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jueves, 2 de diciembre de 2010

AUGUSTO ROA BASTOS y ALEJANDRO MACIEL - POLISAPO (CUENTO INFANTIL) - Diseño de tapa e ilustración: MIGUEL PENCIERI / Editorial SERVILIBRO, 2007



POLISAPO
Cuento de
y
ALEJANDRO MACIEL

1a Edición, mayo 2002
2a Edición, julio 2002
3a Edición, junio 2003
4a Edición, setiembre 2004
5a Edición, febrero 2007

Editorial SERVILIBRO,
25 de Mayo esq. México
Telefax: (595-21) 444 770
Plaza Uruguaya
Asunción - Paraguay
Diagramación y Diseño: Claudia López
Diseño de tapa e ilustración: MIGUEL PENCIERI
Edición: 1.000 ejemplares
Edición al cuidado de los autores
Asunción - Paraguay
Febrero de 2007

Hecho el depósito que marca la ley N° 1328/98
ISBN: 99925 - 831 - 8 - 5

Los autores dedican este
pequeño homenaje a los
miles de buenos agentes
de policía que aman su trabajo
A.R.B. y A.M.

Para coco sapo que duerme de día
Lo mejor es ser policía
Y cuidar a los nenes de noche
Cuando el diablo viaja en coche.

EL POLISAPO

Hace un kilo de años, en un charco que había cerca de Horqueta, en el departamento de Concepción en la República del Paraguay, vivía un Sapo que quería ser policía.
Todas las mañanas, al lavarse la cara antes de ir a la escuela decía a su mamá Sapa:
-Quiero ser policía.
La madre seguía juntando huevos de caracol para el desayuno. Planchaba el delantal. O batía un poco de crema de leche con azúcar.
Camino a la escuela el Sapo se cruzaba con la Garza y le decía:
-Quiero ser policía.
La Garza se hacía la desentendida y seguía buscando pescados en el estero.
En toda la comarca, desde el río Apa hasta la cordillera de Amambay, y desde el Gran Chaco hasta Coronel Oviedo, ya le decían "POLISAPO" de tanto insistir siempre con la misma música en todas partes.
Por ejemplo, en la clase de gramática la maestra le pedía que pasara a escribir una oración en el pizarrón y él escribía:
La "Seño" pedía una palabra aguda y el Sapo escribía "policía".
Pedía un diptongo y el Sapo escribía "quiero".
Papá Sapo -que era mecánico- le prestaba su overol azul y una gorra con viseras igual a las que usan los agentes de policía. Cada vez que salía disfrazado las ranas cantaban a coro:

Poli, poli, Polisapo
Parece de carne
Pero es de trapo

Poli, poli, polimiente
Dice que baila polka
En Corrientes.

Poli, poli, exagerado:
Con un chicle hace un globo
Y viaja sentado.

¿En un globo? Sí, señora
En un globo aerostático
Vuela una hora.

Hasta que llegó el último día del último curso y Polisapo recibió el diploma. Mamá Sapa había estrenado una túnica de gasa plisada para la ocasión; y papá Sapo estaba más agrandado que nunca (el orgullo suele hinchar mucho el espíritu), tanto que no podía prender los botones de su saco. Todo fue muy tierno, incluyendo el llanto de la Yacaré que estaba muy emocionada aunque nadie creía en sus lágrimas.
Por algo, las sátrapas de las ranas decían:

Llora mal la Yacaré
y ni ella sabe por qué.

Al fin, Polisapo podía entrar en la Escuela de Oficiales de Policía.

Aunque llueva en siete charcas
Polisapo está de marcha.

Tuvo que hacer un viaje hasta Curva Romero, en Luque, pasando por Asunción, rumbo a la Escuela de Oficiales de Policía. Imagínense todo lo que transpiró el pobre a salto de rana desde Horqueta hasta Yby Yaú donde se quedó a descansar tomando tereré con la Tucura, que es una especie de langosta rojiza, muy comedora de cultivos (los agricultores la consideran una verdadera "plaga") y que tiene un copetín en el cruce de caminos.

-¿Y para dónde va el mozo? -quiso saber la Tucura, que era bastante curiosa por cierto.
-A Luque -dijo Polisapo, muy seguro de sí mismo.

Había leído en un tratado de autoayuda que el futuro de la gente depende de lo segura de sí misma que sea cada persona. Si uno quiere ser abogado, por ejemplo, necesita estudiar seis años todo lo que tiene que ver con las leyes y los códigos. Es necesario un gran esfuerzo personal que dure sus seis años; mucha paciencia que dure seis años, constancia que dure seis años, dedicación que dure seis años y muchos etcéteras más que se consiguen gracias a la seguridad que cada uno tenga en sí mismo.
Eso decía el libro.
 
Continúa…..



CONTRATAPA:

Al Sapo Clemente
le duelen dos dientes.

Ha ido al dentista
por una autopista.

La cara está hinchada
hasta la papada.

¡Qué Sapo fulero!
le dice el sodero.

Clemente maneja
con ojos y orejas.

Pero la hinchazón
le da comezón.

El doctor le pide
pero él se despide.

Le pone anestesia
bajo la cabeza.

Señores Batracios:
aprendan, de paso

que esta historia miente
de atrás y de frente:
no hay un solo sapo
que tenga dos dientes.


OTROS CUENTOS INFANTILES DE
AUGUSTO ROA BASTOS:



CAROLINA Y GASPAR (Cuento infantil)  
por AUGUSTO ROA BASTOS
Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay 2007
Dirección editorial: Vidalia Sánchez
Ilustración: Miriam Cabrera







CAROLINA Y GASPAR (Cuento infantil)  
por AUGUSTO ROA BASTOS
Editorial Servilibro, Asunción-Paraguay 2007
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