LOS INDÍGENAS DEL PARAGUAY
Autores: JOSÉ ZANARDINI y
WALTER BIEDERMANN
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Biblioteca Paraguaya de Antropología Nº 39
Centro de Estudios Antropológicos
De la Universidad Católica (CEADUC)
Foto de tapa: Museo Etnográfico ANDRÉS BARBERO
Y Guillermo Sequera,
Colección del Centro de Artes Visuales /
Museo del Barro.
Editorial Palo Santo,
Asunción – Paraguay 2001 (pp. 252)
.Autores: JOSÉ ZANARDINI y
WALTER BIEDERMANN
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Biblioteca Paraguaya de Antropología Nº 39
Centro de Estudios Antropológicos
De la Universidad Católica (CEADUC)
Foto de tapa: Museo Etnográfico ANDRÉS BARBERO
Y Guillermo Sequera,
Colección del Centro de Artes Visuales /
Museo del Barro.
Editorial Palo Santo,
Asunción – Paraguay 2001 (pp. 252)
Gráfico 1:
POBLACIONES INDÍGENAS DEL PARAGUAY
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CONTENIDO
- Agradecimientos
Introducción
- Breve explicación para aprovechar mejor este libro
- Capítulo V de la Constitución de la Rca. del Paraguay sobre los Pueblos Indígenas
- Poblaciones Indígenas del Paraguay
- Comunidades Indígenas del Paraguay
- Distribución según las familias lingüísticas
-Etnohistoria
- Etnia o pueblo Ayoreo
- Etnia o pueblo Ishir
- Etnia o pueblo Nivaclé
- Etnia o pueblo Maká
- Etnia o pueblo Manjui
- Etnia o pueblo Enlhet
- Etnia o pueblo Guaná
- Etnia o pueblo Sanapaná
- Etnia o pueblo Angaité
- Etnia o pueblo Toba Maskoy
- Etnia o pueblo Qom Lik
- Etnia o pueblo Guaraní Occidentales
- Etnia o pueblo Guaraní Nandéva
- Etnia o pueblo Pai Tavyterá
- Etnia o pueblo Mbyá
- Etnia o pueblo Avá Guaraní
- Etnia o pueblo Aché
- Bibliografía utilizada
- Títulos publicados por la Biblioteca Paraguaya de Antropología
- Agradecimientos fotográficos
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- Agradecimientos
Introducción
- Breve explicación para aprovechar mejor este libro
- Capítulo V de la Constitución de la Rca. del Paraguay sobre los Pueblos Indígenas
- Poblaciones Indígenas del Paraguay
- Comunidades Indígenas del Paraguay
- Distribución según las familias lingüísticas
-Etnohistoria
- Etnia o pueblo Ayoreo
- Etnia o pueblo Ishir
- Etnia o pueblo Nivaclé
- Etnia o pueblo Maká
- Etnia o pueblo Manjui
- Etnia o pueblo Enlhet
- Etnia o pueblo Guaná
- Etnia o pueblo Sanapaná
- Etnia o pueblo Angaité
- Etnia o pueblo Toba Maskoy
- Etnia o pueblo Qom Lik
- Etnia o pueblo Guaraní Occidentales
- Etnia o pueblo Guaraní Nandéva
- Etnia o pueblo Pai Tavyterá
- Etnia o pueblo Mbyá
- Etnia o pueblo Avá Guaraní
- Etnia o pueblo Aché
- Bibliografía utilizada
- Títulos publicados por la Biblioteca Paraguaya de Antropología
- Agradecimientos fotográficos
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COMUNIDADES INDÍGENAS DEL PARAGUAY
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INTRODUCCIÓN
¿Quiénes son los indígenas? Es una pregunta inquietante que, a medida que ahondamos en ella, multiplica sus aristas, convirtiéndose en un tema nacional e internacional de la mayor importancia. La existencia de pueblos indígenas sobrevivientes después de más de quinientos años de contacto con los blancos es ya de por sí un hecho sociológico relevante. ¿Por qué no han desaparecido después de tanta persecución, desprecio, marginación y sufrimiento? ¿Por qué lograron sobrevivir a pesar de habérseles arrebatado sus tierras, sus bienes culturales, religiosos y sociales? ¿Por qué resisten aún hoy ante la avalancha de la globalización y de la homogeneización cultural que parece arrastrar a cada pueblo hacia una supuesta cultura universal? El fantasma de la globalización cultural ha desencadenado a nivel mundial la reacción de intelectuales, filósofos y pensadores, porque está en peligro la originalidad de las diferentes culturas y sistemas de pensamiento. Las culturas se sienten amenazadas y buscan una manera de redefinir sus contenidos, de acuerdo a las pautas de cada nación, aferrándose a "lo propio", "lo genuino", "lo aglutinante" de un pueblo. Se trata de ahondar las raíces en la identidad y en la historia de cada pueblo para buscar el mejor camino de vivir el tercer milenio, fortaleciendo la identidad colectiva de cada pueblo y buscando los canales culturales para "dar y recibir" en un paciente proceso de diálogo intercultural orientado a respetar las diferencias, enriqueciendo así el patrimonio universal de la humanidad.
En Paraguay existe un gran desconocimiento de los diecisiete diferentes pueblos indígenas esparcidos en aproximadamente 400 asentamientos del territorio nacional. Lamentablemente, en muchos sectores de la sociedad nacional, la existencia de pueblos indígenas es considerada una vergüenza y un atraso. El origen de semejante posición hay que buscarlo en los prejuicios atávicos y en la ideología racista que se fueron moldeando a lo largo de los siglos desde el tiempo de la Conquista. En todo este tiempo se ha intentado borrar del mapa a esos pueblos, se ha intentado deculturizarlos y asimilarlos a la cultura nacional para que se transformen y sean como los demás ciudadanos. Se ha puesto en marcha un auténtico proceso de etnocidio que afortunadamente no ha conseguido el objetivo deseado, porque los pueblos indígenas están todavía presentes en el Paraguay: viven, luchan, resisten y, por sobre todo, emergen en la vida nacional con sus peculiaridades, aportando un sinfín de valores que pueden oxigenar a nuestra sociedad, a veces desorientada y sin rumbo.
Este libro, con sus posibles fallas, pretende acercar la cultura de los increíbles mundos indígenas del Paraguay a nuestro mundo, desde la visión de quienes se sienten mejor como activistas de los pueblos indígenas que como escritores, ya que han visto en sus mundos la solución de muchos de los males de la sociedad moderna. La obra ofrece una descripción etnográfica de cada una de las diecisiete etnias o pueblos que aún existen en el Paraguay. A tal efecto, se han utilizado investigaciones ya existentes y se ha elaborado el texto en forma clara y sencilla, para que, sin perder el rigor de la información, sea accesible a todo lector, desde el ama de casa al estudiante, desde la persona de la calle que quiera saber de la vida de los indígenas de su país, hasta el especialista. Hemos tratado de crear un material que enriquezca por igual el bagaje de conocimientos de los paraguayos y de los extranjeros.
El objetivo ha sido reunir en una obra textos y fotografías que muestren las peculiaridades de cada etnia y las diferencias que las distinguen no sólo en lo lingüístico sino, sobre todo, en lo cultural y en lo religioso. La obra aspira a desmitificar la idea de que todos los indígenas que vemos en el país son guaraní y los confunde en un mismo grupo; también, a clarificar la información y a acercar a la cultura de los blancos el fascinante mundo de los últimos hijos de la selva, que con sus cosmovisiones, diferentes a la nuestra, enriquecen nuestro conocimiento y prestigian nuestro acervo cultural. Se trata de un universo distinto que todavía tenemos a mano y que debemos aprovechar, de un mundo que nos brindan con generosidad -más natural, más genuino y puro-, un mundo que nos demuestra, en fin, que tenemos mucho que aprender de ellos.
El Paraguay no puede ni debe prescindir de sus pueblos indígenas. Antes bien, debe crear más espacios culturales y territoriales para promover su presencia en la sociedad nacional y proyectar un Paraguay moderno que se base en la multietnicidad y la multiculturalidad. La misma Constitución Nacional de 1992 reconoce la existencia de los pueblos indígenas como pueblos anteriores a la formación del Estado paraguayo en 1811.
El Presidente Don Carlos Antonio López, al confiscar en 1848 las tierras y los bienes indígenas, estableció inicuas asimetrías sociales que postraron a esos pueblos y les impidieron reivindicar sus derechos territoriales sobre sus tierras ancestrales.
Más allá del importante apoyo, aunque a veces paternalista, brindado a los indígenas por las misiones religiosas de diferentes denominaciones en los tiempos modernos a partir de fines del siglo XIX, recién en la segunda mitad del siglo XX se creó en Paraguay un movimiento indigenista y antropológico capaz de bregar para que las leyes tengan en cuenta los derechos territoriales de los pueblos indígenas. Como feliz resultado de ese proceso se llegó a la promulgación de la Ley 904/81, Estatuto de las Comunidades Indígenas, que permite a éstas exigir legalmente la devolución de parte de su territorio tradicional para reproducir sus sistemas tradicionales de vida y su cultura.
En 1992, tras un trabajo capilar en todas las comunidades indígenas del país, se llegó a incorporar en la nueva Constitución Nacional un capítulo sobre los Pueblos indígenas. Se trata del capítulo V, constituido por seis artículos, que representa una conquista en materia indigenista a nivel continental. Lastimosamente, después de casi diez años de vigencia de la Constitución, constatamos que esos principios están lejos de ser aplicados en nuestro país.
Sin embargo, los pueblos indígenas resisten y viven. Una señal muy prometedora son las nuevas organizaciones indígenas que se están formando en los últimos años. Los indígenas dan señales de querer ser los dueños de su propio destino y tener un peso político propio probablemente independiente de los partidos tradicionales, sin intermediarios culturales-políticos, y apuntando directamente a un poder indígena que defienda sus derechos. Este libro, de alguna manera, trata de remediar en algo el constante avasallamiento al que han sido sometidos su cultura y sus derechos desde que hace 500 años se iniciara la Conquista. Una nota dominante de los pueblos indígenas del Paraguay es la búsqueda de nuevos contenidos culturales. Los rasgos culturales tradicionales descritos en este libro probablemente ni siquiera son conocidos por los miembros jóvenes de la etnia. Está en acción una transfiguración cultural, una apropiación de elementos pertenecientes a otras culturas con el fin de sobrevivir y fortalecerse culturalmente. Así como la diversidad biológica es fundamental para el equilibrio del planeta, la diversidad cultural es necesaria para las sociedades modernas, pues asegura la continuidad y combate los síntomas de decaimiento de las mismas etnias. Ojalá que los paraguayos podamos sentirnos orgullosos de tener pueblos indígenas en nuestra patria y que se pueda conocer quiénes son, ya que son los más humillados y los más despreciados por una sociedad que no les valora como garantía de futuro.
A pesar de todo, nos sentimos optimistas sobre el futuro de los indígenas del Paraguay. Los instrumentos internacionales y la misma Constitución Nacional son sus mejores aliados. Además, existen personas, instituciones públicas y privadas y misiones religiosas que representan un rol muy importante en la defensa del territorio y de su sistema tradicional de vida, conforme a los principios de la autodeterminación y de la autogestión.
La finalidad principal de este libro es la de afirmar que los pueblos indígenas del Paraguay todavía existen y que nos presentan un rostro visible a través de sus múltiples presencias. Son una riqueza histórica y cultural para nuestro país y se convierten en un desafío para la sociedad nacional: que reconozca sus derechos ancestrales y se deje cuestionar en sus modelos de vida por los sanos principios sociales, éticos y políticos que desde siempre han caracterizado a esos pueblos. Su relación con la naturaleza, con el mundo de los espíritus, su profunda sabiduría de vida, sus conocimientos tradicionales de la medicina y de otros sectores del saber y del practicar humano son un aporte invalorable. Mientras las tecnologías modernas envenenan los cursos hídricos, desgastan y erosionan la tierra, destruyen las selvas, que son los pulmones del planeta, contaminan el aire y empujan a la población a un ritmo de vida consumista y estresante, los pueblos indígenas, silenciosa y fielmente, custodian los bienes perennes de la humanidad -los naturales y los espirituales- y son capaces de crear convivencias armónicas y pacíficas. Los autores
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CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY
CAPÍTULO V
DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
Artículo 62 - DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS Y GRUPOS ÉTNICOS
Esta Constitución reconoce la existencia de los pueblos indígenas, definidos como grupos de culturas anteriores a la formación y organización del Estado paraguayo.
Artículo 63 - DE LA IDENTIDAD ÉTNICA
Queda reconocido y garantizado el derecho de los pueblos indígenas a preservar y a desarrollar su identidad étnica en el respectivo hábitat. Tienen derecho, asimismo, a aplicar libremente sus sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa, al igual que la voluntaria sujeción a sus normas consuetudinarias para la regulación de la convivencia interna, siempre que ellas no atenten contra los derechos fundamentales establecidos en esta Constitución. En los conflictos jurisdiccionales se tendrá en cuenta el derecho consuetudinario indígena.
Artículo 64 - DE LA PROPIEDAD COMUNITARIA
Los pueblos indígenas tienen derecho a la propiedad comunitaria de la tierra, en extensión y calidad suficientes para la conservación y el desarrollo de sus formas peculiares de vida. El Estado les proveerá gratuitamente de estas tierras, las cuales serán inembargables, indivisibles, intransferibles, imprescriptibles, no susceptibles de garantizar obligaciones contractuales ni de ser arrendadas; asimismo, estarán exentas de tributo.
Se prohíbe la remoción o traslado de su hábitat sin el expreso consentimiento de los mismos. Artículo 65 - DEL DERECHO A LA PARTICIPACIÓN
Se garantiza a los pueblos indígenas el derecho a participar en la vida económica, social, política y cultural del país, de acuerdo con sus usos consuetudinarios, esta Constitución y las leyes nacionales.
Artículo 66 - DE LA EDUCACIÓN Y LA ASISTENCIA
El Estado respetará las peculiaridades culturales de los pueblos indígenas, especialmente en lo relativo a la educación formal. Se atenderá, además, a su defensa contra la regresión demográfica, la depredación de su hábitat, la contaminación ambiental, la explotación económica y la alienación cultural.
Artículo 67 - DE LA EXONERACIÓN
Los miembros de los pueblos indígenas están exonerados de prestar servicios sociales, civiles o militares, así como de las cargas públicas que establezca la ley.
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En Paraguay existe un gran desconocimiento de los diecisiete diferentes pueblos indígenas esparcidos en aproximadamente 400 asentamientos del territorio nacional. Lamentablemente, en muchos sectores de la sociedad nacional, la existencia de pueblos indígenas es considerada una vergüenza y un atraso. El origen de semejante posición hay que buscarlo en los prejuicios atávicos y en la ideología racista que se fueron moldeando a lo largo de los siglos desde el tiempo de la Conquista. En todo este tiempo se ha intentado borrar del mapa a esos pueblos, se ha intentado deculturizarlos y asimilarlos a la cultura nacional para que se transformen y sean como los demás ciudadanos. Se ha puesto en marcha un auténtico proceso de etnocidio que afortunadamente no ha conseguido el objetivo deseado, porque los pueblos indígenas están todavía presentes en el Paraguay: viven, luchan, resisten y, por sobre todo, emergen en la vida nacional con sus peculiaridades, aportando un sinfín de valores que pueden oxigenar a nuestra sociedad, a veces desorientada y sin rumbo.
Este libro, con sus posibles fallas, pretende acercar la cultura de los increíbles mundos indígenas del Paraguay a nuestro mundo, desde la visión de quienes se sienten mejor como activistas de los pueblos indígenas que como escritores, ya que han visto en sus mundos la solución de muchos de los males de la sociedad moderna. La obra ofrece una descripción etnográfica de cada una de las diecisiete etnias o pueblos que aún existen en el Paraguay. A tal efecto, se han utilizado investigaciones ya existentes y se ha elaborado el texto en forma clara y sencilla, para que, sin perder el rigor de la información, sea accesible a todo lector, desde el ama de casa al estudiante, desde la persona de la calle que quiera saber de la vida de los indígenas de su país, hasta el especialista. Hemos tratado de crear un material que enriquezca por igual el bagaje de conocimientos de los paraguayos y de los extranjeros.
El objetivo ha sido reunir en una obra textos y fotografías que muestren las peculiaridades de cada etnia y las diferencias que las distinguen no sólo en lo lingüístico sino, sobre todo, en lo cultural y en lo religioso. La obra aspira a desmitificar la idea de que todos los indígenas que vemos en el país son guaraní y los confunde en un mismo grupo; también, a clarificar la información y a acercar a la cultura de los blancos el fascinante mundo de los últimos hijos de la selva, que con sus cosmovisiones, diferentes a la nuestra, enriquecen nuestro conocimiento y prestigian nuestro acervo cultural. Se trata de un universo distinto que todavía tenemos a mano y que debemos aprovechar, de un mundo que nos brindan con generosidad -más natural, más genuino y puro-, un mundo que nos demuestra, en fin, que tenemos mucho que aprender de ellos.
El Paraguay no puede ni debe prescindir de sus pueblos indígenas. Antes bien, debe crear más espacios culturales y territoriales para promover su presencia en la sociedad nacional y proyectar un Paraguay moderno que se base en la multietnicidad y la multiculturalidad. La misma Constitución Nacional de 1992 reconoce la existencia de los pueblos indígenas como pueblos anteriores a la formación del Estado paraguayo en 1811.
El Presidente Don Carlos Antonio López, al confiscar en 1848 las tierras y los bienes indígenas, estableció inicuas asimetrías sociales que postraron a esos pueblos y les impidieron reivindicar sus derechos territoriales sobre sus tierras ancestrales.
Más allá del importante apoyo, aunque a veces paternalista, brindado a los indígenas por las misiones religiosas de diferentes denominaciones en los tiempos modernos a partir de fines del siglo XIX, recién en la segunda mitad del siglo XX se creó en Paraguay un movimiento indigenista y antropológico capaz de bregar para que las leyes tengan en cuenta los derechos territoriales de los pueblos indígenas. Como feliz resultado de ese proceso se llegó a la promulgación de la Ley 904/81, Estatuto de las Comunidades Indígenas, que permite a éstas exigir legalmente la devolución de parte de su territorio tradicional para reproducir sus sistemas tradicionales de vida y su cultura.
En 1992, tras un trabajo capilar en todas las comunidades indígenas del país, se llegó a incorporar en la nueva Constitución Nacional un capítulo sobre los Pueblos indígenas. Se trata del capítulo V, constituido por seis artículos, que representa una conquista en materia indigenista a nivel continental. Lastimosamente, después de casi diez años de vigencia de la Constitución, constatamos que esos principios están lejos de ser aplicados en nuestro país.
Sin embargo, los pueblos indígenas resisten y viven. Una señal muy prometedora son las nuevas organizaciones indígenas que se están formando en los últimos años. Los indígenas dan señales de querer ser los dueños de su propio destino y tener un peso político propio probablemente independiente de los partidos tradicionales, sin intermediarios culturales-políticos, y apuntando directamente a un poder indígena que defienda sus derechos. Este libro, de alguna manera, trata de remediar en algo el constante avasallamiento al que han sido sometidos su cultura y sus derechos desde que hace 500 años se iniciara la Conquista. Una nota dominante de los pueblos indígenas del Paraguay es la búsqueda de nuevos contenidos culturales. Los rasgos culturales tradicionales descritos en este libro probablemente ni siquiera son conocidos por los miembros jóvenes de la etnia. Está en acción una transfiguración cultural, una apropiación de elementos pertenecientes a otras culturas con el fin de sobrevivir y fortalecerse culturalmente. Así como la diversidad biológica es fundamental para el equilibrio del planeta, la diversidad cultural es necesaria para las sociedades modernas, pues asegura la continuidad y combate los síntomas de decaimiento de las mismas etnias. Ojalá que los paraguayos podamos sentirnos orgullosos de tener pueblos indígenas en nuestra patria y que se pueda conocer quiénes son, ya que son los más humillados y los más despreciados por una sociedad que no les valora como garantía de futuro.
A pesar de todo, nos sentimos optimistas sobre el futuro de los indígenas del Paraguay. Los instrumentos internacionales y la misma Constitución Nacional son sus mejores aliados. Además, existen personas, instituciones públicas y privadas y misiones religiosas que representan un rol muy importante en la defensa del territorio y de su sistema tradicional de vida, conforme a los principios de la autodeterminación y de la autogestión.
La finalidad principal de este libro es la de afirmar que los pueblos indígenas del Paraguay todavía existen y que nos presentan un rostro visible a través de sus múltiples presencias. Son una riqueza histórica y cultural para nuestro país y se convierten en un desafío para la sociedad nacional: que reconozca sus derechos ancestrales y se deje cuestionar en sus modelos de vida por los sanos principios sociales, éticos y políticos que desde siempre han caracterizado a esos pueblos. Su relación con la naturaleza, con el mundo de los espíritus, su profunda sabiduría de vida, sus conocimientos tradicionales de la medicina y de otros sectores del saber y del practicar humano son un aporte invalorable. Mientras las tecnologías modernas envenenan los cursos hídricos, desgastan y erosionan la tierra, destruyen las selvas, que son los pulmones del planeta, contaminan el aire y empujan a la población a un ritmo de vida consumista y estresante, los pueblos indígenas, silenciosa y fielmente, custodian los bienes perennes de la humanidad -los naturales y los espirituales- y son capaces de crear convivencias armónicas y pacíficas. Los autores
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CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY
CAPÍTULO V
DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS
Artículo 62 - DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS Y GRUPOS ÉTNICOS
Esta Constitución reconoce la existencia de los pueblos indígenas, definidos como grupos de culturas anteriores a la formación y organización del Estado paraguayo.
Artículo 63 - DE LA IDENTIDAD ÉTNICA
Queda reconocido y garantizado el derecho de los pueblos indígenas a preservar y a desarrollar su identidad étnica en el respectivo hábitat. Tienen derecho, asimismo, a aplicar libremente sus sistemas de organización política, social, económica, cultural y religiosa, al igual que la voluntaria sujeción a sus normas consuetudinarias para la regulación de la convivencia interna, siempre que ellas no atenten contra los derechos fundamentales establecidos en esta Constitución. En los conflictos jurisdiccionales se tendrá en cuenta el derecho consuetudinario indígena.
Artículo 64 - DE LA PROPIEDAD COMUNITARIA
Los pueblos indígenas tienen derecho a la propiedad comunitaria de la tierra, en extensión y calidad suficientes para la conservación y el desarrollo de sus formas peculiares de vida. El Estado les proveerá gratuitamente de estas tierras, las cuales serán inembargables, indivisibles, intransferibles, imprescriptibles, no susceptibles de garantizar obligaciones contractuales ni de ser arrendadas; asimismo, estarán exentas de tributo.
Se prohíbe la remoción o traslado de su hábitat sin el expreso consentimiento de los mismos. Artículo 65 - DEL DERECHO A LA PARTICIPACIÓN
Se garantiza a los pueblos indígenas el derecho a participar en la vida económica, social, política y cultural del país, de acuerdo con sus usos consuetudinarios, esta Constitución y las leyes nacionales.
Artículo 66 - DE LA EDUCACIÓN Y LA ASISTENCIA
El Estado respetará las peculiaridades culturales de los pueblos indígenas, especialmente en lo relativo a la educación formal. Se atenderá, además, a su defensa contra la regresión demográfica, la depredación de su hábitat, la contaminación ambiental, la explotación económica y la alienación cultural.
Artículo 67 - DE LA EXONERACIÓN
Los miembros de los pueblos indígenas están exonerados de prestar servicios sociales, civiles o militares, así como de las cargas públicas que establezca la ley.
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DISTRIBUCIÓN HISTÓRICA
DE LAS POBLACIONES INDÍGENAS
SEGÍN LA FAMILIA LINGÜÍTICA
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EL POBLAMIENTO PRIMITIVO DE AMÉRICA
La opinión generalizada de los antropólogos actuales es que el hombre Poleoamericano no es ni autóctono ni originario de este continente. Desde la primera población humana, entonces, ya fue la nuestra una tierra de inmigrantes.
Los autores no están de acuerdo en la datación cronológica de esta penetración humana en América. Algunos hablan de 30000 y otros de 15000 años a.C., posiblemente durante la última glaciación. Los hallazgos arqueológicos demuestran, casi con certeza, que 10000 años a.C. América ya estaba poblada por cazadores especializados o superiores. En cuanto al origen étnico del hombre americano, se han establecido dos escuelas contrapuestas. La llamada "Escuela Americana", liderada por Alex Hrdlicka (1925), basándose en la homogeneidad racial del hombre americano, postula la existencia de sucesivas oleadas migratorias en los períodos inter-glaciales que, a partir de 30000 años a.C., habrían estado penetrando a este continente a través del Estrecho de Bering (convertido entonces en puente entre América y Asia). Los científicos adscriptos a esta Escuela reconocen que las variaciones en la tipología étnica de los antiguos hombres americanos serían consecuencias de la adaptación a nichos y hábitat ecológicos nuevos.
El ser humano de América tendría entonces un homotipo mongoloide, sería originario del Asia y habría llegado solamente por el Estrecho de Bering. La cultura de estos primigenios migrantes habría sido de carácter inferior y semejante y sólo después de su llegada al llamado Nuevo Continente se habrían diferenciado.
Paul Rivet, fundador del Museo del Hombre de París, fue el líder de la llamada "Escuela Europea" o "de las Corrientes Interoceánicas". Publicó en Montreal (1943) su teoría, basándose en la heterogeneidad o pluralidad racial de los antiguos americanos. Éstos habrían llegado al continente no solamente por el Estrecho de Bering, sino por los océanos, que no constituirían vallas, sino rutas abiertas a la migración. Supuso que el arribo de cada corriente se realizó por caminos diferentes, trayendo una variedad racial distinta y siendo portadora, cada una de ellas, de culturas con peculiaridades diversas.
LAS CORRIENTES MIGRATORIAS
Siguiendo la idea de Rivet, varios antropólogos hablan de sucesivas corrientes migratorias que habrían dado origen al poblamiento primitivo de América. Así podemos presentar, en un cuadro esquemático, algunos de los orígenes posibles:
1. FUÉGUIDOS: Se trata de los habitantes primigenios del sur de América (Tierra del Fuego y Patagonia). Procederían de Tasmania y habrían llegado al continente atravesando, según teorías, un corredor de tierra que unía el sur de Australia con la isla de Tasmania, la Antártida, la Tierra del Fuego y el Cono Sur. Esto, teniendo en cuenta que la Antártida presentaba condiciones climáticas mucho más favorables en las épocas interglaciales que en la actualidad.
2. PÁMPIDOS: se habrían afincado originariamente en las grandes llanuras de Norte y Sudamérica. Su origen geográfico los ubica entre las poblaciones australianas y habrían llegado también por vía terrestre. Se supone que sus descendientes más conocidos serían los llamados pieles rojas o plánidos de Norte América y los llamados pampas en América del Sur.
3. LÁGUIDOS: Se habrían ubicado en la región geográfica conocida como el escudo oriental de Brasil, concretamente en Lagoa Santa. Serían originarios de la Melanesia y habrían llegado al continente por vía terrestre.
4. AMAZÓNICOS: Se concentraron originalmente en las cuencas de los grandes ríos americanos: el Amazonas y el Orinoco. Se cree que habrían llegado por vía marítima. Sus descendientes más conocidos serían los jíbaros y guaraní.
5. ÁNDIDOS: procedían del Pacífico Occidental. Se ubicaron en México y en toda la franja de la cordillera de los Andes. De estos grupos habrían provenido los mayas, aztecas e incas.
6. Otros grupos poblacionales habrían sido los ístmicos, que se ubicaron en el istmo centroamericano; los colúmbidos, que se asentaron en el noreste de América del Norte; los esquimales, cuyo hábitat se circunscribió a la zona circumpolar.
La corriente migratoria de los Amazónicos (Proto-Malayos o Proto-Indonesios) es una de las que más nos interesa, pues del mestizaje de ésta con los españoles, se originó la gran mayoría del pueblo paraguayo.
Los Proto Malayos o Proto-indonesios mongoloides son, posiblemente, procedentes del Sureste asiático, Malasia e Indonesia. En América del Sur, se los llama Amazónicos o Brasílidos. Su hábitat general estaba en la Cuenca del Amazonas y se extendía por todo el Brasil, el este de Bolivia, Paraguay, Argentina, la selva peruana y ecuatoriana, Colombia y Venezuela. La Dra. Branislava Susnik les asigna un gran dinamismo migratorio ("eshos del oguata") y un impulso guerrero que les permitió empujar a los láguidos y pámpidos hacia zonas marginales desérticas y de escasos recursos. Al agotarse la tierra, necesitaban transmigrar y disgregarse en innumerables fracciones, buscando siempre tierra virgen para su incipiente horticultura.
En el transcurso de los tiempos se diferenciaron (o tal vez traían ya elementos diferenciales de sus lugares de origen) constituyéndose en grandes conjuntos lingüísticos, étnicos y socio-culturales por los cuales se los clasificó en tres familias: Arawak, Karibe y Tupí-Guarani.
Hacia el 2000 a. de C. se habría producido una catástrofe natural en esa zona del continente americano, que se conoce a partir de estudios realizados recientemente con motivo de la explotación de la selva amazónica. Dichos estudios señalan la existencia de un dramático cambio ecológico en la región al sur del río Amazonas, que dio como resultado la invasión de la ecología de sabana aniquilando prácticamente a la selva tropical. Estas alteraciones obligaron a los pueblos de cultura neolítica a salir a la búsqueda de nuevas tierras que fueran aptas para su tradicional pauta cultural: el cultivo y la caza. Fueron numerosos los pueblos del ámbito original amazónico que iniciaron grandes migraciones, especialmente los pueblos pertenecientes a dos grandes familias lingüísticas: Arawak y Tupí-Guaraní.
A la llegada de los españoles, según la Dra. Súsnik (1982-83), los antiguos Tupí-Guaraní tenían sus límites bien definidos por accidentes naturales. Estos territorios, que albergaban verdaderas naciones, se llamaban "guára". El más conocido era el de los Kario, que abarcaba la costa atlántica desde el norte de la Laguna de los Patos hasta la actual ciudad de Curitiba. Propiamente kario era el guára donde estaba la actual ciudad de Asunción, abarcando el espacio entre el río Manduvirá y el Tebicuary, cuyo límite occidental era el río Paraguay.
El guára de los Tobatí, entre el río Manduvirá y el Jejuí, era el paso de migraciones guaraní a contrafuertes andinos, según las fuentes españolas. Otros guára eran los de los Guarambaré, los Itatí, los Ygañá.
La otra corriente migratoria prehistórica que pobló América, y resulta interesante desde el punto de vista del rastreo del origen de los proto pobladores de la Región Occidental o Chaco del Paraguay, es la de los Pámpidos que habrían llegado desde las llanuras del sur del continente, empujados por sus necesidades de caza y recolección, y serían los actuales pobladores del Chaco llegando posiblemente hasta el Lago Ypacaraí. Son grupos que se diferenciaron siempre cultural, lingüística y racialmente de los Amazónicos y que vivieron en constante enfrentamiento guerrero con éstos.
CLASIFICACIÓN DE LAS POBLACIONES INDÍGENAS ACTUALES DEL PARAGUAY
Existen varios criterios para clasificar a las etnias indígenas. Se aplican criterios raciales, haciendo uso de los caracteres anatómicos de las personas; o se recurre a las teorías migratorias de poblamiento; al criterio de los módulos de subsistencia; o bien al criterio lingüístico.
Por tratarse quizás del criterio más clásico y difundido en el Paraguay, se les clasificó en familias lingüísticas, siguiendo lo que el eminente antropólogo Miguel Chase Sardi, recientemente desaparecido, menciona en su obra "Los indios del Paraguay" (editada conjuntamente con la Dra. Branislava Súsnik, en 1995).
Así encontramos que los Indígenas del Paraguay pueden clasificarse en cinco familias lingüísticas: GUARANÍ, ZAMUCO, MASKOY, MATACO y GUAYCURU. Pertenecen a la familia GUARANÍ las etnias Mbya, Paî Tavyterâ, Ava Guaraní, Aché, Guaraní Ñandéva y Guaraní Occidentales; los ZAMUCO están representados por la etnia Ayoreo e Ishir; los MATACO por los Nivaclé, Maká y Manjui; los MASKOY por las etnias Enlhet, Toba, Angaité, Sanapaná y Guaná y los GUAYCURÚ, representados por la etnia Qom-lik.
La opinión generalizada de los antropólogos actuales es que el hombre Poleoamericano no es ni autóctono ni originario de este continente. Desde la primera población humana, entonces, ya fue la nuestra una tierra de inmigrantes.
Los autores no están de acuerdo en la datación cronológica de esta penetración humana en América. Algunos hablan de 30000 y otros de 15000 años a.C., posiblemente durante la última glaciación. Los hallazgos arqueológicos demuestran, casi con certeza, que 10000 años a.C. América ya estaba poblada por cazadores especializados o superiores. En cuanto al origen étnico del hombre americano, se han establecido dos escuelas contrapuestas. La llamada "Escuela Americana", liderada por Alex Hrdlicka (1925), basándose en la homogeneidad racial del hombre americano, postula la existencia de sucesivas oleadas migratorias en los períodos inter-glaciales que, a partir de 30000 años a.C., habrían estado penetrando a este continente a través del Estrecho de Bering (convertido entonces en puente entre América y Asia). Los científicos adscriptos a esta Escuela reconocen que las variaciones en la tipología étnica de los antiguos hombres americanos serían consecuencias de la adaptación a nichos y hábitat ecológicos nuevos.
El ser humano de América tendría entonces un homotipo mongoloide, sería originario del Asia y habría llegado solamente por el Estrecho de Bering. La cultura de estos primigenios migrantes habría sido de carácter inferior y semejante y sólo después de su llegada al llamado Nuevo Continente se habrían diferenciado.
Paul Rivet, fundador del Museo del Hombre de París, fue el líder de la llamada "Escuela Europea" o "de las Corrientes Interoceánicas". Publicó en Montreal (1943) su teoría, basándose en la heterogeneidad o pluralidad racial de los antiguos americanos. Éstos habrían llegado al continente no solamente por el Estrecho de Bering, sino por los océanos, que no constituirían vallas, sino rutas abiertas a la migración. Supuso que el arribo de cada corriente se realizó por caminos diferentes, trayendo una variedad racial distinta y siendo portadora, cada una de ellas, de culturas con peculiaridades diversas.
LAS CORRIENTES MIGRATORIAS
Siguiendo la idea de Rivet, varios antropólogos hablan de sucesivas corrientes migratorias que habrían dado origen al poblamiento primitivo de América. Así podemos presentar, en un cuadro esquemático, algunos de los orígenes posibles:
1. FUÉGUIDOS: Se trata de los habitantes primigenios del sur de América (Tierra del Fuego y Patagonia). Procederían de Tasmania y habrían llegado al continente atravesando, según teorías, un corredor de tierra que unía el sur de Australia con la isla de Tasmania, la Antártida, la Tierra del Fuego y el Cono Sur. Esto, teniendo en cuenta que la Antártida presentaba condiciones climáticas mucho más favorables en las épocas interglaciales que en la actualidad.
2. PÁMPIDOS: se habrían afincado originariamente en las grandes llanuras de Norte y Sudamérica. Su origen geográfico los ubica entre las poblaciones australianas y habrían llegado también por vía terrestre. Se supone que sus descendientes más conocidos serían los llamados pieles rojas o plánidos de Norte América y los llamados pampas en América del Sur.
3. LÁGUIDOS: Se habrían ubicado en la región geográfica conocida como el escudo oriental de Brasil, concretamente en Lagoa Santa. Serían originarios de la Melanesia y habrían llegado al continente por vía terrestre.
4. AMAZÓNICOS: Se concentraron originalmente en las cuencas de los grandes ríos americanos: el Amazonas y el Orinoco. Se cree que habrían llegado por vía marítima. Sus descendientes más conocidos serían los jíbaros y guaraní.
5. ÁNDIDOS: procedían del Pacífico Occidental. Se ubicaron en México y en toda la franja de la cordillera de los Andes. De estos grupos habrían provenido los mayas, aztecas e incas.
6. Otros grupos poblacionales habrían sido los ístmicos, que se ubicaron en el istmo centroamericano; los colúmbidos, que se asentaron en el noreste de América del Norte; los esquimales, cuyo hábitat se circunscribió a la zona circumpolar.
La corriente migratoria de los Amazónicos (Proto-Malayos o Proto-Indonesios) es una de las que más nos interesa, pues del mestizaje de ésta con los españoles, se originó la gran mayoría del pueblo paraguayo.
Los Proto Malayos o Proto-indonesios mongoloides son, posiblemente, procedentes del Sureste asiático, Malasia e Indonesia. En América del Sur, se los llama Amazónicos o Brasílidos. Su hábitat general estaba en la Cuenca del Amazonas y se extendía por todo el Brasil, el este de Bolivia, Paraguay, Argentina, la selva peruana y ecuatoriana, Colombia y Venezuela. La Dra. Branislava Susnik les asigna un gran dinamismo migratorio ("eshos del oguata") y un impulso guerrero que les permitió empujar a los láguidos y pámpidos hacia zonas marginales desérticas y de escasos recursos. Al agotarse la tierra, necesitaban transmigrar y disgregarse en innumerables fracciones, buscando siempre tierra virgen para su incipiente horticultura.
En el transcurso de los tiempos se diferenciaron (o tal vez traían ya elementos diferenciales de sus lugares de origen) constituyéndose en grandes conjuntos lingüísticos, étnicos y socio-culturales por los cuales se los clasificó en tres familias: Arawak, Karibe y Tupí-Guarani.
Hacia el 2000 a. de C. se habría producido una catástrofe natural en esa zona del continente americano, que se conoce a partir de estudios realizados recientemente con motivo de la explotación de la selva amazónica. Dichos estudios señalan la existencia de un dramático cambio ecológico en la región al sur del río Amazonas, que dio como resultado la invasión de la ecología de sabana aniquilando prácticamente a la selva tropical. Estas alteraciones obligaron a los pueblos de cultura neolítica a salir a la búsqueda de nuevas tierras que fueran aptas para su tradicional pauta cultural: el cultivo y la caza. Fueron numerosos los pueblos del ámbito original amazónico que iniciaron grandes migraciones, especialmente los pueblos pertenecientes a dos grandes familias lingüísticas: Arawak y Tupí-Guaraní.
A la llegada de los españoles, según la Dra. Súsnik (1982-83), los antiguos Tupí-Guaraní tenían sus límites bien definidos por accidentes naturales. Estos territorios, que albergaban verdaderas naciones, se llamaban "guára". El más conocido era el de los Kario, que abarcaba la costa atlántica desde el norte de la Laguna de los Patos hasta la actual ciudad de Curitiba. Propiamente kario era el guára donde estaba la actual ciudad de Asunción, abarcando el espacio entre el río Manduvirá y el Tebicuary, cuyo límite occidental era el río Paraguay.
El guára de los Tobatí, entre el río Manduvirá y el Jejuí, era el paso de migraciones guaraní a contrafuertes andinos, según las fuentes españolas. Otros guára eran los de los Guarambaré, los Itatí, los Ygañá.
La otra corriente migratoria prehistórica que pobló América, y resulta interesante desde el punto de vista del rastreo del origen de los proto pobladores de la Región Occidental o Chaco del Paraguay, es la de los Pámpidos que habrían llegado desde las llanuras del sur del continente, empujados por sus necesidades de caza y recolección, y serían los actuales pobladores del Chaco llegando posiblemente hasta el Lago Ypacaraí. Son grupos que se diferenciaron siempre cultural, lingüística y racialmente de los Amazónicos y que vivieron en constante enfrentamiento guerrero con éstos.
CLASIFICACIÓN DE LAS POBLACIONES INDÍGENAS ACTUALES DEL PARAGUAY
Existen varios criterios para clasificar a las etnias indígenas. Se aplican criterios raciales, haciendo uso de los caracteres anatómicos de las personas; o se recurre a las teorías migratorias de poblamiento; al criterio de los módulos de subsistencia; o bien al criterio lingüístico.
Por tratarse quizás del criterio más clásico y difundido en el Paraguay, se les clasificó en familias lingüísticas, siguiendo lo que el eminente antropólogo Miguel Chase Sardi, recientemente desaparecido, menciona en su obra "Los indios del Paraguay" (editada conjuntamente con la Dra. Branislava Súsnik, en 1995).
Así encontramos que los Indígenas del Paraguay pueden clasificarse en cinco familias lingüísticas: GUARANÍ, ZAMUCO, MASKOY, MATACO y GUAYCURU. Pertenecen a la familia GUARANÍ las etnias Mbya, Paî Tavyterâ, Ava Guaraní, Aché, Guaraní Ñandéva y Guaraní Occidentales; los ZAMUCO están representados por la etnia Ayoreo e Ishir; los MATACO por los Nivaclé, Maká y Manjui; los MASKOY por las etnias Enlhet, Toba, Angaité, Sanapaná y Guaná y los GUAYCURÚ, representados por la etnia Qom-lik.
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