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viernes, 4 de junio de 2010

LUIS MARÍA MARTÍNEZ - LA POESIA SOCIAL DEL PARAGUAY


LA POESIA SOCIAL DEL PARAGUAY
Ensayo de
LUIS MARÍA MARTÍNEZ
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )

LA POESIA SOCIAL DEL PARAGUAY (1)
[...] Hay que mencionar que la producción poética, y el inmenso volumen de lo publicado bordea lo sorprendente. Producto de la gente joven que quiere hacer escuchar su voz y sus aspiraciones. Que revela además que son tantos los que ya no quieren permanecer en el silencio. La dictadura que siempre sospechó del trabajo intelectual y de los intelectuales, que indujo a la juventud a la mediocridad, perseguía a quienes aspiraban destacarse. Hoy, rotos los muros de contención, los jóvenes sueñan y escriben, y opinan de política en cualquier sitio. Es lo bueno que tiene la libertad de expresión.
Un fenómeno que también cabría destacar es la aparición -verdadera marea- de intelectuales femeninas. Poetas, narradoras, ensayistas, historiadoras, compiladoras de documentos, guitarristas, cantantes líricas, bailarinas de talentos, pintoras, escultoras, etc., etc., en fin, un verdadero contingente de mentes en ebullición. La buena cosa que tiene la vida democrática: el salto de las mujeres de los espacios grises hacia los luminosos e iluminados. Es por demás hecho revelador que las mujeres ya no quieren seguir reposando en la pasividad, ni ser meras "guardianas del hogar", ni parlamentarias del presupuesto, ni anónimas lavadoras de platos. Dijo hace pocos días la profesora de Historia de la Ciencia de la Universidad de Pensilvania de los Estados Unidos, Londa Schiebinger, que el movimiento feminista actual ha provocado un cambio en el "proceso de reevaluación del papel de las mujeres en la sociedad", con gran protagonismo en las áreas científicas, tecnológicas y culturales de la vida contemporánea.
El país en la actualidad carece de revistas culturales. Existen creo que cuatro a cinco publicaciones de entidades científicas, de culturas o de cooperativas, que no pesan en el ambiente. Los diarios difunden bien poca cosa. No existe una intención real para superar esta situación. Se desempolvan cosas viejas pero no se envían patrullas hacia el contemporáneo vivir. Los esquemas de las páginas culturales son casi inamovibles. Sabemos con anticipación que aquí estará tal tema, más allá aquel otro ancianísimo del año del arquero, con la nota filosófica de tal y cual, que de tan repetidas: cansan; es decir, se insiste en resucitar el perimido chirrido de viejas cosas. Y luego colaboraciones de plumas extranjeras, que generalmente nada dicen de importante. Meten al pobre lector en el laberinto de Creta sin darle el hilo de Ariadna para orientarse. De los nuestros: ¡casi nada! "Y qué golpe más mortal que el silencio", como dijera ALVARO YUNQUE, quien también señalaba que los diarios publican generalmente "melaza sentimental o estridencias policiales".
El libro, gran protagonista del drama cultural, observa otro proceso.
Para nacer deberá ser financiado por su propio autor. Quien carezca de recursos pasará las de Caín. El azar será su dios: podrá hacer nacer al hijo-libro si en una de esas cae en sus manos, de alguna manera, un montón de dinero; lo podrá hacer por el método de la penosa suscripción anticipada; si posee algún inmueble y lo hipoteca o si lleva al montepío un ponderable lío de cosas; amanece con suerte y da con el premio mayor de la lotería; o encuentre un potentado caritativo que oficie de Mecenas. También podría ser ayudado por algunas de nuestras no fuertes y pequeñas editoriales. Mas siempre habrá que contar con algo, para encender la mecha de la iniciativa. Es que el libro no es aún negocio en el país. Es negocio al menudeo y negocio inseguro: fiado o en consignación. Es que en el país se lee mal y poco. No existen bibliotecas públicas en la cantidad requerida. Ni en pueblos pequeños, ni en poblados que amagan por ser ciudades. Tampoco va al exterior; el libro es de consumo interno como la yerba mate. No existe un organismo del Estado que se tome ese importante trabajo de difusión. Tampoco existen distribuidoras. Por eso el libro del medio es ciento por ciento nacional: nace y muere en el país. Los únicos que se han salvado de esta singular tragedia son los libros de escritores que han estado en el exterior e inteligentemente se han conectado con buenas editoriales. De no haber sido así, estarían a estas horas en el hogar de ancianos: envejeciendo a manos de la tristeza, solos y silenciosos, y olvidados hasta por sus familiares.
Pero hay que decir algo más sobre el libro. El poeta popular JUAN MAIDANA, a quien RUDI TORGA calificó como "uno de los escritores más originales y auténticos que tiene el idioma guaraní", dijo que "la juventud ya no podrá desempeñarse en la situación actual sin libros". Es cierto, la vida actual exige excelente preparación. La competencia así lo exige. De paso digamos que los escritores deben esforzarse por escribir para la juventud. Por una sencilla razón: quien es dueño de la juventud es dueño del porvenir, como lo indicara cierto pensador.
Y bien, detengámonos a observar la realidad de nuestros días. La información, por el fenómeno del Internet o de lo satelital, se ha vuelto en algo normal e increíble, cual rayo entrando en la propia casa. Todo puede ser averiguado rápidamente. La información aposentada en sótanos y bibliotecas pasa a ser como una luz, por la facilidad de su obtención. El mundo se ha vuelto pequeño con la globalización. Por eso bien pronto podemos advertir, sin necesidad de ser un visionario, que en lo cultural e ideológico reina una atmósfera de desconcierto.
Es que la cultura se halla envuelta en extrañas nebulosas y el nihilismo prospera. La cultura, lo ha dicho alguien, marcha hacia lo horizontal y plano. Ha perdido su riqueza conocida, y avanza lo ma cabro, lo esotérico y lo pornográfico. La poesía ha sido invadida por el baldío formalismo: miles de poemas que no dicen nada. En tanto que la narrativa ha sucumbido ante el desaliñado naturalismo: se abultan las historias con la enumeración de hechos intrascendentes. Y el estilo y el lenguaje que las enuncia pobres de solemnidad, o semejantes a escombros de una casa derribada. Y seguir la historia hasta el final implicaría tener una resistencia de la más heroica. Lo mismo pasa con el ensayo, que ha perdido enormemente su papel orientador, en pocas palabras: su sangre polémica. ¡Tediosas fotocopias de pensamientos adocenados, la mar de tonterías!
Por otra parte, nuestro país se halla sumido en una terrible crisis: en crisis terminal. En corrupción tenemos un diez; en materia económica un enorme cero; en lo político camino al autoritarismo. Los bosques como cabezas de calvos. Los ríos depredados. Los parques nacionales invadidos. Los brasileños entrando y saliendo como Pedro en su casa. Los niños sueltos por las calles como bueyes. Las muchachas de pueblo prostituidas. La juventud espantando moscas. Los indios agitando las manos como pordioseros. Y luego el alcohol, las drogas, el tabaco, y la velocidad para poblar anticipadamente los cementerios, con jóvenes que constituyen la supuesta esperanza de la patria. ¿Y la cultura? En la noche de los toldos. ¿Y el Estado?, algo obsoleto.
El Paraguay necesita ser cambiado por completo, como términos del abecedario: de la a hasta la zeta. Y en los campos de la salud y la educación, estamos con las máximas penalidades. Lo de "País bonito" siempre implicó denominación macabra y trágica.
Lo real y evidente es que el país ha dejado de tener su línea aérea propia, ya no cuenta con una Flota Mercante, están en subasta las líneas telefónicas como la provisión de agua potable en todo el país. Vale decir, que el aire, los ríos y las aguas como las comunicaciones están por pasar a manos privadas. Y en presencia de un Estado que no cumple ningún papel, frente a un pantagruélico ser, que consume pero nada produce.
En estas condiciones, la poesía social seguirá existiendo, porque los problemas, ya viejos, siguen. Porque ningún cambio estructural se ha realizado. Seguirá existiendo porque la pobreza se agranda, porque el pueblo enferma cada vez más, porque la educación es deficiente. Porque la infancia sigue desprotegida, porque la juventud sobrelleva una vida llena de desesperanzas, por lo que manifiesta su rebeldía haciendo cosas indebidas. Porque la cultura sigue siendo la cenicienta de ya varios siglos.
La poesía social es la poesía histórica, la que registra los hechos volviéndolos eternos. Bien se advierte que la poesía paraguaya ha seguido siempre el curso sinuoso de los acontecimientos del país. Fue una voz significativa en el pasado, es una acusación formidable en el presente y podría ser una profética visión para el porvenir. Hay que señalar que el ciclo de la "apertura democrática", de más de diez años (a partir de 1989) se caracterizó por sus vaivenes. Movimientos de obreros por diversos motivos. El protagonismo y la declinación de sus centrales. Por la acción de líderes incompletos y advenedizos. Sorprendente movilización de campesinos por sus más diversas necesidades. Innumerables conquistas obtenidas pero sobre el papel, y convenios incumplidos. Radicales a veces, vuelven a votar casi siempre por sus viejos opresores. Por quienes les han mantenido con polcas, hurras y festejos bajo el manto paralizador de la politiquería. A veces, aparentan desasirse de sus ataduras y se tornan impertinentes y revolucionarios al amanecer, mas con promesas edulcoradas vuelven al atardecer a la enmohecida posición de conservadores. Así, los espejos engñosos e ilusorios de los políticos prosiguen surtiendo efectos... ¡Y mártires que siguen clamando desde sus tumbas por la tan esperada Patria Nueva!
En marzo de 1999 la juventud tiene un protagonismo heroico. Enfrentando a la posibilidad del triunfo de un proyecto fascista, los jóvenes luchan con valentía con las fuerzas represivas. Echan ma nos a piedras, maderas y pedazos de baldosas. Francotiradores siegan la vida de varios jóvenes. Lamentablemente la victoriosa resistencia de la juventud es capitalizada por la abyección política. Y nace antes que el esperado Gobierno de Unidad Nacional un gobierno estéril. Y a poco resucita la misma política de represión y de ausencias de soluciones a todo problema. Los robos se acrecientan y en los aposentos del poder la corrupción ubica su madriguera.
Si el Siglo XX, como bien lo describiera el poeta SANTIAGO DIMAS ARANDA, fue así: "Adelante, siglo veinte, / redondo grito que eriza el diapasón del mundo! / Hemorragia de pólvora. / ¡Adelante, sobrevivientes de los cuartelazos!". ¿Qué nos podrá traer el veintiuno? ¿La ciénaga o un mundo redimido?
El primer año del siglo XXI, el 2001, el día 11 de setiembre, nos depara algo sorprendente y espectacular. Anarquistas de nuevo cuño, sacrificando sus propias vidas y las de inocentes, dan un salto mortal y destruyen las Torres Gemelas de Nueva York y parte del Pentágono. Es el más grave atentado de la historia hecho en tiempo de paz. ¡Un boomerang grandioso y trágico, absolutamente inesperado e inimaginable, utilizando elementos de la propia casa para su cometido de destrucción! ¡Estados Unidos, tan libre siempre de toda acometida bélica, conoce de pronto la venenosa cicuta que con no solicitada generosidad distribuyó siempre a todo el mundo! ¡Un mal augurio al comienzo del nuevo siglo! (En venganza, Afganistán es el chivo expiatorio. Un pueblo pobrísimo, al que le llueven bombas por doquier. ) (2)
En tanto, en el país, dos meses después del suceso de las Torres se produce un inesperado secuestro. Afecta a una familia que labró su fortuna en el interregno de la construcción de las represas de Acaray e Itaipú. Rodeado de cosas nebulosas, pocos creen en la versión oficial, en materia de actores. Los verdaderos, al parecer, tras el griterío de distracción, se mantienen enfundados en la ubicuidad en las cercanías del poder. Paralelamente esperaban que el hecho pudiera justificar la pronta aprobación por el Parlamento de una Ley contra el Terrorismo, ley gelatinosa que podría afectar a pecadores y a inocentes.
Mientras las cosas siguen su curso, visitantes extranjeros vienen a asomarse, con asombro y estupefacción, ante las infernales hojas que componen las cinco toneladas del Archivo del Terror. Que injurian al valor de la palabra escrita. No obstante, innumerables criminales y torturadores se mantienen impertérritos bajo el manto de la impunidad. Acompaña a este desinterés el sin igual cinismo de sucesivos gobiernos, que jamás se hicieron problemas para ubicar a los asesinados y desaparecidos. Mucha tierra sobre tales cuestiones, y oh, caradurez, borrón y cuenta nueva. En tanto, y curiosamente, corre por túneles parlamentarios un proyecto de ley para que lugares de torturas con todos sus elementos inquisitoriales, sean reconocidos como "Museos de la Memoria". ¡Barato homenaje para quienes se han vuelto polvos para la eternidad!
El Paraguay triste, que subsiste en medio del Continente, con un pueblo ya veterano en pretericiones, con lacras innumerables, encabeza en la América sureña, el primer puesto en corrupción, el mismo sitio en analfabetismo e igual lugar en pobreza.
El panorama es desde luego lastimoso: el campesinado sin la adecuada Reforma Agraria; los obreros con salarios de hambre; la juventud en el infierno del desempleo; la salubridad y la educación con deficiencias y deficiencias; los indígenas pobres y tuberculosos, obligados a emigrar de sus tierras; las mujeres discriminadas a la hora salarial, que es como decir a la hora del pan; la bella juventud que en no despreciable cantidad halló la muerte en los innecesarios cuarteles de seudo patriotismo...
Lo bueno es que el pueblo supo resistir a la privatización de bienes del Estado. Presintió desde el primer momento que sería un mal negocio para el pueblo, bueno para los buitres feroces del entorno del Poder, y de los entrenados aguiluchos de monopolios extranjeros. Es que solo se lanzan piedras contra los árboles que tienen frutos...
En lo que respecta a los escritores y en especial a la extracción social de los mismos, las cosas han variado completamente. Antes provenían de las clases altas. O los que así no lo eran, aspiraban ascender hasta las zonas de los potentados o bien, hacia las cúspides del poder, aunque sea en calidad de antiheroicos escuderos. Hoy sucede lo contrario. El escritor, "el espía de Dios", como lo denominó Shakespeare, trata de interpretar al pueblo o provenir de su seno. Hay como una ley no escrita desde hace mucho tiempo, que se cumple espontáneamente, y que la acuòara con toda sabiduría el demócrata y escritor EMILIO CASTELAR: "Es más noble descender de los oprimidos que descender de los opresores". Algo elaborado al parecer por el código del tiempo.
Los poetas y los escritores en general no deben, desde luego, apartarse en cotos cerrados ni parcelar su visión por sectarizarse en partidos o sectas. Mantenerse sí, a una distancia ética, para no ven darse los ojos, para no atarse las manos. Pero mantenerse sí cerca de las ideas de progreso y de superación, es decir, de las más nuevas.
"Las ideas nuevas -y recurro nuevamente a Castelar- son el relámpago y las revoluciones son el trueno".
Y quien fuera gran piloto en el conmovido mundo de las letras, don MIGUEL DE UNAMUNO, sentaba esta imperecedera tesis con respecto a la posición que debe adoptar el escritor: "La torre de marfil está desacreditada y es horrible, horrible cárcel, más que otra cosa; hay que bajar a la plaza pública y pelear por el pueblo, pero para pelear por el pueblo no es menester confundirse y perderse en sus filas, ni unir la propia voz algrito inarticulado de la muchedumbre".
Es posible que haya olvidado a varios poetas. A algunos porque no tienen nada en materia de poesía social, o porque la tienen en tan pulverizada cantidad que extraerla sería tarea de minero. A otros, por no contar con sus trabajos a la vista. (Se ha publicado tanto en los últimos tiempos que es imposible acopiar todo lo que sale.) Mas ignorarlos no ha sido nunca mi intención. Al contrario, hay que difundirlos. Cada quien debe defenderse con su obra. Porque a fin de cuentas, quienes oficiarán de jueces inapelables evaluando el valor de las obras, han de ser: el pueblo como consumidor; y el irreversible tiempo que pasa, que oficia como especie de brasero al tornar en cenizas las que no sirven y en pan y en alimento, a las buenas y valederas. (No quiero dejar de señalar por otra parte que hay un retorno del cancionero social. A los conocidos conjuntos de Sembrador y Ñamandú, se han unido varios otros y representantes individuales que son cantautores. No podríamos dejar de mencionar de ninguna manera al conjunto de Los Corales, voz tormentosa de la protesta.)
Termino por decir que la poesía social paraguaya es riquísima, de muy importante contenido. Tiene de todo: sangre, tierra, cólera, gritos, sentimientos profundos, utopías incumplidas, una retórica de peso y un futuro promisorio.
Es que lo yerto y anacrónico no tienen, desde luego, porvenir en la poesía social; y sí, el formidable resplandor de lo nuevo. Por ser la expresión tormentosa de tantos y tantos, y porque ha venido cau telosamente recorriendo los penumbrosos corredores de varios siglos. La poesía social desea desde luego tener el protagonismo indicado por la poeta DELIA PICAGUÁ BORDÓN (1970), en su primer poemario OTRA VEZ AQUÍ: "Quiero un grito que no tan solo sea mío, / sino de todos, para todos, solidario/ que sirva para cambiar conciencias/ y que no sea un simple y decepcionante/ desgañite en el viento."
La poesía social en el Paraguay es ya un árbol grandioso. Creció y se volvió poderoso, porque se alimentó de la tierra de los desposeídos y fue regado con las lágrimas valiosas de heroicas mujeres, que van fecundando a los protagonistas del porvenir.
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24 de octubre de 2002
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NOTAS
l-. El texto aquí transcripto corresponde a las últimas páginas de un extenso trabajo del autor sobre el tema.
2-. Irak ahora es el segundo. Vencerán los colonizadores; mas será válida la advertencia de Unamuno: "Venceréis pero no convenceréis", dada ya en la época de la Revolución Española.
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De: Revista del PEN CLUB del Paraguay, IV Epoca, N° 5,
Junio 2003, pp. 115-126.
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Fuente: CRONICAS Y ENSAYOS PARAGUAYOS
DE AYER Y HOY – TOMO II (H-Z)

Autora: TERESA MENDEZ-FAITH
Ilustraciones: CATITA ZELAYA EL-MASRI
Intercontinental Editora,
Asunción-Paraguay 2009 (427 a 822 páginas)
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