EL PENSAMIENTO SOCIAL HISTÓRICO PARAGUAYO
Doctor LUIS A. GALEANO
(Enlace a datos biográficos y obras
En la GALERÍA DE LETRAS del
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INTRODUCCIÓN
El objetivo del presente es analizar, en términos sintéticos, los principales aportes del pensamiento social histórico paraguayo.
El análisis será encarado partiendo de determinados criterios. En ese sentido, cabe puntualizar que se comentarán los trabajos de los pensadores clásicos, elaborados desde fines del Siglo XIX y durante la primera mitad del Siglo XX. Además de los contenidos y alcances, la atención también estará puesta en los principales factores socio-históricos contextuales que incidieron tanto en su creación como en la difusión de los análisis escogidos.
Las obras o los estudios serán seleccionados considerando que los mismos abarquen aspectos significativos de las estructuras y de los procesos históricos socio-económicos, culturales y políticos del Paraguay. Desde este punto de vista, se adelanta que no se realizará una reseña, sino que el ejercicio consistirá en poner de resalto los aportes fundamentales que las obras o los estudios contienen acerca de determinadas dimensiones temáticas de tales estructuras y procesos, intentando releerlos con claves analíticas del presente.
Finalmente, resulta importante señalar que la selección de los autores necesariamente será arbitraria. Por lo tanto, en la misma muy probablemente no serán mencionados pensadores o estudiosos de la problemática nacional que merecerían ser incluidos. Hasta cierto punto, esta limitación vendría dada por el carácter más bien introductorio y sintético del análisis que en esta oportunidad se está presentando. No obstante, esperemos que, por lo menos en parte, esta y otras restricciones puedan ser aminoradas en la medida que se tendrán en cuentan los aportes de trabajos previos que han sido realizados sobre el pensamiento social nacional.
LOS APORTES DE LOS PENSADORES HISTÓRICOS
Aunque durante el mencionado período (1870-1950) se concretaron fases y coyunturas históricas relativamente singulares y que en sí incidieron en los contenidos de las obras, en su transcurso tuvieron lugar determinados factores históricos que, más allá de esas diferencias, marcaron los principales alcances del pensamiento social elaborado. Al respecto, debe resaltarse que la mayoría de los pensadores más destacados estuvo integrada por intelectuales que se formaron en la Universidad Nacional, que se creó con posterioridad a la mencionada contienda militar (en 1889), y casi todos ellos en la facultad de derecho. Por cierto, este perfil histórico no fue exclusivo del caso paraguayo. También en otros países latinoamericanos se ha constatado dicho antecedente histórico. En ese sentido, se ha señalado que, en la región, la mayoría de los pensadores se formaron en las universidades y, dentro de ellas, casi siempre en las facultades de derecho, “lo cual nada tiene de casual si se piensa que las funciones de esas facultades no se reducían a formar juristas, sino también los grupos dirigentes del país".
Otro de los rasgos comunes que caracterizó a las obras elaboradas consistió en la modalidad y el estilo a través de los cuales fueron concebidos y difundidos los pensamientos en ellas contenidos. Al respecto, se puntualiza que, salvo determinadas excepciones, los estudios han sido encarados mediante la forma del ensayo. Por cierto, el ensayo es un método de razonamiento y un género literario que no resulta fácil definirlo con precisión. No obstante, cabe sostener que suele recurrirse al mismo cuando no se cuenta con los conocimientos científicos adecuados, o suficientes, sobre la realidad histórica y social acerca de la cual se pretende reflexionar, y el propósito consiste en intentar desentrañar las profundidades y entrever los caminos que conduzcan al cambio de esa realidad.
Finalmente, debe señalarse que la atención y el esfuerzo intelectual de los pensadores se verificaron a partir de los procesos, o los problemas, históricos que tuvieron mayor vigencia en el transcurso de los períodos transcurridos. Al respecto, se constata que los pensadores de nuestra realidad nacional, en una primera fase, se dedicaron a reflexionar preferentemente sobre los procesos políticos y culturales que el país encaró durante las últimas décadas del Siglo XIX y las primeras del Siglo XX. Esos antecedentes, en términos significativos, no sólo fueron condicionados por las consecuencias de la Guerra del 70 y los aprestos para la Guerra del Chaco, sino también los continuos problemas a los que estuvo expuesta la gobernabilidad. Posteriormente -a partir de la década del 20-, junto a los mismos, la atención por las cuestiones clave del proceso social empezará a destacarse, aunque, por cierto, ello no fue óbice para que en épocas precedentes se hayan formulado análisis sobre determinados temas referidos al mismo, tal cual se mencionará posteriormente.
PROCESOS POLÍTICOS
Con relación a los procesos políticos, los principales planteamientos giraron acerca de temas que a continuación se especifican.
LA DEMOCRACIA VERSUS LA DICTADURA
Uno de los temas analizados y debatidos por los pensadores se refirió a la construcción del proceso democrático y a, la contra-réplica del mismo, la dictadura. En ese sentido, entre otros, se destacan los puntos de vista discrepantes de Cecilio Báez y Blas Garay sobre los antecedentes históricos vigentes en el Paraguay y en otros países latinoamericanos. El primero de ellos, ha señalado en su Ensayo sobre la Libertad Civil que:
"Felizmente, la idea (de la monarquía) no triunfó sino en Brasil, donde el trono de los Braganza se mantuvo hasta hace poco, pero en cambio las dictaduras surgieron en todas partes, como consecuencia de la anarquía y del régimen de cacicazgo. Si los americanos son incapaces para el gobierno propio, no tanto es por la inferioridad de la raza, como suponen los anglosajones, cuanto por la influencia del régimen a que estuvieron sujetos en cimerianas tinieblas de ignorancia. Pero la libertad es la fuerza galvanizadora que despierta las energías amortiguadas; por ella se educan los pueblos ... Si hasta el presente hay todavía vocación por los gobiernos fuertes entre la clase más ilustrada de la sociedad, no es sino por la preferencia exagerada que se da al Derecho Romano, que es demasiado favorable a la autoridad ...".
Los planteamientos citados ponen en evidencia la convicción de que Cecilio Báez sostenía con relación al pensamiento y la ideología liberal, como fundamentos del régimen político y estatal democrático, y, por consiguiente, su rechazo al régimen dictatorial. A su vez llaman la atención sus consideraciones tanto acerca de la vigencia del cacicazgo entre los pueblos indígenas originarios, como asimismo el criterio que será la educación en los principios y valores de la libertad la que posibilitará la superación de ese antecedente histórico autoritario y la construcción de la democracia, toda vez que la misma no privilegie contenidos de signo autoritario.
Por su parte, el punto de vista de Blas Garay era diferente en lo relativo a vigencia histórica del régimen autoritario del cacicazgo, tal como se constata a través del siguiente texto:
"Cuanto al gobierno de los guaraníes primitivos, tampoco se puede pedir nada más opuesto al de los jesuitas: Cada tribu constituía un organismo político independiente del resto de la nación y se regía por sí mismo. A su cabeza colocaba un cacique, investido de limitadas facultades, electivo y amovible, por que si bien el cacicazgo se transmitía con frecuencia de padres a hijos, cuando éstos por su elocuencia o por otros méritos no se hacían dignos de él, se perdía también y pasaba a otra persona, cuando aquellas condiciones faltaban y la tribu acordaba la destitución en sus plebiscitos, ... por ser este cargo también de elección popular para cada caso, ... ".
Es importante poner de resalto esta perspectiva analítica que sostenía, a diferencia no solo del mencionado previamente sino también de otros muchos pensadores nacionales y latinoamericanos de la época (fines del Siglo XIX), que los regímenes políticos a través de los cuales se gobernaban los pueblos indígenas eran participativos y democráticos. Dicha posición se sustentaba, entre otros, en dos supuestos conceptuales. Por un lado, no aceptaba el criterio de que la evolución de las sociedades tenía lugar a través de un progreso de estructuras (en este caso políticas) simples y arcaicas hacia otras más complejas y diferenciadas. Y, por otro lado, aunque Báez y Garay coincidía en los pueblos indígenas no eran razas inferiores, este último sostenía que en sí la cultura política de dichos pueblos era tan valiosa, en lo relativo a la concepción y la práctica del gobierno democrático, como la perteneciente a las naciones industriales más avanzadas de la época (las anglosajonas).
LOS PARTIDOS POLÍTICOS
Otro de los temas que mereció la atención de los pensadores, en el ámbito del proceso histórico-político, fue el de los partidos. Como es de conocimiento, tanto el Partido Liberal como el Colorado se fundaron en el año 1887. Si bien fundamentaron sus principales principios en la ideología liberal, en términos más plenos por parte del primero, ambas organizaciones, antes que esos elementos valorativos, en la práctica privilegiaron la conquista y el control del poder en beneficio de sus dirigentes y adherentes, constituyéndose más bien en partidos de patronazgo, antes que en partidos ideológicos. Uno de los aspectos que concitó la atención de los pensadores, desde un primer momento, ha sido esa la falta de coherencia entre los principios propugnados y la práctica de los dos partidos políticos.
En esa óptica, se ha expresado uno de los intelectuales del Partido Colorado. En efecto, hacia fines del Siglo XIX, Blas Garay sostenía que:
“Los partidos militantes de hoy día -1899- ya no sirven; están gastados por una larga serie de desaciertos y errores. Formados únicamente con la aspiración de conseguir el poder..., no han dejado de ser un solo momento partidos personales, de una, de dos, de cuatro, de diez personas, si se quiere pero personales siempre. No consistió nunca la diferencia que había entre ellos en otra cosa que en la posesión efectiva del poder: el credo político de los republicanos fue y es hasta ahora conservarse en el gobierno; el de los liberales y cívicos suplantar en el gobierno a los republicanos ... Sería menester que llegara a la presidencia de la republica un hombre honrado y patriota, de cualquier partido o de ninguno ...; sería menester además que ese hombre rompiera sus compromisos de partidario, si los tiene, para dejar en los comicios libertad plena y para llevar a los puestos públicos a los mejores ciudadanos, sin consultar en ellos la amistad ni la fidelidad a su persona, sino la capacidad y los merecimientos ".
En términos muy apreciables, Eligio Ayala, en sus Migraciones coincide con los planteamientos precedentes, uno de los intelectuales y dirigentes históricos más destacados del Partido Liberal, llegando inclusive a desempeñarse como Presidente de la República. En ese sentido, con relación a la gestión de los partidos políticos ha enfatizado que:
"En el Paraguay, el poder político, el Poder Ejecutivo, la administración, los puestos públicos y sus sueldos, son el fin predilecto de los partidos. Los partidos carecen de fines políticos, sociales o económicos ulteriores. Los principios e ideales enumerados en sus programas son fórmulas teóricas, ensayos especulativos que no viven en ninguna propaganda activa, son decoraciones exóticas. La política se ha convertido en una profesión lucrativa y honrosa, en una industria, así como la medicina o el comercio o una fábrica de cañones en otras partes. Se ingresa en los partidos políticos para adquirir puestos públicos, para distinguirse, divertirse y ganar plata. Los puestos públicos se han convertido en instrumentos de las figuraciones falsas, precipitadas, en un aparato reflector de una falsa aureola, y la ambición de adquirirlos, y la vanidad de brillar sin aptitudes, en verdadera, monomanía pública, social. ... No hay sistema, ni plan, ni métodos, ni fines económicos en el gobierno. Cada revolución, cada nuevo ministro, las intrigas de los válidos rompen la continuidad, la coherencia, el proceso regular de la política económica".
Por su parte, en una perspectiva más enfocada al desempeño histórico de su partido, otro de los intelectuales destacados del Partido Liberal, justo Pastor Benítez, ha considerado que:
"El Partido Liberal no puede ni debe quedar en el conservadurismo. Su tradición y su contextura moral le señalan para las actitudes señeras, para la reforma, para la transformación. Tiene que ser un partido motor, no un partido de contrapeso. Así como el programa de 1902 fue la lógica continuación de los estatutos de 1887, y el programa de 1916 una confirmación del reformismo liberal, hoy (1932) estamos en el deber de formular un ideario que contemple las transformaciones sociales de nuestro tiempo ... El meridiano que pasa por Asunción marca otra hora, hoy tiene que ser socializante, en cuanto se refiere a las relaciones con el instrumento de trabajo, tiene que ser agrario y alentar las fecundas labores del campo, en contraposición a la burocracia ordenada y cómoda ... ".
Tanto Blas Garay como Eligio Ayala concuerdan que, en los escenarios histórico-políticos, los partidos han intervenido prioritariamente en la lógica del patronazgo. En otro estudio hemos sostenido que "la vigencia de esa lógica política se sustentó en la práctica de un clientelismo de raigambre paternalista, en términos apreciables, y es por esto que la trayectoria histórica de estos dos partidos políticos tradicionales (el Colorado y el Liberal) es la encarnación de los vínculos de patronazgo en la historia de la articulación entre el Estado y la Sociedad en el Paraguay'. Los dos autores, en términos claros y consistentes, pusieron de manifiesto la mencionada limitación histórica de ambos partidos de abocarse preferentemente a la conquista y el control del poder a favor de sus dirigentes y caudillos.
La atención de Justo Pastor Benítez estuvo más centrada en el papel histórico de su partido (el Liberal). No obstante, hasta cierto punto, también coincide con los pensadores nombrados en el criterio de que los partidos políticos no deben limitarse a la mera administración del poder, y que, por el contrario, tendrían que convertirse en gestores de políticas de estado y agentes promotores de la solución de los problemas sociales más impactantes del país.
EL ESTADO
Si bien varios pensadores analizaron algunas de sus dimensiones estructurales, fueron pocos los que priorizaron sus análisis sobre el papel del conjunto del estado, como mecanismo institucional de gestión del poder delegado por la sociedad civil, en el marco del régimen democrático. Entre estos últimos, se ha destacado Natalicio González, reconocido intelectual colorado y ex Presidente de la República, desde una perspectiva conceptual y analítica muy singular, tal cual cabe colegir del siguiente texto:
"Con el fin de asegurar su libertad, entendida como el derecho de mantener su identidad a través del tiempo, de objetivar la idea, la esencia del presente en sí, en una realidad cada vez más perfecta, más cercana al arquetipo, el paraguayo busca constituir el Estado servidor del hombre libre. Una tal entidad no tiene por fin destruir al hombre paraguayo, sino crear las condiciones que favorezcan el desarrollo de su autenticidad, la universalización de su autoctonía, en el sentido de hacerla inteligible a la mente del mundo, como valor integrante de la compleja cultura de nuestro tiempo. ... Hasta 1870, la nación guaraní no siguió ningún modelo europeo para organizar el Estado. Guiado por su propio genio, se abstuvo a construir sus instituciones en vista a sus necesidades mediatas e inmediatas, sopesando al propio tiempo los peligros que se cernían sobre su horizonte tempestuoso. ... La finalidad inmediata y actual de la democracia paraguaya consiste en la creación de una sociedad justa ..., (que) implica: a) Un pueblo cuya célula sea un núcleo (familia, aldea, pueblo) y no el individuo tomado con abstracción de todo vínculo social. ... b) Un pueblo dinámico, creador, poseído del sentimiento de la ética social. El Estado servidor del hombre libre implica: Un poder que sea expresión del pueblo..., y manifestación organizada de la fuerza popular. ... Una individualidad internacional que mantenga intacta la base física de la nación y asegure la expansión comercial de la República. Y un propulsor cultural que ejerza el control de la enseñanza en todos sus grados. La economía puesta al servicio del pueblo implica: La independencia del Estado del dominio del capital privado. La salvaguardia legal de las riquezas básicas del país de toda especulación privada que haga abstracción del bien colectivo. La intervención del Estado en la economía, en la medida en que se haga necesaria para anular la acción antisocial de los monopolios".
Resulta indudable que el texto citado refleja, hasta cierto punto, los supuestos ideológicos de una de las corrientes políticas que estuvieron disputando sus hegemonías en el contexto internacional, más pronunciadamente, y en el nacional, en menor medida, especialmente en el período histórico que transcurrió entre las dos guerras mundiales. En otras oportunidades, se ha calificado al pensamiento de Natalicio González como bastante próximo al sostenido por el fascismo. Si bien algunos de sus criterios, en principio, se inscribían en determinados postulados de este último, como, por ejemplo, el referido a la organización y participación de la sociedad a través de núcleos sociales y no de acciones individuales, como sostenía y sostiene el liberalismo, ello no tendría que excluir la debida ponderación de ciertos puntos de vista que continúan siendo relevantes para el presente y el futuro del país. En ese sentido, no puede negarse que, por un lado, la necesidad de la construcción de una sociedad justa sigue representando uno de los grandes imperativos nacionales, y que, por otro lado, la conformación histórica y auténtica de la soberanía nacional no debe limitarse a la vigencia legal de los límites fronterizos, sino que también debe incluir el control efectivo del territorio y de sus riquezas básicas en real beneficio del bien colectivo de la nación.
EL NACIONALISMO
Otra de las temáticas que mereció la atención de los pensadores, pertenecientes a diversas posiciones políticas e ideológicas, fue el nacionalismo. Si bien los intelectuales colorados fueron los que, a través de distintas aristas, lo abordaron más ampliamente, también los pensadores adheridos a otras posiciones partidarias lo analizaron. Entre estos últimos, se destacó el liberal justo Pastor Benítez, quien al respecto puntualizó:
"Nuestro, nacionalismo no es exclusivamente tradicionalista. Se inspira en la tradición. Positivamente es el ansia, el deseo de alcanzar para el Paraguay una personalidad de relieves propios, su autonomía económica, cultural y jurídica, como complemento de su independencia política. Queremos la afirmación de la colectividad nacional, para lo cual consideramos indispensable el conocimiento y la comprensión leal de su historia. Sabemos que el progreso no es la exclusiva y fatal continuación de las fuerzas del pasado; que él es también obra de la iniciativa, de la invención, de aportes nuevos, pero en sociología del progreso no es la negación forzosa del punto de partida. ... La historia es más que crónica. Es análisis, es compulsa, es examen de los antecedentes y ubicación en el tiempo. Con este criterio, la guerra de la triple alianza no es ni puede ser el fruto del capricho y de ansias de glorias bélicas de Solano López. Es más la crisis inevitada de un estado de cosas que arranca de 1810 ..., agravada por la presión de Buenos Aires de incorporar al Paraguay al modelo del antiguo Virreinato, y sobre todo por la pretensa hegemonía en el estuario acariciada y sostenida por el imperio bragantino".
Como se adelantó, en el análisis y debate sobre el nacionalismo asimismo existieron pensadores adheridos a la trayectoria histórica del coloradismo que formularon importantes aportes. Una de las contribuciones sobresalientes corresponde a Juan E. O'Leary, tal cual se colige de la siguiente cita:
"Existe un nacionalismo agresivo, que se traduce ... en ambiciones desmedidas, en odio a todo lo que no es propio en espíritu guerrero. Y no es por cierto éste el que nos conviene.
Manifestación morbosa es esta del patriotismo, que de ningún modo puede convenir a la convivencia internacional o a la economía social del los pueblos. La paz debe ser la ley de la vida y las fronteras nacionales deben ser el límite de nuestras ambiciones de progreso y bienestar. Celosos de lo propio, pero respetuosos de lo ajeno. Sin envidias deprimentes, pero orgullosos de nosotros mismos. Apegados al terruño, pero animados de un sentimiento enaltecedor de emulación ante la extraña prosperidad. Exaltación, en fin, de nuestra personalidad, pero sin menoscabo de la ajena, en un afán permanente de mejoramiento, moral y material".
Y en el febrerismo igualmente existieron intelectuales que formularon sus propuestas interpretativas sobre la construcción del nacionalismo en el Paraguay. Entre ellos cabe mencionar a Juan Stefanich, quien, entre otras consideraciones, sostuvo que:
"La juventud paraguaya debe inspirarse en las grandes doctrinas de redención social y nacional de la hora presente (1930). Debe adoptar el espíritu heroico y abnegado de la juventud italiana de las horas dolorosas e inciertas de la pre-revolución, debe salir a infundir confianza y fervor a su pueblo, debe comunicar a toda la nación el espíritu renovador, ... y empeñarse en lucha pacífica de propaganda democrática y patriótica a dignificar los valores nacionales responsables y a promover el gran movimiento nacional de redención y grandeza patria en todo lo largo y ancho de la república. ... El pueblo paraguayo es pueblo sano, pueblo viril y pueblo capaz. Le falta solo dirección e inspiración. Faltan los apóstoles de la gran causa, los cruzados de la nueva era"
Significativas coincidencias surgen de las formulaciones consignadas. Tanto Benítez como O'Leary enfatizan que uno de los pilares del nacionalismo debe ser la construcción de una personalidad propia, basada en elementos constitutivos de la historia y la cultura de la patria paraguaya. La relevancia de los planteamientos se fundamenta en determinados criterios que merecen ser destacados. En efecto, la reconstrucción histórica tiene que provenir de un ejercicio intelectual y científico acabado, no de recuentos incompletos o parcialistas del pasado. A su vez, ambos pensadores consideran que dicha personalidad colectiva patriótica no debe cerrarse, encapsularse, sino tiene que estar abierta al mundo exterior, manteniendo firme, por cierto, su identidad propia.
Stefanich, con relación al último punto referido también concuerda con los autores mencionados, al señalar que el pueblo paraguayo es viril y es capaz. No obstante, su énfasis, su apuesta, está en la juventud, como el actor social protagónico en el cual tendría que recaer la tarea de la construcción del sentimiento nacional. Este punto de vista, en gran medida, lo ha rescatado teniendo en cuenta la experiencia histórica de la Italia fascista, liderada por Mussolini, tal como el propio Stefanich lo reconoce en otra parte del texto citado. Sin embargo más allá de ésta y otras implicancias teóricas e inclusive ideológicas, el aspecto que debe resaltarse radica en el hecho que este razonamiento, al igual que la mayoría de los cuales estamos comentando en esta oportunidad, ha surgido en un contexto histórico marcado por la disputa y el debate intelectual e ideológico, como lo fue el vivido durante las tres primeras décadas del Siglo XX, a nivel nacional e internacional. En ese sentido, cabe puntualizar que también el trabajo intelectual realizado por O'Leary sobre el nacionalismo, del cual fue extraída la cita consignada previamente, en términos
HISTORIA DEL PENSAMIENTO PARAGUAYO significativos estuvo fuertemente marcado por ese tipo de clima histórico. Por cierto, dicho clima surgió con posterioridad a la Guerra de la Triple Alianza, y que históricamente es conocido como la disputa entre lopiztas y anti-lopiztas. Precisamente, el citado pensador ha cotejado, entre otros, con Cecilio Báez sobre el papel histórico que le cupo desempeñar al Mariscal Francisco S. López en dicho enfrentamiento bélico. Con el transcurso del tiempo, la confrontación fue bajando de tono, perdiendo su fuerza, e iniciándose una paulatina superación de la misma. Justamente, el criterio sostenido por Justo Pastor Benítez, liberal como lo ha sido Báez, de que la causa de la mencionada contienda militar no estuvo en las actitudes y comportamientos personales de Solano López, ha sido una muestra del giro que fue dando aquel debate histórico.
En el Paraguay, el nacionalismo y patriotismo, desde los propios albores de su historia independiente, estuvo signado por los impactos provocados por las confrontaciones bélicas, proceso que, como es de amplio conocimiento, se extendió hasta la primera mitad del siglo pasado, debido a las derivaciones sociales y políticas vividas antes y después de la guerra del Chaco (1932-1935). Ahora bien, dicho patriotismo no fue construido exclusivamente en el ámbito de aquel escenario histórico-político. También existieron otros escenarios sociales en los que el mismo fue cultivado. Uno de los más importantes de este último tipo de escenario ha sido indudablemente la escuela. En sentido, Ramón Indalecio Cardozo, uno de los más renombrados educadores paraguayos, planteó, unos años antes de la mencionada guerra (1928), que:
"Surgió en el cielo de la pedagogía una nueva estrella, como guía de los pueblos y de los gobiernos: el ideal nacionalista. Sobre todos los ideales de sectas, sobre todas las aspiraciones colectivas se hizo primar el ideal de que la enseñanza, en los diversos grados, debe perseguir la formación de una conciencia nacional, tendiente a establecer la unidad necesaria entre los hombres de un mismo estado, y hacer levantar a la patria a la altura máxima. La patria antes de todo y sobre todo, la nacionalidad deber suficientemente orgánica y fuerte ... Para conseguir este ideal se tiene que obrar sobre la conciencia de la población, orientar su mente. Con este fin introdújose la enseñanza de la historia patria y de la instrucción cívica, como medios poderosos de instrucción y educación nacionalistas".
Cabe puntualizar que ambas materias, o disciplinas, especialmente la de historia, en términos relativamente comparables a los enfoques asumidos en otros países, no sólo de América Latina, sino inclusive en algunos de los denominados del primer mundo (Europa y América del Norte), fueron concebidas y desarrolladas preferentemente poniendo énfasis en el rol de los héroes y en los impactos de los conflictos, bélicos o no, surgidos entre países por el dominio y soberanía de los territorios.
Ahora bien, repensando la reconstrucción del nacionalismo en los tiempos actuales, en el inicio del Siglo XXI, habría que interrogarse sobre los principios teóricos y prácticos a partir de los cuales habría que abordarla. En este sentido, en otro trabajo, hemos señalado que “el clima de guerra con los países vecinos, en el que surgió el nacionalismo épico, ya no tiene la vigencia de épocas pasadas... Por lo tanto, este nuevo escenario de interacción externa exige que aquel viejo nacionalismo sea redefinido a partir de bases sociales y políticas distintas a aquellas que lo alimentaron desde principios del Siglo XIX. Esta es la opción que se impone a las naciones que, en los tiempos presentes, se hallan sumidas en la tarea de consolidar sus identidades, en un contexto internacional que impulsa la integración entre los países". En esta línea de pensamiento, Ernesto Laclau ha sostenido que, en el presente, "la construcción de identidades diferenciales sobre la base de cerrarse totalmente a lo que está fuera de ellas, no es alternativa política viable. Parte de la definición de su propia identidad -concluye- es la construcción de un sistema complejo y elaborado de relaciones con otros grupos o sociedades". Por cierto, aunque sumidos en el clima histórico en el que elaboraron sus razonamientos, ya algunos de los pensadores clásicos paraguayos, mencionados previamente, sostenían igualmente esta perspectiva de apertura al mundo externo en la construcción del sentimiento patriótico, tal como lo postulaba Juan E. O'Leary, según se ha visto.
ENLACE RECOMENDADO:
Fuente:
Obra de JOSÉ MANUEL SILVERO, LUIS GALEANO
y DOMINGO RIVAROLA
COLECCIÓN
LA GRAN HISTORIA DEL PARAGUAY, 18
Editorial El Lector
Director Editorial: Pablo León Burián
Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina
Director de la Colección: Herib Caballero Campos
Diseño de portada: Celeste Prieto
Diseño Gráfico: César Peralta G.
Corrección: Nidia Campos
Portada: Alumnos del Colegio Nacional de la Capital a inicios del siglo XX.
Álbum Gráfico del Paraguay
Fotografías del Álbum Gráfico del Paraguay
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ISBN: 978-99953-1-089-9
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El Lector II: San Martín c/ Austria.
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Esta edición consta de 15 mil ejemplares
Asunción – Paraguay (149 páginas)
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