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lunes, 26 de abril de 2010

CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ - ÁNGEL DE LA SIERRA (EL POETA QUE SE MIRABA EN LOS OJOS DE UNA MUJER) / Fuente: LAS VOCES DE LA MEMORIA - MARIO R. ÁLVAREZ


ÁNGEL DE LA SIERRA
EL POETA QUE SE MIRABA EN LOS OJOS DE UNA MUJER
Letra: CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

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Una calurosa siesta -pudo haber sido de 1950, poco más, poco menos-, el poeta pilarense CARLOS MIGUEL JIMÉNEZ (nacido el 5 de julio de 1914 en Pilar y fallecido el 29 de agosto de 1970 en Asunción) se detiene debajo de una frondosa planta de juasy’y en Convención y Séptima, barrio Obrero. Va rumbo a su casa, ubicada en lo que hoy es Cuarta y Chile, donde reside con su hermana.
La joven BENITA SÁNCHEZ, de 22 años, oriunda de Caacupé, vive a escasos metros del lugar donde el escritor popular se detiene a descansar, en la casa de su tío VALENTÍN GONZÁLEZ MEDINA.
"Al pasar cerca de él, lo vi tan extenuado que me tomé el atrevimiento de traerle un vaso de agua para que apagara su sed", le dienta doña Benita -que hoy vive en Caacupé, en la esquina del hospital regional de esa comunidad, siendo profesora jubilada-, al corresponsal del diario Última Hora DARÍO BAREIRO FARIÑA.
-Don Carlos, quisiera Ud. tomar un poco de agua para seguir caminando-, le pregunta la muchacha en tono gentil.
-¡Pero cómo no!. Si es de sus manos ... más todavía que yo tengo unas intenciones para Ud-, le réplica, galante y misterioso, el autor de la letra de Flor de Pilar.
-Señorita: yo voy a volver siempre a la siesta porque quiero mirarme en sus ojos-, le promete al pasarle el vaso.
Desde entonces el agua fue sólo la excusa para que el vate cumpliera su deseo manifiesto.
-Ahora no quiero agua. Deseo pedirle sí un favor-, le espeta un día Carlos Miguel.
-Cómo no; estoy para escucharle- responde ella, que acababa de llegar de su trabajo.
Jiménez saca, entonces, una hoja de su bolsillo y le lee el poema Ángel de la sierra hasta casi la mitad.
- ¡Qué hermoso!-, exclama la caacupeña, admirada, cortándole.
-Si Ud. me permite, estos versos son para Ud. porque al fin encontré su dueña. Hice ya versos a la pilarense, a la concepcionera y aquí está la mujer cordillerana que me había inspirado ¡Por fin encontré la dueña!-, le dice.
Le pide luego que le repita su nombre completo para estamparle la dedicatoria.
"Yo siempre fui muy modesta y le dije: no don Carlos. Es mejor que quede en el anonimato, sin mi nombre. Yo ya sé que Ud. me dedicó y siempre le voy a recordar", relata la docente que en sus años de escolar, en la escuela Teniente Fariña de su ciudad, era una reconocida recitadora.
-Alguna vez esto tendrá música y se va a difundir en todas partes-, le anuncia el poeta. Ello se cumpliría cuando EMILIO BOBADILLA CÁCERES le encuentra su melodía.
Pasa el tiempo. Ya no hay vaso de agua ni ojos de poeta que se miren en unos ojos de mujer. Benita se pone de novia con quien sería su marido: MANUEL ROA. Hablando con él y viendo algunas veces pasar -ou jeýma ne pretendiente (ya está viniendo de nuevo tu pretendiente); él es un bohemio y te quiere mucho-, le bromeaba Manuel, ignorando lo ocurrido entre ambos-, a Carlos Miguel Jiménez, el joven le confiesa que es benefactor del artista.
"Los versos que él me dedicó los conozco de memoria. Y suelo recitarlos, recordando al gran poeta", concluye doña Benita.
Fuente: Profesora BENITA SÁNCHEZ, destinataria de la canción.

ÁNGEL DE LA SIERRA
Es un ángel de la sierra la mujer cordillerana
aunque viva entre las piedras tiene blando el corazón
y su voz muy paraguaya es la música serrana
de sabor apasionante que contagia el diapasón.

Es espíritu encarnado de los cerros guaraníes,
heroína laboriosa de belleza natural,
cual un pájaro campana habla, reza, llora y ríe
al cantar su melodía de misterio montaraz.

Hija excelsa de mi patria tan pequeña como grande
descendiente de Guarania, Residenta y Karai
hoy sus alas no envidian ni al cóndor de los Andes
y en el monte ella es la santa de mi culto guarani

Paraguaya de la sierra: tu pureza yo celebro
cual tu templo de imponente majestad
orográfica doncella, virgen blanca de ojos negros,
entre cumbres representas a la diosa libertad
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Letra: Carlos Miguel Jiménez
Música: Emilio Bobadilla Cáceres
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HISTORIAS DE CANCIONES
POPULARES PARAGUAYAS
Edición del autor y Julián Navarro Vera
Dibujo y diseño de tapa: Arq. Julián Navarro Vera
Editora Litocolor S.R.L.
Asunción-Paraguay 2004.
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