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lunes, 7 de junio de 2010

GENARO RIERA HUNTER - LA BABOSA, EL ENCIERRO. LO QUE ANGELA NOS ENSEÑA / Fuente: CRONICAS Y ENSAYOS PARAGUAYOS – TOMO II. Autora: TERESA MENDEZ-FAITH


LA BABOSA, EL ENCIERRO.
LO QUE ANGELA NOS ENSEÑA
Ensayo de
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

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LA BABOSA, EL ENCIERRO.
LO QUE ANGELA NOS ENSEÑA

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Es una novela psicológica con múltiples temas pero que abarca muchos ámbitos humanos. Así, no solo abarca lo psico-ambiental aregüeño, sino la pareja, lo familiar, las subjetividades, sexualidades masculinas-femeninas, los modos de vida regional, la religión, la infancia, la ley.
En LA BABOSA todo es importante: la interioridad, lo exterior, lo político, la rutina, lo cotidiano, la religión. Se acentúa tanto el pesimismo y la desesperanza como algo real y verdadero como la imposibilidad de resolución, también real y verdadero. Se acentúa también, en el contexto muy amplio, la dinámica del encierro y en las estructuras más pequeñas los encierros que estallan. Así por ejemplo el encierro religioso, el encierro de las parejas, el encierro con los egoísmos e ideales, el encierro con el pasado familiar. En la dinámica de los personajes centrales Ángela-Clara se va mostrando, por ejemplo, el encierro y la rutina de vida y el vivir sin horizonte. La vida angustiada e infernal, sin proyecto posible, el que mayor lo denuncia, como portavoz de la comunidad, es Ramón Fleitas. Este personaje con su decadencia, con su degradación moral y su pérdida de inhibiciones va ilustrando cómo el sufrimiento humano convocación de encierro construye su propio mal. Se describe en LA BABOSA todo aquello que empuja la vida del encierro, del encierro generalizado imposible de parar, de limitar.
Esta es la característica esencial de esta novela de GABRIEL CASACCIA.

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Es importante subrayar que es en la figura de la mujer en donde Casaccia muestra la desventura de una sociedad del autoencierro. Se destaca en esta obra cómo las palabras dichas o semi dichas prenden en la raíz del ser y llegan, finalmente, a ser causas de conductas y hábitos de un sujeto. Son las palabras escuchadas las que mandan, trauman, alientan, finalmente las que gobiernan.

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Los rasgos de rumor y cartas anónimas son datos psicológicos no solo sociales sino individuales que se destacan en la personalidad de la novela y en la estructura subjetiva del principal personaje: Ángela. Este personaje maneja el arma que duele al amo: el rumor. Contesta al que se coloca de amo con chismes y anónimos, así lo destruye. Contesta a todo aquel que se presenta como supuesto padre-todo-amor, al decir de J. A. Miller (su representante más importante en la novela es el Padre Rosales, el cura del pueblo). Ángela vive desgraciadamente sin un cierre resolutivo el acontecimiento traumático que se le presentó entre lo que se espera de un padre que supuestamente ama y unos hechos que lo contradicen. Los bienes de su padre fueron dados a su hermana Clara. Esta contradicción, esta discrepancia entre lo que se espera de un cierto mundo de amor y lo real sin lógica ni orden determinó que un pilar de su vida desaparezca. La denuncia de las falsedades e hipocresía constantes en el pueblo fue un modo de vida en el que se consagró ella. Las murmuraciones, el rumor, el chisme, que nunca es inocente, tiene su carga de intención y sentido: acallar un silencio. Pero también su hostilidad no deja de ser una manera de expresar su temor: que el prójimo se entere de sus secretos. La agresión siempre es una defensa.
Ángela, la babosa-la que habla, es un emergente comunitario. Todos le dejan y le permiten hablar, nadie la niega, le dan la palabra, le posibilitan, le estiran la lengua pero por medio de un mecanismo que es el hacerse el tonto, el jugar al descuidado. La Babosa muestra el "goce" del sujeto de vivir en el descompromiso, del vivir en "el como-si" estuviéramos ligados, en el semblante de compromiso.

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Ángela nos enseña cómo en la vida los sucesos históricos (e histriónicos) como por ejemplo la injusticia de su padre -supuesto-todo-amor-quien se ha tirado en beneficio de su hermana Clara, con más cuerpo seductor (y que aun sea cuestión de juegos mentales o fantasías con fuerte carácter imaginario) no deja de ser un factor desconcertante que perdura en la vida anímica y se mantienen en el tiempo. El tiempo no pasa, no corre cuando se trata del inconsciente, hoy es como si fuera ayer, es esto lo que Ángela nos enseña. Lo que Ángela repite del pasado como si fuera ayer son los celos infantiles y los efectos de las incongruencias de los tratos del Padre. Estos sucesos históricos, no tan evidentes en el relato de la novela, se cruzan con situaciones horizontales presentes, se cruzan con los personajes que estimulan con sus palabras dirigida a Ángela un revivir estos enganches pasados. Los personajes de la situación horizontal participan, así mismo, de manera reciproca, con sus vivencias propias pasadas. Todo esto es lo que conforma el sentido del infierno. En este aspecto se puede decir que Freud llamó psicoanálisis a lo único que puede quebrar la singularidad repetitiva, lo único que puede posibilitar colocar en condición de pérdida estos goces no placenteros pasados y compulsivos, pues pertenece el psicoanálisis a las disciplinas de las trasformaciones. GABRIEL CASACCIA tenía información psicoanalítica en Buenos Aires en los años 1938-40 como lo recuerda FRANCISCO PÉREZ-MARICEVICH, por eso LA BABOSA tiene un fuerte contenido sobre las dimensiones de lo oculto y disimulado del tejido humano.

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Ángela es una denunciante de la impostura y de la inconsistencia del ser humano, y el que lo representa es el cura del pueblo (el Padre supuesto - todo - amor). Por eso es que Ángela desarrolla la tensión de rivalidad y tensión sin salida con el Padre Rosales. Se explicita esto, precisamente, en boca del Padre Rosales quien dice: "o ella o yo, ambos no podemos estar al mismo tiempo en este pueblo". Un cura finalmente no reconocido por la comunidad al término de su vida. Tal vez porque nunca tuvo el sentimiento de pertenencia necesario, es decir, no adoptó las actitudes y normas que rigen la vida de la comunidad aregüeña. Pero la impostura también la encarna el personaje abogado Dr. Brítez quien con su discurso legal reprime y manipula al sujeto, reprime la verdad, traiciona y Ángela también se levanta contra ese rol fingidor.

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Son los anonimatos la estratega final que usa Ángela para ejercer la imagen del árbitro supremo. Primero las murmuraciones, después suma los anonimatos. El anonimato es un juicio pero sin identidad particular. Ella pretende constituirse en portavoz moral de la comunidad. Así, los anónimos, dados en buena cantidad a Clara, su hermana, le deja claro el mensaje repetitivo que cualquiera puede pensarla a ella como una basura, como una insolvente moral, como una depravada. Es su impotencia la que habla ante los desenlaces de herencia injusta con el padre: pues fue su menos de seducción (respecto a su hermana) al padre lo que ocasionó verle triunfal a su hermana. Su envidia es resultado de un "fracaso" en seducir. También su envidia pasa por el fracaso con su primer enamorado, seducido por su hermana, fue otro de los tormentos de Ángela. La amistad se le hizo imposible y Rosalba su amiga la pagó caro. Así de esta forma, el otro siempre fue un enemigo, un sujeto no confiable y al mismo tiempo un imposible poder salirse o cortar el vínculo. Ángela no se separó de lo que se quejó. Ángela termina cuidando a Clara en su derrumbe mental. En LA BABOSA se destaca la ausencia de la amistad. Una de las razones para la existencia de la amistad es no tener motivo de envidia. Casaccia también representa en Ángela la función social del titiritero, el que organiza los vínculos "de guau" (de mentira), siempre presente de manera más obscena en los grupos decadentes, decadencia que se puede presentar en todos los estratos sociales. El vínculo "de guau" que los políticos sin horizontes bien saben formar.

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El alcoholismo que circula en algunos de los personajes (Ramón y Clara en especial y los habitué de la taberna de Teo) es otro ingrediente central en la novela para marcar desde otro lado la vida del encierro. El alcohol muestra la separación de los lazos. La droga nos muestra el reemplazo para el sujeto de su vida sexual por el objeto droga, nos muestra cómo el deseo fundamental del sujeto queda desconocido. El alcoholismo de Clara es así el testimonio de su encierro auto-erótico, vive así conectada con un goce que no logra pasar por el cuerpo del otro; en este sentido consigue un relevo de la sexualidad. El goce químico, su necesidad imperiosa, queda al desnudo al final de la obra, en los personajes de Clara y Ramón.

8
El papel del cantante es fundamental porque va subrayando a modo de recuerdo inconsciente lo más esencial de los instantes psicológicos que se van desarrollando. Marca el sentido, levanta sospecha, hace presente el enigma.

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El Grupo Real de Teatro nos muestra LA BABOSA en la teatralización de OVIDIO BENÍTEZ PEREIRA, en homenaje a GABRIEL CASACCIA en su centenario, el 20 de abril próximo, un trabajo delicado y sostenido por el director del grupo ROGER BERNALVE.
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De: Revista del PEN Club Paraguay, N° 13, IV Epoca,
Año 2007, Editorial Arandurã, pp. 149-154.

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Enlace a datos biográficos y obras de
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Fuente: CRONICAS Y ENSAYOS PARAGUAYOS
DE AYER Y HOY – TOMO II (H-Z)

Autora:
TERESA MENDEZ-FAITH
Ilustraciones: CATITA ZELAYA EL-MASRI
Intercontinental Editora,
Asunción-Paraguay 2009 (427 a 822 páginas)
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