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miércoles, 24 de febrero de 2010

EL ÁNGEL ESCARLATA Y OTROS POEMAS. Autora: MARÍA DEL CARMEN PAIVA - Prólogo: CARLOS VILLAGRA MARSAL / Edición digital: Biblioteca Miguel de Cervantes.

EL ÁNGEL ESCARLATA Y OTROS POEMAS
Por MARÍA DEL CARMEN PAIVA
(Enlace a datos biográficos y obras
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
Prólogo de
CARLOS VILLAGRA MARSAL
Arandurã Editorial, Asunción Paraguay 1995
Edición digital: Alicante :
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002
**/**
AL BORDE DE LA POESÍA DE MARÍA DEL CARMEN PAIVA
** La poesía es una de las escasas categorías verbales que se explican por sí mismas, de manera que en rigor un poemario no habrá de requerir prolegómenos ni glosario. Según creo, fue Paul Éluard quien reflexionó que el poema es un puente entre dos misterios: el del autor y el del lector; sería peligrosamente inútil, entonces, entregar andadores a este último para que recruce aquel arco de símbolos tendido entre sus riberas personales y las del poeta. Ello sin embargo, es oportuno ocasionalmente presentar comentarios laterales acerca de un libro de versos, en particular cuando éste empieza y a un tiempo rubrica una larga devoción. Tal la circunstancia de María del Carmen Paiva.
** Es de sobra conocido que en literatura no existen inclinaciones tardías; ahora bien, dentro de la sociedad latinoamericana en general, y por supuesto en la nuestra, podría registrarse un número significativo de vocaciones postergadas, sobre todo femeninas, como ya lo indicó perspicazmente una escritora compatriota, también víctima previa de la frustración aludida. Para muchas mujeres de la región, en suma, no es sólo una metáfora el polvoriento silencio del arpa becqueriana, ni tan enigmático el sentido del poema de Mallarmé «Quand l’ombre menaça de la fàtale loi».
** La creación literaria es comunicación o no es nada. Así, El ángel escarlata... desgarra una antigua mudez indeseada aunque fervorosa, y se incorpora a la lírica del Paraguay con llanto de recién nacido: vivo material de primeriza en efecto, con las contracciones, con el pujo, con los derramamientos, e incluso con la enérgica salud de algunas pariciones iniciales.
** Victorias doloridas de una límpida catarsis, los poemas de El ángel escarlata no remontan su vuelo incendiado desde un soberbio empíreo posible, sino partiendo de las propias cumbres o abismos entrañables de la autora; a mi entender, los textos de María del Carmen trajinan anchos entornos de clarividencia y fuegos fatuos, de mudanzas y congoja, de poblamiento y soledad, con un trasfondo cárdeno de exaltación individual («¿Quién que es, no es romántico?») y un subsuelo impregnado del reflujo onírico, a veces acumulado y brusco, otras parco y coloquial.
** Y termino acá este breve embarcadero de palabras, cuya única función debiera ser la de que el avisado lector se embarque con pie enjuto a navegar por la poesía de María del Carmen Paiva.
CARLOS VILLAGRA MARSAL. Última altura, marzo de 1995
**/**
EL ÁNGEL ESCARLATA Y OTROS POEMAS
.
RETENIDA
a Mercedes Sosa Ugarte de Jiménez Gaona

Apenas sostengo esta soledad.
Más que soledad es una ausencia
inmolada frente a los trigales
que alguna vez doraron mi reposo.
.
Allá arriba brillan las esferas
sobre mis estatuas ensimismadas.
Debajo del agua
se mecen los lienzos que debieron ataviarlas.
.
Este dolor que no desea partir
rehúsa rasgar sus vestiduras.
.
Huelo a menta y a monte refrescante,
ráfagas que vienen desde lejos.
Que no se lleve el viento mi sortija.
Tomo la espada para defenderla
mientras mis ojos
van dejando sus huellas húmedas en el espacio.
Ya casi no retengo esta carencia,
simulando como un viejo violoncelo
una canción antigua y rayada de cuna.
.
Fraguan acostumbrarme a un sentir de catacumba,
pero este fulgor que me arde dentro
parte como un cometa
con su escondido tesoro
a la legión de las estrellas,
y allá corre puro
y permanece.
.
CERCA DEL TAJAMAR
a Maybell Lebron de Netto

Descendimos por la cuesta, hasta la orilla del tajamar,
la tarde, yo y el otoño,
deslumbrados con el arcoiris del crepúsculo.
Los caballos semidorados
se bañaban en el agua parda, casi triste,
era la hora de las lágrimas
allá en el monte.
Con las crines danzando al viento,
salpicadas de hojarasca y olvido.
.
PREFERENCIAS
a la memoria de mi padre

Mis repasos predilectos:
la abundancia de las hojas desparramadas
al final del otoño,
las cintas tratando de sujetarme los cabellos,
que se fugaban con el viento
ocasionando desórdenes.
.
Las flores violáceas
que se marchitaban en el fondo del jardín
dando paso a un invierno acurrucado
atrás de las ventanas;
los ojos cerrados
para escuchar cuentos tibios
cuando se aproximaba la penumbra.
.
La libertad que advertía
al mirar la quietud de la noche,
extensa sobre los techos de la casa;
la fatiga de los sueños inquietos
con el agua que emanaba de esos miedos.
. Las frutas descascaradas,
jugos en mis manos,
y el adiós que no existía.
.
SOBREVUELO
Que se me incendien las alas.
No quiero volar sobre este anochecer doliente.
Que desaparezcan todos los que dicen amarme;
lejos de mí,
donde mi asedio no pueda comprometerlos.
La vida me está dando muerte.
Déjenme sola y dura,
en un espacio de leve asteroide.
.
FOTOGRAFÍA DE LOS BISABUELOS
a la memoria de Silvia Heisecke de Paiva

Las hallé en la tibieza de un mueble
con el pudor que tienen las cosas largamente guardadas;
dos imágenes pequeñas
tramadas para un medallón.
Rostros deshabitados
en su callado encierro,
testigos de alientos dormidos para nunca más.
Ella con una especie de encanto,
él indescifrable.
Huelen a canela o a cualquier flor
de esas que se guardan en los cajones.
Inclusive detenidos como están
me contagiaron su segura conmoción descolorida.
.
ANTE EL ÚLTIMO ESPLENDOR
Raya el amor en este atardecer de sombras,
se cobija bajo el velo de tus ojos
como una mariposa a punto de extinguirse.
Un relámpago aparece
en el horizonte de la memoria.
Regresas y te vas,
y yo aquí
en este espacio,
solitaria
como un ángel guardián
de lo que fue.
.
HABITANTES
Tantas cosas
se desvanecieron con el tiempo,
como por ejemplo la ondulada cabellera
de mi hermana, la muerta,
su imaginada sonrisa inoportuna
persiguiéndome en las rajaduras del mediodía;
los sustos nocturnos
que me hacían doblar el cuerpo
en una quietud desmedida,
hasta que llegaba el canto del gallo.
El desconcierto de mi soledad
y aquella tradición de lloros
bajo la almohada,
cubriendo la vergüenza del miedo
y del desconsuelo.
Pasaron los días:
ya no están, es cierto,
pero residen en mis ojos,
les pertenecen a mis actos.
.
ÍNDICE Y ENLACES EN LA
El ángel escarlata y otros poemas : Al borde de la poesía de María del Carmen Paiva // El ángel escarlata y otros poemas // Retenida // Cerca del tajamar // Preferencias // Sobrevuelo // Fotografía de los bisabuelos // Ante el último esplendor // Habitantes // Magia a orillas del Negla // Homenaje // Ser // Un silencio en el atardecer // Abuela desvelada // Mis planetas // Padre // Alamo Carolina // Semblantes // Rostros de última altura // Desprendimiento // Adentro // Encallada // Dices // Quebrantos // Canción // Sin fin // Recogimiento de la torcaza // Despedida // Florecimiento // Este espacio // Soplos tristes // Equivalencia // Brevedad // Hace veinte años, en el huerto // Desprendimiento // Un dibujo en el ocaso // Sueño en el atardecer // Sacramento // Llanquihue // Por un momento // Vigilia // El ángel escarlata // Éxtasis // Reflejos // Extensión // Desasimiento
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ÍNDICE ALFABÉTICO: Al diluir // Anoche intenté resucitar // Apareciste en el atardecer // Apenas sostengo esta soledad. // Cómo explicar esta tristeza // Descendimos por la cuesta, hasta la orilla del tajamar, // El llanto, // El tiempo sucede // En mis entrañas abiertas // Es invierno. // Esos rostros // Es penoso olvidar // Está como dormido // Estás alejándote del celaje // Fantasmas naranjados // Grandes dragones blancos // Hoy, sólo un instante, // ¿Por qué no un dorado cielo // La cuestión es // La noche va rodando // Las hallé en la tibieza de un mueble // La veo elevarse // Lo vi en el barranco, // Me excedo esta madrugada. // Me pueblan tus palabras; // Mis repasos predilectos: // No miren mi dolor // Partieron con el pudor alegre // Por qué tantas soledades // Que se me incendien las alas. // Quisiera volar como la lluvia, // Rasgan el cielo olas de diamantes // Raya el amor en este atardecer de sombras, // Si naciera de nuevo // Si pudiera devolverte // Soy una silenciosa sentencia // Tantas cosas // Tarde es ya, la noche: // Toda la tarde estuve sentada en una piedra de la // Transitaba apacible con el viento, // Transitan sobre las cumbres
.
Enlace al CATÁLOGO POR AUTORES
del portal LITERATURA PARAGUAYA
de la BIBLIOTECA VIRTAL MIGUEL DE CERVANTES en el
www.portalguarani.com

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