y diferente, ahora ella piensa y siente, antes sólo sentía. Permanece quieta, escuchando sus propias voces, dejándolo agotarse en el esfuerzo, asistiendo a su impotencia por lograr conmoverla. El está indefenso, ella poderosa, se terminaron los sentimientos. Era éste el mismo que decía: "Todo lo que hay acá es mío, hasta vos, te doy de comer, te compro los zapatos, los trapos... todo es mío".
** El patio debe estar lleno de hojas caídas de la parralera, tendría que estar barriéndolas, hay ropa para lavar, ahora habrá más trabajo y menos momentos para recordar. ¿Recordar qué? ¿Una juventud imaginada? ¿Ilusiones inventadas, quizás?
** "Si vuelve, te juro virgencita que no le voy a preguntar nada, voy a perdonarle todo. No me gusta estar sola; paso horas pensando que soy vieja y fea y que ya nadie va a quererme. El no es malo, vos sabés virgencita que cuando estaba muy nervioso, me pegaba porque yo era tonta y me acercaba. Si vuelve todo volverá a ser como antes, como si nada". ¿Esa había sido su voz?
** Se da por vencido y cual bestia resopla. "¿Pero qué te pasa? Parecés una muerta, ¿qué forma de recibir a tu marido es ésta? No de balde tuve que tener otras mujeres, por lo visto no aprendiste la lección. ¿No sentís nada? ¡A la pucha! Ni el más gaucho aguantaría acostarse con una mujer como vos".
Los reproches como gotas caen, otra vez los estallidos sin motivo. Otra vez el amo y señor ordenando. Nunca más los atardeceres donde se descubrió, donde se vio mujer valiosa sin deberle nada a nadie. "Qué lástima, virgencita, que pedí este milagro. Voy a ir a Caacupé sin ganas, será la última cosa que haga sin ganas".
** –Che, levantáte y preparáme un café, que no me siento bien. Apuráte y a ver si aprendés de una vez por todas a portarte como una mujer.
** Se vistió sin responder. Lo golpeó con el velador de madera maciza, luego pasó sobre el cuerpo inerte. Caminó hacia la calle sin mirar atrás, como si nada.
** Cuando quedaron solos, él se dirigió al dormitorio, sabiendo que ella lo seguiría dócil como siempre. Encontró sin ayuda su pijama, su zapatilla y el periódico. Entre tanto ella revisaba las ropas sucias de la valija que él había dejado a la entrada del corredor. Camisas sucias, iguales a las que solía traer de sus largos viajes, sacos y pantalones gastados, y un olor extraño que se le había pegado a la piel, le contaban historias donde ella sobraba. Eran prendas rescatadas del tiempo de abandono, quería quemarlas en una hoguera, pero sin embargo, sabía que terminaría por lavarlas, como si nada.
** Al entrar, lo vio desnudo a la luz de las rendijas de la persiana, más bronceado, más músculo que carne, era otro y era él. La aguardaba con un desafío en la mirada y sin pronunciar palabras, la llevó a la cama. Ella lo dejó hacer, regodeándose en las telarañas que día a día ganaban la batalla que mantenía por la limpieza de sus techos. Las arañas eran persistentes, tejían y tejían esperando un milagro, como ella.
** Oyó los trinos de la siesta, de los gorriones que picoteaban los platos abandonados... como ella.
Sus movimientos frenéticos hicieron que recordara las palabras del trato. "Podemos casarnos, no pienses en fiestas, vamos al juzgado y listo. No me gustan los firuletes. Hace rato pensaba pedírtelo, sos guapa y callada como a mí me gustan. Podés avisarle a tu madre si querés. La vieja va a bailar en una pata cuando sepa que por fin vamos a formalizar".
** Era un contrato de por vida, con pausas más o menos largas para él. Los hijos, la casa, eslabones de una cadena tan fuerte como invisible. Que no podía dejar de vivir atada a esa cadena, lo supo cuando él se fue: la angustia ocupó el lugar de aire que él dejó.
** Ahora siente que todo es igual y diferente, ahora ella piensa y siente, antes sólo sentía. Permanece quieta, escuchando sus propias voces, dejándolo agotarse en el esfuerzo, asistiendo a su impotencia por lograr conmoverla. El está indefenso, ella poderosa, se terminaron los sentimientos. Era éste el mismo que decía: "Todo lo que hay acá es mío, hasta vos, te doy de comer, te compro los zapatos, los trapos... todo es mío".
** El patio debe estar lleno de hojas caídas de la parralera, tendría que estar barriéndolas, hay ropa para lavar, ahora habrá más trabajo y menos momentos para recordar. ¿Recordar qué? ¿Una juventud imaginada? ¿Ilusiones inventadas, quizás?
** "Si vuelve, te juro virgencita que no le voy a preguntar nada, voy a perdonarle todo. No me gusta estar sola; paso horas pensando que soy vieja y fea y que ya nadie va a quererme. El no es malo, vos sabés virgencita que cuando estaba muy nervioso, me pegaba porque yo era tonta y me acercaba. Si vuelve todo volverá a ser como antes, como si nada". ¿Esa había sido su voz?
** Se da por vencido y cual bestia resopla. "¿Pero qué te pasa? Parecés una muerta, ¿qué forma de recibir a tu marido es ésta? No de balde tuve que tener otras mujeres, por lo visto no aprendiste la lección. ¿No sentís nada? ¡A la pucha! Ni el más gaucho aguantaría acostarse con una mujer como vos".
Los reproches como gotas caen, otra vez los estallidos sin motivo. Otra vez el amo y señor ordenando. Nunca más los atardeceres donde se descubrió, donde se vio mujer valiosa sin deberle nada a nadie. "Qué lástima, virgencita, que pedí este milagro. Voy a ir a Caacupé sin ganas, será la última cosa que haga sin ganas".
** –Che, levantáte y preparáme un café, que no me siento bien. Apuráte y a ver si aprendés de una vez por todas a portarte como una mujer.
** Se vistió sin responder. Lo golpeó con el velador de madera maciza, luego pasó sobre el cuerpo inerte. Caminó hacia la calle sin mirar atrás, como si nada.
(De: María Magdalena María, 1997)
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Fuente: "ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA PARAGUAYA" / 3ra. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH . Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 2004.
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Fuente: "ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA PARAGUAYA" / 3ra. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH . Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 2004.
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