edición de Raúl Amaral
Edición digital: Alicante :
Edición digital: Alicante :
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000
N. sobre edición original:
Edición digital a partir de la edición de Raúl Amaral,
N. sobre edición original:
Edición digital a partir de la edición de Raúl Amaral,
Asunción (Paraguay), Alcándara, 1985.
EXPLICACIÓN
** En este libro queda integrada, en parte, la temática paraguaya de Goycoechea Menéndez, sector importante de su vida en el país, que cubriera con intensidad en el lapso de cuatro años y cuatro meses, que para sus compatriotas contemporáneos -testigos de su nomadismo- pudieron parecer, por su duración, casi excesivos.
** La base del volumen está constituida por aportes vinculados a la poesía -en algunos casos descriptiva- y en otros a la prosa poética o poema en prosa, forma de expresión muy particular del modernismo, que contara, en tal sentido, con antecedentes no desdeñables: Aloysius Bertrand (el de Gaspard de la Nuit), Poe y Baudelaire, además del ejemplo del propio Rubén Darío.
** En la producción de este poeta no se advierte mayor efusión lírica, motivo por el cual se ha preferido la inclusión de material que si bien no está determinado por la calidad estética, sí puede tomárselo como elemento de prueba, como se evidencia en los versos -a todas luces ocasionales de «Obsequio de boda». Por su parte otros tocan -con sencillez proclive al prosaísmo- la veta pintoresquista («Rimas guaireñas», «Ñandutíes»), debiendo verse en ello como una concesión al post-romanticismo ambiental en vigencia.
** Pero habrá que reconocer que el breve y a la vez gracioso sonetín (trabajado con ingredientes exóticos) con dedicatoria a Beatriz Sardi, y los pareados cíclicos de «Palabras supremas» responden, en ambos extremos, a la mejor tradición modernista, esa que había sabido captar en el Río de la Plata por influencia y compañía de amigos y adláteres de Darío, cuyo alejamiento de la Argentina coincidió con la llegada de Goycoechea Menéndez a Buenos Aires, experimentada ya la inicial etapa provinciana (1877-1897). En la siguiente y desde 1898 dará comienzo a una segunda que abarca sólo tres años de intenso trajín (1898-1901). A partir de la tercera y final habrá de verificarse su «otra existencia», la que aquí forjara y que es la que ha definido sus pasos hacia una modesta pero auténtica posteridad.
** Según podrá advertirse, aun por quien no esté a la moda de los avatares bibliográficos, la conformación de este volumen está referida a las ediciones conocidas de Guaraníes: la primera (1905) aparecida en Asunción por disposición del autor, y las siguientes segunda y tercera (1925 y 1939), que contaron con los directos auspicios de don Juan E. O'Leary, firmante, a la vez, de la única biografía valorativa, publicada seis décadas atrás.
** El ordenamiento adoptado no habría de ser otro que el de la aludida obra, a excepción de su ensayo sociológico «El raído», que por su característica ha sido trasladado al «Apéndice documental», acentuándose con ello la intención de reducir en un capítulo aquello que se interpreta como lo privativamente literario. También encuentra su lugar allí, en condición de «Noticia autobiográfica», una curiosa carta enviada por Goycoechea Menéndez desde Humaitá y en la cual se ponen de manifiesto matices no siempre manifestados de su personalidad.
** En la sección denominada «Intermedio» se ha ubicado la traslación fragmentaria que el poeta entrerriano, ya fallecido, Guillermo Saraví, realizara -con el nombre de «Cerro Corá»-, de la prosa poética de «La noche antes». Y a continuación la importante versión del escritor, asimismo de dicha provincia, Martiniano Leguizamón, que lo conociera en las vísperas de su venida.
** Las opiniones locales han quedado circunscritas a tres, atendiendo a diferentes épocas: la de Manuel Domínguez, en 1901; la crónica necrológica de «Los Sucesos», en 1906, y el prólogo de O'Leary, que es de 1925. En todas ellas está presente la simpatía y el afecto que supo granjearse el poeta cordobés, que se convertiría, casi de inmediato, en el adelantado del modernismo literario y en precursor de la tercera revisión histórica, liderazgos ambos que están implícitos en su propia actuación.
** Conviene asimismo aclarar que tanto el estudio preliminar como las respectivas «Cronología» y «Bibliografía» se incluyen para ayudar a un mejor entendimiento del proceso literario, por extensión, y de la calidad de escritor paraguayo, en especial, que con honra deberá serle adjudicado a Goycoechea Menéndez, primero entre los intelectuales de su país en enfrentarse con los prejuicios e intereses de la oligarquía porteña.
** El título general de La noche antes guarda estrecha vinculación con la popularidad alcanzada por esas páginas y con su permanencia en el espíritu de nuestro pueblo, transcurridos los ochenta años desde su publicación originaria. Agregado a esto: el subtítulo de «Antología paraguaya», que quiere señalar dos cosas: a) que se trata de aceptar un reconocimiento nacional, totalmente espontáneo, y b) que los elementos que lo integran vieron la luz aquí.
Es de aguardar que luego de esta edición habrá de tenerse, en especial por los historiadores culturales foráneos, una visión menos parcializada o caprichosa de lo que ha significado la trayectoria de Goycoechea Menéndez en el último lustro de su existencia. Compartió él, sin quizás intuirlo, la conducta que varones virtuosos de su patria: un Juan Bautista Alberdi, un Hipólito Yrigoyen, tuvieron para con el Paraguay de todos los tiempos.
** La base del volumen está constituida por aportes vinculados a la poesía -en algunos casos descriptiva- y en otros a la prosa poética o poema en prosa, forma de expresión muy particular del modernismo, que contara, en tal sentido, con antecedentes no desdeñables: Aloysius Bertrand (el de Gaspard de la Nuit), Poe y Baudelaire, además del ejemplo del propio Rubén Darío.
** En la producción de este poeta no se advierte mayor efusión lírica, motivo por el cual se ha preferido la inclusión de material que si bien no está determinado por la calidad estética, sí puede tomárselo como elemento de prueba, como se evidencia en los versos -a todas luces ocasionales de «Obsequio de boda». Por su parte otros tocan -con sencillez proclive al prosaísmo- la veta pintoresquista («Rimas guaireñas», «Ñandutíes»), debiendo verse en ello como una concesión al post-romanticismo ambiental en vigencia.
** Pero habrá que reconocer que el breve y a la vez gracioso sonetín (trabajado con ingredientes exóticos) con dedicatoria a Beatriz Sardi, y los pareados cíclicos de «Palabras supremas» responden, en ambos extremos, a la mejor tradición modernista, esa que había sabido captar en el Río de la Plata por influencia y compañía de amigos y adláteres de Darío, cuyo alejamiento de la Argentina coincidió con la llegada de Goycoechea Menéndez a Buenos Aires, experimentada ya la inicial etapa provinciana (1877-1897). En la siguiente y desde 1898 dará comienzo a una segunda que abarca sólo tres años de intenso trajín (1898-1901). A partir de la tercera y final habrá de verificarse su «otra existencia», la que aquí forjara y que es la que ha definido sus pasos hacia una modesta pero auténtica posteridad.
** Según podrá advertirse, aun por quien no esté a la moda de los avatares bibliográficos, la conformación de este volumen está referida a las ediciones conocidas de Guaraníes: la primera (1905) aparecida en Asunción por disposición del autor, y las siguientes segunda y tercera (1925 y 1939), que contaron con los directos auspicios de don Juan E. O'Leary, firmante, a la vez, de la única biografía valorativa, publicada seis décadas atrás.
** El ordenamiento adoptado no habría de ser otro que el de la aludida obra, a excepción de su ensayo sociológico «El raído», que por su característica ha sido trasladado al «Apéndice documental», acentuándose con ello la intención de reducir en un capítulo aquello que se interpreta como lo privativamente literario. También encuentra su lugar allí, en condición de «Noticia autobiográfica», una curiosa carta enviada por Goycoechea Menéndez desde Humaitá y en la cual se ponen de manifiesto matices no siempre manifestados de su personalidad.
** En la sección denominada «Intermedio» se ha ubicado la traslación fragmentaria que el poeta entrerriano, ya fallecido, Guillermo Saraví, realizara -con el nombre de «Cerro Corá»-, de la prosa poética de «La noche antes». Y a continuación la importante versión del escritor, asimismo de dicha provincia, Martiniano Leguizamón, que lo conociera en las vísperas de su venida.
** Las opiniones locales han quedado circunscritas a tres, atendiendo a diferentes épocas: la de Manuel Domínguez, en 1901; la crónica necrológica de «Los Sucesos», en 1906, y el prólogo de O'Leary, que es de 1925. En todas ellas está presente la simpatía y el afecto que supo granjearse el poeta cordobés, que se convertiría, casi de inmediato, en el adelantado del modernismo literario y en precursor de la tercera revisión histórica, liderazgos ambos que están implícitos en su propia actuación.
** Conviene asimismo aclarar que tanto el estudio preliminar como las respectivas «Cronología» y «Bibliografía» se incluyen para ayudar a un mejor entendimiento del proceso literario, por extensión, y de la calidad de escritor paraguayo, en especial, que con honra deberá serle adjudicado a Goycoechea Menéndez, primero entre los intelectuales de su país en enfrentarse con los prejuicios e intereses de la oligarquía porteña.
** El título general de La noche antes guarda estrecha vinculación con la popularidad alcanzada por esas páginas y con su permanencia en el espíritu de nuestro pueblo, transcurridos los ochenta años desde su publicación originaria. Agregado a esto: el subtítulo de «Antología paraguaya», que quiere señalar dos cosas: a) que se trata de aceptar un reconocimiento nacional, totalmente espontáneo, y b) que los elementos que lo integran vieron la luz aquí.
Es de aguardar que luego de esta edición habrá de tenerse, en especial por los historiadores culturales foráneos, una visión menos parcializada o caprichosa de lo que ha significado la trayectoria de Goycoechea Menéndez en el último lustro de su existencia. Compartió él, sin quizás intuirlo, la conducta que varones virtuosos de su patria: un Juan Bautista Alberdi, un Hipólito Yrigoyen, tuvieron para con el Paraguay de todos los tiempos.
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Goycoechea Menéndez, iniciador y precursor
(De la modernidad literaria a la revisión histórica)
Raúl Amaral
.Goycoechea Menéndez, iniciador y precursor
(De la modernidad literaria a la revisión histórica)
Raúl Amaral
A la memoria de Saúl Taborda,
eminente cordobés de nuestra América,
en el centenario de su natalicio.
.RESCATE DE UN POETA
.** No es propósito de estas páginas incursionar en la vida movediza y, en algunos aspectos pintoresca, de este escritor, cuya leyenda ha contribuido a oscurecer un tanto su verdadero aporte a nuestras letras. Interesa, sí, salvarlo de esa medianía en que lo han ubicado los historiadores literarios del Plata -urgidos por generalizaciones o por síntesis-, las más de las veces ignorantes de la última parte de su vida y obra, cumplidas totalmente en el Paraguay. También conspira contra un mejor conocimiento de sus escritos lo fragmentario que se observa en la mayoría de ellos.
** Goycoechea Menéndez no es ni el bohemio puramente decorativo con que suele presentarlo un profuso y no siempre veraz anecdotario, ni el imaginativo genial con que la posteridad agradecida -en nuestro medio- ha intentado presentarlo, más allá de sus méritos reales, o sea los que se muestran sólo a través de la concreta evolución de su tarea, la que, a pesar de ciertos asomos de «repentismo», puede decirse que fue, por lo menos en cuanto a estilo, bien pensada y meditada.
** Pero entendemos que para «revisarlo» se requiere previamente «ordenarlo», es decir: establecer los lineamientos de su actividad intelectual, que supo ser dinámica y generosa, como que no obedecía a ningún estado de conciencia profesional o de perdurabilidad en la literatura de su país. Poeta en verso y prosa, por vocación y por destino, corresponde ocuparse de él cuando han transcurridos casi ochenta años de su muerte y su nombre figura, aunque fuera como cita fugaz, en los recuentos bibliográficos ríoplatenses, unido a los avatares del movimiento modernista, del que allá fue epígano fervoroso y aquí su adelantado más evidente.
** Goycoechea Menéndez no es ni el bohemio puramente decorativo con que suele presentarlo un profuso y no siempre veraz anecdotario, ni el imaginativo genial con que la posteridad agradecida -en nuestro medio- ha intentado presentarlo, más allá de sus méritos reales, o sea los que se muestran sólo a través de la concreta evolución de su tarea, la que, a pesar de ciertos asomos de «repentismo», puede decirse que fue, por lo menos en cuanto a estilo, bien pensada y meditada.
** Pero entendemos que para «revisarlo» se requiere previamente «ordenarlo», es decir: establecer los lineamientos de su actividad intelectual, que supo ser dinámica y generosa, como que no obedecía a ningún estado de conciencia profesional o de perdurabilidad en la literatura de su país. Poeta en verso y prosa, por vocación y por destino, corresponde ocuparse de él cuando han transcurridos casi ochenta años de su muerte y su nombre figura, aunque fuera como cita fugaz, en los recuentos bibliográficos ríoplatenses, unido a los avatares del movimiento modernista, del que allá fue epígano fervoroso y aquí su adelantado más evidente.
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LOS MITOS HELÉNICOS
** Según se ha dicho, Goycoechea Menéndez había editado en 1899 sus Poemas Helénicos, en los que pusiera «la escrupulosidad artística de un lapidario y los primores de un orfebre». Piensa O'Leary que ese breve volumen no resultó propicio al ambiente en que se había gestado (el de Córdoba) y menos a la generalidad de aquel país (la Argentina) «trocado de pronto en un vasto mercado de lana y trigo, no obstante la aparente revolución y despertar literarios producidos por Rubén Darío».
** Este libro contiene poemas en prosa, cuya inspiración procede de la historia y la mitología griegas (aunque habrá que conceder, con Darío, que se trata de «la Grecia de la Francia»). En sus páginas asoman parlamentos en estilo dramático, de los que participan Orfeo, Safo, Fidias, Tirteo, Apolodoro, Narciso, Fénix y Holocausto. (En el plano de la mitología ocultista seguiría, no mucho después, este camino y en los comienzos de nuestro modernismo, Fortunato Toranzos Bardel.) Como puede advertirse, resalta la influencia de Pierre Loüys, d'Annunzio y Eugenio de Castro, especialmente la del primero.
** El crítico argentino Carlos Alberto Loprete estima que la prosa de Poemas Helénicos es «demasiado pulimentada para ser atractiva y fuerte». No se nos oculta que, en el fondo, representa un esfuerzo intelectual proclive a la concepción escultórica (severamente artística) de los parnasianos y a la idea de trabajar una prosa modelada, según cierto sector del modernismo. Corresponde señalar, en lo que toca a la voluntad de superación de Goycoechea Menéndez, que entre esa prosa poética (y exótica) y la dedicada a las ruinas de Humaitá, que entrañan un cambio sustancial -no sólo en la temática-, la distancia se vuelve inaprehensible. Las variantes del estilo son una consecuencia directa de lo anterior.
** Como buen lector que es, su expresión se trasunta en aquel género tan particular -donde se impactan con mayor nitidez las influencias recibidas- más que en la poesía lírica. Guiados por el efecto, bien que pasajero de sus Poemas Helénicos, algunos críticos han creído advertir la adecuación de metáforas simbolistas a moldes clásicos y parnasianos, etapa esta que -según veremos- será trascendida por el colorido verbal y la espontaneidad expresiva de Guaraníes, que incluye títulos que van de 1901 a 1905.
** Los poemas -así habrá que denominarlos- de Goycoechea Menéndez se acercan más, por momentos, a varios de los que escribiera Darío en forma de cuentos y que figuran incorporados a Azul. Además, no debe olvidarse que en el ámbito del poema en prosa es posible detectar al propio Darío y a Poe, éste de entusiasta acogida por parte de los novecentistas paraguayos.
** Goycoechea Menéndez posee en alto grado -no está demás insistir en ello- el lujo verbal y el sentido decorativo, que significan, en parte, uno de los ejercicios más reiterados de los modernistas. Pero, enamorado del espíritu griego a través de Francia (como lo hemos indicado) anclará en él, aunque sin mayores pasiones que dedicar a los cisnes, princesas, faunos y sátiros del arsenal rubendariano, cuya proliferación (es de sospechar) temía don Manuel Gondra. Debe convenirse que el nuevo ámbito paraguayo no le permitiría del todo esa evasión.
** Cuando el poeta se sumerge en la entraña viva del Paraguay de la posguerra, se le queman las naves; así naufragan Narciso, Safo, Apolodoro y otros mitos de sus lecturas y su imaginación. Aparece entonces el escenario bélico de nuestros infortunios en toda su magnitud trágica y heroica. La alquimia de su prosa alcanzará, mediante esa transformación, contornos humanos.
** Este libro contiene poemas en prosa, cuya inspiración procede de la historia y la mitología griegas (aunque habrá que conceder, con Darío, que se trata de «la Grecia de la Francia»). En sus páginas asoman parlamentos en estilo dramático, de los que participan Orfeo, Safo, Fidias, Tirteo, Apolodoro, Narciso, Fénix y Holocausto. (En el plano de la mitología ocultista seguiría, no mucho después, este camino y en los comienzos de nuestro modernismo, Fortunato Toranzos Bardel.) Como puede advertirse, resalta la influencia de Pierre Loüys, d'Annunzio y Eugenio de Castro, especialmente la del primero.
** El crítico argentino Carlos Alberto Loprete estima que la prosa de Poemas Helénicos es «demasiado pulimentada para ser atractiva y fuerte». No se nos oculta que, en el fondo, representa un esfuerzo intelectual proclive a la concepción escultórica (severamente artística) de los parnasianos y a la idea de trabajar una prosa modelada, según cierto sector del modernismo. Corresponde señalar, en lo que toca a la voluntad de superación de Goycoechea Menéndez, que entre esa prosa poética (y exótica) y la dedicada a las ruinas de Humaitá, que entrañan un cambio sustancial -no sólo en la temática-, la distancia se vuelve inaprehensible. Las variantes del estilo son una consecuencia directa de lo anterior.
** Como buen lector que es, su expresión se trasunta en aquel género tan particular -donde se impactan con mayor nitidez las influencias recibidas- más que en la poesía lírica. Guiados por el efecto, bien que pasajero de sus Poemas Helénicos, algunos críticos han creído advertir la adecuación de metáforas simbolistas a moldes clásicos y parnasianos, etapa esta que -según veremos- será trascendida por el colorido verbal y la espontaneidad expresiva de Guaraníes, que incluye títulos que van de 1901 a 1905.
** Los poemas -así habrá que denominarlos- de Goycoechea Menéndez se acercan más, por momentos, a varios de los que escribiera Darío en forma de cuentos y que figuran incorporados a Azul. Además, no debe olvidarse que en el ámbito del poema en prosa es posible detectar al propio Darío y a Poe, éste de entusiasta acogida por parte de los novecentistas paraguayos.
** Goycoechea Menéndez posee en alto grado -no está demás insistir en ello- el lujo verbal y el sentido decorativo, que significan, en parte, uno de los ejercicios más reiterados de los modernistas. Pero, enamorado del espíritu griego a través de Francia (como lo hemos indicado) anclará en él, aunque sin mayores pasiones que dedicar a los cisnes, princesas, faunos y sátiros del arsenal rubendariano, cuya proliferación (es de sospechar) temía don Manuel Gondra. Debe convenirse que el nuevo ámbito paraguayo no le permitiría del todo esa evasión.
** Cuando el poeta se sumerge en la entraña viva del Paraguay de la posguerra, se le queman las naves; así naufragan Narciso, Safo, Apolodoro y otros mitos de sus lecturas y su imaginación. Aparece entonces el escenario bélico de nuestros infortunios en toda su magnitud trágica y heroica. La alquimia de su prosa alcanzará, mediante esa transformación, contornos humanos.
CELEBRACIÓN DE LA EPOPEYA
.** Confiesa O'Leary, en su prólogo, que Goycoechea Menéndez, a su llegada al país no conocía sino superficialmente la historia nacional, fisura que no escapó a la perspicacia de Domínguez. Recuerda también que el poeta tenía en mente el plan de un vasto poema sobre la epopeya patria y que para ello se documentaba en bibliotecas. El primer fruto de ese afán -siempre de acuerdo al testimonio del autor de El Libro de los Héroes- será «La Noche Antes», tema capital del libro y esfuerzo trunco de una promesa de mayores alcances. Se ignora si el repentismo de que hacía gala (más efectista que real) hubiera cedido paso a la disciplina y al tiempo necesarios para desarrollar un poema cíclico. A pesar de ese intento, Guaraníes no alcanza a dar la medida de tal propósito (excepción hecha del mencionado poema), aunque debe reconocerse que es mucho lo que lograra, dada la condición más bien esquemática de sus escritos. Urgido de horizontes, no habrá de ver la proyección de su obra, debida, más que al análisis crítico y al estudio de su personalidad literaria, a la simpática y persistente lealtad de algunos amigos, O'Leary el primero entre todos.
** El pequeño volumen se inicia con «Guaraní», sigue con «El asta de la bandera», «La espada rota», «En las selvas lejanas», «La Batalla de los muertos», «La Noche Antes» -con el subtítulo perdurable de «Cerro Corá»- y finalmente «El raído». El otro corresponde al libro mismo: «Cuentos de los héroes y de las selvas», significativo por cierto, en cuanto a personajes y escenario, pero resulta dudoso que puedan integralmente participar de la condición de cuentos.
** A través de Guaraníes el tema paraguayo rescata a este poeta, provee a su obra de un matiz terrígena y le presta una entonación americana, sin apearlo por ello de su conformación modernista. Sin este contacto, no hay duda que Goycoechea Menéndez se hubiera perdido en uno de los tantos laberintos de la existencia, rescatado quizá como hombre de ingeniosa biografía, pero totalmente a oscuras en su destino de escritor. El haber encontrado en su camino esta epopeya del pueblo paraguayo le proporcionó vigor a su obra y la hizo, dentro de su fragmentación, más perdurable. Tras la sombría belleza de La Noche Antes se advierte una perennidad que está más allá de las conquistas del arte y de cualquier modalidad estética.
** Tal vez este acto voluntario de producir para algo (el propósito de cantar una epopeya) le haya obligado a distanciarse de los cánones de cierto modernismo ortodoxo -ese que inquietó a la conciencia estética de Gondra-, mas no debe dejarse de lado -para un juzgamiento sincero- que en su problemática está contenido también el mensaje continental de Darío, en prosa y verso, particularmente en lo que al Paraguay se refiere.
** Rubén podía sobrellevar sin impaciencias su leve carga de cisnes, princesas, abates, nenúfares, duquesas y hasta sátiros, porque unida a una inspiración sin pausas se traslucía en él una cultura acendrada y un indudable espíritu creador, beneficios que le permitían paliar los efectos negativos de esos ingredientes de importación.
** Ése no es, desde luego, el caso de Goycoechea Menéndez, quien para su sobrevivencia poética deberá producir una verdadera depuración. Lo hizo, quizá no sin esfuerzo y hasta con abierta valentía. Tanto es así que ya no serían los dioses o semidioses clásicos, ni los desmayos decadentistas, los que circularían por su prosa, sino seres desgarrados, hombres simbólicos o carismáticos, que al correr la suerte de su tierra, pasaban a ser los sobrevivientes de un verdadero cataclismo histórico. Con angustia de poesía, pero con arte, las páginas de Guaraníes reflejan esa sensación.
** No puede ocultarse que el poeta ejerció -en prosa lírica más que en verso- una efectiva influencia sobre sus compañeros de promoción, los novecentistas paraguayos. El modernismo literario, cuando él llegó, recién se aprestaba a iniciar su marcha, advirtiéndose también aquí la paradoja de que ella no se cumpliera en un comienzo desde la poesía propiamente dicha. Algunas luces podían advertirse en la voluntad de arte de Arsenio López Decoud y Manuel Domínguez -auténticos adelantados en tal sentido-, la que se acentuará la próxima década. Puede así afirmarse que cuando arriba Goycoechea Menéndez en aquella «fría mañana de junio de 1901», había ya espíritus dispuestos a captar sus inquietudes. Hubo, de este modo, como un tácito intercambio: el poeta cordobés se sumerge en la realidad del pasado paraguayo, haciéndose ciudadano de nuestra cultura, en tanto que sus nuevos compañeros abren su entendimiento para recibir las bellas novedades que el viajero trae.
** Pronto se verá en el mismo Domínguez, en la prosa artística de López Decoud y aun en el trazo polémico de O'Leary, un brillo distinto, un no advertido fulgor. «La Plegaria Final» de éste, incorporada a El Libro de los Héroes, muestra en sus breves y poéticos períodos y en su trasfondo de tragedia, una pincelada cercana al dramático suspenso de La Noche Antes. Este impacto será más evidente en los escritores que empezarán a publicar entre 1910 y 1920. Pero en este caso la prosa de Goycoechea Menéndez se ha expandido más en su temática que en su literatura, más dentro de un romanticismo ambiental y temperamental que en su versión literario-modernista, aunque con el tiempo, y ya tocando los comienzos de Crónica (1913) esa influencia habrá de mostrarse más precisa.
** Para una comprensión más ajustada de lo anterior será indispensable tener en cuenta que es bajo el dominio del novecentismo que ha de manifestarse en toda su plenitud la actuación de Goycoechea Menéndez, durante un lustro sin mayores paréntesis, en el cual el Paraguay constituyó su único, imantado horizonte. Después, claro está, se produciría -mediante un golpe de azar en forma de lotería- el inevitable encandilamiento de París. Y en este seguimiento de sus pasos previos a una ausencia que será definitiva, deberá reconocerse que en el alba del tercer revisionismo de la historia nacional, a partir de noviembre de 1902, que simbolizó una verdadera quiebra generacional, el incentivo ejercido por los poemas iniciales del autor de Guaraníes habría de ser definitorio en cuanto a la campaña reivindicadora de O'Leary. Y es de tal manera que se efectúa como una especie de trasvasación que va de lo literario-modernista de Goycoechea Menéndez a lo histórico-post-romántico de O'Leary, y, por compensación, de éste a aquél.
** El escapismo, la anécdota y hasta ciertos rasgos de mitomanía -ingenua, desde luego- con que el escritor argentino quiso recubrir ciertas intimidades de su alma, ya no cuentan para un juicio sereno y trabajado de su obra. Al final del recorrido sólo queda la imagen de un intelectual entregado a su quehacer según los dictados de su estética y de su conciencia, superado el juvenil trasfondo provinciano y porteño por la estimación de su posterior madurez paraguaya. Nada más y nada menos, texto en mano, eso es todo lo que resta de él, desvanecido su tiempo, aquietada para siempre su imaginación y de difícil acceso a lectores e investigadores las páginas que sirven para detectar su perdurabilidad y proyectarla.
** Aquí ya se sabe quién ha sido y qué es Goycoechea Menéndez, forma parte del proceso cultural del país y es uno de los avanzados de la generación del 900, pero como hay que creer que la injusticia de los hombres no tiene siempre dimensiones eternas, será oportuno transcribir las nobles (y quizás esperanzadas) palabras que en su libro Las corrientes estéticas en la literatura argentina le dedica el profesor de esa nacionalidad don Arturo Berenguer Carisomo: «El débil eco lírico que nos llega de este perdido muchacho cordobés da indicio de que había en él posibilidades realmente singulares. Apenas sombra en los testimonios de nuestra poesía, apuntaba, sin embargo, de firme inteligencia creadora».
** No era, pues, el «atorrante lírico» que dijo un reportero de Buenos Aires dado a las frases de efecto, ni el «mediocre argentino» que vieron aquí algunos críticos de tan reciente data como escasa frecuentación de lecturas, sino lo que ha entrevisto, con encomiable sinceridad, el mencionado catedrático, en coincidencia con los antecedentes que trajo y con lo que, en el Paraguay, significó después: o sea un escritor adentrado en la pasión de nuestra América, cuyas alas se quemaron al ascender. ¿Qué más se puede pedir?
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La noche antes : antología paraguaya (1901-1905)
Martín Goycoechea Menéndez ;
** El pequeño volumen se inicia con «Guaraní», sigue con «El asta de la bandera», «La espada rota», «En las selvas lejanas», «La Batalla de los muertos», «La Noche Antes» -con el subtítulo perdurable de «Cerro Corá»- y finalmente «El raído». El otro corresponde al libro mismo: «Cuentos de los héroes y de las selvas», significativo por cierto, en cuanto a personajes y escenario, pero resulta dudoso que puedan integralmente participar de la condición de cuentos.
** A través de Guaraníes el tema paraguayo rescata a este poeta, provee a su obra de un matiz terrígena y le presta una entonación americana, sin apearlo por ello de su conformación modernista. Sin este contacto, no hay duda que Goycoechea Menéndez se hubiera perdido en uno de los tantos laberintos de la existencia, rescatado quizá como hombre de ingeniosa biografía, pero totalmente a oscuras en su destino de escritor. El haber encontrado en su camino esta epopeya del pueblo paraguayo le proporcionó vigor a su obra y la hizo, dentro de su fragmentación, más perdurable. Tras la sombría belleza de La Noche Antes se advierte una perennidad que está más allá de las conquistas del arte y de cualquier modalidad estética.
** Tal vez este acto voluntario de producir para algo (el propósito de cantar una epopeya) le haya obligado a distanciarse de los cánones de cierto modernismo ortodoxo -ese que inquietó a la conciencia estética de Gondra-, mas no debe dejarse de lado -para un juzgamiento sincero- que en su problemática está contenido también el mensaje continental de Darío, en prosa y verso, particularmente en lo que al Paraguay se refiere.
** Rubén podía sobrellevar sin impaciencias su leve carga de cisnes, princesas, abates, nenúfares, duquesas y hasta sátiros, porque unida a una inspiración sin pausas se traslucía en él una cultura acendrada y un indudable espíritu creador, beneficios que le permitían paliar los efectos negativos de esos ingredientes de importación.
** Ése no es, desde luego, el caso de Goycoechea Menéndez, quien para su sobrevivencia poética deberá producir una verdadera depuración. Lo hizo, quizá no sin esfuerzo y hasta con abierta valentía. Tanto es así que ya no serían los dioses o semidioses clásicos, ni los desmayos decadentistas, los que circularían por su prosa, sino seres desgarrados, hombres simbólicos o carismáticos, que al correr la suerte de su tierra, pasaban a ser los sobrevivientes de un verdadero cataclismo histórico. Con angustia de poesía, pero con arte, las páginas de Guaraníes reflejan esa sensación.
** No puede ocultarse que el poeta ejerció -en prosa lírica más que en verso- una efectiva influencia sobre sus compañeros de promoción, los novecentistas paraguayos. El modernismo literario, cuando él llegó, recién se aprestaba a iniciar su marcha, advirtiéndose también aquí la paradoja de que ella no se cumpliera en un comienzo desde la poesía propiamente dicha. Algunas luces podían advertirse en la voluntad de arte de Arsenio López Decoud y Manuel Domínguez -auténticos adelantados en tal sentido-, la que se acentuará la próxima década. Puede así afirmarse que cuando arriba Goycoechea Menéndez en aquella «fría mañana de junio de 1901», había ya espíritus dispuestos a captar sus inquietudes. Hubo, de este modo, como un tácito intercambio: el poeta cordobés se sumerge en la realidad del pasado paraguayo, haciéndose ciudadano de nuestra cultura, en tanto que sus nuevos compañeros abren su entendimiento para recibir las bellas novedades que el viajero trae.
** Pronto se verá en el mismo Domínguez, en la prosa artística de López Decoud y aun en el trazo polémico de O'Leary, un brillo distinto, un no advertido fulgor. «La Plegaria Final» de éste, incorporada a El Libro de los Héroes, muestra en sus breves y poéticos períodos y en su trasfondo de tragedia, una pincelada cercana al dramático suspenso de La Noche Antes. Este impacto será más evidente en los escritores que empezarán a publicar entre 1910 y 1920. Pero en este caso la prosa de Goycoechea Menéndez se ha expandido más en su temática que en su literatura, más dentro de un romanticismo ambiental y temperamental que en su versión literario-modernista, aunque con el tiempo, y ya tocando los comienzos de Crónica (1913) esa influencia habrá de mostrarse más precisa.
** Para una comprensión más ajustada de lo anterior será indispensable tener en cuenta que es bajo el dominio del novecentismo que ha de manifestarse en toda su plenitud la actuación de Goycoechea Menéndez, durante un lustro sin mayores paréntesis, en el cual el Paraguay constituyó su único, imantado horizonte. Después, claro está, se produciría -mediante un golpe de azar en forma de lotería- el inevitable encandilamiento de París. Y en este seguimiento de sus pasos previos a una ausencia que será definitiva, deberá reconocerse que en el alba del tercer revisionismo de la historia nacional, a partir de noviembre de 1902, que simbolizó una verdadera quiebra generacional, el incentivo ejercido por los poemas iniciales del autor de Guaraníes habría de ser definitorio en cuanto a la campaña reivindicadora de O'Leary. Y es de tal manera que se efectúa como una especie de trasvasación que va de lo literario-modernista de Goycoechea Menéndez a lo histórico-post-romántico de O'Leary, y, por compensación, de éste a aquél.
** El escapismo, la anécdota y hasta ciertos rasgos de mitomanía -ingenua, desde luego- con que el escritor argentino quiso recubrir ciertas intimidades de su alma, ya no cuentan para un juicio sereno y trabajado de su obra. Al final del recorrido sólo queda la imagen de un intelectual entregado a su quehacer según los dictados de su estética y de su conciencia, superado el juvenil trasfondo provinciano y porteño por la estimación de su posterior madurez paraguaya. Nada más y nada menos, texto en mano, eso es todo lo que resta de él, desvanecido su tiempo, aquietada para siempre su imaginación y de difícil acceso a lectores e investigadores las páginas que sirven para detectar su perdurabilidad y proyectarla.
** Aquí ya se sabe quién ha sido y qué es Goycoechea Menéndez, forma parte del proceso cultural del país y es uno de los avanzados de la generación del 900, pero como hay que creer que la injusticia de los hombres no tiene siempre dimensiones eternas, será oportuno transcribir las nobles (y quizás esperanzadas) palabras que en su libro Las corrientes estéticas en la literatura argentina le dedica el profesor de esa nacionalidad don Arturo Berenguer Carisomo: «El débil eco lírico que nos llega de este perdido muchacho cordobés da indicio de que había en él posibilidades realmente singulares. Apenas sombra en los testimonios de nuestra poesía, apuntaba, sin embargo, de firme inteligencia creadora».
** No era, pues, el «atorrante lírico» que dijo un reportero de Buenos Aires dado a las frases de efecto, ni el «mediocre argentino» que vieron aquí algunos críticos de tan reciente data como escasa frecuentación de lecturas, sino lo que ha entrevisto, con encomiable sinceridad, el mencionado catedrático, en coincidencia con los antecedentes que trajo y con lo que, en el Paraguay, significó después: o sea un escritor adentrado en la pasión de nuestra América, cuyas alas se quemaron al ascender. ¿Qué más se puede pedir?
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La noche antes : antología paraguaya (1901-1905)
Martín Goycoechea Menéndez ;
Edición digital: Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000
Explicación
Goycoechea Menéndez, iniciador y precursor
(De la modernidad literaria a la revisión histórica)
Guaraníes
- Guaraní // El asta de la bandera // La espada rota // En las selvas lejanas // La batalla de los muertos (Curupayty) // La noche antes (Cerro Corá)
- [Soneto] // Rimas guaireñas // Santa Fe // Ñandutíes // Palabras supremas // Obsequio de boda
- El raído - Goycoechea Menéndez
- Del señor Goycoechea Menéndez - [Noticia autobiográfica]
- Intermedio - Cerro Corá - Guillermo Saraví
- Torres humanas - Manuel Domínguez
- Los Sucesos - Martín Goycoechea Menéndez - Su fallecimiento
- [El poeta] - Juan E. O'Leary
- Un poeta bohemio - Martiniano Leguizamón
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