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miércoles, 31 de marzo de 2010

JOSÉ-LUIS APPLEYARD - COMO REGRESA EL CÍRCULO y CUANDO LLEGA TU AUSENCIA / Fuente: JOSÉ-LUIS APPLEYARD. ANTOLOGÍA. Compilación: FERNANDO PISTILLI


POESÍAS de
JOSÉ-LUIS APPLEYARD
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
.
POESÍAS de
COMO REGRESA EL CÍRCULO
.
EL CIELO ESTÁ CERRADO
Tengo la forma. He cumplido el cielo
y debo regresar.
De este balance, sólo me resta
un saldo positivo;
que "nuestro" es la palabra, en vez de "mío".

He hablado mucho tiempo de mí mismo,
pero a través de mí, llego a los otros,
y sumándole el nos, queda nosotros.
Es la vieja lección
y tan difícil.

Me llevó tres decenios aprenderla.
El cielo está cerrado y hoy regreso
con ese yo logrante de aquel Otro
cuya suma final me da nosotros.

LA ESTÁTICA INQUIETUD
Después de los diez años que he vivido,
de los cien, de los veinte que no tengo
después de deambular estando quieto
y después de llegar sin haber ido,
a ningún sitio que no fuese el mío,
se me ocurre pensar en lo que he hecho
sin hacer otra cosa que el manido
expediente de estar en algún lado
no haciendo nada, no estando como quiero
y queriéndome estar, juego el destino
cambiante cambio de ser siempre lo mismo
y cambiado, al momento, semejante
a ese mi yo que es yo nunca distinto.

Pero hay que hablar de cosas que interesan
¿a quién? No sé. Hablar de inconformismo,
hay que gritar sin gritos y decirlos diciendo nada:
Y somos -soy- constante en repitiente forma de un capricho.

Después de los mil años que he vivido,
del trillón de segundos que no tengo,
llego de pronto a un sitio que conozco
porque nunca de él hube partido.
.
SE ESTÁ HACIENDO MUY TARDE
Desde un cielo naranja que es el mío
brota un humo que tiene de las nubes
la forma y el dolor.
Sólo razonan
las aguas de este lago gris y turbio.

Esta es mi tierra, sí. Nada se ha dicho
de tolvaneras pardas que respiran
un silencio de tedio y viento norte.
Casi nunca se habla de las cosas
que están a nuestro lado, aquí en nosotros,
en un árbol torcido que albergara
más que pájaros y nido, una esperanza.
Un silencio se cierne y la palabra
abre surcos oscuros en el alma.
Pienso en el hombre que creció a mi vera
que supo de esta tierra y de su sana,
pictórica y amable geografía.
Creció como los hombres, se hizo amigo
del grillo y la cigarra y de sus cantos,
puso su nota de pasión al viento
y una lágrima triste al pensamiento.
Después fue con su carga de luciérnagas
para morir sin voz junto a un lapacho.
Pienso en el hombre que se fue y no vino
a cumplir con la cita y el amigo,
porque una tarde le quedara grande
como una ajena mariposa negra
sobre los hombros dulces de la madre.
Nada se ha dicho
ni de ese hombre gris que fue conmigo,
ni de los hombres grises que transitan
con corazón los años y la vida.
Los escuda un silencio invulnerable,
los amarra un dolor hecho sevicia,
los guardan en un cofre de agonía
para que pueda demorar el día.

Las viejas tolvaneras de mi patria
esconden muchas cosas dolorosas.
Y cuando este silencio se nos abre
como un libro prohibido de mil hojas,
empezamos, los hombres preteridos,
a pensar que se está haciendo muy tarde.
.
POESÍAS de
CUANDO LLEGA TU AUSENCIA
.
CUANDO LLEGA TU AUSENCIA
Cuando llega tu ausencia
en cada Jueves Santo,
cuanto Te espero en vano,
Cuando atalayo
desde el tiempo dolido de mi vida
la especiosa presencia de Tu nombre;
cuando ya has dado todo,
la sangre y la simiente,
y el tiempo se me ha vuelto
esa unidad perfecta del círculo infinito;
cuando desde mis labios surge la sed de Tu Vino
y de mi corazón la avidez de Tu Pan;
cuando ya nada queda por ser dicho
porque por fin Tu nombre es cuerpo y sangre,
porque por fin, Amado Mío,
te has entregado para siempre en mí;
entonces yo comprendo la dimensión estéril de mi nada
ante la más completa dación de Amor Divino,
y en la Cena Final, Tú me recuerdas
el polvo sideral del que has venido
para ser luz en Luz de Tu palabra
y verbo por Amor y redimido.

Cuando llega tu ausencia,
cuando siento como nunca el dolor de haber amado
porque el precio de amor es tan terrible
que ha aniquilado todos mis sentidos;
cuando llega la noche de Tu entrega,
cuando llega el momento de Tu huerto,
cuando Tu humana proyección se funde
al calor del amor
y Amor Divino
con llamarada llena Tu presencia;
cuando ya mueres sin morir y entregas
Tu Pan, mi corazón,
Vino, mi sangre;
cuando todo ya está porque ha pasado;
entonces, oh Innombrable, me deshago
y torno al polvo estéril
y soy hombre
y como arena del desierto tiemblo
al sentir Tu simiente fecundarme
y vuelvo a ser en mí
y entonces digo:
Señor, mi corazón, si Te me has dado
es porque polvo, arena, tierra, yo, mi nada
somos lo azul y eterno en Tu mirada.

TU SOLEDAD, LA MÍA
Desde la burda altura de esa cruz
formada por maderos
mira Tu soledad. Esta es la mía.
Allí donde Tu muerte espera su momento
y desde donde miras
está la angustia original,
la desasida dimensión del tiempo.
Y allí te quiero.
Allí mi corazón se vuelve tuyo
y el alarido del lanzazo torna
a perforar la carne de mi carne
y a manar como lágrima de hielo
y a ser nuevo milagro de tu sangre.

Desde esa soledad ya sin medida,
entre un cielo preñado de tormentas
y una tierra reseca,
suspendido, como un trozo de carne declinante,
está Tu Cuerpo.
Y en mi dolor ardido,
está la Forma que quisiste darme.
Un cadáver de Hombre, un odioso cadáver que es el mío,
una tremenda muerte,
una agorera ausencia,
un cansancio de piedra,
una burla siniestra
y la Palabra muda, envuelta en el sudario
y silenciosa
y nadie que comprenda Tu misterio,
ni el Centurión Cegado,
ni el Discípulo Puro
ni la Dolida Madre.
Sólo yo lo comprendo,
porque soy el cadáver de ese cuerpo
y su negruzca y coagulada sangre.

Allí te quiero, Dios, así, patibulario,
allí te encuentro en mí,
allí te amo.
Allí sé que el amor no es la sonrisa
ni la fresca ventura de las horas
sino el dolor sin fondo del que nace,
por fin, ese otro Amor, que está en nosotros,
en Tu muerte de Dios, de pobre reo,
en Tus llagas que afrentan la alegría,
en Tu sien dolorosa,
en Tu mirada,
eterna y por la muerte transformada.

Allí, Tu soledad,
Señor, la mía.
Allí la fuerza inerme que me lleva;
y nuevamente en viernes de agonía,
soy Tu dolor que en Hombre se transforma,
y soy testigo solo que se yergue,
y sabe que Tu Amor es Cruz, no llanto
de Niño enternecido de Pesebres.
.
Fuente: JOSÉ-LUIS APPLEYARD. ANTOLOGÍA POÉTICA. Compilación: FERNANDO PISTILLI - Ilustración de tapa: LUIS ALBERTO BOH - Editorial El Lector, Asunción-Paraguay 1996 (197 páginas).
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