POESÍAS de
FÉLIX GIMÉNEZ GÓMEZ
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRS de
.
POEMA DE LA ALEGRÍA QUE VENDRÁ
Y vendrá la alegría con el alba en las alas
a romper el silencio tenaz de los sepulcros.
Sí, vendrá la alegría desprendida del árbol
de frondoso ramaje florecido de estrellas.
Sí, vendrá la alegría en los surcos del verso
y la blanca paloma abrumada de cantos...
Vendrá, vendrá montada, abrasada de incendios,
en las ancas terrosas de la antigua pavura.
Y por fin llegará... habiendo atravesado
el encendido río de todos los dolores.
En sábanas de llanto envolviendo sus sienes
donde palpita un sueño de reparada música.
Será la Patria, entonces, soñada estrellería,
un vivero de anhelos germinado en fulgores.
El viejo jazminero sacudirá sus hojas
y los capullos mustios reventarán luceros.
Tendrá del horizonte su resplandor de luces,
la vasta geografía de los surcos preñados.
Y en el aire sonoro de vegetal perfume
vibrarán las guitarras de todos los deseos.
Fulgurarán entonces los ojos sus presagios
de nuevos derroteros abiertos en la tierra.
¡Un torrente imperioso de puños liberados
extenderá a los vientos las más puras banderas!
Y montarán los hombres sus caballos azules
y saldrán a los campos repletos de simientes
a recoger el verde rumor de las canciones
y descubrir la siega tanto tiempo esperada.
El Paraguay inmenso -Patria de sol y monte-
no tendrá valladares su corriente serena.
Y tensará sus venas para albergar el grito
que llegue con el alba de luz recuperada.
.
POEMA DE LA ALEGRÍA QUE VENDRÁ
Y vendrá la alegría con el alba en las alas
a romper el silencio tenaz de los sepulcros.
Sí, vendrá la alegría desprendida del árbol
de frondoso ramaje florecido de estrellas.
Sí, vendrá la alegría en los surcos del verso
y la blanca paloma abrumada de cantos...
Vendrá, vendrá montada, abrasada de incendios,
en las ancas terrosas de la antigua pavura.
Y por fin llegará... habiendo atravesado
el encendido río de todos los dolores.
En sábanas de llanto envolviendo sus sienes
donde palpita un sueño de reparada música.
Será la Patria, entonces, soñada estrellería,
un vivero de anhelos germinado en fulgores.
El viejo jazminero sacudirá sus hojas
y los capullos mustios reventarán luceros.
Tendrá del horizonte su resplandor de luces,
la vasta geografía de los surcos preñados.
Y en el aire sonoro de vegetal perfume
vibrarán las guitarras de todos los deseos.
Fulgurarán entonces los ojos sus presagios
de nuevos derroteros abiertos en la tierra.
¡Un torrente imperioso de puños liberados
extenderá a los vientos las más puras banderas!
Y montarán los hombres sus caballos azules
y saldrán a los campos repletos de simientes
a recoger el verde rumor de las canciones
y descubrir la siega tanto tiempo esperada.
El Paraguay inmenso -Patria de sol y monte-
no tendrá valladares su corriente serena.
Y tensará sus venas para albergar el grito
que llegue con el alba de luz recuperada.
.
MI PATRIA NO HA MUERTO
Tierra de sepulcros y esperanzas.
Ancho corazón de mártires.
Claro jazmín de lágrimas y sangre.
Rocío de angustia
que ha convertido en llamas
el alma combatiente de su pueblo.
¡Mi patria no ha muerto!
Herida, sí, late su pulso ardiente
entre las sombras pardas de la opresión maldita,
late para avivar el fuego
que en el rescoldo frío
de la derrota amarga y pasajera,
enciende la esperanza de muchedumbres tristes,
de nuevas residentas,
que pueblan de despojos y de sueños
-angustia anochecida-
las sendas desoladas
desesperadamente llenas de cruces y silencios...
La miro en las auroras apagadas
de los ojos vidriados por la muerte.
La miro en el quebracho rojo
tumbado y desgajado,
manchada su esmeralda
con cuajarones de sangre,
con tripas, venas rotas
y esquirlas de cerebro.
Una selva de sonrisas enlutadas
sobre las bocas trágicas
de las despedazadas ansias,
empuja hacia los campos de la patria
sus vientos de martirio.
El alba presentida por mi pueblo,
oculta su hemorragia
en las honduras yertas
de las fosas repletas de cadáveres.
¡Cuánta sangre derramada!
¡Cuántos huesos roídos por la furia
de lobos carniceros mandados por la Sombra!
Un arroyo de lágrimas
-ternura humedecida-
ha disuelto la sal de los caminos
para forjar el hierro del futuro...
.
CANTO A MI PATRIA
.
Patria,
Patria,
para ti mi canto de dureza y paloma,
con sabor a espigas muertas
y música de ternura arrebatada.
Parra ti mi canto de surcos perforados,
de primaveras bruscas,
de coágulos y lágrimas,
de esperanzas combatidas
y pétalos letales...
Para ti los cantos sumergidos
en las hondas entrañas de la noche.
Los cantos, para ti, los cantos,
los cantos de tu pueblo,
cantos de metal y tierra,
de cansadas aguas,
río de piedra hirviente
y corazones desgajados
del árbol de los sueños perseguidos.
Para ti
Patria, Patria, Patria mía,
la sangre de mis poros,
endurecida sangre,
raíz endurecida
en la endurecida fragua de la lucha,
sobre el yunque disperso de mil puños,
sobre el cristal antiguo de mil ojos,
sobre la flor del verso,
sobre las alas negras
del aterrorizado pájaro del llanto,
en la pared que extiende
la palabra clandestina,
en la violencia inútil
del odio de la noche a la alborada,
en el silencio sin pausa de los campos
repletos de ausencia,
en los ojos devorados
y el polvo que carcome la guitarra.
En esta sangre nace el canto,
en esta sangre popular,
sangre de abajo,
sangre aterrada y férvida,
sangre que contiene la esperanza,
latiendo en el impulso
y en la cólera...
Sangre con pólvora y puñales
para aventar las sombras,
para encender la pira
donde arda
y arda
y arda
hasta volverse polvo
este presente tuyo de congojas.
Y liberar
el tórrido torrente
de los puños constructores,
el canto combatido
y el color especial de tu bandera.
Patria,
Patria,
para ti mi canto de dureza y paloma,
con sabor a espigas muertas
y música de ternura arrebatada.
Parra ti mi canto de surcos perforados,
de primaveras bruscas,
de coágulos y lágrimas,
de esperanzas combatidas
y pétalos letales...
Para ti los cantos sumergidos
en las hondas entrañas de la noche.
Los cantos, para ti, los cantos,
los cantos de tu pueblo,
cantos de metal y tierra,
de cansadas aguas,
río de piedra hirviente
y corazones desgajados
del árbol de los sueños perseguidos.
Para ti
Patria, Patria, Patria mía,
la sangre de mis poros,
endurecida sangre,
raíz endurecida
en la endurecida fragua de la lucha,
sobre el yunque disperso de mil puños,
sobre el cristal antiguo de mil ojos,
sobre la flor del verso,
sobre las alas negras
del aterrorizado pájaro del llanto,
en la pared que extiende
la palabra clandestina,
en la violencia inútil
del odio de la noche a la alborada,
en el silencio sin pausa de los campos
repletos de ausencia,
en los ojos devorados
y el polvo que carcome la guitarra.
En esta sangre nace el canto,
en esta sangre popular,
sangre de abajo,
sangre aterrada y férvida,
sangre que contiene la esperanza,
latiendo en el impulso
y en la cólera...
Sangre con pólvora y puñales
para aventar las sombras,
para encender la pira
donde arda
y arda
y arda
hasta volverse polvo
este presente tuyo de congojas.
Y liberar
el tórrido torrente
de los puños constructores,
el canto combatido
y el color especial de tu bandera.
.
MIS VERSOS SON MÁS DEL SIGLO
.
Detesto los versos húmedos
de lágrimas y nostalgias.
Las cuerdas de mi guitarra
ya no producen tristeza.
Mi inspiración ya no vuela
por los espacios azules
donde se curvan y ensanchan
las románticas leyendas.
Ya soy más hombre y me pongo
al servicio de mi pueblo...
Llevo la voz formidable
de sus ansias soberanas.
Y a martillazos del verso
esculpo sus esperanzas
sobre el yunque de mis callos
de auténtico proletario.
Yo soy la voz de protesta
de las clases explotadas.
Mi boca dura, curtida
-deformada a culatazos
por los esbirros a sueldo
del ávido imperialismo-,
tan sólo dice consignas
de unidad y resistencia.
Mis versos son más del siglo;
nacieron en los mitines,
y tienen calor de masas
y tinta de sindicatos...
Yo soy soldado en las filas
de las fuerzas progresistas:
¡ariete, clarín, bandera,
de lucha anti-imperialista!
.
MIS CANTOS
.
Mis cantos, que van mis cantos,
cantos de sangre y estrella;
pena, combate, esperanza,
de guitarra desenvuelta.
Mis cantos, que van mis cantos,
cantos de surco y trincheras;
endurecido lenguaje
de fábrica y sementera.
La música de mis cantos
es música verdadera;
voz de masas, pueblo en armas,
tras barricadas abiertas.
Cada palabra un impacto
-anhelo de opresa gleba-
contra la peste y el hambre,
la explotación y la guerra.
¡Son cantos tuyos, hermano,
éstos de sangre y estrella!
¡Tu canto anti-imperialista,
que es bala de pena obrera!
.
Mis cantos, que van mis cantos,
cantos de sangre y estrella;
pena, combate, esperanza,
de guitarra desenvuelta.
Mis cantos, que van mis cantos,
cantos de surco y trincheras;
endurecido lenguaje
de fábrica y sementera.
La música de mis cantos
es música verdadera;
voz de masas, pueblo en armas,
tras barricadas abiertas.
Cada palabra un impacto
-anhelo de opresa gleba-
contra la peste y el hambre,
la explotación y la guerra.
¡Son cantos tuyos, hermano,
éstos de sangre y estrella!
¡Tu canto anti-imperialista,
que es bala de pena obrera!
.
YO REGRESARÉ, MORENA
YO REGRESARÉ, MORENA
.
Morena de pelo negro,
de pelo negra, morena,
yo llevaré tu sonrisa
y tu perfume a verbena.
La lumbre yo llevaré
de tus ojos de azucena.
Y juro que volveré
cuando termine la guerra.
Espérame en la orilla
azul de la sementera...
Con mi fusil y mis sueños
yo formé en la montonera,
para defender al pueblo
contra la ley mazorquera.
Los enemigos del pueblo
nos han lanzado sus fieras.
Y el pueblo le ha respondido
con barricada y trinchera.
Para alumbrar el camino
tenemos diez y siete letras
-hoy no lo digo en voz alta-
que son diez y seis estrellas.
Mañana cuando la patria
verdezca su yerba buena,
a la orilla de mis ansias
yo te buscaré, morena.
En tanto grite la bala
lo que nuestro pueblo anhela,
mi corazón soñará
con tus ojos de azucena.
Para defender al pueblo
yo formé en la montonera.
Con una paloma blanca,
yo regresaré, morena...
Espérame en la orilla
azul de la sementera...
Morena de pelo negro,
de pelo negra, morena,
yo llevaré tu sonrisa
y tu perfume a verbena.
La lumbre yo llevaré
de tus ojos de azucena.
Y juro que volveré
cuando termine la guerra.
Espérame en la orilla
azul de la sementera...
Con mi fusil y mis sueños
yo formé en la montonera,
para defender al pueblo
contra la ley mazorquera.
Los enemigos del pueblo
nos han lanzado sus fieras.
Y el pueblo le ha respondido
con barricada y trinchera.
Para alumbrar el camino
tenemos diez y siete letras
-hoy no lo digo en voz alta-
que son diez y seis estrellas.
Mañana cuando la patria
verdezca su yerba buena,
a la orilla de mis ansias
yo te buscaré, morena.
En tanto grite la bala
lo que nuestro pueblo anhela,
mi corazón soñará
con tus ojos de azucena.
Para defender al pueblo
yo formé en la montonera.
Con una paloma blanca,
yo regresaré, morena...
Espérame en la orilla
azul de la sementera...
.
HOMBRES A CARTA CABAL
.
I
Con guaranias en tus labios
y sueños en tus alforjas,
sumaste a la brava lucha
de España tu sangre moza.
Corriste, Paiva Palacios,
-de mi patria honra y gloria-
para cumplir con la tierra
de tantas gestas heroicas.
Mensajero de mi pueblo
al pueblo español hermano,
eras bandera y guitarra,
coronel Paiva Palacios.
Tu nombre grita Madrid
y el «maquis» oyó tus cantos...
En tu tierra guaraní
convoca nuestro entusiasmo.
Tu nombre llega en el alba
en un cantar soberano,
para liberar la Patria
con tu corazón sangrado.
II
Mis labios dicen: ¡Palacios!
La guitarra me responde:
¡Viva Facundo Duarte,
gloria inmortal a su nombre!
Duarte y Paiva Palacios,
dos valientes mocetones
que sintieron en su carnes
la brava lucha de entonces.
Hombres a carta cabal,
con música de sus nombres
-banderas de libertad-
su copla el pueblo compone.
HOMBRES A CARTA CABAL
.
I
Con guaranias en tus labios
y sueños en tus alforjas,
sumaste a la brava lucha
de España tu sangre moza.
Corriste, Paiva Palacios,
-de mi patria honra y gloria-
para cumplir con la tierra
de tantas gestas heroicas.
Mensajero de mi pueblo
al pueblo español hermano,
eras bandera y guitarra,
coronel Paiva Palacios.
Tu nombre grita Madrid
y el «maquis» oyó tus cantos...
En tu tierra guaraní
convoca nuestro entusiasmo.
Tu nombre llega en el alba
en un cantar soberano,
para liberar la Patria
con tu corazón sangrado.
II
Mis labios dicen: ¡Palacios!
La guitarra me responde:
¡Viva Facundo Duarte,
gloria inmortal a su nombre!
Duarte y Paiva Palacios,
dos valientes mocetones
que sintieron en su carnes
la brava lucha de entonces.
Hombres a carta cabal,
con música de sus nombres
-banderas de libertad-
su copla el pueblo compone.
.
FORJANDO ESTÁN EL MAÑANA
.
Estruendo de grito y pólvora,
calor de plomo y acero,
olor de sangre y ruido
de esqueletos en la sombra.
Blasfemias, voces de rabia
-las expresiones del odio-,
injurias y escupitajos...
¡la muerte sorda que ronda!
Las automáticas lanzan
sus tétricas carcajadas.
Relámpagos de puñales
hieren la noche inmensa.
En rojos mantos de sangre
los hombres se ven envueltos.
Fieros fulguran los ojos
como de tigres en celos.
Arde la sangre en las venas,
tensos se ponen los nervios,
los músculos se contraen,
¡sienten ansias de romperse!
El cielo adusto, sombrío
-comba de cielos obscuros-,
garras de fuego descubre
y lanza roncos lamentos.
Son los hijos de la patria
que luchan por la justicia.
El fuego de sus fusiles
lleva la voz de sus ansias.
Con qué pasión y energía
la libertad se disputa.
Silban las balas mortíferas
y zumban los cuchillazos.
Fecunda sudor y sangre
la sementera del tiempo.
Por cada luz que se apaga
surge un retazo de historia.
.
CÓMO ATURDE EL SILENCIO
.
Mi verde tierra está llena
de lámparas apagadas...
¡Qué obscuridad en el alba!
Sueños, truncos, venas rotas.
Las vacas mugen, las vacas,
en la prisión del potrero.
Los sueños lloran sus penas
en el rescoldo y el cieno.
¡Donde está el buey, la guitarra!
¡Ay! Cómo aturde el silencio...
Dónde está el cielo... ¡Qué niebla!
La noche silba en el viento.
Mi verde tierra está llena
de lámparas apagadas...
.
AY, QUE TALARON EL ÁRBOL...
.
¡Ay! que talaron el árbol
de mi selva paraguaya...
Y de sus verdes arterias
bebieron toda la savia.
Asesinos amaestrados
con hachas de herrumbre parda,
cubrieron de tajos hondos
su joven cuerpo a mansalva.
Los pájaros ateridos
trinan con voz coagulada.
La sangre es verde y la sangre
riega la flor desolada.
¡Ay! que talaron el árbol
de mi selva paraguaya...
CÓMO ATURDE EL SILENCIO
.
Mi verde tierra está llena
de lámparas apagadas...
¡Qué obscuridad en el alba!
Sueños, truncos, venas rotas.
Las vacas mugen, las vacas,
en la prisión del potrero.
Los sueños lloran sus penas
en el rescoldo y el cieno.
¡Donde está el buey, la guitarra!
¡Ay! Cómo aturde el silencio...
Dónde está el cielo... ¡Qué niebla!
La noche silba en el viento.
Mi verde tierra está llena
de lámparas apagadas...
.
AY, QUE TALARON EL ÁRBOL...
.
¡Ay! que talaron el árbol
de mi selva paraguaya...
Y de sus verdes arterias
bebieron toda la savia.
Asesinos amaestrados
con hachas de herrumbre parda,
cubrieron de tajos hondos
su joven cuerpo a mansalva.
Los pájaros ateridos
trinan con voz coagulada.
La sangre es verde y la sangre
riega la flor desolada.
¡Ay! que talaron el árbol
de mi selva paraguaya...
.
INDIO, EL ARCO APRONTA
.
Llegará tu día
y tendrá tu tierra,
en la Patria mía,
en la Patria nuestra.
Vibrarán tus selvas,
cantarán tus ríos.
Y se irá a la luna
tu largo martirio.
Y otra vez tus manos
henderán la tierra.
Y otra vez tus gritos
llenarán la sierra.
Y otra vez tu Patria
-tu infeliz Guarania-
será tuya, indio,
libre y soberana.
Yo llevo la sangre,
hermanito indio.
Mi carne es tu carne
de yerba y tanino.
Mis versos resumen
tu tristeza indígena,
tu verde esperanza,
tu ansiedad antigua.
Hermanito indio,
apronta tus flechas,
y aprieta en tus manos
tus ansias deshechas.
¡Que afilo mi pluma!
¡Que grita mi pueblo
-nuestro pueblo triste-
su frustrado anhelo!
Guaraní, tu sangre
de yerba y tanino,
tus ansias antiguas,
la voz de tu río,
se hicieron guaranias
y se hicieron filos,
en nuestras guitarras
y en nuestros cuchillos.
Indiecito hermano,
¡que la aurora llega!
Levanta tu frente,
apunta tu flecha.
¡Y lanza a los aires
tu grito de guerra!
A los ñande yn va
que hollaron tu tierra,
con todas las fuerzas
digamos ¡afuera!
Y empuñando el hacha
-la fiel compañera-
¡a los yvy yáras
ganemos la tierra!
INDIO, EL ARCO APRONTA
.
Llegará tu día
y tendrá tu tierra,
en la Patria mía,
en la Patria nuestra.
Vibrarán tus selvas,
cantarán tus ríos.
Y se irá a la luna
tu largo martirio.
Y otra vez tus manos
henderán la tierra.
Y otra vez tus gritos
llenarán la sierra.
Y otra vez tu Patria
-tu infeliz Guarania-
será tuya, indio,
libre y soberana.
Yo llevo la sangre,
hermanito indio.
Mi carne es tu carne
de yerba y tanino.
Mis versos resumen
tu tristeza indígena,
tu verde esperanza,
tu ansiedad antigua.
Hermanito indio,
apronta tus flechas,
y aprieta en tus manos
tus ansias deshechas.
¡Que afilo mi pluma!
¡Que grita mi pueblo
-nuestro pueblo triste-
su frustrado anhelo!
Guaraní, tu sangre
de yerba y tanino,
tus ansias antiguas,
la voz de tu río,
se hicieron guaranias
y se hicieron filos,
en nuestras guitarras
y en nuestros cuchillos.
Indiecito hermano,
¡que la aurora llega!
Levanta tu frente,
apunta tu flecha.
¡Y lanza a los aires
tu grito de guerra!
A los ñande yn va
que hollaron tu tierra,
con todas las fuerzas
digamos ¡afuera!
Y empuñando el hacha
-la fiel compañera-
¡a los yvy yáras
ganemos la tierra!
.
QUÉ SUEÑOS TIENEN LOS SUEÑOS...
QUÉ SUEÑOS TIENEN LOS SUEÑOS...
.
Empaña fulgor extraño
el cristal de las pupilas;
hincha los pulsos la fiebre
de la sangre enardecida.
Los hombres y las mujeres
-retoños de palma herida-
hamacan los sueños rotos
entre difusa neblina.
¡Qué sueños tienen los sueños!
¡Qué cansancios resucitan!
¡Qué consternados silencios
sobre mi tierra palpitan...!
Hunda los pulsos la fiebre,
qué cansancios resucitan...
.
Félix Giménez Gómez (1927): Es uno de los principales poetas sociales del país. De verbo ágil y desenvuelto, ha escrito los mejores romances de la poesía del Paraguay. Como escritor de intrafrontera, donde el verbo se paraliza o perece y la letra no tacta su perennidad de papel y tinta cuando narra la realidad popular, su presencia ha sido totalmente ignorada. Obras: Poemas de noche y alba y Penas brujulares.
Empaña fulgor extraño
el cristal de las pupilas;
hincha los pulsos la fiebre
de la sangre enardecida.
Los hombres y las mujeres
-retoños de palma herida-
hamacan los sueños rotos
entre difusa neblina.
¡Qué sueños tienen los sueños!
¡Qué cansancios resucitan!
¡Qué consternados silencios
sobre mi tierra palpitan...!
Hunda los pulsos la fiebre,
qué cansancios resucitan...
.
Félix Giménez Gómez (1927): Es uno de los principales poetas sociales del país. De verbo ágil y desenvuelto, ha escrito los mejores romances de la poesía del Paraguay. Como escritor de intrafrontera, donde el verbo se paraliza o perece y la letra no tacta su perennidad de papel y tinta cuando narra la realidad popular, su presencia ha sido totalmente ignorada. Obras: Poemas de noche y alba y Penas brujulares.
.
Fuente: EL TRINO SOTERRADO – TOMO I
PARAGUAY:
APROXIMACIÓN AL ITINERARIO DE SU POESÍA SOCIAL
Ediciones INTENTO,
Asunción-Paraguay 1985 (427 páginas)
Asunción-Paraguay 1985 (427 páginas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario