MANUEL ORTIZ GUERRERO
OBRAS COMPLETAS
Editorial Manuel Ortiz Guerrero
© Patronato de Leprosos del Paraguay
1ª Edición, 1952.
2ª Edición, 1969.
3ª Edición, 2010.
Asunción – Paraguay
Enero 2010 – 398 páginas.
ISBN 978-99953-841-1-1.
En caso de interés para compra,
Comunicarse al número:
595 21 226.792 / 208.914
Contacto: WILSON BERNAL
Precio de venta: 60.000 Gs.
OBRAS COMPLETAS
Editorial Manuel Ortiz Guerrero
© Patronato de Leprosos del Paraguay
1ª Edición, 1952.
2ª Edición, 1969.
3ª Edición, 2010.
Asunción – Paraguay
Enero 2010 – 398 páginas.
ISBN 978-99953-841-1-1.
En caso de interés para compra,
Comunicarse al número:
595 21 226.792 / 208.914
Contacto: WILSON BERNAL
Precio de venta: 60.000 Gs.
.
PRESENTACIÓN A LA 3º EDICIÓN
He tenido la satisfacción de participar en las tres ediciones de las obras poéticas y teatrales de Manuel Ortiz Guerrero.
La primera fue impresa en la ciudad de Buenos Aires en los talleres gráficos "AMERICA LEE", en abril de 1952, con la Editorial Indoamericana, cuyo propietario fue el Prof. Alejandro Buzo Gómez, siendo el tiraje de 10.000 ejemplares. Esta cantidad creo que no fue superada por ningún otro título nacional.
La segunda edición con el sello de la Editorial Manuel Ortiz Guerrero, dependiente del Patronato de Leprosos del Paraguay, se imprimieron 7.500 ejemplares en Buenos Aires, en los Talleres Gráficos Lumen, en marzo de 1969.
La presente edición, en número de 3.000 ejemplares, fue posible gracias a la Itaipú Binacional, en su nueva faceta de apoyar las obras humanitarias honestas.
Agradecemos a la Itaipú Binacional, por su contribución a la cultura del pueblo.
Con particular satisfacción incluimos en esta edición, a manera de prologo, "El perfil de un poeta en tres dimensiones", del poeta y escritor, economista Efraín Enríquez Gamón. Hermosa semblanza que sintetiza la trayectoria de vida de nuestro vate nacional.
Una vez más, la Editorial Manuel Ortiz Guerrero entrega este libro cuyo contenido es patrimonio del pueblo paraguayo.
Diciembre de 2009
ANIBAL FADLALA, Editorial Manuel Ortiz Guerrero, Patronato de Leprosos del Paraguay.
PRESENTACIÓN A LA 1º EDICIÓN
Manuel Ortiz Guerrero es, sin lugar a dudas, el poeta paraguayo que con más emotividad y sencillez, ha sabido llegar al corazón de su pueblo. Atacado desde muy joven de lepra, mal que lo llevo a la tumba, su vida y su obra, empero, son un magnífico ejemplo de fortaleza espiritual, una síntesis de lo bello triunfante sobre lo obscuro. Es la victoria del espíritu sobre la materia. Por eso, su producción es particularmente interesante. Sus poesías, pletóricas de belleza y esperanza, desprecian con singular virilidad las penurias que podía haberle impuesto su mal.
Dos motivos primordiales impulsaron al Patronato de Leprosos del Paraguay a la edición de estas obras. Primero, se pensó que con esta edición podrían allegarse algunos fondos más a la labor que desde hace tres lustros viene realizando en el país, labor coronada hoy, gracias a la ciencia, por un triunfo parcial: la aparición de drogas que curan la milenaria enfermedad. Las experiencias realizadas en la Colonia Santa Isabel, de Sapucay, con esas drogas, en los últimos cinco años, permitieron extender la lucha a otros lugares.
La segunda razón, fue motivada por la creencia de que recopilando las producciones de Ortiz Guerrero, que son las presentes, se llenaba un deseo largamente acariciado por el público lector, especialmente paraguayo, contribuyendo así a su acervo cultural. Aparte de algunas ediciones que el autor realizó en vida, y otras que su depositaria hiciera más tarde, no se conoce una edición que reuniera en un solo tomo todas sus obras editas.
El Patronato de Leprosos del Paraguay no puede acallar su voz de agradecimiento a las personas que, con cariño, colaboraron en la realización de este trabajo: Arturo Alsina, hermano espiritual de Ortiz Guerrero, no solamente aporto su magnífico esquema sobre la vida y la obra del autor, que se inserta a manera de prologo, sino que fue uno de los gestores principales a la realización del mismo. No se conoce mejor semblanza sobre nuestro vate que la de Alsina, porque el "vivió su vida". Roque Centurión Miranda, que con Alsina y representantes del Patronato de Leprosos, llegaron hasta la señora Dalmacia S. de Encina, depositaria de los derechos autorales. A ella misma, que supo comprender el alcance de la obra a realizarse, cediendo esos derechos. A José Concepción Ortiz, que tuvo a su cargo la revisión de las obras. A Néstor Romero Valdovinos, que contribuyo con sus ideas para el mejor éxito de este anhelo. A Andrés Guevara, conocido continentalmente por su labor artística, que ilustro la caratula. Y por fin, a Sinforiano Buzo Gómez, de la Editorial Indoamericana, quien supervisó con afán la impresión de este libro.
Casi todas estas personas conocieron y trataron en vida, en mayor o menor grado, a Ortiz Guerrero; motivo por el cual, sus desvelos hacia la concreción de esta edición, ponen una nota emotiva en la realización de la misma.
PATRONATO DE LEPROSOS DEL PARAGUAY
PRESENTACIÓN A LA 2º EDICIÓN
En 1952, el Patronato de Leprosos del Paraguay en cooperación con la Editorial Indoamericana, lanzo con agrado, la primera edición de las obras completas editas de Manuel Ortiz Guerrero. Esta vez, con la inclusión de la obra inédita "Arenillas de mi tierra", todas las obras de Ortiz Guerrero ven la luz, rindiéndole el mas sentido homenaje, no solo de parte del Patronato, sino muy particularmente de quien fuera su esposa, la Sra. Dalmacia S. de Encina.
Con la primera edición, se han recaudado suficientes fondos con los cuales se adquirió un predio en la capital paraguaya, para la erección de un moderno edificio, hoy realidad, desde donde se atienden a los atacados del Mal de Hansen, en forma totalmente gratuita. Por eso, en un sencillo homenaje que se le rindiera a la Sra. de Encina en frente del edificio, el Secretario General del Patronato expreso y con razón, que "aun muchos años después que Ortiz Guerrero se haya ido, e1 ubicó la piedra fundamental, sobre la cual descansa hoy una obra de amor al prójimo, espíritu en el cual vivió Manuel Ortiz Guerrero".
Gracias a la infinita comprensión de la Sra. de Encina, hoy nuevamente, y con renovado entusiasmo, el Patronato de Leprosos del Paraguay, ofrece al fiel público lector, esta edición, que como la anterior, va impregnada de un sentido humanista de caridad social.
PATRONATO DE LEPROSOS DEL PARAGUAY
PRESENTACIÓN A LA 3º EDICIÓN
He tenido la satisfacción de participar en las tres ediciones de las obras poéticas y teatrales de Manuel Ortiz Guerrero.
La primera fue impresa en la ciudad de Buenos Aires en los talleres gráficos "AMERICA LEE", en abril de 1952, con la Editorial Indoamericana, cuyo propietario fue el Prof. Alejandro Buzo Gómez, siendo el tiraje de 10.000 ejemplares. Esta cantidad creo que no fue superada por ningún otro título nacional.
La segunda edición con el sello de la Editorial Manuel Ortiz Guerrero, dependiente del Patronato de Leprosos del Paraguay, se imprimieron 7.500 ejemplares en Buenos Aires, en los Talleres Gráficos Lumen, en marzo de 1969.
La presente edición, en número de 3.000 ejemplares, fue posible gracias a la Itaipú Binacional, en su nueva faceta de apoyar las obras humanitarias honestas.
Agradecemos a la Itaipú Binacional, por su contribución a la cultura del pueblo.
Con particular satisfacción incluimos en esta edición, a manera de prologo, "El perfil de un poeta en tres dimensiones", del poeta y escritor, economista Efraín Enríquez Gamón. Hermosa semblanza que sintetiza la trayectoria de vida de nuestro vate nacional.
Una vez más, la Editorial Manuel Ortiz Guerrero entrega este libro cuyo contenido es patrimonio del pueblo paraguayo.
Diciembre de 2009
ANIBAL FADLALA, Editorial Manuel Ortiz Guerrero, Patronato de Leprosos del Paraguay.
PRESENTACIÓN A LA 1º EDICIÓN
Manuel Ortiz Guerrero es, sin lugar a dudas, el poeta paraguayo que con más emotividad y sencillez, ha sabido llegar al corazón de su pueblo. Atacado desde muy joven de lepra, mal que lo llevo a la tumba, su vida y su obra, empero, son un magnífico ejemplo de fortaleza espiritual, una síntesis de lo bello triunfante sobre lo obscuro. Es la victoria del espíritu sobre la materia. Por eso, su producción es particularmente interesante. Sus poesías, pletóricas de belleza y esperanza, desprecian con singular virilidad las penurias que podía haberle impuesto su mal.
Dos motivos primordiales impulsaron al Patronato de Leprosos del Paraguay a la edición de estas obras. Primero, se pensó que con esta edición podrían allegarse algunos fondos más a la labor que desde hace tres lustros viene realizando en el país, labor coronada hoy, gracias a la ciencia, por un triunfo parcial: la aparición de drogas que curan la milenaria enfermedad. Las experiencias realizadas en la Colonia Santa Isabel, de Sapucay, con esas drogas, en los últimos cinco años, permitieron extender la lucha a otros lugares.
La segunda razón, fue motivada por la creencia de que recopilando las producciones de Ortiz Guerrero, que son las presentes, se llenaba un deseo largamente acariciado por el público lector, especialmente paraguayo, contribuyendo así a su acervo cultural. Aparte de algunas ediciones que el autor realizó en vida, y otras que su depositaria hiciera más tarde, no se conoce una edición que reuniera en un solo tomo todas sus obras editas.
El Patronato de Leprosos del Paraguay no puede acallar su voz de agradecimiento a las personas que, con cariño, colaboraron en la realización de este trabajo: Arturo Alsina, hermano espiritual de Ortiz Guerrero, no solamente aporto su magnífico esquema sobre la vida y la obra del autor, que se inserta a manera de prologo, sino que fue uno de los gestores principales a la realización del mismo. No se conoce mejor semblanza sobre nuestro vate que la de Alsina, porque el "vivió su vida". Roque Centurión Miranda, que con Alsina y representantes del Patronato de Leprosos, llegaron hasta la señora Dalmacia S. de Encina, depositaria de los derechos autorales. A ella misma, que supo comprender el alcance de la obra a realizarse, cediendo esos derechos. A José Concepción Ortiz, que tuvo a su cargo la revisión de las obras. A Néstor Romero Valdovinos, que contribuyo con sus ideas para el mejor éxito de este anhelo. A Andrés Guevara, conocido continentalmente por su labor artística, que ilustro la caratula. Y por fin, a Sinforiano Buzo Gómez, de la Editorial Indoamericana, quien supervisó con afán la impresión de este libro.
Casi todas estas personas conocieron y trataron en vida, en mayor o menor grado, a Ortiz Guerrero; motivo por el cual, sus desvelos hacia la concreción de esta edición, ponen una nota emotiva en la realización de la misma.
PATRONATO DE LEPROSOS DEL PARAGUAY
PRESENTACIÓN A LA 2º EDICIÓN
En 1952, el Patronato de Leprosos del Paraguay en cooperación con la Editorial Indoamericana, lanzo con agrado, la primera edición de las obras completas editas de Manuel Ortiz Guerrero. Esta vez, con la inclusión de la obra inédita "Arenillas de mi tierra", todas las obras de Ortiz Guerrero ven la luz, rindiéndole el mas sentido homenaje, no solo de parte del Patronato, sino muy particularmente de quien fuera su esposa, la Sra. Dalmacia S. de Encina.
Con la primera edición, se han recaudado suficientes fondos con los cuales se adquirió un predio en la capital paraguaya, para la erección de un moderno edificio, hoy realidad, desde donde se atienden a los atacados del Mal de Hansen, en forma totalmente gratuita. Por eso, en un sencillo homenaje que se le rindiera a la Sra. de Encina en frente del edificio, el Secretario General del Patronato expreso y con razón, que "aun muchos años después que Ortiz Guerrero se haya ido, e1 ubicó la piedra fundamental, sobre la cual descansa hoy una obra de amor al prójimo, espíritu en el cual vivió Manuel Ortiz Guerrero".
Gracias a la infinita comprensión de la Sra. de Encina, hoy nuevamente, y con renovado entusiasmo, el Patronato de Leprosos del Paraguay, ofrece al fiel público lector, esta edición, que como la anterior, va impregnada de un sentido humanista de caridad social.
PATRONATO DE LEPROSOS DEL PARAGUAY
A MODO DE PROLOGO DE LA 3º EDICIÓN
MANUEL ORTIZ GUERRERO
EL PERFIL DE UN POETA EN TRES DIMENSIONES
1. Introducción
"...Porque no tenga mi canción acento
no espere el mundo que me desespere.
A impulsos de alas viajare en el viento
y he de ser el cisne que cantando muere..."
¿Quién es este poeta que a imagen de la gallarda ave palmípeda, que dibuja con su cuello el signo de la interrogación, quiere demostrar que su última obra, antes de morir físicamente, será precisamente el canto?
Tanto se ha hablado de la naturaleza: del cielo, del mar, de la tierra, de los ríos; y sin embargo nunca termina de hablarse de las cosas; menos aún de Dios, que es infinito y por lo tanto inacabable, mbaé iñiapyraÿba...
Y lo mismo de Manuel Ortiz Guerrero, el poeta! Tanto se ha hablado de él! De su obra poética; de su tenaz lucha contra la enfermedad que le abrazó todo el cuerpo; de su vida entera, o de perfil, como un tema inacabable, en efecto.
Y hasta yo, con ustedes, esta noche, vamos a recordar una vez más al poeta. Hoy, 11 de octubre, instituido como el Día del Poeta Nacional, aunque yo creo, señores, que los únicos seres, después de Dios, que no tienen ni deben tener nacionalidad especifica son los poetas, porque ellos pertenecen como patrimonio cultural a la humanidad entera, y con sus obras traspasan las ideas, los sentimientos, y ni que decir los límites de la geografía. Los poetas son los símbolos humanos; allí donde se encuentre el hombre con sus anhelos, sus sueños, su vigor, su capacidad creativa, su empeño por la perfectibilidad y el amor.
Con la aquiescencia de ustedes me voy a permitir, a la manera de un pintor, trazar en un cuando el perfil de nuestro poeta en tres dimensiones o rasgos distintivos:
- el hombre;
- el ciudadano, y,
- la vivencia del poeta: su obra poética y su plasmación en la música.
Manuel Ortiz Guerrero nació en Villarrica, capital del Guaira, el 16 de Julio de 1894; perteneció a la trilogía lirica guaireña integrada por Natalicio González y Leopoldo Ramos Giménez (único sobreviviente). Era hijo único. Su padre, don Vicente Ortiz, fungió de Juez de Paz en algunos pueblos campesinos, y en 1931 todavía trabaja en los tribunales. La madre, doña Susana Guerrero, falleció al nacer el niño.
En una escuela de Villarrica cursó los estudios primarios. Los cursos secundarios los comenzó en el Colegio Nacional de su ciudad natal y los prosiguió en el Colegio Nacional de la Capital (Asunción). Por los años de 1914 su voz de poeta, de recitador y de orador sobre temas sociales, ya resonaba en el atrio del viejo colegio; las revistas estudiantiles y literarias de la época, así como los diarios, le abrieron sus páginas. Muere el 8 de -V de 1933, a una edad en donde apenas empieza el proceso de la madurez del hombre.
Se cuenta que, cuando dejó de existir, se sugirió sintetizar, a manera de lapida, las cualidades intelectuales del poeta. Y alguien opinó que la póstuma ofrenda podría ser el fragmento de la Oración, del poeta mexicano Amado Nervo. Decía:
"Era un ritmo, el que vibra en el espacio
como queja inmortal, y se levanta
y llega del Señor hasta el palacio.
¡Un ritmo! y en el cielo de topacio
se perdió: ¡como todo lo que canta!"
Pero prevaleció el epitafio que para el escribiera el poeta Vicente Lamas: "Su mejor poema fue su vida."
2. Ubicación generacional
En un estupendo estudio sobre la Gramática de la Lengua Castellana, de Don Andrés Bello, el autor, Jaime Vicens Vives, sostiene que la obra de todo autor, en tanto autor y en tanto hombre, debe ser estudiada y entendida a la luz de la globalidad estructural socio-histórica en que vivió y desplegó su actividad. Y como cada generación tiene su propia mentalidad que se revela en una serie de afirmaciones políticas e intelectuales, es importante establecer, con este criterio, la hornada generacional del mismo y el contexto cultural que le rodea.
Por ley biológica, el hombre, en cuando ser viviente, antecede al autor; aun cuando el ser autor, y la forma de serlo, es un dato imprescindible para medir la personalidad del hombre.
La hornada generacional de Ortiz Guerrero, en términos biológicos, corresponde a aquel momento histórico en que sean contemporáneos suyos las siguientes personalidades:
1- Guillermo Molinas Rolón 1892
2- Leopoldo Ramos Giménez 1896
3- J. Natalicio González 1897
4- Pablo Max Ynsfran 1894
5- Félix Fernández 1898
6- Fernando Rivarola 1898
7- José Arturo Alsina 1900
8--Emiliano R. Fernández 1894
Juan E. O'Leary, Narciso R. Colman y Eloy Fariña Núñez, nacen antes: en 1879 en 1880 y en 1885, respectivamente. Pero todos ellos y muchos otros coincidieron en levantar vuelos literarios de marcada acentuación en las tres primeras décadas del presente siglo, época de la floración poética ya completa de Manuel Ortiz Guerrero.
Es importante, al respecto, señalar lo que sigue:
- la generación del 90, aportó el mayor número de personalidades eminentes para la cultura paraguaya;
- esta generación es la que sienta nuevamente las bases de una continuidad cultural rota por la infame guerra de la Triple Alianza, como parte fundamental del alma y del espíritu del paraguayo. Esas bases están dadas en: 1) la poesía; 2) la música; 3) la literatura; 4) la pintura; 5) la sociología; 6) la filosofía; 7) la Historia y la política.
Ellos unieron el genio al ingenio, y no solamente en el arte, sino también en las ideas y en las instituciones, y es en ese inmenso cuadro en donde florece con fuerza la poesía nativa, la que se escribe en el idioma vernáculo.
3. Poeta-obrero-empresario
Existen dos momentos, dos aspectos de la vida del hombre, que por lo general se recuerdan o tratan fugazmente:
a) en 1912, dice Carlos R. Centurión en Historia de la Cultura Paraguaya, llevado por su destino, habla intervenido en una lucha armada, acompañando a su padre. Derrotadas las huestes en las que militaba, Ortiz Guerrero buscó asilo en el Brasil. Allí contrajo el beri-beri y se engendró el mal que le llevaría a la tumba. Y fue de las regiones boscosas del occidente brasileño que regresó a la Asunción. Una vez manifestado el mal de Lázaro, desde Asunción retorna a Villarrica, para después regresar nuevamente a la capital, allá por el ano de 1922,
b) Don Arturo Alsina, considerado el mejor escultor biográfico del poeta y además su amigo de toda la vida, habla del periodo en el que el poeta vivió en Asunción, en sus días de estudiante, entre los años de 1914 y 1917.
Son los días, dice don Arturo, en que el poeta vive "con Guillermo Molinas Rolón, el inspirado autor de La Atlántida, un fugaz periodo de bohemia. En la casucha que le sirve de albergue no se come todos los días y en las noches de invierno han de dormir por turno para poder utilizar la única frazada con que cuentan". Estas referencias me fueron confirmadas por Fernando Rivarola y Natalicio González, que entonces vivían en la misma casa. Y es la que hasta no hace mucho estaba ubicada en Iturbe esq. Teniente Fariña, en Asunción. Era una pequeña casa de estilo colonial, lastimosamente hoy derribada, al lado del antiguo Cine Rex, hoy Teatro Latino. Allí hoy se ofrecen a la venta automóviles, esos aparatos fríos y costosos del consumismo moderno.
Cuando en 1922 retorna a Asunción. "Ha adquirido a crédito una "Minerva" estampadora, tipos de imprenta, todos viejos, que su industriosa habilidad compone y habilita. Y sobre la calle, clavado en el poste de palma, ha fijado su blasón de nobleza, cuya leyenda reza: Zurucu-á - Editorial Paraguaya... El poeta viste, ahora, la blusa azul del obrero para ganarse el pan con dignidad humilde..."
Allí escribe su poema Profesión, que dice:
De profesión insigne, dirá mi biografía.
Yo soy "hombre de letras", lo declaro a mi vez:
Por papeles y tipos, a oro y no en poesía,
Colaboro en los libros de Juan Klug y Marés.
Yo vivo de las letras... de mi tipografía,
componiendo el poema de un recibo burgués.
Y, además, soy guerrero, de la guerra bravía,
por mis cuatro galletas de arruinado marqués.
Componedor en mano soy un igual de Homero.
Y sobre las trincheras de la vida, un guerrero
orgulloso y terrible, más que Napoleón.
Presionado de frente, envuelta la derecha,
el ala izquierda rota. ¡La victoria deshecha!,
me encontrarán cadáver al pie de mi cañón.
.
MANUEL ORTIZ GUERRERO
EL PERFIL DE UN POETA EN TRES DIMENSIONES
1. Introducción
"...Porque no tenga mi canción acento
no espere el mundo que me desespere.
A impulsos de alas viajare en el viento
y he de ser el cisne que cantando muere..."
¿Quién es este poeta que a imagen de la gallarda ave palmípeda, que dibuja con su cuello el signo de la interrogación, quiere demostrar que su última obra, antes de morir físicamente, será precisamente el canto?
Tanto se ha hablado de la naturaleza: del cielo, del mar, de la tierra, de los ríos; y sin embargo nunca termina de hablarse de las cosas; menos aún de Dios, que es infinito y por lo tanto inacabable, mbaé iñiapyraÿba...
Y lo mismo de Manuel Ortiz Guerrero, el poeta! Tanto se ha hablado de él! De su obra poética; de su tenaz lucha contra la enfermedad que le abrazó todo el cuerpo; de su vida entera, o de perfil, como un tema inacabable, en efecto.
Y hasta yo, con ustedes, esta noche, vamos a recordar una vez más al poeta. Hoy, 11 de octubre, instituido como el Día del Poeta Nacional, aunque yo creo, señores, que los únicos seres, después de Dios, que no tienen ni deben tener nacionalidad especifica son los poetas, porque ellos pertenecen como patrimonio cultural a la humanidad entera, y con sus obras traspasan las ideas, los sentimientos, y ni que decir los límites de la geografía. Los poetas son los símbolos humanos; allí donde se encuentre el hombre con sus anhelos, sus sueños, su vigor, su capacidad creativa, su empeño por la perfectibilidad y el amor.
Con la aquiescencia de ustedes me voy a permitir, a la manera de un pintor, trazar en un cuando el perfil de nuestro poeta en tres dimensiones o rasgos distintivos:
- el hombre;
- el ciudadano, y,
- la vivencia del poeta: su obra poética y su plasmación en la música.
Manuel Ortiz Guerrero nació en Villarrica, capital del Guaira, el 16 de Julio de 1894; perteneció a la trilogía lirica guaireña integrada por Natalicio González y Leopoldo Ramos Giménez (único sobreviviente). Era hijo único. Su padre, don Vicente Ortiz, fungió de Juez de Paz en algunos pueblos campesinos, y en 1931 todavía trabaja en los tribunales. La madre, doña Susana Guerrero, falleció al nacer el niño.
En una escuela de Villarrica cursó los estudios primarios. Los cursos secundarios los comenzó en el Colegio Nacional de su ciudad natal y los prosiguió en el Colegio Nacional de la Capital (Asunción). Por los años de 1914 su voz de poeta, de recitador y de orador sobre temas sociales, ya resonaba en el atrio del viejo colegio; las revistas estudiantiles y literarias de la época, así como los diarios, le abrieron sus páginas. Muere el 8 de -V de 1933, a una edad en donde apenas empieza el proceso de la madurez del hombre.
Se cuenta que, cuando dejó de existir, se sugirió sintetizar, a manera de lapida, las cualidades intelectuales del poeta. Y alguien opinó que la póstuma ofrenda podría ser el fragmento de la Oración, del poeta mexicano Amado Nervo. Decía:
"Era un ritmo, el que vibra en el espacio
como queja inmortal, y se levanta
y llega del Señor hasta el palacio.
¡Un ritmo! y en el cielo de topacio
se perdió: ¡como todo lo que canta!"
Pero prevaleció el epitafio que para el escribiera el poeta Vicente Lamas: "Su mejor poema fue su vida."
2. Ubicación generacional
En un estupendo estudio sobre la Gramática de la Lengua Castellana, de Don Andrés Bello, el autor, Jaime Vicens Vives, sostiene que la obra de todo autor, en tanto autor y en tanto hombre, debe ser estudiada y entendida a la luz de la globalidad estructural socio-histórica en que vivió y desplegó su actividad. Y como cada generación tiene su propia mentalidad que se revela en una serie de afirmaciones políticas e intelectuales, es importante establecer, con este criterio, la hornada generacional del mismo y el contexto cultural que le rodea.
Por ley biológica, el hombre, en cuando ser viviente, antecede al autor; aun cuando el ser autor, y la forma de serlo, es un dato imprescindible para medir la personalidad del hombre.
La hornada generacional de Ortiz Guerrero, en términos biológicos, corresponde a aquel momento histórico en que sean contemporáneos suyos las siguientes personalidades:
1- Guillermo Molinas Rolón 1892
2- Leopoldo Ramos Giménez 1896
3- J. Natalicio González 1897
4- Pablo Max Ynsfran 1894
5- Félix Fernández 1898
6- Fernando Rivarola 1898
7- José Arturo Alsina 1900
8--Emiliano R. Fernández 1894
Juan E. O'Leary, Narciso R. Colman y Eloy Fariña Núñez, nacen antes: en 1879 en 1880 y en 1885, respectivamente. Pero todos ellos y muchos otros coincidieron en levantar vuelos literarios de marcada acentuación en las tres primeras décadas del presente siglo, época de la floración poética ya completa de Manuel Ortiz Guerrero.
Es importante, al respecto, señalar lo que sigue:
- la generación del 90, aportó el mayor número de personalidades eminentes para la cultura paraguaya;
- esta generación es la que sienta nuevamente las bases de una continuidad cultural rota por la infame guerra de la Triple Alianza, como parte fundamental del alma y del espíritu del paraguayo. Esas bases están dadas en: 1) la poesía; 2) la música; 3) la literatura; 4) la pintura; 5) la sociología; 6) la filosofía; 7) la Historia y la política.
Ellos unieron el genio al ingenio, y no solamente en el arte, sino también en las ideas y en las instituciones, y es en ese inmenso cuadro en donde florece con fuerza la poesía nativa, la que se escribe en el idioma vernáculo.
3. Poeta-obrero-empresario
Existen dos momentos, dos aspectos de la vida del hombre, que por lo general se recuerdan o tratan fugazmente:
a) en 1912, dice Carlos R. Centurión en Historia de la Cultura Paraguaya, llevado por su destino, habla intervenido en una lucha armada, acompañando a su padre. Derrotadas las huestes en las que militaba, Ortiz Guerrero buscó asilo en el Brasil. Allí contrajo el beri-beri y se engendró el mal que le llevaría a la tumba. Y fue de las regiones boscosas del occidente brasileño que regresó a la Asunción. Una vez manifestado el mal de Lázaro, desde Asunción retorna a Villarrica, para después regresar nuevamente a la capital, allá por el ano de 1922,
b) Don Arturo Alsina, considerado el mejor escultor biográfico del poeta y además su amigo de toda la vida, habla del periodo en el que el poeta vivió en Asunción, en sus días de estudiante, entre los años de 1914 y 1917.
Son los días, dice don Arturo, en que el poeta vive "con Guillermo Molinas Rolón, el inspirado autor de La Atlántida, un fugaz periodo de bohemia. En la casucha que le sirve de albergue no se come todos los días y en las noches de invierno han de dormir por turno para poder utilizar la única frazada con que cuentan". Estas referencias me fueron confirmadas por Fernando Rivarola y Natalicio González, que entonces vivían en la misma casa. Y es la que hasta no hace mucho estaba ubicada en Iturbe esq. Teniente Fariña, en Asunción. Era una pequeña casa de estilo colonial, lastimosamente hoy derribada, al lado del antiguo Cine Rex, hoy Teatro Latino. Allí hoy se ofrecen a la venta automóviles, esos aparatos fríos y costosos del consumismo moderno.
Cuando en 1922 retorna a Asunción. "Ha adquirido a crédito una "Minerva" estampadora, tipos de imprenta, todos viejos, que su industriosa habilidad compone y habilita. Y sobre la calle, clavado en el poste de palma, ha fijado su blasón de nobleza, cuya leyenda reza: Zurucu-á - Editorial Paraguaya... El poeta viste, ahora, la blusa azul del obrero para ganarse el pan con dignidad humilde..."
Allí escribe su poema Profesión, que dice:
De profesión insigne, dirá mi biografía.
Yo soy "hombre de letras", lo declaro a mi vez:
Por papeles y tipos, a oro y no en poesía,
Colaboro en los libros de Juan Klug y Marés.
Yo vivo de las letras... de mi tipografía,
componiendo el poema de un recibo burgués.
Y, además, soy guerrero, de la guerra bravía,
por mis cuatro galletas de arruinado marqués.
Componedor en mano soy un igual de Homero.
Y sobre las trincheras de la vida, un guerrero
orgulloso y terrible, más que Napoleón.
Presionado de frente, envuelta la derecha,
el ala izquierda rota. ¡La victoria deshecha!,
me encontrarán cadáver al pie de mi cañón.
.
Y allí nacen y se editan: Surgente, Nubes del Este, Pepitas, La Conquista.
Pero hay más; el teatro también le debe a Ortiz Guerrero obras como Eirete, escrita en Villarrica en 1921; La Conquista, drama en tres actos, bilingüe, Asunción, 1926; y El Crimen de Tintalila, tragedia en tres actos, Asunción, 1922.
En una alocución radial hecha por don José Bernabé, reproducido en la Revista Cultura, N° 45, de agosto de 1947, se lee lo que sigue:
"Hoy diez años de la fecha infausta para las bellas letras nacionales en que enmudeció para siempre una de las voces más hondas y más puras de nuestro Parnaso".
De esto se colige que la fecha del trabajo data del año de 1943, a 10 años de la muerte del poeta. (Revista Cultura, Año 4, Nº45, agosto de 1947, pág. 4-9).
Y quiero repetir aquí lo que ya dijera en un trabajo interpretativo de una obra de teatro inspirada por Néstor Romero Valdovinos y puesto en escena por Teatro Estudio Libre, de Misión de Amistad, cuya orientación y dirección está a cargo de un paciente trabajador del teatro paraguayo: Rudy Torga. La obra fue representada en Luque, en el Salón Auditorio del Sportivo Luqueño ante la mirada espectadora de estudiantes y gente del pueblo. La obra estaba basada en la vida y en la proyección poética de M. Ortiz Guerrero, con el título de "Poeta, Leproso y Obrero".
-La primera razón que me inspira a escribir estas líneas, decía en agosto de 1984, es la demostración de la rica y densa veta que guardan los valores nacionales como simiente de su propia cultura. Con ello quiero decir que, en el marco de los avatares históricos que circundan la vida de una nación joven como la nuestra, existen valores substanciales que enraízan y embleman las motivaciones vivenciales de un pueblo, y que, para reconocerlos y aprovecharlos como riqueza cultural, solo esperan al demiurgo que los conozca y los interprete, que los rescate de su inmanencia desapercibida y los encamine por la vía del arte, de la cultura, de las manifestaciones sociales.
La elección del poeta Ortiz Guerrero, como la levadura substancial de la obra, muestra que igualmente se puede hacer teatro de ficción basado en la realidad. Parece una contradicción lo que digo, pero quiero creer que los hombres, y las mas de las veces, confundimos la ficción con la realidad; o hacemos lo posible porque la realidad sea ficticia, así como cuando queremos tapar el diamante de la verdad con el barro de la mentira.
¿Quién conoce realmente a Ortiz Guerrero, en su dimensión de hombre, de poeta, de voz torrencial y torturante de nuestra Patria? Su obra ha sido analizada, es cierto, y con autoridad, en sus aristas literarias, auscultando la correspondencia entre la forma y el fondo, tal y como lo exigen los preceptos literarios clásicos; o se ha querido hacer, por otro lado, la comparación de sus obras con otras de igual carácter o los estilos de la poesía contemporánea. Así, se ha dicho de Ortiz Guerrero que es "rubendariano"; que abusa del patetismo emocional; que versifica demasiado fácilmente y que por tanto sacrifica el fondo a la forma; que disfraza el contenido con la rima; que no respeta cánones gramaticales; y otras cosas más. Pero que yo sepa -fuera de los cenáculos de y para los intelectuales-, no se analizo todavía el contenido y el sentido y la proyección popular de su obra poética. Sus "analistas" han alabado o criticado al sol que alumbra, así en su esplendor de luces, pero no han estudiado, como se hace con los rayos solares, el proceso de la fotosíntesis; su influjo sobre el crecimiento de las plantas; sobre el equilibrio cósmico y sobre la vida, la parte oculta y casi inasible de toda verdadera poesía.
Muchos se conduelen todavía de la lepra maligna que carcomió la piel y la carne del poeta. Pero son reacios a asir el mensaje que dejo su verbo altivo y sin dobleces; ese "Potosí de oro viviente" que bulle y llama a estallar en nuestros propios volcanes internos, en las manifestaciones de la vida diaria, en la lucha por la libertad y la justicia, por el bien común.
¿Cuántos de nosotros se imaginan, por ejemplo, que el Panambi-Vera de Ortiz Guerrero se circunscribe solamente a esa mariposa dorada que cuando niños vimos revolotear en el barranco de los arroyos, en la floresta, entre la fronda del reino vegetal, o en los caminos que parecen largas cicatrices en las tierras de las regiones campesinas?
Pero no es eso solamente el panambí idealizado, visualizado, sentido, amado por el poeta. Es eso y mucho más. Es el alma torturante del hombre, con sus anhelos redivivos, con sus frustraciones, con sus ojos "color de esperanza", con sus sueños de eternidad!
Y si los poetas son la expresión mas pura del alma colectiva, de los anhelos y sufrimientos del pueblo; los heraldos que cantan la libertad y anuncian permanentemente el reino de la justicia, ¿por qué no hemos de extraer de ellos la mas autentica veta para las artes, para el pensamiento, para equilibrar la conciencia del bien?
Y me preguntaba yo, entonces, después de ver la obra, si por que una obra nacional, de tema, autor y actores nacionales, tiene que peregrinar a los suburbios, como si fuera una luciérnaga subversiva o furtiva, y no alumbrar primero plenamente desde el primer escenario del país? Esta obra debiera haber estado en el Teatro Municipal, irradiando valores auténticos, enseñando a la juventud, haciendo soñar a los que creen y viven el amor, venerando los valores patrios, mostrando al vivo el alma nacional.
No digo con eso que el término "suburbio" lo empleo con un sentido despectivo, o con una intención de inferioridad. Al final sabemos que Ortiz Guerrero vino del yuyal, de la huerta cultural guaireña. Y sabemos también que los procesos culturales auténticos se dan en una secuencia y valores centrípetos, de dentro para afuera, como expresiones endógenas y no exógenas. Así como la raíz del árbol esta hincada en la tierra, la fuerza motriz fundamental de una nación está inmerso en el pueblo, tanto en su carácter de valor sociológico, económico o cultural, sea en forma simple o en forma compleja. Pero también sabemos que el sentido de solidaridad social, de responsabilidad social, como una obligación, está en los centros de las decisiones, en los poderes que administran la justicia jurídica y la justicia social, en la conducción política del país.
Ortiz Guerrero sintetiza al pueblo paraguayo; el que debe volar libremente. Y el pueblo paraguayo debe ir a su encuentro, cada día, para terminar con el confinamiento cultural.
c) El ciudadano (en términos de miembro de una sociedad política, al servicio de esa sociedad). El dilecto hijo del Guaira, dice José Bernabé, que vivió como un asceta y consumió sus postreras energías en la exaltación de su pureza inmaterial, menospreciaba la política. (Recuérdese su sátira, en Pepitas o dichos breves:
- Hombre líquido es hombre de partido:
Se amolda a todo jarro
Donde es vertido-).
"No obstante, en ocasiones, obrero al fin, rompió lanzas en defensa de las masas laboriosas de su patria -las que significaban, según sus propias palabras- una abultada cifra de votos para los políticos y una legión de desamparados para la nación... Compenetrado de las realidades vernáculas, condolíase de la suerte de los conciudadanos que en los obrajes del norte y en las selvas del Alto Paraná y misionera son vilmente explotados. Enaltecía la memoria de Rafael Barrett, el pesimista aunque talentoso escritor, que tan bien bocetara la tragedia del obrero, del labriego y campesino paraguayos, porque en uno de sus libros había inmortalizado al esclavo de los yerbales, al mensú de músculos de acero y alma débil".
Pero su mejor biógrafo, don Arturo Alsina es quien con paciencia y amor esbozo los rasgos distintivos del hombre y del ciudadano. Dice al respecto:
"... Manú, ejerció, ignorándolo, un apostolado de maestro. Su influencia no fue precisamente literaria, fue sobre todo moral y espiritual. La dignidad con que vivió su dolor, la grandiosidad de su ejemplo, aquel optimismo sobrehumano que superaba su gran desventura, una vida sin contradicciones, el inextinguible ideal que lo animaba, dieronle una autoridad moral por nadie alcanzada en el país, dentro de los límites de su generación. En una época en que los hombres trepan y reptan, el enseña la virtud del vuelo. Desde su rancho convertido en ermita, el poeta, apóstol laico, pontifica. En voz baja, serena, sus palabras Megan al alma en musical encanto... El rancho en que habita no es solo el monumento a la dignidad humana, levantado por la nobleza creadora del trabajo. Es a la vez un sagrario del espíritu. Allí el poeta ha escrito y editado sus últimos libros, y ha animado los sueños de los hombres de su generación... A la distancia, entre el ruido de la impresora, se plantean problemas de estética, se discute sobre arte y filosofía, se recita y se piensa; y en el patio umbroso, entre los árboles que el poeta ha plantado, rondan, sutiles, hondas inquietudes. Se habla de justicia social con sentido cristiano, se afirma la inmortalidad del alma y se proclama la liberación del hombre... Ante el acuden Julio Correa, tímido, con las primeras escenas de su autóctono teatro, con sus versos, comprimidas viñetas de emoción: Darío Gómez Serrato, con los originales de "Yacï Yatere", que Manú prologa y edita, y todos los que admiran su espíritu y tienen sed de sus palabras. Forjador: hay autores de sangre sobre la vibrante bigornia. El ejemplo de su vida es una lección que no olvidaran los hombres de esta tierra heroica y sacrificada.
Independientemente a su vasta contribución a las letras paraguayas y a la influencia moral que ejerció, hay que sumar aquella de significación espiritual. El folklore, la música, la poesía y el teatro de sentido popular encuentran en é1, en algunos géneros, al creador; en otros, el alentador de aliento poderoso..."
4. Su connubio con la música
La inmensa mayoría de la producción poética de M. Ortiz Guerrero constituye un manojo de obras musicales construidas con palabras.
José Arturo Alsina dice: "... José Asunción Flores, recoge de manos del poeta la armonía salvaje y crea la guarania. Ortiz Guerrero saluda la aparición del místico con estas palabras:
--"¡Que viva el yuyal! Del yuyal salen estos hijos oscuros de la "humildad innominada", macerado en el oleo santo de penurias celestiales, con un halo dolorido de fulgencia en la cabeza; sin títulos, sin cultura, sin recursos pero con el tesoro de su propio yo"...
A su vez, don José Bernabé opina así de Ortiz Guerrero: (1943).
-"Fue el poeta que más hondamente llego al corazón de su pueblo, porque supo interpretar con justeza las voces profundas de la tierra, el alma y la poesía del ambiente. Su actuación marcó toda una época en la lírica paraguaya, y pese a su modestia y total aislamiento, su influencia es evidente en la retórica nativa y en la formación mental de la presente generación paraguaya. Y como si el milagro de su vida mártir y de sus versos inefables no fueron suficientes para despertar la admiración que inmortaliza, el genio creador de José Asunción Flores le prestó a algunas de sus trovas el encanto del ropaje musical, en la sinfonía nostálgica y armoniosa de sus magnificas guaranias... Por su obra poética de innegable trascendencia, y por su vida que tuvo la aureola del martirio y que mañana tendrá la de la leyenda, Manuel Ortiz Guerrero es una gloria nacional..."
Y Carlos Miguel Giménez, en un Glosario para el Primer Canto al Centauro de Ybycuí, escribía:
-"Manuel Ortiz Guerrero fue en el pecho floral de la Amerindia el más vibrante señor de la belleza y el mas musical de los versos de la Patria. Como genio paternal de la guarania, asperjo con sus lagrimas de enamorado de los estros una noche asuncena con su lírico lamento Paraguaï-pe; hizo trinar el ave melódica de la raza en la urbe máxima del Mar Dulce en su mensaje de Buenos Aires, Salud; pronunció en India el "levántate y anda" de la resurrección a la Venus de la Selva; lloro con las palomas en los ocasos y sollozó con el urutaú y las guitarras noctambulas en su definición de Kerasï, y quiso morir bajo las alas de su mariposa dorada en su testamento poético de Panambi-vera..."
No podemos dejar el mundo mágico de la poesía, y del poeta, porque todavía nos resta conjugar un verbo alado: el de la música.
Creo que uno de los grandes valores de los poetas del Paraguay es la dimensión que adquiere la poesía en el espacio de la música. Y esta relación no es un fenómeno paradójico, sino más bien es el resultado de una expresión de correspondencia obligada que se da en el mundo del arte.
Si la poesía es música en palabras -el verbo hablado-, la música no es otra cosa que la poesía convertida en sonidos perceptibles, en sus vibraciones, por el oído y la captación estética de los sentimientos: -el verbo de las sensaciones-.
Vamos a escuchar seguidamente tres muestras musicales, joyas de la música paraguaya.
1. La primera de ellas es India. Los estudiosos de la música paraguaya sostienen que la primera letra de la guarania India la escribió Rigoberto Fontao Meza, poeta oriundo de San Pedro del Paraná, nacido en 1900 y muerto en Asunción en 1936. Al escucharla, Ortiz Guerrero propuso a Flores substituir los versos de Fontao Meza por los que e1 posteriormente escribió, que es como la conocemos hoy día. Esto que acabo de afirmar lo sostiene igualmente don M. Cardozo Ocampo en su libro: Memorias de un Pychái: Mis Sodas de Oro con el Folklore Paraguayo. No es que nuestro poeta consideró en forma despectiva los versos del colega; simplemente se propuso darle más fuerza y contenido a la expresión poética para estar en más perfecta armonía con la profundidad de la música.
Con India, tanto Flores como Ortiz Guerrero se propusieron redimensionar, a través del arte musical y poético, a la Eva Guayakí, la expresión palpitante de una tierra y de una nación que se resiste a morir en la prisión del tiempo. Constituye, en cierto modo, el grito torturado y torturante, pero en desafío altivo, del guaraní jhara, usando la poesía como arco y la música como flecha, simbolizado en la lucha permanente de una raza inmortal.
2. Ahora, nuestra cantante va a hacer la guarania-madre de la serenata paraguaya: Nde Rendape ay.
Nde rendape ayu, es el tributo a la mujer. Ese ser enigmático, divino, simple; matriz hacedora del hombre, el perpetuo imán del amor, el lazo que ata pero no oprime; la aurora que irradia; y ante cuya presencia de mágico poder la fiera que habita en el varón se amansa, le hace brotar ternura y le hace partícipe de la inmensa pasión por la vida.
3. Y, finalmente, Panambi-vera, el testamento poético de Manuel Ortiz Guerrero.
Panambi-vera, es la corporización del alma. La mariposa dorada que nos impele a volar detrás de esos cocuyos misteriosos que se prenden de luz en la noche oscura; que simboliza el eterno llamado del secreto cósmico; que nos ofrece sus alas para cobijarnos a su sombra con nuestros sueños y que nos hace recordar, permanentemente, de la fuerza comunicante que le atrae al hombre hacia Dios, la naturaleza y el misterio y la belleza de la existencia terrena.
Señoras y señores:
En su Meditación sobre la poesía, que figures en el prólogo del libro Motivos de mi Tierra Escarlata, don Natalicio González afirma:
"... el poeta es como el mítico buzo que en las honduras del mar tenebroso ha captado una estrella, o usando una expresión menos simbólica, es aquel que alimenta con sus entrañas y pasiones una luz la única luz que ilumina lo que la vida cela y oculta. Crea la belleza, es decir, algo que deslumbra al hombre selecto, y que le revela el sentido de una realidad impensable y hermética para el hombre..." Yo os invito esta noche, en memoria de Manuel Ortiz Guerrero, a que nos propongamos ser los buzos de la hondura de la vida, en busca de la luz; o como el Panambi-vera del poeta, poner alas a nuestros ideales y a nuestros ensueños y revolotear sobre el misterio y la belleza de la vida.
Asunción, 11 de octubre de 1986.
EFRAÍN ENRIQUEZ GAMÓN
Pero hay más; el teatro también le debe a Ortiz Guerrero obras como Eirete, escrita en Villarrica en 1921; La Conquista, drama en tres actos, bilingüe, Asunción, 1926; y El Crimen de Tintalila, tragedia en tres actos, Asunción, 1922.
En una alocución radial hecha por don José Bernabé, reproducido en la Revista Cultura, N° 45, de agosto de 1947, se lee lo que sigue:
"Hoy diez años de la fecha infausta para las bellas letras nacionales en que enmudeció para siempre una de las voces más hondas y más puras de nuestro Parnaso".
De esto se colige que la fecha del trabajo data del año de 1943, a 10 años de la muerte del poeta. (Revista Cultura, Año 4, Nº45, agosto de 1947, pág. 4-9).
Y quiero repetir aquí lo que ya dijera en un trabajo interpretativo de una obra de teatro inspirada por Néstor Romero Valdovinos y puesto en escena por Teatro Estudio Libre, de Misión de Amistad, cuya orientación y dirección está a cargo de un paciente trabajador del teatro paraguayo: Rudy Torga. La obra fue representada en Luque, en el Salón Auditorio del Sportivo Luqueño ante la mirada espectadora de estudiantes y gente del pueblo. La obra estaba basada en la vida y en la proyección poética de M. Ortiz Guerrero, con el título de "Poeta, Leproso y Obrero".
-La primera razón que me inspira a escribir estas líneas, decía en agosto de 1984, es la demostración de la rica y densa veta que guardan los valores nacionales como simiente de su propia cultura. Con ello quiero decir que, en el marco de los avatares históricos que circundan la vida de una nación joven como la nuestra, existen valores substanciales que enraízan y embleman las motivaciones vivenciales de un pueblo, y que, para reconocerlos y aprovecharlos como riqueza cultural, solo esperan al demiurgo que los conozca y los interprete, que los rescate de su inmanencia desapercibida y los encamine por la vía del arte, de la cultura, de las manifestaciones sociales.
La elección del poeta Ortiz Guerrero, como la levadura substancial de la obra, muestra que igualmente se puede hacer teatro de ficción basado en la realidad. Parece una contradicción lo que digo, pero quiero creer que los hombres, y las mas de las veces, confundimos la ficción con la realidad; o hacemos lo posible porque la realidad sea ficticia, así como cuando queremos tapar el diamante de la verdad con el barro de la mentira.
¿Quién conoce realmente a Ortiz Guerrero, en su dimensión de hombre, de poeta, de voz torrencial y torturante de nuestra Patria? Su obra ha sido analizada, es cierto, y con autoridad, en sus aristas literarias, auscultando la correspondencia entre la forma y el fondo, tal y como lo exigen los preceptos literarios clásicos; o se ha querido hacer, por otro lado, la comparación de sus obras con otras de igual carácter o los estilos de la poesía contemporánea. Así, se ha dicho de Ortiz Guerrero que es "rubendariano"; que abusa del patetismo emocional; que versifica demasiado fácilmente y que por tanto sacrifica el fondo a la forma; que disfraza el contenido con la rima; que no respeta cánones gramaticales; y otras cosas más. Pero que yo sepa -fuera de los cenáculos de y para los intelectuales-, no se analizo todavía el contenido y el sentido y la proyección popular de su obra poética. Sus "analistas" han alabado o criticado al sol que alumbra, así en su esplendor de luces, pero no han estudiado, como se hace con los rayos solares, el proceso de la fotosíntesis; su influjo sobre el crecimiento de las plantas; sobre el equilibrio cósmico y sobre la vida, la parte oculta y casi inasible de toda verdadera poesía.
Muchos se conduelen todavía de la lepra maligna que carcomió la piel y la carne del poeta. Pero son reacios a asir el mensaje que dejo su verbo altivo y sin dobleces; ese "Potosí de oro viviente" que bulle y llama a estallar en nuestros propios volcanes internos, en las manifestaciones de la vida diaria, en la lucha por la libertad y la justicia, por el bien común.
¿Cuántos de nosotros se imaginan, por ejemplo, que el Panambi-Vera de Ortiz Guerrero se circunscribe solamente a esa mariposa dorada que cuando niños vimos revolotear en el barranco de los arroyos, en la floresta, entre la fronda del reino vegetal, o en los caminos que parecen largas cicatrices en las tierras de las regiones campesinas?
Pero no es eso solamente el panambí idealizado, visualizado, sentido, amado por el poeta. Es eso y mucho más. Es el alma torturante del hombre, con sus anhelos redivivos, con sus frustraciones, con sus ojos "color de esperanza", con sus sueños de eternidad!
Y si los poetas son la expresión mas pura del alma colectiva, de los anhelos y sufrimientos del pueblo; los heraldos que cantan la libertad y anuncian permanentemente el reino de la justicia, ¿por qué no hemos de extraer de ellos la mas autentica veta para las artes, para el pensamiento, para equilibrar la conciencia del bien?
Y me preguntaba yo, entonces, después de ver la obra, si por que una obra nacional, de tema, autor y actores nacionales, tiene que peregrinar a los suburbios, como si fuera una luciérnaga subversiva o furtiva, y no alumbrar primero plenamente desde el primer escenario del país? Esta obra debiera haber estado en el Teatro Municipal, irradiando valores auténticos, enseñando a la juventud, haciendo soñar a los que creen y viven el amor, venerando los valores patrios, mostrando al vivo el alma nacional.
No digo con eso que el término "suburbio" lo empleo con un sentido despectivo, o con una intención de inferioridad. Al final sabemos que Ortiz Guerrero vino del yuyal, de la huerta cultural guaireña. Y sabemos también que los procesos culturales auténticos se dan en una secuencia y valores centrípetos, de dentro para afuera, como expresiones endógenas y no exógenas. Así como la raíz del árbol esta hincada en la tierra, la fuerza motriz fundamental de una nación está inmerso en el pueblo, tanto en su carácter de valor sociológico, económico o cultural, sea en forma simple o en forma compleja. Pero también sabemos que el sentido de solidaridad social, de responsabilidad social, como una obligación, está en los centros de las decisiones, en los poderes que administran la justicia jurídica y la justicia social, en la conducción política del país.
Ortiz Guerrero sintetiza al pueblo paraguayo; el que debe volar libremente. Y el pueblo paraguayo debe ir a su encuentro, cada día, para terminar con el confinamiento cultural.
c) El ciudadano (en términos de miembro de una sociedad política, al servicio de esa sociedad). El dilecto hijo del Guaira, dice José Bernabé, que vivió como un asceta y consumió sus postreras energías en la exaltación de su pureza inmaterial, menospreciaba la política. (Recuérdese su sátira, en Pepitas o dichos breves:
- Hombre líquido es hombre de partido:
Se amolda a todo jarro
Donde es vertido-).
"No obstante, en ocasiones, obrero al fin, rompió lanzas en defensa de las masas laboriosas de su patria -las que significaban, según sus propias palabras- una abultada cifra de votos para los políticos y una legión de desamparados para la nación... Compenetrado de las realidades vernáculas, condolíase de la suerte de los conciudadanos que en los obrajes del norte y en las selvas del Alto Paraná y misionera son vilmente explotados. Enaltecía la memoria de Rafael Barrett, el pesimista aunque talentoso escritor, que tan bien bocetara la tragedia del obrero, del labriego y campesino paraguayos, porque en uno de sus libros había inmortalizado al esclavo de los yerbales, al mensú de músculos de acero y alma débil".
Pero su mejor biógrafo, don Arturo Alsina es quien con paciencia y amor esbozo los rasgos distintivos del hombre y del ciudadano. Dice al respecto:
"... Manú, ejerció, ignorándolo, un apostolado de maestro. Su influencia no fue precisamente literaria, fue sobre todo moral y espiritual. La dignidad con que vivió su dolor, la grandiosidad de su ejemplo, aquel optimismo sobrehumano que superaba su gran desventura, una vida sin contradicciones, el inextinguible ideal que lo animaba, dieronle una autoridad moral por nadie alcanzada en el país, dentro de los límites de su generación. En una época en que los hombres trepan y reptan, el enseña la virtud del vuelo. Desde su rancho convertido en ermita, el poeta, apóstol laico, pontifica. En voz baja, serena, sus palabras Megan al alma en musical encanto... El rancho en que habita no es solo el monumento a la dignidad humana, levantado por la nobleza creadora del trabajo. Es a la vez un sagrario del espíritu. Allí el poeta ha escrito y editado sus últimos libros, y ha animado los sueños de los hombres de su generación... A la distancia, entre el ruido de la impresora, se plantean problemas de estética, se discute sobre arte y filosofía, se recita y se piensa; y en el patio umbroso, entre los árboles que el poeta ha plantado, rondan, sutiles, hondas inquietudes. Se habla de justicia social con sentido cristiano, se afirma la inmortalidad del alma y se proclama la liberación del hombre... Ante el acuden Julio Correa, tímido, con las primeras escenas de su autóctono teatro, con sus versos, comprimidas viñetas de emoción: Darío Gómez Serrato, con los originales de "Yacï Yatere", que Manú prologa y edita, y todos los que admiran su espíritu y tienen sed de sus palabras. Forjador: hay autores de sangre sobre la vibrante bigornia. El ejemplo de su vida es una lección que no olvidaran los hombres de esta tierra heroica y sacrificada.
Independientemente a su vasta contribución a las letras paraguayas y a la influencia moral que ejerció, hay que sumar aquella de significación espiritual. El folklore, la música, la poesía y el teatro de sentido popular encuentran en é1, en algunos géneros, al creador; en otros, el alentador de aliento poderoso..."
4. Su connubio con la música
La inmensa mayoría de la producción poética de M. Ortiz Guerrero constituye un manojo de obras musicales construidas con palabras.
José Arturo Alsina dice: "... José Asunción Flores, recoge de manos del poeta la armonía salvaje y crea la guarania. Ortiz Guerrero saluda la aparición del místico con estas palabras:
--"¡Que viva el yuyal! Del yuyal salen estos hijos oscuros de la "humildad innominada", macerado en el oleo santo de penurias celestiales, con un halo dolorido de fulgencia en la cabeza; sin títulos, sin cultura, sin recursos pero con el tesoro de su propio yo"...
A su vez, don José Bernabé opina así de Ortiz Guerrero: (1943).
-"Fue el poeta que más hondamente llego al corazón de su pueblo, porque supo interpretar con justeza las voces profundas de la tierra, el alma y la poesía del ambiente. Su actuación marcó toda una época en la lírica paraguaya, y pese a su modestia y total aislamiento, su influencia es evidente en la retórica nativa y en la formación mental de la presente generación paraguaya. Y como si el milagro de su vida mártir y de sus versos inefables no fueron suficientes para despertar la admiración que inmortaliza, el genio creador de José Asunción Flores le prestó a algunas de sus trovas el encanto del ropaje musical, en la sinfonía nostálgica y armoniosa de sus magnificas guaranias... Por su obra poética de innegable trascendencia, y por su vida que tuvo la aureola del martirio y que mañana tendrá la de la leyenda, Manuel Ortiz Guerrero es una gloria nacional..."
Y Carlos Miguel Giménez, en un Glosario para el Primer Canto al Centauro de Ybycuí, escribía:
-"Manuel Ortiz Guerrero fue en el pecho floral de la Amerindia el más vibrante señor de la belleza y el mas musical de los versos de la Patria. Como genio paternal de la guarania, asperjo con sus lagrimas de enamorado de los estros una noche asuncena con su lírico lamento Paraguaï-pe; hizo trinar el ave melódica de la raza en la urbe máxima del Mar Dulce en su mensaje de Buenos Aires, Salud; pronunció en India el "levántate y anda" de la resurrección a la Venus de la Selva; lloro con las palomas en los ocasos y sollozó con el urutaú y las guitarras noctambulas en su definición de Kerasï, y quiso morir bajo las alas de su mariposa dorada en su testamento poético de Panambi-vera..."
No podemos dejar el mundo mágico de la poesía, y del poeta, porque todavía nos resta conjugar un verbo alado: el de la música.
Creo que uno de los grandes valores de los poetas del Paraguay es la dimensión que adquiere la poesía en el espacio de la música. Y esta relación no es un fenómeno paradójico, sino más bien es el resultado de una expresión de correspondencia obligada que se da en el mundo del arte.
Si la poesía es música en palabras -el verbo hablado-, la música no es otra cosa que la poesía convertida en sonidos perceptibles, en sus vibraciones, por el oído y la captación estética de los sentimientos: -el verbo de las sensaciones-.
Vamos a escuchar seguidamente tres muestras musicales, joyas de la música paraguaya.
1. La primera de ellas es India. Los estudiosos de la música paraguaya sostienen que la primera letra de la guarania India la escribió Rigoberto Fontao Meza, poeta oriundo de San Pedro del Paraná, nacido en 1900 y muerto en Asunción en 1936. Al escucharla, Ortiz Guerrero propuso a Flores substituir los versos de Fontao Meza por los que e1 posteriormente escribió, que es como la conocemos hoy día. Esto que acabo de afirmar lo sostiene igualmente don M. Cardozo Ocampo en su libro: Memorias de un Pychái: Mis Sodas de Oro con el Folklore Paraguayo. No es que nuestro poeta consideró en forma despectiva los versos del colega; simplemente se propuso darle más fuerza y contenido a la expresión poética para estar en más perfecta armonía con la profundidad de la música.
Con India, tanto Flores como Ortiz Guerrero se propusieron redimensionar, a través del arte musical y poético, a la Eva Guayakí, la expresión palpitante de una tierra y de una nación que se resiste a morir en la prisión del tiempo. Constituye, en cierto modo, el grito torturado y torturante, pero en desafío altivo, del guaraní jhara, usando la poesía como arco y la música como flecha, simbolizado en la lucha permanente de una raza inmortal.
2. Ahora, nuestra cantante va a hacer la guarania-madre de la serenata paraguaya: Nde Rendape ay.
Nde rendape ayu, es el tributo a la mujer. Ese ser enigmático, divino, simple; matriz hacedora del hombre, el perpetuo imán del amor, el lazo que ata pero no oprime; la aurora que irradia; y ante cuya presencia de mágico poder la fiera que habita en el varón se amansa, le hace brotar ternura y le hace partícipe de la inmensa pasión por la vida.
3. Y, finalmente, Panambi-vera, el testamento poético de Manuel Ortiz Guerrero.
Panambi-vera, es la corporización del alma. La mariposa dorada que nos impele a volar detrás de esos cocuyos misteriosos que se prenden de luz en la noche oscura; que simboliza el eterno llamado del secreto cósmico; que nos ofrece sus alas para cobijarnos a su sombra con nuestros sueños y que nos hace recordar, permanentemente, de la fuerza comunicante que le atrae al hombre hacia Dios, la naturaleza y el misterio y la belleza de la existencia terrena.
Señoras y señores:
En su Meditación sobre la poesía, que figures en el prólogo del libro Motivos de mi Tierra Escarlata, don Natalicio González afirma:
"... el poeta es como el mítico buzo que en las honduras del mar tenebroso ha captado una estrella, o usando una expresión menos simbólica, es aquel que alimenta con sus entrañas y pasiones una luz la única luz que ilumina lo que la vida cela y oculta. Crea la belleza, es decir, algo que deslumbra al hombre selecto, y que le revela el sentido de una realidad impensable y hermética para el hombre..." Yo os invito esta noche, en memoria de Manuel Ortiz Guerrero, a que nos propongamos ser los buzos de la hondura de la vida, en busca de la luz; o como el Panambi-vera del poeta, poner alas a nuestros ideales y a nuestros ensueños y revolotear sobre el misterio y la belleza de la vida.
Asunción, 11 de octubre de 1986.
EFRAÍN ENRIQUEZ GAMÓN
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PROLOGO DE LA 1º EDICIÓN
ORTIZ GUERRERO Y SU ÉPOCA
EVOCACION DE JUVENTUD
ORTIZ GUERRERO Y SU ÉPOCA
EVOCACION DE JUVENTUD
Autor: ARTURO ALSINA
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ÍNDICE
. SURGENTE (poemas) : Bebe / Nostalgia / Para tu Sortija Ideal / Suma de Bienes / Tarde Glauca / Raida Poti / Al Poeta / ¡Loca! / Remember / ¡Pasa! / Leopoldina / Ritmos de Vida / Promesa en Flor / Claro Lunar / Ofrendaría / Canción de Ensueño / Saudade / Ermelinda / Serenata / Delirio de Pizzicatos / El Bohemio / La Amada Inefable / El Maestro / Aromas / Sonata Blanca / Jamás / Alabanza / En el Belvedere / Comunión / La Amarga Plegaria de unos Labios en Flor / En Voz Honda / Magdalena Eterna / Schubert en tu Piano / Maternidad / La Gran Conquista / Hacia el Olvido / Introducción del Poema “Urutaú” / La Guitarra del Desengaño / Mi Verso
. EL CRIMEN DE TINTALILA (tragedia)
. LA CONQUISTA (drama)
. NUBES DEL ESTE (poemas) : Verbo de Fe / Génesis / Primavera / Del Fuego Eterno / Amanecer / Amanecer Rosado / Media Noche / Pura Esencia / Arlequín / Ricordo / Adelina / La Prometida / Su Promesa / La Cita / Memento / Mote / Piropo / Canción de Agosto / Discurso Fúnebre / Carta / Mi Instrumento / Trasmutación / Hojuelas / Copla / La Rosa / Endoso Lírico / Setiembre / Munificencia / "Polen" / Profesión / Sonetín / Su Mirada / Sus Manos / La Boca Divina / Niva / Los Veteranos / La Sortija / Diana de Gloria / “Ulf” / Mensaje a la Ciudad de Posadas / Visión Encarnacena / Gratitud / El Desfile de Mayo Rogación
. PEPITAS (poemas) : Pepitas Galante / Pepitas Amuletos / Pepitas Cuadros / Pepitas Políticas / Pepitas Líricas / Peritas Varias
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POEMAS DEDICADOS A MANUEL ORTIZ GUERRERO
· Alma del Alma Paraguaya (F. Bolívar)
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· Manuel Ortiz Guerrero (D. G. Serrato)
· A Ortiz Guerrero (por M. N. G.)
· A Ortiz Guerrero (por Pbro. J. C. Prieto)
· A Manuel Ortiz Guerrero (por A. O. M.)
· Al Malogrado Poeta Paraguayo (Conrado Rodríguez).
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