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viernes, 13 de agosto de 2010

RENÉE FERRER - CONSTANTES TEMÁTICAS DE LA NARRATIVA PARAGUAYA / Fuente: REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY. IV ÉPOCA – Nº 18.


CONSTANTES TEMÁTICAS
DE LA NARRATIVA PARAGUAYA
PONENCIA DE
RENÉE FERRER
(ENLACE A DATOS BIOGRÁFICOS Y OBRAS
EN LA GALERÍA DE LETRAS DEL
WWW.PORTALGUARANI.COM )
.
CONSTANTES TEMÁTICAS DE LA NARRATIVA PARAGUAYA
Es innegable que el aislamiento de nuestro país ha sido, desde los albores coloniales, una marca distintiva. En periodos más recientes, las contiendas bélicas con las naciones vecinas, las inestables condiciones políticas y los regímenes dictatoriales, amén de las secuelas de la mediterraneidad, han influido de una a otra manera en la lenta emergencia de nuestra literatura con respecto a los demás países latinoamericanos, condenándonos mucho tiempo a un ostracismo interno. Antes de abordar el objetivo específico de este trabajo, cual es puntualizar las constantes temáticas de la narrativa paraguaya, mencionaremos los factores condicionantes del desarrollo de la literatura en este espacio geográfico, definido con diversas expresiones que apuntan al mismo sentido. Augusto Roa Bastos denominó al Paraguay "una pequeña isla rodeada de tierra", y Juan Bautista Rivarola Matto, lo definió en el título de uno de sus libros como "La isla sin mar". Posteriormente refiriéndose al aislamiento y la consecuente mediocridad que ello entraña, Carlos Villagra Marsal lo identificó con un "... pozo cultural". A pesar de estas denominaciones existe en este enclave solitario una literatura en auge.

Un elemento enriquece y, a la vez, agrega complejidad al panorama de la literatura paraguaya: el bilingüismo hispano-guaraní. Para tener una idea amplia y cabal de la prosa narrativa en el Paraguay, se debe acotar que el corpus de la literatura paraguaya, como totalidad, cuenta en todos los géneros con textos escritos tanto en castellano como en guaraní, las dos lenguas oficiales del país, desde 1992, lo que nos habilita a aseverar que nuestra literatura tiene dos vertientes lingüísticas utilizadas con intención estética: una que se ajusta a la lengua heredada de España, el castellano, y otra que recurre a la lengua autóctona de los primeros habitantes de la entonces Provincia Gigante de las Indias, los guaraníes. Hecha esta salvedad, queda claro que el presente estudio se ciñe exclusivamente a la narrativa escrita en castellano, preferentemente desde la segunda mitad del siglo XX.

Debido a las circunstancias adversas mencionadas, nuestra narrativa de ficción tuvo un desarrollo tardío y carece de la tradición centenaria de otras comunidades de América. No obstante estas peculiaridades existenciales, floreció en el Paraguay, a comienzos del siglo XX, una pléyade de intelectuales, llamada "Generación del 900", cuyos integrantes, si bien se abocaron en su mayoría al estudio de la historia, escribieron obras que, debido a las cualidades estéticas del discurso y la tendencia a la fabulación, pueden considerarse un antecedente indiscutible de nuestra prosa de ficción.

Nuestra narrativa en lengua castellana procede, a su vez, de dos surgentes bien definidas: una, la gestada en el exterior, hija de la diáspora provocada por las luchas intestinas y la revolución de 1947, la precaria situación económica y el éxodo debido a las dictaduras de Higinio Morínigo y Alfredo Stroessner; y otra, nacida dentro del Paraguay, hija de lo que se ha dado en llamar el "exilio interior", la cual lleva sobre sí las huellas de la censura y la persecución.

La narrativa paraguaya tuvo ciertamente un desarrollo tardío, pero es dable reiterar como motivo probable que los miembros de esa generación novecentista, poseídos, por una parte, por el ethos nacionalista originado en las secuelas de la guerra de la Triple Alianza (1864-1870) y, por otra, preocupados por los acuciantes conflictos limítrofes con Bolivia, que finalmente derivaron en la guerra del Chaco (1932-1935), se pusieron al servicio de la Historia y del Derecho Internacional, sacrificando sus posibilidades literarias a requerimientos más urgentes.

A esta demora, que podría atribuirse a razones de subsistencia, hay que agregar ese otro elemento existente: el bilingüismo hispano-guaraní, que si bien enriqueció notoriamente el imaginario de nuestros escritores, a la vez condicionó su producción, impulsándolos a encontrar soluciones diversas en su propósito de integrar la lengua vernácula al discurso narrativo en castellano. Esta lucha expresiva y tenaz por solucionar el conflicto lingüístico en el ámbito de la creación literaria se percibe tanto en los narradores del destierro como en aquellos que padecimos el confinamiento interior, todos conscientes de que sus personajes pensaban en guaraní, esa peculiaridad debía aparecer en el texto escrito en castellano.

Una somera investigación nos demuestra que los tópicos más frecuentes están relacionados con la historia, el poder, el exilio, la sociedad, los mitos y el folclore, la mujer y últimamente la ecología, notando que ellos se relacionan generalmente entre sí, formando un tejido expresivo en donde el texto se manifiesta dentro de un contexto social determinado, con frecuentes intertextos míticos o folclóricos. Este entramado de temas forma el discurso narrativo, predominando generalmente alguno de ellos, el cual determina la clasificación de la obra en esta exposición.

Es interesante constatar al observar el índice bibliográfico de la narrativa nacional el predominio de esas constantes temáticas y la aparición más reciente de nuevas problemáticas, poco frecuentadas con anterioridad. Los escritores paraguayos, en su mayoría, han sido cautivados por los sucesos o los personajes de la Historia, como si historia y fabulación estuvieran naturalmente intrincadas en una simbiosis ineludible. Dentro de ese planteamiento que pone énfasis en los acontecimientos y los héroes del pasado se destacan los temas del poder y su contrapartida el exilio. Cuando se dialoga con la Historia, o simplemente con los protagonistas de una narración, siempre se tocan puntos que hacen al contexto en el cual se desenvuelven, como ser la sociedad, a la cual ethos pertenecen, con sus desigualdades, sus lacras, valores o antivalores, los mitos y el folclore a los que adhiere el imaginario colectivo, la situación de la mujer y, mas tardíamente, la ecología y las advertencias contra el deterioro del planeta. No se pretende con esta enumeración agotar todas las venas por donde corre la savia de la imaginación del narrador paraguayo de cualquier sexo, pero sí afirmar que son las más frecuentes, y que son tratadas desde diversos puntos de vista, los cuales pueden coincidir o contraponerse, pero persisten con características estilísticas y estructurales personales.

La sección dedicada a la Historia es la más rica en títulos y pesquisas. Se destaca por su originalidad e inventiva la novela de AUGUSTO ROA BASTOS YO, EL SUPREMO, la cual si bien se refiere al personaje histórico GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA, constituye principalmente una meditación sobre el poder, y las características del contexto social de esa época, en el cual el folclore y los mitos pululan como parte activa de una realidad si se quiere mágica, para decirlo con las expresiones del "boom" latinoamericano. La obra, a pesar de tener como protagonista a un dictador con nombre y apellido en una época determinada, trasciende el hemisferio de la simple biografía, con principio y final tradicional, para convertirse en un complejo conglomerado de posicionamientos teóricos y lingüísticos frente a una realidad que se escapa del tiempo meramente histórico para entrar en un tiempo en el que el Dictador reflexiona, se afirma a sí mismo, se contradice, ejerce su autoridad y manifiesta las variadas facetas de su conducta y de su pensamiento proyectados desde la muerte.

JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO, con sus novelas YVYPORA, LA ISLA SIN MAR y DIAGONAL DE SANGRE, sobre la guerra de la Triple Alianza, que forman una trilogía que gira en torno a la historia del Paraguay y su destino de aislamiento, de búsqueda de esa tierra sin mal de los guaraníes, de conflictos bélicos y guerras fratricidas, es otro autor cuya obra se centra predominantemente en la Historia. Su poder creativo y de aguda observación, le permite hacer un recorrido por las cumbres y los abismos de la vida nacional, así como explorar la esencia de la paraguayidad, expresando el destino de un pueblo que vive un aislamiento despiadado, producto de la mediterraneidad física y por consecuencia espiritual. En ella el autor se aboca a rescatar para la literatura los desmembramientos, las guerras, el papel de las mujeres en dichas circunstancias, las revoluciones y las dictaduras que aquejaron y determinaron el destino de este Paraguay, definido con extrema exactitud por el autor como "UNA ISLA SIN MAR".

La atracción de reinventar la Historia es compartida por otro autor más joven, GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ, quien nos propone desde su primera novela la indagación del pasado. Tanto en CABALLERO como, posteriormente, en CABALLERO REY, el novelista se aboca a desmitificar a Bernardino Caballero, quien batalló con grado de general en la guerra de la Triple Alianza, fundó el Partido Colorado y estuvo al frente del gobierno de postguerra como Presidente de la República entre 1882 y 1886. Entre la cuentística, el ensayo y la novelística, Guido Rodríguez Alcalá encuentra siempre la veta precisa para internarse por los desfiladeros de la historia a fin de nutrir sus narraciones. En VELAZCO recrea los últimos días del Gobernador de la Provincia del Paraguay, Bernardo de Velazco; en EL PELUQUERO FRANCÉS, retoma el tema del período lopista, contraponiendo a Alicia Elisa Lynch y a Pancha Garmendia, las dos mujeres más importantes en la vida del Mariscal Francisco Solano López. Con rigor histórico, Rodríguez Alcalá recrea el pasado, basado más en los documentos que en las alas de la imaginación, produciendo una obra cuestionadora, por momentos sarcástica, y amena al mismo tiempo. La figura de Pancha Garmendia ha fascinado a más de un escritor e inspiró obras de todo género: novelas, cuentos y obras teatrales, entre las que se ha reeditado varias veces la novela PANCHA de MAYBELL LEBRON.

Este estudio no pretende agotar ni la bibliografía de los autores mencionados ni la totalidad de los autores paraguayos existentes. Los textos se mencionan como ejemplo de las épocas que abarcan, para demostrar cuanta atracción han suscitado los diferentes periodos del pasado en la mente del creador paraguayo. LUIS HERNÁEZ ha tratado el tema de las Misiones Jesuíticas en su novela DONDE LADRÓN NO LLEGA; JOSÉ VILLAREJO, en OCHO HOMBRES, recrea las circunstancias de la guerra del Chaco; HELIO VERA toca el tema de la revolución del 47 en su reciente novela póstuma LA CASA BLANCA, y en algunos de sus cuentos como "LA CONSPIRACIÓN", y la que escribe estas líneas reescribe la historia de la colonización de la zona norte del país y la fundación de la Villa Real de la Concepción en la novela VAGOS SIN TIERRA.

No puede decirse de ninguna manera que los ejemplos citados agotan los títulos existentes en este sentido. Por el contrario se puede afirmar que gran parte de la narrativa paraguaya sigue ampliamente ligada a la Historia como fuente de inspiración, hecho que ameritaría una interesante investigación sobre las razones profundas de esta peculiar postura ante el devenir histórico.

El texto siempre tiene como contrapartida un contexto y los hechos narrados suceden en el marco de una comunidad, por tal razón aflora en las obras el tema de la sociedad. El narrador que retrata con mayor fidelidad la sociedad de su tiempo es GABRIEL CASACCIA, quien en su novela La babosa pinta con precisión las lacras y mezquindades, los desalientos y defectos de la comunidad de Aregua, internándose en la psiquis de los personajes para retratar la conducta social desde el interior de los actuantes. Asimismo JOSEFINA PLA es una buceadora permanente en las características sociales del entorno de sus personajes, lo que está demostrado en sus varias colecciones de cuentos, de las cuales citaremos El espejo y el canasto, por considerarla la más emblemática de cuantas ha escrito. Un retrato fidedigno de la sociedad de su época y las distintas clases sociales con la doble moral y los prejuicios condicionantes de la conducta humana es la novela de RAQUEL SAGUIER , LA NIÑA QUE PERDÍ EN EL CIRCO, en la cual a través de los ojos de una niña se van desmenuzando las costumbres y características de la sociedad en la cual están inmersos los personajes. El tema de la sociedad, como contexto donde se desenvuelven los hechos, está presente en cualquier narración, pero las obras citadas ejemplifican de forma específica la manera de tratarla como un personaje que ejerce una marcada influencia sobre las acciones y la trama de los actuantes de la obra.

Siendo nuestra historia prolífica en regímenes totalitarios, es normal que el tema del poder este profundamente enraizado en las obras ya citadas de AUGUSTO ROA BASTOS, JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO y GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ, en las cuales muchas veces los protagonistas son el punto esencial en el tratamiento de épocas o hechos históricos, pero también la puerta propicia para la reflexión sobre el autoritarismo. Si bien nuestro propósito es básicamente centrarnos en la novelística, no se puede obviar la presentación de RUBÉN BAREIRO SAGUIER y su libro OJO POR DIENTE, en el que se incluye el cuento antológico "SOLO UN MOMENTITO", en el cual se demuestra como el poder aniquila incluso los lazos de familia, sin ninguna clase de escrúpulos. De más reciente aparición son las novelas CELDA 12, de MONCHO AZUAGA, publicada en plena dictadura, en la cual se denuncia la barbarie de la tortura durante el régimen de Alfredo Stroessner; STROESSNER ROTO, de JORGE CANESE, EL INVIERNO DE GUNTER, de JUAN MANUEL MARCOS, TÁNTALO EN EL TRÓPICO, de NILA LÓPEZ, CÓDIGO ARAPONGA, de MARIBEL BARRETO, SOMBRAS SIN SOSIEGO, de LOURDES TALAVERA, LA QUERIDA, de quien les habla. ANDRÉS COLMAN GUTIÉRREZ publicó en 1995 la novela EL ÚLTIMO VUELO DEL PÁJARO CAMPANA, en la que aborda el aspecto socio-político del Paraguay, y posteriormente EL PAÍS EN LA PLAZA, novela inspirada en la masacre del Marzo Paraguayo. En la literatura emergente se observa la misma tendencia a novelar sobre el poder, ya anotada en escritores anteriores, aunque hay un cierto número de temas nuevos, antes inexplorados. Si bien la ficción breve no es el objeto principal de este trabajo, es dable destacar que la mayoría de los escritores, tanto varones como mujeres, tienen en su haber cuentos relacionados con la situación política y el abuso de poder, tanto político como social o domestico.

Así como en la vida las diversas situaciones existenciales no constituyen compartimientos estancos, en la literatura, las novelas, que son el reflejo de la vida, no pueden evadir el tratamiento de temas que se entrecruzan y condicionan. El exilio está absolutamente ligado al tema del poder. Como consecuencia de la lucha a favor de la libertad en sistemas dictatoriales, el exilio ha sido abono fructífero para la creación. AUGUSTO ROA BASTOS transita por ese rumbo en EL FISCAL, y varios de sus otros títulos, en los cuales se menciona el itinerario penitencial del exiliado; así mismo Gabriel Casaccia aborda la desesperanza del desterrado frente a la imposibilidad del retorno en su novela LOS EXILIADOS, y en varios de sus cuentos.
Saliéndonos del encuadre narrativo, nos gustaría agregar que el ostracismo, tan lacerante como generalizado en todas las capas sociales de nuestra población, ha merecido especial tratamiento de parte de los poetas, siendo paradigmáticos al respecto los poemas de Herib Campos Cervera, Elvio Romero y Rubén Bareiro Saguier, en quienes el amor, la nostalgia y la defensa de la tierra perdida impregnan casi la totalidad de la obra poética.

En la mayoría de los textos paraguayos se inserta de alguna manera el mito, así como la descripción de la sociedad se ve enriquecida con elementos del folclore. Es difícil encontrar un autor, sea de un sexo u de otro, que no acuda a la cantera de la mitología para sustentar o matizar sus narraciones. En relación al mito y las costumbres, la primera mujer en manifestarse fue TERESA LAMAS CARÍSIMO DE RODRÍGUEZ ALCALÁ, con su libro TRADICIONES DEL HOGAR, Tomos I y II, en 1921 y 1928 respectivamente. Muy posteriormente, es destacable la novela MANCUELLO Y LA PERDIZ, de CARLOS VILLAGRA MARSAL, en la que lo folclórico entrelaza sus elementos mágicos para crear una atmósfera fantástica y a la vez real, entroncando los elementos de la realidad con el imaginario de la población rural. Como rescate del mito entroncado con las creencias populares mencionamos el cuento largo "SAN LA MUERTE", de JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO, en el cual se destaca el desarrollo de los conflictos interiores, así como la utilización del castellano paraguayo, tan utilizado por la mayoría de los escritores nacionales.

Como se puede constatar, la mitología, las leyendas y el folclore han tenido gran influencia en la narrativa, tanto como el rescate de los "casos" y los "sucesos" orales, transmitidos de generación en generación, ha derivado en no pocas oportunidades en una narrativa costumbrista. En otros casos, aunque no constituyan parte especial del elemento argumental, estos relatos han sido muchas veces punto de partida de la narración, integrándose a las diversas obras como un aspecto más del texto, aunque sin constituir la faceta principal del mismo. En la mayoría de las novelas actuales el elemento mítico y el ingrediente folclórico están presentes mechando la escritura, proporcionándole un sello peculiar que nos remite al "PARAGUAY PROFUNDO", ese Paraguay que subyace a pesar de todas las lacras del presente.

La situación de la mujer ha variado desde la segunda mitad del siglo XX, y aun antes, en el mundo entero. La obtención del derecho al voto, su participación en las guerras mundiales, la aparición de un feminismo combativo, la fuerza laboral de la mujer en la sociedad contemporánea, iniciada ya desde la revolución industrial, son factores que han cambiado la conciencia de la mujer y su posición en la sociedad. Por ende no es extraño que los autores paraguayos, sobre todo del sexo femenino, se hayan centrado en el valor de la mujer como sujeto activo de la ficción.

El tema de la mujer, su situación en una sociedad patriarcal como la nuestra, los tabúes y censuras a un comportamiento más liberal y liberador, ha sido siempre un polo de atracción para las narradoras de todo el mundo, y de las paraguayas también. Pero es bien entrada la segunda mitad del siglo XX que se nota en la literatura paraguaya la emergencia de la mujer como autora, y, consecuentemente, la de una producción de voz femenina referida a los conflictos que predominantemente aquejan a la mujer, planteados desde una óptica diferente. No quiere decir esto que los narradores anteriores hayan dejado de novelar sobre personajes femeninos. Ya en 1905, JOSÉ RODRÍGUEZ ALCALÁ publica su novela IGNACIA; en la mayoría de las novelas escritas por varones existen personajes femeninos plasmados de acuerdo al concepto masculino de lo que debe ser una mujer, pero en la actualidad se nota un cambio de actitud y la valoración del ser femenino. Se presenta en las obras de voz femenina, una visión del mundo a partir de la óptica de la mujer, la cual viene a completar el panorama de nuestra humanidad compuesta por hombres y mujeres. La irrupción de la mujer en la literatura como autora le dio la oportunidad de testificar sobre su propia situación, su propia vida interior, sus luchas contra los tabúes, desde un punto de vista diferente, lo que no puede sino enriquecer a la literatura universal como un todo.

La mayoría de las narradoras aparecidas desde 1980 en adelante, incluyendo JOSEFINA PLÁ, quien ya había publicado un primer libro de cuentos en 1963, tocan el tema de la mujer, su condición de sometimiento, sus renuncias y las reivindicaciones posteriores, su participación en las luchas políticas, sus rebeldías contra el sometimiento masculino y el régimen autoritario, su defensa de los valores propios de la condición humana.

Citaremos solo algunos autoras anteriores a las nuevas votes, como CONCEPCIÓN LEYES DE CHAVES, con MADAMA LYNCH, la ya mencionada JOSEFINA PLA y su obra LA PIERNA DE SEVERINA y sus varias colecciones de cuentos; ANA IRIS CHAVES DE FERREIRO con CRISANTEMOS COLOR NARANJA, como testimonio de que la defensa de la mujer no estuvo ausente en la literatura paraguaya. Pero es NEIDA DE MENDONÇA, quien con su novela GOLPE DE LUZ, se revela como la pionera en el tratamiento de la mujer, relatando la historia de un personaje femenino, basándose en las sesiones sicoanalíticas de una posible suicida, novela escrita con un coraje hasta entonces no empleado. RAQUEL SAGUIER, en su novela LA NIÑA QUE PERDÍ EN EL CIRCO, y sobre todo en LA VERA HISTORIA DE PURIFICACIÓN, se centra en la infidelidad, en la primera, del hombre, y en la segunda, de una mujer, pintando ejemplarmente la censura de la sociedad en la cual se desenvuelve la acción. Es interesante ver en como autora encara la censura diferente que se ejerce con relación a la misma falta del varón y de la mujer, hecho que atestigua la doble moral existente en nuestra sociedad. Varias son las narradoras aparecidas desde la década de los ochenta que tocan, de una u otra forma, las circunstancias en que se desenvuelve la mujer en una sociedad machista, plagada de tabúes y condicionamientos patriarcales. La reciente colección de cuentos SIMPLEMENTE MUJERES de DIRMA PARDO DE CARUGATI , MARÍA, MAGDALENA, MARÍA de LITA PÉREZ CÁCERES , LOS GORRIONES DE LA SIESTA, de YULA RIQUELME DE MOLINAS , EL RETORNO DE EVA, de SUSANA GERTOPAN , LOS NUDOS DEL SILENCIO, de quien se refiere al tema, son algunos ejemplos de los muchos que podrían citarse de novelistas que se han ocupado de la mujer, sin mencionar la profusa cantidad de cuentistas que se han adentrado en el tema.

Como se ha dicho, la presencia de la mujer en la narrativa se hace notar con mayor fuerza a partir de 1980. Si bien existieron narradoras desde la primera mitad del siglo XX, la presencia de la voz femenina se intensifica en forma notable tanto en número como en calidad expresiva en las tres últimas décadas del siglo XX y principios de este siglo.

Si bien la poesía de pluma de mujer se manifestó claramente con bastante antelación, en la narrativa su presencia se deja sentir con posterioridad, obedeciendo posiblemente, por una parte a las mismas circunstancias que explican la aparición tardía de nuestra narrativa, y por otra a la toma de conciencia de la mujer sobre su capacidad de contarse a sí misma y testimoniar sobre el mundo que la rodea desde su propia óptica, liberándose de la literatura "eco", como diría JOSEFINA PLA, impuesta por los patrones masculinos en cuanto a los estereotipos expresivos esperados de una escritora. La prosa de mujer comienza a manifestarse con energía y determinación siguiendo su propio rumbo, elaborando una literatura critica de la propia condición femenina, del entorno social y las consecuencias de los regímenes totalitarios imperantes en el país por largo tiempo, no faltando autoras que se han enfrentado a los temas eróticos, como CHIQUITA BARRETO o AMANDA y MABEL PEDROZO.

Pero la literatura evoluciona en su temática tanto como cambia el mundo en que vivimos. Si existen temas que han puesto su sello en la literatura paraguaya desde su fundación, hay otros de reciente aparición como la Ecología. Se podrían citar varias obras en este contexto, entre las cuales destaca ECOS DE MONTE Y ARENA, de LUISA MORENO SARTORIO, en la que se pone de manifiesto la preocupación por la degradación ambiental y el peligro de la desaparición de las especies animales. Otras autoras han aparecido en colecciones colectivas de libros infantiles destinadas a dicho tema, como NILA LÓPEZ, quien tiene en su bibliografía el texto CIUDADANA, en coautoría con RAQUEL CHAVES; MARGARITA PRIETO YEGROS, MARICHA HEISECKE y otras, así como FELICIANO ACOSTA y OSVALDO GONZÁLEZ REAL, en quienes se palpa el respeto por la naturaleza y la frecuentación de los mitos y el amor al paisaje y la vida animal. Las obras sobre el tema ecológico han aparecido en colecciones colectivas o individuales. Este auge de la ecología como tema en la narrativa corre paralelo al estado de deterioro de la naturaleza y a la necesidad de un llamado de atenci6n, el cual se canaliza, en este caso, a través de la creación literaria.

Teniendo en cuenta la degradación del planeta, la contaminación de las aguas, la deforestación, la desaparición de algunas especies de la fauna y de la flora, la polución de la atmósfera y los riesgos a que está sometida la tierra debido a los cambios climáticos, se colige que el ingreso del tema en la literatura no es fortuito. Uno de los primeros en manifestar la necesidad de esa responsabilidad ante los problemas que nos afectan a todos, fue el antropólogo GUILLERMO SEQUERA, director de la ONG "NATURALEZA Y CULTURA", quien planteó a un grupo de escritores escribir cuentos, enmarcados dentro del programa "YO PLANTO ARBOLITOS", con el propósito de que la literatura se convirtiera en vehículo de concientización ante las altas posibilidades de una destrucción total; así nació DESDE EL ENCENDIDO CORAZÓN DEL MONTE, de quien escribe este ensayo.

Otro tema no muy frecuentado en la narrativa paraguaya, que actualmente está cobrando auge, es la ciencia Ficción. Esta corriente fue abordada por OSVALDO GONZÁLEZ REAL en 1980, en su colección de cuentos ANTICIPACIÓN Y REFLEXIÓN, en la cual el autor relaciona el destino de la humanidad y de la naturaleza con la tecnología contemporánea. Pionero en el tratamiento de la ciencia ficción, con tinte ecológico, González Real ha abierto el camino hacia esos mundos posibles, tema que actualmente está captando el interés de los nuevos narradores, entre los cuales se destaca JUAN DE URRAZA como exponente de las nuevas generaciones.

Aunque este panorama de la literatura paraguaya a partir de sus ejes temáticos principales no agota la totalidad de los temas que esporádicamente son objeto de fabulación, ni la cantidad de narradores existentes o de obras publicadas, el intenta, sin embargo, dar una visión de los tópicos que con mayor frecuencia han despertado la imaginación de los escritores paraguayos.

Luego de un recorrido por la bibliografía de ficción, nos inclinamos a pensar que la historia, el poder, la sociedad, el mito y el folclore, la situación de la mujer en comunidades patriarcales como la nuestra, tal como la ecología y la ciencia ficción, de reciente inserción, constituyen los temas más abordados en la novelística paraguaya de mediados del siglo XX y comienzos del siglo en que vivimos.

Mucho nos queda por investigar en cuanto a la producción total de los escritores paraguayos de ambos sexos; mucho por desmenuzar de las obras mencionadas en cuanto a técnica y contenido, y múltiples son los títulos que han quedado pendientes para estudios posteriores. Este trabajo es simplemente el inicio de una labor más amplia, que rebasa, naturalmente, la extensión de una ponencia. Queremos terminar esta exposición afirmando que es indispensable desarrollar en nuestro país una crítica literaria especializada, que ayude al público lector a seleccionar con espíritu crítico, comprender, valorar lo que se ha escrito, a fin de dimensionar los logros y las posibilidades de la literatura paraguaya.

LA HISTORIA
AUGUSTO ROA BASTOS: YO, EL SUPREMO. EL FISCAL.
JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO: DIAGONAL DE SANGRE. LA ISLA SIN MAR.
GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ: CABALLERO. CABALLERO REY.
HELIO VERA: LA CASA BLANCA.
LUIS HERNÁEZ: DONDE LADRÓN NO LLEGA.
RENÉE FERRER: VAGOS SIN TIERRA.

EL PODER
AUGUSTO ROA BASTOS: YO, EL SUPREMO. EL FISCAL.
RUBÉN BAREIRO SAGUIER: OJO POR DIENTE.
MONCHO AZUAGA: CELDA 12.
RENÉE FERRER: LA QUERIDA.

EL EXILIO
AUGUSTO ROA BASTOS:
JUAN BAUTISTA RIVAROLA MATTO:
RUBÉN BAREIRO SAGUIER:

LA SOCIEDAD
GABRIEL CASACCIA: LA BABOSA.
JOSEFINA PLÁ: EL ESPEJO Y EL CANASTO.
HELIO VERA: ANGOLA Y OTROS CUENTOS.
MARIO HALLEY MORA: LOS HOMBRES DE CELINA.
JESÚS RUIZ NESTOSA:


LOS MITOS Y EL FOLCLORE
TERESA LAMAS CARÍSIMO: TRADICIONES DEL HOGAR.
AUGUSTO ROA BASTOS: HIJO DE HOMBRE.
CARLOS VILLAGRA MARSAL: MANCUELLO Y LA PERDIZ.
ALCIBÍADES GONZÁLEZ DELVALLE: FIESTA PATRONAL.

LA MUJER
JOSEFINA PLA: LA PIERNA DE SEVERINA.
DIRMA PARDO: SIMPLEMENTE MUJERES.
RAQUEL SAGUIER: LA VERA HISTORIA DE PURIFICACIÓN.
RENÉE FERRER: LOS NUDOS DEL SILENCIO.

LA ECOLOGIA
LUISA MORENO SARTORIO: ECOS DE MONTE Y ARENA.
RENÉE FERRER: DESDE EL ENCENDIDO CORAZÓN DEL MONTE.
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LOS ENLACES LO GUIARÁN A LOS ESPACIOS
DE LOS AUTORES EN LA
GALERÍA DE LETRAS DEL
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Fuente:
IV ÉPOCA – Nº 18
A CENTRE OF INTERNATIONAL PEN
EDICIÓN ESPECIAL
LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA LITERATURA
EN EL PARAGUAY
Arandurã Editorial,
Asunción – Paraguay
Julio 2010 (199 páginas).
Amplio resumen de autores y obras
de la Literatura Paraguaya.
Poesía, Novela, Cuento, Ensayo, Teatro y mucho más.

martes, 8 de junio de 2010

AUGUSTO ROA BASTOS - PROBLEMAS DE NUESTRA NOVELISTICA (II) / Fuente: CRONICAS Y ENSAYOS PARAGUAYOS – TOMO II. Autora: TERESA MENDEZ-FAITH


PROBLEMAS DE NUESTRA NOVELISTICA (II)
Ensayo de AUGUSTO ROA BASTOS
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
.
Enlace al ensayo:
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PROBLEMAS DE NUESTRA NOVELISTICA (II)
5
EFECTIVISMO

En otro capítulo de su ensayo, HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ también me reprocha la técnica efectista de mi literatura. Tiene razón; voy a explicarme, no a justificarme; voy a mirar las cosas desde fuera de mí mismo.
Esa literatura artificial o sofisticada, de la que he hablado, superpuesta a nuestra realidad, representa para los novelistas y para los poetas paraguayos de hoy un factor desencadenante de sus excesos, de su agresividad expresiva. Sentimos que debemos raspar esa costra para llegar a lo vivo. Nos volvemos negadores a la fuerza, iconoclastas por definición, parricidas literarios por un complejo muy parecido al de Edipo (y esto quizás no sea una mera metáfora freudiana).
Hay mucha ñoñez, mucha cosa relamida y dulzona al viejo estilo; esa floricultura de huertos familiares y antañones donde se cultivan los sentimientos en los moldes del barroco español, que es sí nuestra herencia, pero no toda nuestra herencia, sin contar que está también bastardeada y esclerosada con resabios de un patriarcalismo y de un romanticismo bastante tronados y espectrales. Cegados por nuestro apego a lo distinguido, por nuestros presuntuosos escrúpulos gentilicios, no hemos podido superar nuestro disgusto o nuestro temor por lo plebeyo, por la vida andrajosa que se agita y amasa en el arroyo; que es repelente, sin duda, pero que suministra también una preciosa levadura para las contaminaciones fecundas. Por su parte, los que se han "acercado" al pueblo y lo han tomado como tema de sus divagaciones literarias, juntamente con su mitología y sus costumbres, con el falso pintoresquismo de motivos y temas epidérmicos, no han sido más eficaces. No me refiero, por ejemplo a Domínguez, que aparte de no ser novelista fue menos un estilista que un terapeuta. Él trató de salvarnos del marasmo galvanizándonos con su método de autofascinación narcisística, y provocando un absceso de fijación en los tejidos de nuestro descalabrado organismo nacional. Era un método como cualquier otro; diametralmente opuesto al del boliviano ALCIDES ARGUEDA, por ejemplo, que trató de hacer lo mismo que DOMÍNGUEZ escribiendo su PUEBLO ENFERMO.
Salvo las cuatro o cinco figuras más representativas de las letras paraguayas del pasado -de un pasado que comienza con la nación y llega hasta la segunda década del siglo-, las demás han caído casi inexorablemente en una de estas dos posiciones igual-mente falsas: o han eludido la realidad del país copiando y remedando fórmulas, tendencias y estilos cultos y estetizantes, o han tratado de captar solamente los aspectos externos de esta realidad; pulcros poetas de la ciudad pintaron con temas campesinos tarjetas postales de publicidad turística.
Prueba de lo primero son los ecos tardíos y apagados del romanticismo (español y francés), del parnasianismo, del simbolismo o del modernismo, que llenaron la literatura paraguaya -principalmente la poesía- con dejos y desechos de Hugo, Espronceda, Zorrilla, de Lisle o Darío, y la poblaron de figuras exóticas: princesas, pajecillos, ninfas y semidioses, en el calco de escenas y motivos griegos.
Expresión de la segunda postura son las obras de carácter NATIVISTA o AUTOCTONISTA. En ellas, los personajes literaturizados de la mitología guaraní o los símbolos de su cosmogonía o las figuras y los aspectos circunstanciales y pintorescos de su folklore, suplantaron a los dioses, ninfas y pastores helénicos, con lo que esta postura vino a ser no menos falsa que la primera: una forma de escape o de simulación. Allí está, por ejemplo, la hierática obra de albañilería literaria de NATALICIO GONZÁLEZ (mucho menos interesante y significativa que sus ensayos de interpretación sociológica y cultural), finisecular por el estilo, feudal y reaccionaria por las ideas de falso nacionalismo que propone.
Toda esta literatura libresca, este repertorio de actitudes y gestos postizos, petrificadas en la penumbra de la PSICOLOGÍA DE POZO, de enterrados vivos, que es otro aspecto de nuestro aislamiento cultural, ha alzado una tapia, una decoración retórica, detrás de la cual la vida zumba y el pueblo descalzo trajina agobiado sobre la tierra ardiente y escarlata.
Al patear esa tapia heráldica saltan las palabrotas. RODRÍGUEZ ALCALÁ se queja repetidas veces de mis transgresiones de las leyes estéticas; formula su admonición contra mis brulotes inciviles, contra mis párrafos "intranscribibles". Y le comprendo; no voy a llevar la baladronada de mi falta de urbanidad literaria hasta el punto de negarle que me abochorno cuando me lo hacen notar. Pero quisiera desagraviarlo a él y a mis lectores molestos, explicándoles que no es mera fanfarronería exhibicionista. Ahora que lo veo en frío, me doy cuenta de que efectivamente es el producto, la reacción inconsciente de una irritación contra este engolamiento de nuestra prosa y también contra las actitudes mentales pacatas e hipócritas que ella envasa y preserva. Uno siente la irresistible tentación de aplicarles un revulsivo, de echarles un poco de ácido; es la tentación no inédita que nos lleva a hacer las cosas POUR ÉPATER LE BOURGEOIS, cuando el burgués nos exige que respetemos su digestión en nombre de valores que nada tienen que ver con esa apacible digestión..., mientras los demás, los más, pasan hambre, hambre del cuerpo y hambre del alma, aplastados por la supervivencia de una organización semifeudal en la que ni siquiera se puede soñar con esos refinados valores del espíritu. En tal situación, es una ironía hablar de ellos; más que una ironía, una verdadera irrisión.
Esta actitud de rebelión y de agresividad verbal, no es sólo una reacción del espíritu de clase. Yo soy burgués, o al menos, pertenezco por mi extracción a la clase pequeña burguesa; pero la única posibilidad que tengo de liberarme de ese molde social caduco, es sublevándome contra él para acercarme a la masa de los oprimidos. No me puedo jactar de pertenecer a la clase de los opresores; no es un orgullo serlo; pero tengo que hacer algo para redimirme de su estigma y afirmar mi voluntad de liberación.
De aquí, tal vez, la "incivilidad", la virulencia de mi prosa, que reprueba Rodríguez Alcalá. No es sólo un regodeo en las aguas servidas del mal gusto; la fruición de manipular los restos cibales, la obscenidad o la grosería porque sí, gratuitamente. Es también un recurso táctico para cuartear ese pudor puritano, ampollar la piel demasiado fina o demasiado encallecida de los lectores hedonistas, para infiltrar por los poros abiertos bajo el sinapismo vesicante la apelación dramática que nos mueve y conmueve y que está, lo sabemos, no en las malas palabras o en "la suciedad que se rezuma a través de esas páginas impregnadas de dolorosa miseria", sino en nuestra patética, desamparada, insobornable nostalgia de bien y de solidaridad humana, que vive bajo esos "feos manchones". En el Paraguay podemos hacer las cosas más tremendas; podemos exterminar por el hierro o la bala una familia, poblaciones, generaciones enteras (de tanto en tanto se practican estas hecatombes propiciatorias en aras de un color partidario); podemos contemplar, impasibles, lo peor; vejámenes, depredaciones de todo calibre, óptimos estupros, persecuciones, desmanes. Es grave pero no se tolera que los escritores lo pongan en letras de molde. No soportamos el testimonio de nuestras atrocidades; somos muy sensibles al remordimiento. Nuestro acto de contrición es el olvido. La opinión pública espera que el escritor alce tímidamente los ojos a la luna y suspire o cante "a los mansos arroyitos, a las noches azules, a las trenzas renegridas de la morena, a las tiernas florecitas de los campos...". Esto es textual; me lo aconsejaron en un periódico de Asunción. Y en cuanto a la transcripción de nuestras lindezas coloquiales, ni se nos ocurra. Queremos ser comprendidos; nos gusta el retrato artístico, con retoques, bajo los cuales se escurran nuestros defectos y no afloren nuestros vicios, nuestros apetitos y nuestras pasiones. ¡Puah..., eso a los chanchos! Pero entonces la aparente serenidad, la melosa fragancia, el equilibrio exaltado, el "desinterés" estético, la prosa artística, son la distorsión y la mentira.
Si somos herederos del barroco y de las buenas maneras, del ascetismo senequista y del buen sentido pancesco, de Góngora y de Teresa de Avila, de la pulcritud estilística, del afinamiento estético, lo somos también de la picaresca, de la germanía, del desenfreno del habla que irrumpe y alborota muchas páginas de Quevedo y del propio Cervantes. Desde EL LAZARILLO DE TORMES a un Ricardo León (para mí insufrible), a un Valle-Inclán, a un Miró (a quienes admiro), la prosa, la novelística española tiende sus canales con una riqueza de matices que incluye aún lo obsceno, lo arrabalero, lo canallesco, lo picante, etc., pero en función artística, lo que no es paradoja ni contrasentido. Si todo lo excesivo es insignificante, como decía Stendhal, también lo continuamente perfecto o lo bonito aburre. En Francia, Flaubert se apoya en Rabelais y en Voltaire (no me refiero a sus afinidades, sino a sus oposiciones o complementaciones); Marcel Aymé y Giono, en Anatole France y Schwob. ¿Tienen pelos en la lengua León Bloy, Philippe, Mauriac, Sartre? En Inglaterra, la curva que une Chaucer y Swift a un Dickens, a un Graham Greene, pasa por Shakespeare, por Shaw, por Joyce, por Lawrence, por Orwell. Y en Norteamérica, ¿acaso el licencioso pero estupendamente poético lenguaje del Faulkner de Santuary y The Wild Palms, o el escatológico frenesí de Henry Miller, niegan la prestancia estética y fundadora de Melville, Hawthorne, o de sus continuadores, como Wolfe, Wilder y Katherine Anne Porter? Todos estos son también escritores burgueses y no precisamente revolucionarios.
En nuestra América hispánica, el espesor visceral, vital, las escalofriantes descripciones de EL SEÑOR PRESIDENTE, de Asturias, no le impiden ser una obra maestra; al contrario, contribuyen a la densificación de su élan como ocurre en el TIRANO BANDERAS, de Valle-Inclán, su antecedente inmediato en tema y estilo. Si expurgáramos la novela de don Ramón de sus palabrotas soeces, de su brutal inocencia o primitivismo de lenguaje, la historia de Santos Banderas no tendría seguramente el voltaje que tiene. No vamos a quemar las burbujas calóricas de nuestro temperamento al solo efecto de postular nuestro ingreso en el mausoleo de las antologías o de los manuales de estética.
Hechas las salvedades de distancia y altura (pigmeo a la sombra de gigantes), reviso mi librito de cuentos y noto qué módicos resultan los cuescos de mi posadera, la postema que supura en el matungo de Miscowsky, en EL CARUGUÁ, las crueldades de Harry Way, él feo vicio odorífero de Simón Bonaví (que por otra parte era el de nuestro famoso alférez Ñanduá), en el cuento final -para no citar sino estos pocos ejemplos-, ante las libertades de expresión que se permitieron los autores nombrados.
En todo caso, las fealdades de lenguaje duelen menos que las injusticias sociales; no veo por qué han de alarmar las unas y se deben callar las otras. Yo no puedo pintar con colores agradables lo que detesto.

6
LITTERATURE ENGAGEE
Uno de los reparos más importantes que RODRÍGUEZ ALCALÁ concreta a mi volumen primogénito de relatos paraguayos, es el que se refiere al afán redencionista que insufla la mayoría de sus páginas, y que disminuye o degrada su calidad estética. "No debiera subordinar su arte -me exhorta- a una finalidad no artística. Debe, ante todo, concebir su obra como obra de arte. Primero el arte...", etc.
Este reparo involucra una contradicción. En efecto, al comienzo de su ensayo escribe: "El Paraguay que Roa nos pinta es, en verdad, una tierra que ha devorado el poder cósmico del trueno; una tierra que vive en la violencia, en la injusticia, en la explotación... un país de cuarteladas continuas, de caciques y militarotes mandones, de negreros ambiciosos y crueles... el país del campesino desvalido y explotado, víctima de la violencia ambiente, de la avaricia y de la injusticia organizadas como sistema". Y más adelante agrega: "El apasionado afán de redención que anima a la obra toda y que, desde el punto de vista ético honra a su autor, desde el punto de vista estético constituye un factor negativo".
Ante el espectáculo de los males que afligen a la patria, resulta en verdad difícil mantener una circunspecta mesura artística. Las vocaciones más pacientes se vuelven amargas y violentas. Sería inútil reclamarles una producción literaria para el simple disfrute estético de minorías privilegiadas.
A mí me avergonzaría escribir con exclusividad para minorías cultas, y si estuviese forzado a hacerlo, emplearía, lo confieso, todos los recursos de mi voluntad para irritarlas y sacarlas de quicio, como a mí me irritan y me sacan de quicio su muelle aristocratismo, su desprecio, disfrazado de compasiva magnanimidad, por los desheredados, los explotados y los humildes, los que, a su criterio, no deberían tener voz ni conciencia de sus males, en su condición natural e irredimible de sumergidos, sumergidos bajo la línea de flotación de la cultura, detritos humanos que ruedan fuera de la literatura, pero que a nosotros nos permiten nuestros "ocios creadores".
Rehuso adscribir mi literatura a esta especie de neutralidad benévola en favor del arte y la cultura. Prefiero comprometerla hasta los huesos en ese "afán redencionista" que se me reprocha. La belleza no puede ser un pretexto para la abstención irresponsable del artista en medio de las luchas de su tiempo. Esta aparente abstención está también "enganchada y comprometida" no en el desinteresado disfrute de los valores estéticos cuya "pureza" pretende custodiar, sino en la justificación del orden establecido, en la aspiración no confesada de congelar la historia en favor de los opresores y, más directamente, en la lucha contra el pueblo. La filosofía y la estética de la abstención pertenecen al pasado. De una manera u otra, todos hemos tomado partido. Por eso no existe en la actualidad literatura que no sea ENGAGÉE. Y si el privilegio de la libertad es la posibilidad de elección, yo no podría elegir el partido de los que tratan de retener la cultura como patrimonio y posesión exclusiva de una minoría de espíritus selectos y predestinados.
Es despreciar la literatura creer que sólo sirve para usos suntuarios. Es también una herramienta para trabajar por el destino del hombre, por el mejoramiento de la sociedad, por la abolición de los males falsamente necesarios que obstruyen el camino de la libertad en una sociedad defectuosamente organizada y corrompida por la idea del privilegio. "No hay más que un único tema de novela: la existencia del hombre en la sociedad y su conciencia de las servidumbres impuestas por el carácter social de esta existencia" -se queja más que razona, Caillois. Impuestas -agrego yo- por el carácter social de esta existencia sometida al terrorismo de violentos prejuicios asociales e inhumanos que los "directores" de la sociedad se empeñan en hacernos creer que son inamovibles e inmutables, echándole la culpa a Dios o a la maldad esencial e irremediable de la especie humana, según Spengler, Burnham, Toynbee y demás profetas filosóficos del imperialismo en la cultura.
Por todas estas razones, mi libro "no es una visión estética de la tierra-como lo reconoce mi crítico-, sino una airada protesta que se expresa en el sufrimiento resentido, impotente y sin remedio, de seres de ficción (de seres reales de carne y hueso, diría yo) flagelados por un destino trágico". Por eso EL TRUENO ENTRE LAS HOJAS es implacable en la denuncia, en la protesta, en el testimonio. El autor no es un juez, no es el Juez, sino uno de los tantos testigos que depone en la causa del pueblo contra sus opresores. "Roa es cruel -dice Rodríguez Alcalá- porque quiere abolir la crueldad y la injusticia, la tiranía y la explotación". Nada más exacto. Es cierto también que lo escribí indignado, enfurecido por el atraso de mi pueblo. ¿Cómo pues iba a resultar un remanso de belleza apacible en el paisaje tranquilo, aquiescente, de nuestras letras? Pero el Paraguay que yo pinto, ¿responde o no a la realidad? ¿He inventado acaso su drama, puedo sin negarme a mí mismo desentenderme de mi pueblo andrajoso y sufriente? Sí, lo grito, me enfurece el retraso de mi patria tan hermosa, tan querida, tan triste y tan vejada. Soy carne de su carne doliente, astilla de su tronco hachado por el infortunio, y cargo con la herencia de las ignominias que algunos de sus hijos han cometido contra ella y siguen cometiendo. Si me callara, la boca se me caería a pedazos, porque jamás mi cobardía va a ser mayor que mi esperanza en su porvenir, en su regeneración, en su dignificación social y nacional.
He aquí explicado por qué no puedo hacer arte solamente, y por qué el tono fundamental de nuestra novelística va a ser, durante mucho tiempo todavía, el de la rebelión y de la lucha conscientemente admitida y entablada. En la línea de una "literatura comprometida" con el destino de nuestro pueblo, las novelas paraguayas surgirán y se afirmarán como esos actos de coraje, de patriotismo y de sinceridad, de que hablaba Alberdi. Y el arte, un arte humano y vigoroso, se dará por añadidura. Conciencia, pasión y esperanza en el Hombre, son nuestras armas contra la desesperación a la incertidumbre. Y de estos sentimientos, ahondados en la fraternidad con el pueblo, es de donde podremos sacar nuestra clarividencia de artistas, la posibilidad de acertar con la gran ley bajo cuyo signo, en el do-minio del mundo y del hombre, la necesidad se aúna con la libertad.
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De: Alcor, Asunción, Paraguay,
enero de 1960, pp. 4-5.

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Fuente: CRONICAS Y ENSAYOS PARAGUAYOS
DE AYER Y HOY – TOMO II (H-Z)

Autora:
TERESA MENDEZ-FAITH
Ilustraciones: CATITA ZELAYA EL-MASRI
Intercontinental Editora,
Asunción-Paraguay 2009 (427 a 822 páginas)
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lunes, 7 de junio de 2010

AUGUSTO ROA BASTOS - PROBLEMAS DE NUESTRA NOVELISTICA (I) / Fuente: CRONICAS Y ENSAYOS PARAGUAYOS – TOMO II. Autora: TERESA MENDEZ-FAITH

PROBLEMAS DE NUESTRA NOVELISTICA (I)
Ensayo de AUGUSTO ROA BASTOS
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

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PROBLEMAS DE NUESTRA NOVELISTICA (I)
1
Con encomiable dedicación HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ se viene ocupando en los medios culturales y universitarios estadounidenses, donde profesa, del análisis y difusión de nuestras letras. Uno de los aspectos de esta tarea es la serie de monografías que ha publicado en la REVISTA IBEROAMERICANA. Pertrechado con los modernos recursos de la crítica literaria (incluso con los de la lingüística y estilística, en las huellas de Karl Vossler, Leo Spitzer, Amado Alonso o Alfonso Reves y sus continuadores), Rodríguez Alcalá trata de desbrozar y mensurar en estos ensayos de interpretación y ubicación los predios todavía cimarrones de nuestra literatura, donde los autores irrumpimos y desaparecemos anárquicamente, un poco al modo criollo de las montoneras.
La distancia ha proporcionado a nuestro compatriota perspectiva y objetividad, con lo que la posibilidad de una confrontación comparativa se cumple lúcidamente en sus enfoques. Luego de las dos primeras monografías dedicadas a nuestros malogrados JULIO CORREA y HÉRIB CAMPOS CERVERA. (1) en el vol. XX, Núm. 39, marzo 1955, de dicha revista, apareció su trabajo crítico sobre mi libro de cuentos EL TRUENO ENTRE LAS HOJAS. En su momento, escribí a Rodríguez Alcalá puntualizando mis discrepancias en algunos aspectos de su reseña, no por simple disidencia -le prevenía-, ni por desolladuras en mi amor propio de autor, sino, entre otras cosas, porque estimaba que sería útil para el crítico verificar en el sujeto mismo de su experiencia los efectos de su herramienta calibradora. A su pedido de que le hablara de mi oficio de escritor (cosa que juzgué secundaria), preferí hablarle de los problemas que afronta el escritor de ficciones en nuestro medio, de características tan arduas y peculiares, y por extensión, de los problemas básicos que entraña el ejercicio de la literatura de imaginación como fenómeno específico en la expresión de nuestra cultura.
Le advertía que no era mi propósito defender mi libro de cuentos contra sus objeciones, ni justificar las fallas de fondo y forma que había señalado con aguda perspicacia. Mi disentimiento se formulaba con respecto a algunos conceptos o motivaciones ideológicas y psicológicas del planteo en su conjunto; pero no aducía mis opiniones como argumentos y menos como pruebas, recordando lo que Valéry había dicho: "Una vez aparecida la obra, la interpretación del autor no tiene más valor que otra cualquiera".
Con las ideas de aquella carta y tratando de mantenerme en lo posible en una actitud de objetividad impersonal, he reelaborado este artículo. Aclaro que sus conclusiones no son los de un especia lista, ni siquiera las de un estudioso que ha sistematizado sus observaciones con relativa coherencia; son apenas el resultado de mi experiencia directa como escritor. Considero, en efecto, que puede resultar útil y hasta fecundo el diálogo -la discusión y aun la polémica- entre el productor de un valor literario y su tasador. No hablo de las rencillas y disputas mezquinas que suelen producir las rivalidades de capilla o el resentimiento de la haraganería y de la mediocridad, sino del choque de pensamientos, ideas y sentimientos en el plano iluminador de la inteligencia.
Tanto el escritor de ficciones como el crítico están inmersos en un ambiente cultural dado; responden a sus complejos condicionamientos materiales y espirituales. En definitiva, hablan de la misma cosa con lenguaje diferente; el uno extrae la materia prima y la trabaja con mayor o menor calidad, el otro proyecta el valor y la significación de estas estructuras literarias sobre las coordenadas y las constantes históricas de dicho ambiente cultural. En realidad, literatura y crítica totalizan un proceso completo e indispensable. No hay una gran literatura sin una gran crítica. Se corresponden y sostienen simétricamente. Los escritores de mi generación -los que maduramos alrededor del 40 en el clima de innovación instaurado por HÉRIB CAMPOS CERVERA y JOSEFINA PLÁ-, no tuvimos la suerte de contar con la piedra de toque de una crítica que mereciera realmente el nombre de tal. De aquí, tal vez, nuestras fallas y limitaciones; los huecos y las grietas en nuestra obra. Tuvimos que trabajar al tanteo; y algunas veces, al no percatarnos de ello, el material que manipulábamos llegaba a su temperatura crítica y estallaba en nuestras manos.
Pero esto era entonces -y lo sigue siendo ahora- sólo un aspecto, quizás el menor, del nudo de problemas que afronta el escritor de ficciones en nuestro medio, y que hacen de la literatura paraguaya un caso particular con caracteres tan especiales en el panorama de la literatura hispanoamericana.

2
TRADICION E IMPROVISACION
Uno de los inconvenientes más esterilizadores es la falta de una tradición novelística en nuestro país. Las cuatro o cinco novelas que pueden tomarse en consideración ejemplifican otras tantas frustraciones en lugar de aciertos plenamente logrados -excepción hecha últimamente, y en parte, de EL FOLLAJE EN LOS OJOS de JOSÉ MARÍA RIVAROLA MATTO, y LA BABOSA de GABRIEL CASACCIA. Pero aun estas obras se inscriben en el gráfico de inseguridad e inmadurez que caracteriza nuestra novelística.
Los escritores de ficción no tenemos el punto de apoyo de una obra clave, o tan siquiera de obras menores pero que compongan una línea clave, donde podamos afirmar la palanca para mover el mundo de temas inéditos impregnados de riquísima sustancia vital. No sólo falta una auténtica tradición novelística, sino que se la ha falseado constantemente superfetando a nuestra realidad histórica y ambiental una literatura artificial cuyos módulos expresivos en lugar de descubrir sus yacimientos, no han hecho más que disimularlos y taparlos inconscientemente, casi vergonzantemente.
No tenemos los paraguayos, por desgracia, nada equiparable a El matadero de Echeverría, al Facundo de Sarmiento, al Martín Fierro (también, en cierto modo, novela rimada o crónica épica), a las novelas de Payró, o a Don Segundo Sombra de Güiraldes, para no citar más que el acervo de un país con una evolución ecológica y cultural afin a la nuestra por comunes vertientes, aunque no por nuestro desigual desarrollo. No contamos con autores de fértil construcción, como Mansilla, Wilde, Cané, Obligado, Fray Mocho; en otros géneros, desde luego la lista de los gauchescos, anteriores y posteriores a Hernández. Hablo de una literatura de firme carnadura y de inequívocos perfiles populares. No hablo de la profusión del color local o de su pintoresquismo solamente. Pero este sólido cimiento de una literatura hecha a la escala de las necesidades espirituales y de la inspiración de una colectividad es el que anticipa y luego sostiene y justifica las obras altamente organizadas y diferenciadas de un Lugones, de un Quiroga, de un Mallea, de un Martínez Estrada, de un Borges, en la que el material suministrado por la cultura local y aún el importado de otras realidades culturales (ciertos temas y actitudes de Mallea y de Borges, por ejemplo) florecen y se transfiguran con sentido y trascendencia universal, sin perder coherencia con el medio. El sello de origen impuesto por la unidad de una tradición, a través de las vocaciones individuales, los salva así de los logros puramente estetizantes por la extremada rarefacción de su cultivo.
Este cimiento o puente o lo que sea, es el que nos falta a nosotros los cuentistas y novelistas paraguayos. JULIO CORREA es quizás el único antecedente digno de mención; pero aún con él, lo más auténtico de su obra se ha dado en un género, el teatro, de 'TEMPO y dispositivos de expresión distintos a los de la narrativa (lo que no atenúa su influencia fertilizadora) y se ha volcado en el cauce verbal del guaraní (lo que sí apunta al problema crucial de nuestra novelística, configurado por el bilingüismo; pero de esto vamos a hablar luego).
Trabajamos pues sin guías; sin el estímulo de esos campos de inducción que se generan a lo largo de la línea de fuerza del estilo de vida de la comunidad; de eso que para llamar de alguna manera llamamos ALMA NACIONAL, con sus mitos y tabúes, su oscuridad y su lucidez, sus paroxismos y depresiones vivientes, y también la sístole y diástole del corazón colectivo palpitando en el cuerpo histórico y biológico de nuestra cultura, ambivalente por su naturaleza y esquizoide por los condicionamientos reflejos de su dicotomía idiomática. Todo se reduce entonces a balbuceos autosuficientes pero vacuos; nos agobia nuestra íntima potencia espiritual que se destroza y evapora al chocar con nuestra impotencia comunicativa, con lo que, para decirlo en jerga filosófica, nuestro ser colectivo se desrealiza, pierde sustancia y no gana existencia, cuando es pensado por la conciencia individual que representa el escritor. Todo aquel que llega siente la incómoda sensación de ser prácticamente el primero, y se ve abocado al engorro de tener que agacharse para sacar el tronco inexistente del inexistente camino, de comenzarlo a partir de allí con lo que tenga a mano. Así caemos con muchos aspavientos en la inanidad o en la altanería, si es que no aserramos de una buena vez, al mismo tiempo, la rama en que al fin conseguimos sentarnos después de saltar de una a otra: poesía, ensayo, historia, periodismo, etc., en una larga y resentida esterilidad.
La carencia de una tradición popular que le sirva de base y sostén es, a mi juicio, una de las principales causas de la debilidad de la literatura paraguaya. Ninguna literatura del mundo ha comenzado por ser culta, sino eminentemente popular. Así como la formación y construcción de un idioma es un proceso colectivo, científicamente demostrado por la lingüística, lo mismo ocurre con las literaturas, tal como lo prueba el estado actual de los conocimientos en antropología cultural y en la nueva sociología llamada "de profundidad". Leyendas, sagas, cantares de gesta, la anónima ebullición del folklore vitalizan sus raíces y producen su eclosión y desarrollo. Aun los escritores de más vigorosa personalidad creadora lo son en la medida en que encarnan en sus obras la realidad de su medio, la voluntad vital de su colectividad y el sentido de su tradición. En la convergencia de estas dos dimensiones históricas, colectividad y tradición -tan definidas como las categorías de espacio y tiempo, y acaso sus equivalentes sociológica y metafóricamente hablando-, las obras de estos escritores alcanzan, como concentraciones focales, la viva y radiante intensidad de una nueva dimensión: la dimensión, casi intemporal, de su autenticidad y perdurabilidad que se opone a la fluida opacidad del destino y que lo modifica y corrige al registrarlo en el ámbito del devenir cultural.
Esta base popular de la literatura paraguaya no existe en español, sino en guaraní, en su tradición oral y escrita (cancionero, teatro, narrativa y periodismo).
En ausencia de una tradición novelística de raigambre popular, el escritor de ficciones se ve solicitado -y por tanto frenado- en varias direcciones, simultáneamente.
En primer lugar, el hecho más evidente es que nuestra novelística se halla atrasada por lo menos en cincuenta años con relación a la de los demás países de Iberoamérica. He dicho que los cuatro o cinco títulos más ponderables no constituyen aún una novelística, sino a lo sumo esfuerzos parciales que lo prefiguran. ¿Qué hacer para ponerla al día? ¿Cómo saltar, para lograrlo, por encima de un ancho baldío donde ni siquiera existen materiales de demolición? ¿Cómo descubrir o improvisar -si esto pudiera hacerse- una tradición inexistente o que está falseada? Todas estas preguntas y muchas otras que sería ocioso enumerar, cuestionan por su base la conducta del escritor, la elección y el tratamiento de los temas, su postura espiritual y psicológica; cuestionen, en fin, su estrategia y su táctica como hombre de letras, su responsabilidad moral como hombre simplemente. Claro que alguna súbita aparición genial daría al traste con estas conjeturas, resolvería o anularía todos los problemas sin más ni más, como siempre ha sucedido. Pero mientras esperamos al meteoro, es preciso seguir adelante, aunque sea a tropezones con nuestra propia sombra.
No hay escapatoria tangencial al dilema. Algunos hombres de ingenio se entretienen con subterfugios evasivos. Jorge Luis Borges, conceptuado como uno de los más grandes escritores vivientes de habla hispana, sostiene, por ejemplo, que éste de la tradición es un seudo problema, y afirma que la tradición argentina es toda la cultura occidental. Su aserto tiene la eficacia aparente de las tautologías; no se lo puede discutir, pero tampoco expresa toda la verdad. Es cierto que Europa es la tradición no solamente de los argentinos sino de los latinoamericanos, en general, pero como ingrediente o elemento constitutivo de su realidad cultural. Como toda afirmación meramente ingeniosa, la de Borges es reversible: se le podría pre-guntar qué ubicación tendrían en la cultura europea un Sarmiento, un Martí, un Payró, un Quiroga, un Correa. No serían más que bárbaros o salvajes AMERICAINS. No; decididamente, estas cuestiones son más difíciles de lo que parecen a primera vista.
En cuanto a los escritores paraguayos, sabemos las consecuencias -no muy alentadoras por cierto- que se han derivado de remedar dócilmente la cultura europea, olvidando que la nuestra está aún por hacer, por lo menos en lo que se refiere a su expresión literaria.

3
EL BILINGÜISMO
Creo que el problema del bilingüismo, por sus complejas implicaciones, es uno de los grandes obstáculos en que tropieza nuestra novelística para su desarrollo y expresión. Hace tiempo que vengo llamando la atención sobre este asunto en charlas, conferencias, notas y conversaciones, (2) a fin de contribuir al surgimiento de una razonada inquietud que apunte hacia las posibles salidas.
No sé de otra situación más extraña y más incómoda que ésta. El investir sobre el escenario la autoridad de los antiguos ensalmadores de la raza.
Pero si esto es posible hasta cierto punto en el teatro vernáculo de masas, no lo es en los demás géneros literarios, especialmente en la novela. La tendencia natural de todo arte es la proyección de su resonancia, su trascendencia de lo particular a lo universal. El escritor paraguayo no puede olvidar por esto que, aún dependiendo de una instancia lingüística muy singular, se halla insertado en el tronco común de la cultura hispanoamericana cuyo vehículo expresivo es el español. Siente su gravitación, es atraído por este campo de resonancia más vasta. Por tanto, socaso del bilingüismo en el Paraguay es único en América. Lo es, entre otras razones, por la primacía del guaraní en el mundo anímico de los paraguayos, luego y a despecho de cuatro siglos de convivencia con el idioma culto. Esta insólita supervivencia de la lengua autóctona, ¿no estaría indicando la permanencia subyacente o mimetizada de ciertos residuos entrañables de la cultura indígena que aún sigue modulando en secreto su impronta en la cultura paraguaya?
¿En cuál de estos dos idiomas trabajará el escritor que quiera ser auténtico? Si decimos que el guaraní proporciona al escritor la versión directa de los temas y le pone en contacto vital y emocional con su tierra, con su historia y con su gente, la elección parece obvia. Pero la elección del idioma vernáculo aparejaría el confinamiento localista de su obra. Hablaría en ella a su pueblo, pero sería mudo para los otros. Fue el caso de JULIO CORREA: su teatro guaraní comportó una fidelidad y una renuncia, un gesto de humildad suprema pero también de espléndida soberbia americana. Sus piezas teatrales más que obras literarias, fueron -como dijo Alberdi de las propias -actos de coraje, de patriotismo, de sinceridad. Pero no todos se sienten dispuestos a una actitud semejante. Hacen falta mucha convicción y mucho desinterés. Su compensación consistió, en cierto modo, en el cálido contacto con las masas populares, en oficiar y sentir -más que representar- la dignidad ritual del payé, entre su espíritu actúan dos fuerzas divergentes. Además, al escribir en castellano, pero pensando e intuyendo en guaraní, como se sabe, la traducción se consuma en el acto mismo de la elaboración literaria, lo que no puede menos que afectar la integridad de su trabajo. De esto se deduce otra dificultad restrictiva sobre la novelística paraguaya. La aptitud de nuestro pueblo para la narración es innata; he pasado toda mi infancia en el campo, y todavía me asombra el recuerdo de fantásticos narradores, de su manera especial de contar, dueños de una técnica espontánea, eminentemente coloquial, que debía corresponder, sin duda, a una "manera", a una tónica tradicional. Y aun en la ciudad, ¿no eligen instintivamente nuestras abuelas el guaraní para trasegar sus memorias festivas o dramáticas? ¿Y para qué hablar de la poesía payadoresca de los "compuestos", repetidos, variados o improvisados al son de cantos y rasgueos de guitarras y arpas?

4
ESTILO

Naturalmente, no se trata de "hacer" folklore (en el sentido peyorativo de esta palabra), ni de componer literatura nativista o pintoresquista. Pero el novelista o cuentista culto no puede prescindir de esta rica y oscura porción de nuestra realidad ambiental y espiritual; no puede excluirla sin rebajar el potencial de su capacidad de concepción y expresión. Sabemos, sin embargo, que los ámbitos idiomáticos del español y del guaraní conviven, no tanto en una corriente simpática de intercambio e interacción, como en una sostenida colisión de módulos, de formas, de ritmos, que los lleva a roerse recíprocamente en un proceso de erosión destructiva y no de integración creadora, como podría hacerlo suponer la creciente castellanización del guaraní y vice-versa. Esta es una hibridación bastarda o degenerada, más vale, que delata un acoplamiento con incompatibilidades muy serias. Si desde el punto de vista de las leyes lingüísticas este fenómeno puede ser explicado con relativa facilidad, no lo es tanto desde el punto de vista simplemente literario. Tenemos que inventar aquí la sopa de ajo. Y cualquiera sea la fórmula elegida, sabemos por anticipado que el cuentista o novelista culto que escribe en castellano no va a cometer la tontería de pretender trasladar a sus textos las características formales y técnicas del guaraní (prosodia, semántica, sintaxis, léxico); procurará a lo sumo incorporarles su atmósfera, infundirles su sentido, su emoción vital. Pero esto es lo que es endiabladamente difícil; en especial, el problema del diálogo, la víscera más importante, suerte de hígado-corazón, de las estructuras narrativas que no podemos sustituir con elusiones o traducciones más o menos ortopédicas (como propone Rodríguez Alcalá), sin que el pulso de la narración se nos venga a cero.
En EL TRUENO ENTRE LAS HOJAS he tentado una fórmula aproximativa por vías de la transcripción casi fonográfica o literal del habla mestiza (nuestro típico ñe’ẽ serrucho), que no me satisface en absoluto. Encuentro muy justa la desaprobación de mi crítico que la califica de jerigonza o pasticha. Tan desagradable le resulta, que prefiere y me recomienda "un sacrificio de autenticidad" en la traducción, a ingerir en los textos esos trozos vivos y calientes, viscosos, viscerales, de nuestra parla popular así como es en la realidad, no como debiera ser en la literatura.
Sus acotaciones sobre este punto me hacen sospechar que esta falencia del diálogo, definida como una "falsificación antiestética del lenguaje del pueblo", se relaciona con una deficiencia estructural en la ejecución estilística de mis cuentos; quiero decir que no sólo el diálogo es defectuoso sino, en un sentido más amplio, la técnica misma que empleo. Rodríguez Alcalá señala, en efecto, cómo el desarrollo de mi trama narrativa se interrumpe a menudo con la continua introducción de pormenores e incidentes inesenciales o de enfoques retrospectivos que disuelven la fluidez de la acción superponiendo narraciones o extrayéndolas unas de otras mediante raccontos o flashbacks. Presumo que debe haber en esto, como lo insinúa el crítico, una falta de desacomodación o de desarmonía en la presentación y diseño de los caracteres en relación con la atmósfera y el estilo de los demás en que intervienen personajes rurales.
Me interesaba, en un principio, este desdibujamiento del tiempo con cortes transversales en la cronología real de la peripecia para lograr una atmósfera de irrealidad o de sobrerrealidad en que la transición de lo humano a lo cósmico, de lo telúrico a lo espiritual y de lo cotidiano a lo permanente, se produjera sin esfuerzo y como por fatalidad. Uno de los elementos suscitadores de esta atmósfera creía yo que podía ser una insistencia reiterativa, algo semejante al monótono llamamiento que provoca la hipnosis o la sugestión, en ciertas circunstancias diríamos rituales del relato. Tenía presente el recuerdo de los círculos concéntricos girando en oposición y con ritmos alternos en la Danza de las Hogueras de los indios maccá. El resultado fue, en los cuentos, un informe remedo de pasión contorneando la acción y aflorando sobre los seres, las cosas y los hechos, no como halo sino como gelatina. En estas condiciones, el diálogo realista que objeta Rodríguez Alcalá, hizo resaltar aún más mi fracaso.
Pienso, de acuerdo con el consejo del crítico, en la estupenda solución que logró SILONE en FONTAMARA, haciendo él mismo de lenguaraz de sus CAFONI analfabetos, sitiados en su encerrona dialectal, más o menos como nuestros CHOCOCUÉS. Pero los cafoni de Silone eran imaginarios, y su necesidad de traducirlos no pasaba de ser un lujo retórico, una estratagema literaria como cualquier otra. Pero a este ilustre ejemplo, no me decido del todo por la traducción de nuestros campesinos guaranios; quiero emperrarme en oírles hablar, en exigirles que me den a través de sus propias palabras esa cuarta dimensión que Ortega atribuía al diálogo. Me reconozco culpable de haber introducido, por primera vez en la narrativa paraguaya, al menos en forma sistemática, la parla mestiza de nuestra gente, hibridación que existe en la realidad -en mayor medida en la ciudad que en el campo-, y que constituye una de las características, cada vez más acentuada, de nuestro bilingüismo. ¿Se puede negar esto? Como cuentista, traté de captar y reflejar este aspecto idiomático de nuestra realidad ambiental. No me propuse, fundamentalmente, reformar nuestra lengua; aunque la repelencia antiestética provocada por este recurso de "verismo naturalista", podría ser mi contribución indirecta para ello.
Pero, ¿y las novelas de Faulkner, de Caldwell, de Steinbeck, empedradas de frondosos parlamentos en riguroso y áspero slang, o las piezas de O’Neill, o al otro lado del mar, las del tremendo Bernard Shaw, con sus personajes chapurreando el infecto cockney de los bajos fondos londinenses? Sé que esto se podría refutar digamos con una sonrisa; que el medio cultural de estos escritores es distinto al nuestro; que estas distorsiones estilísticas se pueden tolerar porque se producen sobre el fondo de una tradición literaria de enorme densidad y calidad. No vale la pena hacer hincapié en estos elementales distingos. Pero debido a ello es que estamos hablando de la problemática de nuestra expresión en la novela.
El bilingüismo, el escollo del diálogo, la dificultad de transportar la temperatura emocional de las vivencias que se engendran en el substrato de la psiquis colectiva escindida en dos canales idiomáticos, la necesidad de elaborar a cada instante una literatura popular y de prolongarla y trascenderla hasta un nivel mucho más alto que el de nuestra sensibilidad y receptividad medias, hasta el nivel común de la literatura en América, todos estos problemas descargan un mundo de responsabilidades y riesgos sobre nuestra misión de adelantar la novelística paraguaya. Como un detalle sugerente, ¿no se ha meditado sobre la pobreza de nuestra novelística de la Guerra del Chaco, por ejemplo, en comparación con la boliviana, que ha sabido extraer de esta común experiencia páginas memorables, muy superiores a las de nuestros escritores combatientes? Ni OCHO HOMBRES de VILLAREJO, ni CRUCES DE QUEBRACHO de VALDOVINOS, se pueden equiparar a ALUVIÓN DE FUEGO de CERRUTO, ni a SANGRE DE MESTIZOS de CÉSPEDES. ¿Qué resortes inhibitorios frenaron a nuestros novelistas? ¿O es que la sensación de la derrota experimentada por nuestros adversarios de ayer, ayudó a sus novelistas en la catarsis literaria? Detrás de estos juegos de palabras está la realidad escueta y oscura cuya clave debemos desentrañar.
Debido a esto -como se sabe-, es que la historia o la sociología, géneros de alguna manera didácticos y especulativos en que las dificultades anotadas no operan coartándolas, han progresado mucho más rápidamente. Lo confirma el crítico argentino JUAN CARLOS CHIANO, que ha indagado con acierto nuestro fenómeno literario cuando escribe a propósito de mi libro: "La literatura paraguaya se singulariza entre las demás de América hispánica por la constancia con que se ha comprometido en el pasado y en el porvenir de la patria, para testificar apasionadamente el primero y profetizar su confianza en los años futuros, que se auguran sobre los conflictos sociales que demoran el desenvolvimiento nacional. De ahí que la función literaria más abundante -y también la más prominente-sea la historia, ya entregada a la condena sin alternativas de los hombres y los sucesos pasados, ya al elogio desmesurado de los mismos actores y hechos".
No se trataría entonces de una deficiencia funcional de nuestra cultura, sino de una falla orgánica en sus modos de expresión, como ya lo he anotado.
NOTAS
1-. "Julio Correa visto por sí mismo", Hugo Rodríguez Alcalá. Revista Iberoamericana, Vol. XV, N° 29, 1949. "Campos Cervera, poeta de la muerte". Ibídem, Vol. N° 33, 1950.
2-. Ver entre otros trabajos: "La poesía actual en el Paraguay", charla pronunciada por Augusto Roa Bastos en la BBC de Londres, en octubre de 1945, y reproducida en la Revista del Ateneo Paraguayo, N° 11, 1946. "La música y el carácter nacional paraguayo", conferencia pronunciada por el mismo, en la Asociación de Músicos del Paraguay, y reproducida en el diario El País, el 20 de diciembre de 1946.
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De: Alcor, Asunción, Paraguay,
marzo de 1957, pp. 6-8.
Intercontinental Editora,
Asunción-Paraguay 2009 (427 a 822 páginas)
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lunes, 12 de abril de 2010

CUENTO PARAGUAYO. Selección e introducción: ROQUE VALLEJOS / EL CUENTO COMO NUESTRA VANGUARDIA NARRATIVA y TALLER CUENTO BREVE (1983)

CUENTO PARAGUAYO
Selección e introducción:
ROQUE VALLEJOS
(Enlace a Datos biográficos y Obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Colección: Hacia un País de Lectores (2)
Editorial El Lector,
Director Editorial: Pablo León Burián,
Asesor Editorial: Roque Vallejos,
Ilustración de tapa: Juan Moreno,
Asunción-Paraguay 2002. 126 pp.
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ÍNDICE
El cuento como nuestra vanguardia narrativa (Roque Vallejos)
** El Guajhú (GABRIEL CASACCIA)
** El guerrillero (ANA IRIS CHAVES DE FERREIRO)
** Reflexiones de un robot (OSVALDO GONZÁLEZ REAL)
** La quiebra del silencio (MARIO HELLEY MORA)
** Juego de villanos (NEIDA BONNET DE MENDONÇA)
** El final de la odisea (DIRMAPARDO CARUGATI)
** El Coronel mientras agonizo (FRANCISCO PÉREZ MARICEVICH)
** La mano en la tierra (JOSEFINA PLÁ)
** El baldío (AUGUSTO ROA BASTOS)
** Las botas del prisionero (HUGO RODRÍGUEZ-ALCALÁ)
** La huida (JESÚS RUIZ NESTOSA)
** "Hooohh lo saiyoby" (JOSÉ SANTIAGO VILLAREJO)
** Tarde de domingo (RENÉE FERRER)
** Patricio Rojas (MANUEL E.B. ARGÜELLO)
** Un llanto sobre la azotea (RAQUEL SAGUIER)
Biografías
Hitos Cronológicos del Cuento Contemporáneo (Esbozo)
Bibliografía Fundamental
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EL CUENTO COMO NUESTRA VANGUARDIA NARRATIVA
A la memoria de Jorge Aiguadé (1949-2002)

** En su obra "NOCIONES DE LITERATURA" (2ª parte, As., 1910), IGNACIO A. PANE ubicaba al cuento entre "la especie épica menor más difundida de los tiempos contemporáneos..." y definiéndolo como "narración de un hecho imaginario, permite la gran variedad de múltiples matices: morales, heroicos, humorísticos, fantásticos, realistas...". Entre los autores ilustres que cita valgan los siguientes nombres: Poe, Maupassant, Hoffman, Dickens, Grimm, etc. Se intuye que su concepción, en su momento en el Paraguay de entonces, no estaba despistada, por lo menos en lo que constituía la esencia de la literatura que Alfonso Reyes recogió en su aforismo: "LA LITERATURA ES UNA MENTIRA PRÁCTICA, PERO UNA VERDAD PSICOLÓGICA". El hombre es, más que nada, HOMO LUDENS, hombre que juega, como expresa Johan Huizinga. Mientras el pensador holandés cree que "LA CULTURA HUMANA NACE DEL JUEGO", Lukács -menos propenso a la metaliteratura- cree que la determinación histórico-social puede incidir con tanta fuerza que alcance a extinguir géneros literarios como la tragedia (modelo griego) o crear otros, como la novela y su hermano menor, el cuento.
** Luego de este suave barniz histórico pasaremos a explicar el cometido de esta antología del cuento paraguayo contemporáneo. En puridad, más que antología le estaría mejor -con el criterio de Juan Ramón Jiménez- "ANTOJOLOGÍA", puesto que al final el crítico escoge no sólo según su ciencia literaria, sirio sus más hondas afinidades temáticas, estilística y, a su vez, de género.
** Algunos autores, como ARNALDO VALDOVINOS (1908-1991), autor de una escritura de crudo patetismo: “BAJO LAS BOTAS DE UNA BESTIA RUBIA" (1933) y "CRUCES DE QUEBRACHO" (1934), están ausentes por la fragilidad literaria.
** CASACCIA está representado por "EL GUAJHÚ" (1938), lo mismo que VILLAREJO (1907-1996), por uno de los mejores relatos que conforma esa armoniosa obra denominada: "HOOOHH LO SAIYOBY" (1935).
** ROA BASTOS concurre con su breve cuento "EL BALDÍO", del que la analista argentina Ana Bacciu expresa, con penetración inigualable, cuanto sigue: "Se despliega aquí el tema del OTRO, asesinado, que se convierte en presencia culposa para el asesino. Aquel que mata al OTRO, al muerto, el nacimiento, la inocencia que nuevamente lo condonará a la vida y a la muerte. La estructura perfecta de este cuento no concede lateralidades; las frases cortas, sintácticamente similares, el predominio de los verbos activos y adjetivos definidores, hacen de él un modelo de ritmo que transcribe la escansión del horror y el asombro".
** HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ (1967), del mero relato inicial, ha pasado a fabular sus memorias al punto de ser calificado por el eminente romanista suizo Gustav Siebenmann como "excelente narrador".
** JOSEFINA PLÁ (1902-1999) aparece con "LA MANO EN LA TIERRA" (1963). El riguroso crítico MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ dice al respecto: "La inserción de Josefina Plá en la narrativa paraguaya se produce cuando empieza a constituirse el núcleo DE UN CORPUS NARRATIVO CONTEMPORÁNEO EN EL GÉNERO" que, para Fernández, a su vez, arranca en "EL GUAJHÚ".
** MARIO HALLEY MORA (1926), prolífico escritor (ha recorrido la poesía, el cuento, la novela, el teatro, el periodismo), a quien se podría considerar un COSTUMBRISTA CRÍTICO Y PARÓDICO, irrumpe con un cuento: "EL QUIEBRE DEL SILENCIO", aparecido en su libro "LOS HABITANTES DEL ABISMO" (1998). El abismo en esta obra es el país que vivía el último coletazo del treintenario autoritarismo stronista, pues cayó a principios del año siguiente, y los habitantes de la sima, los paraguayos -no todos- aferrados a una alienación obsecuente.
** La narrativa paraguaya -superado el costumbrismo o pintoresquismo acrítico- ha oscilado entre el "realismo crítico", que arranca de RAFAEL BARRETT (1876-1910), apóstol quien con su pluma inició la redención social en el Paraguay, insigne prosista cuya intransigencia ha sido considerada como "EXCESIVO REALISMO" (Ana Bacciu) y el "REALISMO MÁGICO" o "REAL MARAVILLOSO", cuyo mejor punto de partida es “EL TRUENO ENTRE LAS HOJAS" (1952), lo que no excluye que fulmine los guiñapos del entorno, sino esencialmente que arranca de los mitos siameses que nutren nuestra realidad. Alejo Carpentier alega lúcidamente al respecto: "Arrastra el latinoamericano una herencia de treinta siglos, pero, a pesar de una contemplación de hechos absurdos, a pesar de muchos pecados cometidos, debe reconocerse que SU ESTILO se va afirmando a través de SU historia, aunque a veces ese estilo pueda engendrar verdaderos monstruos... Pero qué es nuestra historia de América toda sino una crónica de lo real maravilloso". Tal vez, antes de 1983, fundación del TALLER DE CUENTO BREVE, dirigida por el maestro HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ, sea ANA IRIS CHAVES DE FERREIRO (1922-1993), del seno de una familia de intelectuales, la primera en volcarse -a su modo- hacia los problemas sociales, culturales y económicos de la mujer paraguaya. Su prosa fue madurando, ganando perfección y capacidad de denuncia, como en su postrer libro de cuentos "CRISANTEMOS COLOR NARANJA" (1989), antedatado en su pie de imprenta.
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TALLER DE CUENTO BREVE (1983)
** En el citado año, HUGO RODRÍGUEZ ALCALÁ -nombre mayor en nuestra cultura (vide: "H. RODRÍGUEZ ALCALÁ Y LA VIDA INTELECTUAL DEL PARAGUAY", UBALDO CENTURIÓN MORÍNIGO, Asunción, 1993), funda el Taller mencionado en un medio como el paraguayo, con fuertes prejuicios sobre la teoría y la artesanía literarias, difundiendo la buena nueva de la resucitada sana retórica.
** Plumas vigorosas como la de RAQUEL SAGUIER (1940), sutil como la de NEIDA DE MENDONÇA (1933), escrutadora honda y cabal riqueza psicológica, como la de DIRMA PARDO CARUGATI (1934), de valiente nihilismo como la LUCY MENDONÇA DE SPINZI (1932), de buceadora de los confines del inconsciente como YULA RIQUELME DE MOLINAS (1942-2002); de narrativa con voltaje poético como en SUSANA RIQUELME DE BISSO (1949), de inefabilidad ecológica como en LUISA MORENO SARTORIO (1949), etcétera.
** Lugar aparte merece RENÉE FERRER (1944) por su fecundidad y variedad de los géneros que abarca: historia, cuento, novela, poesía, guión, etc. En todas las vertientes de su producción esplende por su galanura y potencia verbal.
** Dada la brevedad solicitada en este trabajo, es imposible explayarnos sobre notables talentos como FRANCISCO PÉREZ MARICEVICH (1937), profundo teoreta literario, gran creador y relevante lingüista; OSVALDO GONZÁLEZ REAL (1938), quien abrió en nuestro corpus narrativo la dimensión categorial de los cuentos de ciencia ficción. JESÚS RUIZ NESTOSA (1941) traía en la sangre el buen decir, la sátira y el cuño crítico de su distinguido ascendiente, JOSÉ MARÍA DE NESTOSA Y GARIBAY (1873-1952), se inició con éxito al lado del brillante editorialista MANUEL BERNARDES -director de "LA MAÑANA" (1959-1960), clausurado por pedido de cierta cúpula del Partido Colorado-, como columnista. Un exigente jurado -presidido por el Padre CÉSAR ALONSO DE LAS HERAS- le otorgó por unanimidad el Primer Premio de la primera versión del concurso Hispanidad, propiciado por el Instituto de Cultura Hispánica. El laureado cuento de atmósfera bíblica es "LA HUIDA", que el lector podrá encontrar en este libro.
** Esta introducción -liviana y, creemos, sencilla- termina aquí pidiendo disculpas del caso a otros grandes escritores que, por todo lo alegado más arriba, no aparecen.
ROQUE VALLEJOS - Presidente de la Academia Paraguaya de la Lengua Española
Asunción, 17 de mayo de 2002
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BIOGRAFIAS
GABRIEL CASACCIA
(Asunción, 1907 - Buenos Aires, 1980)
** Cuentista, novelista, dramaturgo y periodista. Considerado el fundador de la narrativa paraguaya contemporánea. El total de su producción literaria consta de diez títulos que incluyen siete novelas, dos colecciones de cuentos (EL GUAJHÚ, 1938, y EL POZO, 1947) y una obra de teatro en un lapso de cincuenta años. En 1930, apareció HOMBRES, MUJERES Y FANTOCHES, su primera novela, luego MARIO PAREDA (1940), su segunda novela, y en 1980, pocos días antes de su muerte, terminó el manuscrito LOS HUERTA (novela publicada póstumamente en 1981), su último libro. Sus obras más importantes son tres novelas: LA BABOSA (1952), LA LLAGA (1963) y LOS EXILIADOS (1966), estas últimas fueron premiadas en concursos internacionales. Su única obra no publicada en Buenos Aires, LOS HEREDEROS, apareció en España en 1975.
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ANA IRIS CHAVES DE FERREIRO
(Asunción, 1922 - San Lorenzo, 1993)
** Narradora y periodista. Obtuvo numerosos premios en concursos de cuentos (1961, 1976, 1987), de novela (1975) y de teatro (1976). Sus obras publicadas incluyen dos novelas: CRÓNICA DE UNA FAMILIA (1966) y ANDRESA ESCOBAR (1975, Premio Hispanidad 1975) y tres colecciones de cuentos: FÁBULAS MODERNAS (1983), RETRATO DE NUESTRO AMOR (1984) y CRISANTEMOS COLOR NARANJA (1989).
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OSVALDO GONZÁLEZ REAL
(Asunción, 1938)
** Poeta, crítico de arte, ensayista y narrador. Es uno de los pocos escritores hispanoamericanos y probablemente el único paraguayo que cultiva el género de la ciencia ficción. Aunque es autor de una vasta obra creativa y crítica, gran parte de ella se encuentra dispersa en periódicos y revistas literarias nacionales y extranjeras. En 1980, apareció su primer libro, ANTICIPACIÓN Y REFLEXIÓN, una antología de ocho cuentos y ocho ensayos literarios. Su primer poemario, MEMORIA DEL EXILIO, data de 1984, al que le sigue POEMASUTRA (1994).
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MARIO HALLEY MORA
(Coronel Oviedo, 1926)
** Dramaturgo, narrador y poeta. Fue libretista de radio en los años cincuenta y guionista (con el seudónimo de Alex) de las primeras historietas paraguayas en guaraní o bilingües. Autor de más de 15 obras teatrales publicadas y de casi cincuenta piezas estrenadas hasta la fecha. Es el dramaturgo paraguayo más prolífico del siglo XX. De su abundante producción dramática sobresalen EN BUSCA DE MARÍA (1956), TESTIGO FALSO, EL JUEGO DEL TIEMPO (1986) y los dos volúmenes de TEATRO PARAGUAYO, que reúnen sus seis obras más conocidas, entre las que están MAGDALENA SERVÍN, INTERROGANTE y UN ROSTRO PARA ANA (1971-1975). También se encuentran RAMONA QUEBRANTO (versión teatral de la novela del mismo nombre de Margot Ayala Michelagnoli) y la zarzuela paraguaya LOMA TARUMÁ, en guaraní y español. Su producción narrativa incluye novelas y cuentos. Algunos títulos representativos son: LA QUEMA DE JUDAS (1965), LOS HOMBRES DE CELINA (1981), CUENTOS, MICROCUENTOS Y ANTICUENTOS (1987), MEMORIA ADENTRO (1989), LOS HABITANTES DEL ABISMO (cuentos, 1989), AMOR DE INVIERNO (1992), PARECE QUE FUE AYER (cuentos, 1992), MANUSCRITO ALUCINADO (Las mujeres de Manuel, 1993), TODOS LOS MICROCUENTOS (1993) y OCHO MUJERES Y LAS DEMÁS (1994). Es además autor de un poemario: PIEL ADENTRO (1967).
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NEIDA BONET DE MENDONCA
(Provincia del Chaco, Argentina, 1933)
** Cuentista, novelista y docente. Su producción literaria incluye una novela y tres colecciones de cuentos. Su novela GOLPE DE LUZ apareció en 1983 y obtuvo ese mismo año el Premio de Literatura La República, otorgado anualmente al mejor libro del año. Publicó después sus relatos en HACIA EL CONFÍN (1986), volumen que contiene dos cuentos premiados: PYHAREPYTÉ (Mención de Honor del Instituto de Cultura Hispánica, 1984) y LA HAMACA (Mención de Honor en el concurso de la Veuve Clicquot, 1985), DE POLVO Y DE VIENTO (1988) y ORA PRO NOBIS (1993). Tiene además varios relatos publicados en los libros del Taller de Cuento Breve, colección dirigida por Hugo Rodríguez-Alcalá.
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DIRMA PARDO DE CARUGATI
(Buenos Aires, Argentina, 1934).
** Cuentista, periodista y docente. Miembro de Número de la Academia Paraguaya de la Lengua Española desde 1996, socia fundadora y tres veces presidenta del Club del Libro N° 1. Tiene más de 20 cuentos publicados en diversas antologías y suplementos literarios, incluso en los seis tomos de la colección del Taller Cuento Breve. Varios de sus cuentos han sido premiados en concursos locales. Es autora de dos libros de cuentos: LA VÍSPERA Y EL DÍA (1992) y ELLAS POR ELLAS. Uno de sus relatos, BALDOSAS NEGRAS Y BLANCAS, fue adaptada al cine y sirvió de guión a la primera película paraguaya de largo metraje (EL SECRETO DE LA SEÑORA, 1989), dos veces distinguida en festivales internacionales: La Habana, Cuba (1989) y en Buenos Aires, Argentina (1993).
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FRANCISCO PEREZ-MARICEVICH
(Asunción, 1937)
** Poeta, ensayista, narrador, periodista y crítico literario. Ha contribuido con importantes trabajos en el campo de la investigación del bilingüismo (español-guaraní). Colabora regularmente en revistas, seminarios literarios y publicaciones especializadas nacionales y extranjeras. Sus poemarios son: AXIL (1960), PASO DE HOMBRE (1963), COPLAS (1970) y LOS MUROS FUGITIVOS (1983). En narrativa es autor de EL CORONEL MIENTRAS AGONIZO. De su copiosa bibliografía ensayística y crítica se destacan: LA POESÍA Y LA NARRATIVA EN EL PARAGUAY (1969), PEQUEÑO DICCIONARIO DE LITERATURA PARAGUAYA (1964-1969 y 1980), BREVE ANTOLOGÍA DEL CUENTO PARAGUAYO (1969), LOS FUEGOS DE LA NOCHE (1985) - colección de cuentos tupí-guaraní y nivaclés- y PANORAMA DEL CUENTO PARAGUAYO (1988).
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JOSEFINA PLA
(Islas Canarias, España, 1909, Asunción, 1997)
** Poeta, dramaturga, narradora, ensayista, ceramista, crítica de arte, pintora y periodista. Dedicó toda su vida al quehacer artístico del Paraguay y contribuyó enormemente a su desarrollo cultural. En poesía se destacan: EL PRECIO DE LOS SUEÑOS (1934), LA RAÍZ Y LA AURORA (1960), ROSTROS EN EL AGUA (1963), INVENCIÓN DE LA MUERTE (1965), EL POLVO ENAMORADO (1968), LUZ NEGRA (1975), TIEMPO Y TINIEBLA (1982), CAMBIAR SUEÑOS POR SOMBRAS (1984), LOS TREINTA MIL AUSENTES (1985), LA NAVE DEL OLVIDO (1985) y LA LLAMA Y LA ARENA (1987). Su producción narrativa incluye algunas colecciones de cuentos, entre ellas: LA MANO EN LA TIERRA (1963), EL ESPEJO Y EL CANASTO (1981), LA PIERNA DE SEVERINA (1983), MARAVILLAS DE UNAS VILLAS (1988) y LA MURALLA ROBADA (1989). En teatro, es coautora con ROQUE CENTURIÓN MIRANDA, de varias obras, como EPISODIOS CHAQUEÑOS (1933), DESHEREDADO (1942) y AQUÍ NO HA PASADO NADA (1942). También es autora de LA COCINA DE LAS SOMBRAS, HISTORIA DE UN NÚMERO (1969) y FIESTA EN EL RÍO (1977). De su prolífica producción ensayística y crítica sobresalen: VOCES FEMENINAS EN LA POESÍA PARAGUAYA (1982), LA CULTURA PARAGUAYA Y EL LIBRO (1983), EN LA PIEL DE LA MUJER (1987) y ESPAÑOLES EN LA CULTURA DEL PARAGUAY (1985).
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AUGUSTO ROA BASTOS
(Asunción, 1917)
** Poeta, narrador, periodista, ensayista, guionista cinematográfico y dramaturgo. Uno de los grandes maestros de la narrativa contemporánea, ganador del Premio Cervantes 1989 y el escritor paraguayo de más renombre internacional. Forma parte del grupo que inició la renovación poética en el Paraguay en la década del 40, con JOSEFINA PLÁ y HÉRIB CAMPOS CERVERA, entre otros. Muchas de sus obras han sido traducidas a varias lenguas, distinguidas con prestigiosos premios internacionales e incluso llevadas al cine. Sus libros de poemas incluyen EL RUISEÑOR DE LA AURORA Y OTROS POEMAS (1942) y EL NARANJAL ARDIENTE (1960). En 1953 apareció su primera colección de cuentos, EL TRUENO ENTRE LAS HOJAS. Otras antologías cuentísticas son: EL BALDÍO (1966), LOS PIES SOBRE EL AGUA (1967), MADERA QUEMADA (1967), MORIENCIA (1969), CUERPO PRESENTE Y OTROS CUENTOS (1971), LUCHA HASTA EL ALBA (1979), ANTOLOGÍA PERSONAL (1980) y CONTAR UN CUENTO Y OTROS RELATOS (1984). En 1960, publicó su primera novela, HIJO DE HOMBRE. En 1974, publicó YO EL SUPREMO (hasta la fecha la más traducida de las obras narrativas paraguayas del último medio siglo). En 1984, apareció EL SONÁMBULO. Luego fueron publicadas sus novelas: VIGILIA DEL ALMIRANTE (1992), EL FISCAL (1993), CONTRAVIDA (1994) y MADAMA SUI (Premio Nacional de Literatura de 1995).
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HUGO RODRIGUEZ ALCALÁ
(Asunción, 1917)
** Ensayista, poeta, narrador, docente y crítico literario. Residió en Estados Unidos durante casi cuatro décadas ejerciendo la cátedra de literatura en varias universidades. De prolífica labor crítica, tiene en su haber unos 50 libros publicados. Es autor de numerosos ensayos y libros de crítica, como también de varios poemarios y colecciones de cuentos. De su producción crítica y ensayística sobresalen: EL ARTE DE JUAN RULFO (1965), SUGESTIÓN E ILUSIÓN (1967), HISTORIA DE LA LITERATURA PARAGUAYA (1970), NARRATIVA HISPANOAMERICANA (1973), RICARDO GUIRALDES: APOLOGÍA Y DETRACCIÓN (1986) y LA INCÓGNITA DEL PARAGUAY Y OTROS ENSAYOS (1987). Sus obras narrativas incluyen tres colecciones de cuentos: RELATOS DEL NORTE Y DEL SUR (1983), EL OJO DEL BOSQUE: HISTORIAS DE GENTE VARIA. HISTORIAS DE SOLDADOS (1985) y LA DOMA DEL JAGUAR (1995). Sus poemarios son: LA DICHA APENAS DICHA (1967), PALABRAS DE LOS DÍAS (1972), EL CANTO DEL ALJIBE (1973), EL PORTÓN INVISIBLE (1983) y TERROR BAJO LA LUNA (1983).
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JESÚS RUIZ NESTOSA
(Asunción, 1941)
** Narrador, fotógrafo, crítico de arte, docente y periodista. Empezó a publicar cuentos y novelas en la década del 70. En 1973, apareció en Buenos Aires LAS MUSARAÑAS, su primera novela. Sus obras incluyen: HUIDA (cuento galardonado con el Premio Hispanidad, 1974), EL CONTADOR DE CUENTOS (1980), LOS ENSAYOS (1982) y DIÁLOGOS PROHIBIDOS Y CIRCULARES (1995). También es autor de varios textos poéticos, entre ellos: EL RÍO (1978) y LA CRUZ DEL SUR (1984), para dos obras musicales del director y compositor LUIS SZARÁN, y CICLOS (1985), texto preparado para el montaje fotográfico del mismo nombre con acompañamiento musical de Szarán.
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JOSE ANTONIO VILLAREJO
(Asunción, 1907)
** Periodista, narrador y ensayista. Autor de OCHO HOMBRES (1934), una de las mejores novelas de la Guerra del Chaco. Entre sus publicaciones posteriores a 1940 figuran: CABEZA INVASIÓN, OJOOOOH LO SAYYUVY y EUTIMIO SALINAS. Varios cuentos y ensayos aparecieron en diversos periódicos, revistas y antologías literarias.
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RENEE FERRER
(Asunción, 1944)
** Poeta, narradora y ensayista. Es una de las escritoras más prolíficas de su generación. Publicó los poemas: HAY SURCOS QUE NO SE LLENAN (1965), VOCES SIN RÉPLICA (1967), DESDE EL CAÑADÓN DE LA MEMORIA (1984), PEREGRINO DE LA ETERNIDAD (1985), SOBREVIVIENTE (1985), NOCTURNOS (1987), VIAJE A DESTIEMPO (1989), DE LUGARES, MOMENTOS E IMPLICANCIAS VARIAS (1990), EL ACANTILADO Y EL MAR (1992), ITINERARIO DEL DESEO (1994) y LA VOZ QUE ME FUE DADA (1996). En narrativa tiene LA SECA Y OTROS CUENTOS (1986), LOS NUDOS DEL SILENCIO (su primera novela, 1988), POR EL OJO DE LA CERRADURA (colección de cuentos, 1993) y DESDE EL ENCENDIDO CORAZÓN DEL MONTE (1994). También es autora de poemarios y cuentos infantiles, entre los que figuran CASCARITA DE NUEZ (poesía, 1978), GALOPE: LIBRO INFANTO-JUVENIL (1983) y LA MARIPOSA AZUL Y OTROS CUENTOS (1987).
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MANUEL E. B. ARGUELLO
(Caazapá, 1925)
** Poeta, ensayista, narrador, autor y actor teatral. Cultiva tanto la poesía como la prosa y el ensayo. Su seudónimo es Meba. Fue director de la Escuela Municipal de Arte Escénico por más de tres décadas. Es autor de varios ensayos sobre el teatro paraguayo. De sus obras narrativas y poéticas se destacan: MÁS ALLÁ DE UN RETRATO Y OTROS CUENTOS (1983), TODO TE NOMBRA (1985), ISLA DE FUEGO (1986) y LAS LETRAS DEL DIABLO Y OTROS CUENTOS (1988).
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RAQUEL SAGUIER
(Asunción, 1940)
** Cuentista y novelista. Socia fundadora de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP). Tiene cuentos publicados en dos libros del Taller de Cuento Breve (1984 y 1985), así como también en numerosas antologías y revistas literarias, nacionales y extranjeras. Logró notoriedad con la aparición de LA NIÑA QUE PERDÍ EN EL CIRCO (1987), su primera novela publicada, convertida en '"best-seller" en nuestro país y traducida al francés y portugués. Su segunda novela, LA VERA HISTORIA DE PURIFICACIÓN (1989), también fue bien acogida. En 1994, apareció ESTA ZANJA ESTÁ OCUPADA.
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HITOS CRONOLOGICOS DEL
CUENTO CONTEMPORANEO (Esbozo)
** ARNALDO VALDOVINOS - Cruces de quebracho – 1934
** JOSE VILLAREJO - Ohooob lo saiyoby – 1935
** GABRIEL CASACCIA - El guajhu – 1938
** AUGUSTO ROA BASTOS - El trueno entre las hojas – 1953
** CARLOS GARCETE - La muerte tiene color – 1958
** JOSEFINA PLA - La mano en la tierra – 1963
** CARLOS VILLAGRA MARSAL - Mancuello y la perdiz – 1965
** MARIO HALLEY MORA - La quema de Judas – 1965
** FRANCISCO PEREZ MARICEVICH - El coronel mientras agonizo – 1966
** JORGE R. RITTER - La hostia y los jinetes – 1968
** JESUS RUIZ NESTOSA - La huida – 1974
** AUGUSTO ROA BASTOS - Yo El Supremo – 1974
** RUBEN BAREIRO SAGUIER - Ojo por diente – 1975
** ANA IRIS CHAVES DE FERREIRO - Andresa Escobar – 1975
** OSVALDO GONZALEZ REAL - Anticipación y reflexión – 1980
** FUNDACION DEL TALLER CUENTO BREVE – 1983
** NEIDA BONET DE MENDONCA - Golpe de luz – 1983
** HELIO VERA - Angola y otros cuentos – 1986
** YULA RIQUELME DE MOLINAS - Cuentos cortos – 1987
** MANUEL E. B. ARGUELLO - Las letras del diablo y otros – 1988
** DIRMA PARDO DE CARUGATI - La víspera y el día - 1992
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Podrá ampliar la información
sobre todos los autores mencionados
en el presente libro en la