POEMAS Y CANCIONES
Poemario de
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
© JUAN MANUEL MARCOS
Alcándara Editora, Colección Poesía, 57
Edición al cuidado del autor y C.V.M.
Diseño gráfico: MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
Viñeta: CARLOS COLOMBINO
Tiraje de 750 ejemplares
Hecho el depósito que establece la ley 94
Se acabó de imprimir el 17 de noviembre de 1987
en los talleres gráficos de Editora Litocolor
Asunción del Paraguay (88 páginas)
UMBRAL
Esta es una selección de algunos poemas y canciones, hecha a pedido de Alcándara, que así me ofrece generosamente la oportunidad de retomar contacto con el lector paraguayo. No es una recopilación completa. Por ejemplo, en el caso de las canciones, el público echará de menos algunas letras ya editadas en disco o cassette. Estamos preparando para más adelante un álbum sonoro con todas las canciones y sus letras.
Este libro tiene seis secciones. La primera incluye canciones que tienen música de Mito Sequera, Carlos Noguera y Jorge Krauch. La segunda reúne tres poemas épicos. La tercera es un nostálgico homenaje a mi época de profesor en Asunción, en el que también quisiera envolver a mis ex-alumnos de la Academia del San José.
La sección titulada "PALABRAS A LO LEJOS" tiene como tema el exilio y, por supuesto, el regreso. La quinta sección, "ODAS" incluye poemas amorosos, y la culpable de ellos es la acuariana a la que está dedicada esta edición.
Por último, en la sección "CANTOS DE ESPERANZA" me he apropiado escandalosamente no sólo del título y los temas de algunas canciones de Carlos, sino, lo que es peor, hasta de lo que no dicen. No obstante, los lugares comunes son míos.
JMM - Asunción, noviembre de 1987
A Greta
CANCIONES
HAZME UN SITIO A TU LADO
Hazme un sitio a tu lado paralelo al recuerdo,
largo como un horizonte encendido de anhelos,
tibio como una caricia de tus manos secretas,
mío como el gorjeo torrencial de tu pelo.
Hazme sitio a tu lado donde acostar mi pena,
refugio del dolor, amparo del combate,
donde olvide a los muertos:
toda mi angosta historia y mis heridas,
la espiral del deseo y toda una cordillera de memorias.
Hazme sitio a tu lado para estar a tu lado
y junto a ti mirar con la misma mirada,
junto a ti desangrarnos desde las mismas venas
y modelar la patria con aires populares:
una misma alegría para los mismos hijos.
Hazme sitio en tu lecho donde cabe mi angustia,
hazme sitio en tu alma donde guardas mis besos.
Yo quiero hacer de ti un pájaro o un canto,
y a veces decirte que te amo.
1970
EPIGRAMA
Por vos, mi amor, yo daría todo.
La vida. La palabra. Enteramente.
Lo que me pidas y lo que no me pidas. Todo.
Te quiero y eso basta.
Lo demás es poesía.
1972
DISTANCIA
a Liliana y Marcelo Serrano
Tu pelo eran cascadas de metal color tiempo.
Cuando llega el rocío te invade la nostalgia.
Pareces no ser tú sino tu sombra.
Tu piel es ya un olvido de mágicos retornos.
Murieron las estrellas australes en silencio,
antigua carabela de ceniza.
Miradas, melodías residen en tu alma.
Llorando está el otoño con los ojos al viento.
Déjame recordarte como eras.
1969
A LA RESIDENTA
a Delia Sara Alvarez
Y ya ves, compañera, la patria está en llamas.
Préstanos tu mirada, y tu cántaro seco,
el arado cansado y el sudor de tu frente.
Residenta de fuego, mujer de manos claras.
Tus hijos se quedaron detrás de la campaña.
En tus ojos hay lunas y detenidas lágrimas.
Quisiéramos que sea tu cuerpo de madera
la matriz fulgurante de una nueva era.
Residenta doliente, residenta callada.
Prosigue tu raquítica y larga y vaga marcha.
No olvides que cantamos para que no te olvides
de llevar de los héroes caídos la bandera.
Acuérdate, amiga, de todos los que fuimos
vencedores sangrantes del que ganó la guerra.
Y escúchanos, hermana, fecunda la semilla,
porque estamos esperando debajo de la tierra.
1973
UNA ANTIGUA SANGRE
a Carlos Noguera
De tiempo y de metal, de pura sangre,
a golpes de palabra y agonía
se va haciendo la historia de los débiles,
con sílabas de lámpara cautiva
y un corazón de pie y una paloma.
Para siempre quizás y todavía
y falta y hace frío y sin embargo
¡qué canto inmemorial viene de pronto!,
¡qué muerte solitaria en el camino!
El pedazo eucarístico del cielo
del aire descendió en pantalones,
se puso los del hombre y su camisa,
su inmenso amor hizo el amor al viento.
La noche de la patria comunera
se abrió en cristal y en alba sonriente.
Mientras existan jóvenes, la sangre
escribirá su nombre en las paredes.
1974
GESTOS DE GESTA
LÓPEZ, I
a Carlos Alvarez
Que se oiga la voz de Bolívar diciendo: la patria es América.
Que venga el caimán de Martí navegando los ríos patricios.
Que el indio Juárez venga a lomo de mula andariega.
Que Sucre descienda del monte armado de estrellas y cantos.
Que truenen los cascos rotundos del rojo alazán de Miranda.
Que O'Higgins convoque al relámpago en la frente iracunda del héroe.
Pedazo de pueblo partido, San Martín en la noche de exilio.
Jesuitas modernos gigantes que saludan el sol que perdura.
Y la patria de Lincoln que olvida una antigua caravana de sangre
La garganta de Artigas eterno, hoy cañón en que el eco retumba:
Patria o Muerte oriental de mi América niña.
En la sierra Sandino, fusiles, y alboradas y música y cruces.
Un jinete se acerca sonoro en el medio de un mundo de polvo.
¡Es Zapata! Hermano del pobre, capitán generoso del pueblo.
Estos son los que vienen ahora a inclinar sus proféticas voces,
sus esdrújulas voces, sus voces de implacable y feroz testimonio.
Y le cubren la espalda a Francisco del pueblo Solano del pueblo
mientras López abrasa la causa de la patria de todos que es tuya y es mía.
Cerro Corá que caminas desnudo por la calle abismal de la historia.
Meridiano caliente y pretérito, alacrán convertido en tormenta.
El primero de marzo cayeron los que fueron a darte su vida.
Y la vida encontraron el día en que la patria murió combatiendo.
¡Patria Grande! Mañana seremos una América libre y unida.
Lope tiempo que América entera protestó con su débil palabra.
Lope tiempo que vino el comercio a cambiarnos el ritmo y la cara.
Lope tiempo que vino la espada con su filo banquero y podrido.
Lope tiempo que el sol se hizo mierda con la muerte, la muerte y la muerte.
1973
LÓPEZ, II
a María Hortensia Alvarez
Desde aquí les cantamos. En su nombre la patria.
Su nombre; de valientes, gloriosos camaradas.
Desde aquí por la palabra, la música, al abismo.
Tu palabra viuda, clarinada. Kavichu'í, el himno, el centinela.
Somos del mismo grito. Un mismo sol nos vio nacer,
¡aquí!,
junto a la página.
Talavera, poetas combatientes.
Somos de la raíz ardiente de la sangre.
La patria es un poema sin acabar, sin tiempo:
Nunca olvidaremos el verso de tu muerte,
ni la muerte diaria del poema.
En un puño la mitad de tu mirada.
la roca de tu ejemplo, las barcazas, la noche, el abordaje.
Milicianos de estirpe navegable, ¡adelante!
Las balas en tu espalda,
tu costado sangrante.
Ignacio Genes, heroicos combatientes.
Somos de tu piel cuando la lucha.
Tu mano cerrada cuando apenas.
Somos el cántaro caliente de tus venas,
y vienen hacia ti los despojados.
Tu rostro popular no tiene un ojo, porque mira.
Cíclope nocturno, amigo nuestro:
míranos sin doblez,
como la tierra.
¡José Eduvigis Díaz, combatiente!
Victoriosos como el pueblo, triple como el destino.
Te fuiste para estar, como un ángel de hierro.
Hoy es Curupayty ¡y estamos juntos!
Contigo, general, en la jornada.
Porque caben en vos las esperanzas,
los últimos esfuerzos,
la llegada del día, la guitarra.
Y estaremos contigo, compañeros de siempre, como ahora,
en un Curupayty mestizo, sangrante y resurrecto.
Triple ventana abierta hacia el naciente.
Y allá, el hombre nuevo,
la alegría,
la justa decisión,
la estatura de la piedra,
el límite del agua
y el verano.
En el nombre de Francisco, de Solano y de López, ¡así sea!
1973
LA HISTORIA EMPIEZA EN ALTOS
a José Félix y José María Fernández Estigarribia
La historia empieza en Altos,
en lo alto del aire el mariscal envuelto en llamas
sube la tierra verde como una flecha de agua.
No está parado allá bajo sus alas rotas
sino que su modestia impide
que alce la voz ahora, vivo o muerto.
Para ganar la guerra no hace falta el ademán vociferante.
Basta amar a la patria y ser inteligente.
Así que entra en Altos a vivir en lo alto
desde el nivel del pueblo,
a conversar en francés, en guaraní y en hierro.
Se lo vio en la tarde volar como una estrella
en busca del reposo del combate.
Y su vigilia es como una estrella pura.
Nadie tuvo su gesto de espacio indoblegable,
nadie su visión ígnea de águila celeste.
Y nadie unos bolsillos tan vacíos.
La lucha continúa,
la historia empieza en lo alto,
y hoy es siete de septiembre para siempre.
1976
COLEGIALAS
I
a la madre Elisa Domínguez, STJ
Ella tiene sus cuitas.
A los catorce años
el colegio es un largo pasillo, escaleras, cipreses,
cocoteros, chivatos, palmas, pinos, umbrales soleados,
una ternura vieja como una flor dormida,
olvidada en las páginas de un libro amarillento,
cierto secreto triste.
Ella tiene sus cuitas.
Pero el viento de invierno les azota la cara
y arranca bufandas con las manos de un fauno
simulado en el duro azul de la mañana,
con los dedos de un sátiro que burló la celosa mirada de las monjas.
Ella tiene sus cuitas.
La vida es algo serio a los catorce años.
La gente no lo sabe.
Se ha olvidado muy pronto de sus catorce años.
Por eso, ella mira, lejana, en la ventana.
Sus ojos renunciaron a la clase de historia
y Alejandro es ahora esa nube viajera.
Ella tiene sus cuitas.
A los catorce inviernos, el cielo no ha cambiado,
todavía.
1976
PALABRAS A LO LEJOS
EL EXILIADO,
I
I
a Carmen y Alejandro González
Amamos lo que es como nosotros,
y podemos entender lo que el
viento escribe en la arena
HERMANN HESSE
Nunca vimos ese rostro.
Pero recordamos su costumbre de sonreír, callado.
Nunca tomamos esas manos.
Pero su leve tacto es una vieja amiga.
No conocimos esos labios.
Pero ya nos besaban, desde remotos ríos, la memoria.
No habían escurrido sus pasos negligentes nuestro umbral.
Ni degradado, amable, su atardecer a solas
nuestras personales escaleras.
Ni despejado su intrusa viudez de pantano
nuestros exiguos ritos cotidianos.
Pero ha llegado.
Y aunque no compartimos el pífano portátil de su idioma.
Ni ocupamos el eco nasal de su saludo.
Ni sospechamos la asmática parábola de su recién venida alarma.
¡Le extendemos los brazos!
Nunca había estado aquí. ¡Pero ha regresado!
Entonces, sin sorpresa, su silueta recorre nuestra casa.
Reconoce rincones jamás imaginados.
A la noche, nos hablará, como siempre, con sus errantes sílabas.
Conversaremos como niños que el invierno desvela
y adivinan sus huellas infinitas
bajo el silencio confidencial de las estrellas.
1977
II
a Isabel Allende
De vino, de poesía o de virtud,
como quieras. Pero empedate
CHARLES BAUDELAIRE
Ha olvidado una noche, una mano, un muro.
Ha olvidado una tarde dichosa de su infancia.
Ha olvidado una lámpara, una mesa, un libro.
Ha olvidado el lejano rostro del sur.
Inmerso en unas nuevas costumbres andariegas,
el jilguero, la sed, el caserío
le proponen una delgada amistad en la sangre.
Usurpan el espacio en fuga del recuerdo.
La música, la gente, el trajín, las imágenes,
la irremediable ausencia, los semáforos,
el olor del café, la moneda, el tabaco.
Todo está aquí vestido de distancia.
Sin embargo, cuando madruga y bebe su mate solitario,
le parece que nada ha cambiado.
Reconoce un antiguo fulgor en la mañana.
Siente como si nunca se hubiera despedido.
Cansado de la lenta erosión del exilio,
del silencio infinito de la calle,
ansía como loco el regreso y el grito,
la ebriedad de la vida vivida entre otras vidas.
Entonces, se atarea con calmosa nostalgia.
Prepara, minucioso, su valija callada.
¡Lo tiene todo listo para salir de viaje!
Mientras guarda sus cosas,
hay una extraña sonrisa en su mirada.
1977
III
a la memoria de Nils Olof Gustafson
Volver la pena,
aunque hayamos cambiado
CESARE PAVESE
Será lindo volver después de tantos años.
Abrazar a los nuestros con impaciente júbilo.
Encontrar todo tan cambiado.
Y descubrir, de pronto, que no nos hemos ido.
1977
DÍAS DE HERÁCLITO
a la memoria de Julio Octavio Alvarado
Y la vida que viene de pronto como un cometa pálido
en esas horas de ronco silencio diminuto,
esas cosas que pasan pero allá, porque si no, no vale,
temblando como un secreto entre los ojos vagos
y la ceniza vaga y la memoria.
A mí me gusta el agua cuando mana del día,
del mediodía entero como página en blanco,
no quiero esos oscuros misterios taciturnos
que en la noche se encienden como pétalos rojos,
esos carbones mínimos del alma a la intemperie
y el aullido en las sienes como un furgón remoto.
En esas viejas cosas, esquinas de otro mundo,
del mundo como mástil sonoro y como incendio,
en esos días de Heráclito me prolongo y me salgo
a caminar conmigo y la nostalgia a cuestas.
Otros dirán que entonces empezaba el otoño
pero sé que vengo desde antes
y que después de todo, mañana es otro día.
Alguien me dicta esos textos encinta,
los textos que me escriben los fines de semana,
mientras mis ojos beben la copa de los pinos
del Chatham College del fondo,
y el paisaje o paisajo con ajo y sin país
pero con todo el río de la gente, que es tiempo.
1981
LO ÚNICO GRATUITO QUE NOS QUEDA
a Luis Villar
La inflación,
ese vaso lleno de números, que te ulcera los sábados
y el hígado te araña de mal vino,
no puede ser que rompa tus recuerdos
ni tus ganas de estar con ella un rato,
vos sabés que eso no se arregla
con una votación morada o rosa,
ni una revolución que ya gatea
ni una dictadura que se raya.
Vos sabés que toda la poesía no sirve para nada,
y continúa.
No importa que estas cosas no se digan,
lo que importa es el viento.
Acá la poesía no se vende
y allá se autocensura.
Lo que importa es el viento.
De tarde en tarde, pucha, escupo sangre.
Cuando empieza la noche nadie escucha,
todos duermen en casa,
la ventana asfixiada de cortinas grasosas
se va a acostar temprano.
Mañana es otro día de trabajo.
La tarjeta de crédito lo acecha,
sus fauces sonrientes nos seducen con sus colmillos
fotogénicos al 19%
pero de pronto alguien escribe este poema
y todo, quién diría., todo, todo,
vase a la mierda
excepto el poeta y su lector,
con la ventana abierta,
el culo al aire,
sin crédito ni más tarjeta postal
que el cielo,
rojo como una sandía compartida.
¿Por qué sobrevive la poesía?
Quizá porque es lo único gratuito que nos queda.
1983
ODAS
ESPOSAS
Me pusieron esposas.
Pensaron que así me humillarían.
¿Qué esposas?
Festejo tus hoyuelos.
No tengo otra alegría.
Esas son mis esposas.
1977
POEMAS DE LA EMBAJADA
I
Así son estos días en que las horas gimen,
los espacios viajan como recuerdos pálidos,
las nubes tienen lágrimas oscuras
y la radio, un solitario y triste ruido amargo.
Ya casi no me quedan memoria ni esperanzas.
Estoy anclado en mí, lejos de todo.
No me queda ni voz para hablarle a mi sombra,
y las palabras, ásperas, difíciles, se parecen a ti.
Siempre te nombran.
¿Cómo es posible, amor, que nos separen?
Así, de esta manera violenta, larga, mala.
A nadie hacemos daño besándonos un poco,
quedándonos (o yéndonos) con las manos unidas,
compartiendo silencio y esperanzas.
¿Cómo es posible, amor, que todas las mañanas
sean ahora la misma soledad y el mismo sueño?
¿Cómo es posible, amor, que no haya ventanas
más que esta ventana en la que el aire calla
y el paisaje parece de piedra gris, intacto?
¿Cómo es posible, amor, que no haya veredas,
plazas, mediodías, milagros, conversaciones simples?
¿Cómo es posible, amor, que la vida sea esto?
¿Cómo es posible, amor, que así los días pasen,
sin moverse, y no podamos salir aún hacia nosotros?
¡Hacia la enamorada libertad pequeñita
que (no sé cómo) todavía palpita
en este encierro de nadie, sin música ni manos!
Así son estos días en que las horas gimen.
Te imagino en silencio. Esperando.
Te imagino angustiada, también, en esta espera
de insomnio y pesadilla.
Con las manos vacías.
Nada más que conmigo en el recuerdo.
Nada menos que juntos, aún, sobre las lágrimas.
¿Cómo es posible, amor, que hoy sea domingo
y no podamos correr juntos al aire?
¿Cómo es posible, amor, que a pesar de esta ausencia
los lunes amanezcan con las puertas cerradas?
Así son estos días en que las horas gimen.
Ya no tengo palabras.
Solamente unas sílabas de dolor y silencio.
Solamente estos días de goznes herrumbrados.
Solamente esta triste soledad infinita.
Solamente estas horas en que los días gimen.
Si no tuviera este amor lo inventaría.
Nadie puede vivir sin este fuego.
Nadie puede engañarse, como un ciego de nacimiento
que imagina el esplendor del alba.
Este amor me ha dado fuerzas contra todas las cosas,
en medio de la angustia, clavado entre columnas,
desterrado del mundo, perseguido,
difamado, herido de amenazas,
solo como un misterio sin voces ni noticias,
escondido del buitre que sospecha del día.
Nadie puede vivir sin estas llamas,
sin esta combustión invulnerable,
sin esta fiebre solidaria que abomina la muerte,
sin esta primavera que nos abre los ojos,
sin esta leal fragancia que nos abre los poros,
sin esta luz sonora que nos abre los labios,
sin este amor abriéndonos las puertas de la vida.
A ti te inventaría.
Soñándote vestida de luceros y alondras,
coronada de pétalos y besos,
generosa como el agua,
dulce como la noche,
joven como el día,
amante como el vino.
Para amarte, amor mío,
inventaría el mundo.
No imagino el tiempo ni el espacio
sin que vinieras tú a llenarlos de música.
Enciéndeme en tus brazos.
De tu amor me alimento,
en tu amor silencioso conocí la ternura,
por tu amor me ilumino más libre aún que el aire.
Tus brazos, atados a mí como un recuerdo,
son esta lámpara que ahuyenta las tinieblas
y esta clave de música que sobrevive en mis ojos.
En esta soledad interminable y húmeda
leo por fin mis pasos, mi escritura, mis sueños.
Te descubro a mi lado, otra vez y siempre, mía.
Te descubro sonriente, llegándome hasta el alma.
Descubro entonces todo:
la esperanza, la vida, las manos extendidas, el otoño sin márgenes,
el río inmemorial de los amigos,
la libertad sincera, irrenunciable,
de tus besos, tus actos, tus silencios.
1977
CANTOS DE ESPERANZA
CINCUENTA VECES CINCUENTA
a Edgar Valdés
De la hermética quietud boscosa y el puntual rumor de los torrentes,
del eco antiguo de las gestas,
la diáfana sonrisa mestiza de unos ojos
-palmera de cristal, la vida-
una crepuscular melancolía en cocoteros de eternidad y silencio,
la vaga cicatriz de la nostalgia,
la dulce monotonía de las tardes de otoño vegetal,
la morena altivez popular de los quebrachos
y las tranquilas extensiones verdes,
de la palabra bilingüe y cadenciosa y terrestre,
de pálidas hogueras bajo la lluvia mansa
y el mítico silbido de oro y matorral en la siesta inocente,
como un relámpago rojo,
como un pájaro,
como violento cántaro,
una luminosa explosión de profecías,
¡la Guarania!
forjada para siempre de manantial y roca
y una enamorada primavera de claveles
en sus labios de aroma y agua clara...
¡desde entonces fue haciéndose esperanza y campana,
desde entonces la patria tuvo color y milagro,
tuvo hijos que cantan
y caminos
sin más sombra que el viento!
La Guarania,
pura esencia natural de la mañana,
saludó al universo con sílabas filiales
-melodías de espacios infinitos-,
salió como una flecha de luz sobre los árboles,
dialogó sin misterios en un idioma único,
fue de todos, por fin, como una madre entera,
y entonces
empezaron los lobos a aullar para apagarla,
gastaron ojos ciegos de espeso líquido,
de fétida negrura
y de infamia caliente.
Navegan todavía esas miradas oscuras
las cloacas inútiles del rencor y del vómito.
¡Alerta, vigilantes del día y su jornada!
¡Alerta, solitarios camalotes enlutados de anhelos!
¡Alerta, ciudadanos de piedra y agua dulce!
¡Alerta, compañeros del humo y la alegría!
¡Alerta, militantes del joven cataclismo!
Está naciendo, como inmenso volcán,
retumbo,
multitud,
lágrima,
beso
y áspera paloma victoriosa,
una Guarania nueva de pólvora y futuro,
una Guarania invicta,
elemental
como la sangre.
1975
AQUÍ TENÉIS MI VOZ
a Jerónimo Irala Burgos
¿Por qué tienen las horas ese color de otoño?
¿Quién ha echado las cartas
de este día difícil y largamente amargo?
No sé cuántas palabras y besos y agonías aguardan a mis labios.
Pero con ellos canto.
Aquí tenéis en pie mi voz contra el tirano,
a favor de las uvas, la inocencia y la vida.
Esta palabra usual.
Usadla.
Empuñadla.
1976
POEMAS DE LA LIBERTAD,
I
a Jorge Canese
Aquel es pyragüé.
No tiene más oficio que estar ahí parado
como la tos de un perro,
anotando las horas en que viene el lechero,
nos visita el vecino o miramos la luna.
¡Alguien lo puso en esa esquina
y le enseñó a leer al revés el periódico
para disimular su alfabeto traidor!
Yo lo señalo ahora con un dedo de ira
para que no le deis la hora ni el saludo
cuando paséis la esquina.
(Es el que tiene el aliento más triste y los ojos de humo.)
Sé que es un pobre hombre.
Pero como él hay muchos,
y entre todos han hecho inhabitable el mundo.
Maldigo su raza de ratas sifilíticas
y juro que jamás le prestaré un violín.
1976
II
a José Antonio Galeano
No podrá persuadirme la muerte cotidiana.
Apartad de mi casa sus signos de ceniza,
su aliento de murciélago, su cráter amarillo.
Ya sé que sus heraldos sombríos multiplican
en ventanas y sótanos, en mercados y sábados,
el olor implacable de sus esquinas húmedas.
Apuesto por la vida.
A pesar del espía que soborna silencios
y el sabueso de sangre, traición, infamia y lodo.
A pesar del comercio diario del saludo.
Apuesto por la vida, lo nuevo y lo posible,
la cíclica sonrisa de las uvas,
la silenciosa nostalgia fluvial del arroyito,
la silenciosa nostalgia marítima del río,
la silenciosa nostalgia terrícola del mar,
¡este sueño de arcilla!
Algunos secretos alfareros están imaginando
la silueta del día.
¿Por qué ha de estar
eternamente prohibida
la alegría?
III
a Augusto Roa Bastos
¡Cuándo iremos, más allá de las playas
y montes, a saludar el parto del trabajo
nuevo, la sabiduría nueva, la huída de
los tiranos y de los demonios, el fin de la
superstición, a adorar -¡los priméros!-
el Nacimiento sobre la tierra!
ARTHUR RIMBAUD
Hasta la geografía mudará de colores:
será más verde el árbol,
el pájaro más ave,
los ríos más verano,
las colinas más tetas,
la mujer más espléndida.
Y los hombres, más niños.
Nadie recordará cómo era el olvido.
Ni habrá tiempo para escupir rencores.
Ni otra luna
que la diurna luna
de unas manos unidas por el amor,
el trabajo, la vida y la poesía.
No habrá libros que no puedan abrirse.
Ni cantos mutilados en el trasluz del aire.
Ni labios que no puedan besar como soñaban.
Ni dioses sin los hábitos diminutos del hombre.
Así juntos iremos hacia nosotros mismos.
Embriagados de abrazos, de fragancias, de música.
Tranquilos y expandidos en el sol de los otros
como una patria íntima y una vasta bandera.
La tierra será toda una inmensa mañana
sin aduanas, gendarmes ni fronteras:
unánime materia fluvial y constelada.
Tenaz como la vida, bastión de la esperanza.
esta ansiedad de auroras nos funda y nos congrega.
Invencible, libera de ausencias nuestras huellas.
Y en la memoria teje despacito el futuro.
1977
IV
a Ana María y Carlos Villagra Marsal
Vio caer la nieve
sobre las ramas peladas,
y en la penumbra del zaguán
la sombra del asesino
GEORG TRAKL
Lo vi venir con sus ojos perversos.
Oí tintinear las esposas en su bolsillo.
Me embriagó su humedad de averiado verdugo.
Los pájaros cantaban aún en la mañana.
1977
ÍNDICE
CANCIONES : Hazme un sitio a tu lado, / Epigrama, / Distancia, / A la residenta, / Una antigua sangre,
GESTOS DE GESTA : López, I, II / La historia empieza en Altos,
COLEGIALAS : I / II / III
PALABRAS A LO LEJOS : El exiliado: I, II, III / Atardecer, / Días de Heráclito, / Lo único gratuito que nos queda, / Julio Iglesias,
ODAS : Esposas, / Poemas de la embajada, I, al X,
CANTOS DE ESPERANZA : Cincuenta veces cincuenta, / Aquí tenéis mi voz, / Poemas de la libertad, I al IV, / Elegía a Víctor Jara, I al V / Canto de victoria, I al V.
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