.
MARÍA IRMA BETZEL
Nació en la sureña ciudad de Goya, Pcia. de Corrientes (Rca. Argentina). Hija del escritor Rodolfo Betzel (1er. Premio Nac. de Libros de Cuentos "Arturo Mejía ", año 1985, Rca. Argentina). Se ha iniciado al igual que éste en el arte de las letras por medio del cuento. Obtuvo el título de Profesora en Biología en la ciudad de Corrientes.
En el año 1986 se ha radicado en Paraguay y desde el año 1996 se dedica a las letras.
Obtuvo las siguientes distinciones:
- 1er, Premio Concurso de Cuentos Breves de Coomecipar (1.996).
- 1ra. Mención de Honor (Cat. "B ") del Concurso de Novelas organizado por el Club Centenario, con la obra Savia Bruta (1997).
- Mención de Honor en el Concurso de Cuentos para Jóvenes, organizado por la Fundación en Alianza con el auspicio del Diario última llora y la Cámara de Senadores del Paraguay (1998).
- 1er. Premio Concurso de Cuentos Breves de Coomecipar (1998).
- Mención especial en el Concurso de Cuentos Breves de Coomecipar (2000).
EL POZO
Escribí un cuento fantástico sobre una niña que tropezó con una cueva misteriosa y mi amigo Gilberto, después de leerlo, me contó una historia que, según él, es absolutamente verídica:
"Sucedió hace más de 40 años" -relató-. "Yo asistía al 2° grado en la escuela de mi valle natal. Aquel viernes, después de las clases, acordé con Rosita y José "Kaí " que uno de esos días, al terminar la ordeña de las vacas, nos encontraríamos para nadar en el arroyo. El domingo, un radiante día de sol, fui a buscar a mi amiga. En su casa ya soltaban los animales hacia el campo abierto. Enseguida corrimos hacia el lejano arroyo mientras la madre de Rosita nos gritaba que nos cuidáramos y volviéramos para el almuerzo (todo esto lo recuerdo muy bien). Por el camino se nos unió José "Kaí". También podría describir claramente todo lo que sucedió (lo rememoré miles de veces) pero el momento más importante y terrible fue cuando nos internarnos en una parte muy profunda del arroyo, que estaba crecido. Yo, temeroso, volví a salir enseguida. Rosita nadaba muy bien pero tal vez porque la corriente era muy fuerte comenzó a hundirse y a gritar pidiendo ayuda, José "Kaí" luchó para sostenerla pero también él empezó a hundirse. Vi, impotente, cómo manoteaban desesperadamente hasta que los dos desaparecieron entre la turbulencia cristalina.
Quedé atónito, pendiente del silencio y el vacío en el arroyo, donde el agua fluía otra vez con naturalidad como si nada hubiera sucedido. De pronto, como si se desatara en mis piernas una tempestad, comencé a correr con desesperación, mi cuerpo entero era un relámpago que se sacudía en cada salto sobre las matas. Corté camino internándome en un bosque. De vez en cuando yo soltaba un grito ahogado, mezcla de alarido y agonía de terror. Cerca de un enorme lapacho blanco tropecé con unas malezas más altas que las demás y para evitar el rodeo decidí saltar. Mi cuerpo elástico, se alzó ensanchando el horizonte. Descendí sintiendo la sensación de que una poderosa fuerza de succión me alejaba hacia abajo, cada vez más, mientras un sonido agudo me aturdía. Al fin pisé sobre una superficie blanda que amortiguó mi golpe, estaba muy oscuro y no podía orientarme, en el pecho sentía una incómoda opresión que me producía náuseas.
No sé cuánto tiempo estuve en la oscuridad, soportando el ruido, la opresión y sobre todo la más terrible incertidumbre. Al fin, a lo lejos percibí una luz tenue y avancé hacia ella, a medida que me acercaba, el sonido parecía disminuir y poco a poco pude volver a dominar mi cuerpo.
La luz plena del sol me dio en el rostro y lamento ahora no haber girado para ver lo que dejaba atrás. Solo volví a correr recordando con intensidad dolorosa a Rosita y a José "Kaí" enredados en un desesperado abrazo y hundiéndose para siempre. Divisé al fin en el horizonte la casa de mi amiga. El campo, tranquilo y sin animales, resplandecía al sol mañanero. Pero al acercarme más vi, atónito, a la misma Rosita que llenaba un cántaro de leche mientras su madre ordeñaba. Me acerqué cauteloso, jadeante, transpirado. Algo extraño, sobrenatural, me desconcertaba y solo atiné a quedar mirando de cerca la escena, hasta que me invitaron a entrar. Después de soltar los animales, todo estaba listo para partir hacia el arroyo.
Pero me senté sobre una parva de paja y dije una y otra vez:
—No quiero ir.
La niña insistía casi llorando, no obstante, regresé a casa donde quedé taciturno y distraído por mucho tiempo.
Después la vida siguió su curso normal. Rosita creció saludablemente. No he vuelto a verla desde que se casó y se fue a otro pueblo. José "Kaí se alejó del valle y nunca más tuve noticias de él.
Una vez, hace tiempo, escuché a un campesino decir que hay un círculo en medio del monte donde no crece vegetación alguna. Siempre tuve temor para confirmar la relación que pudiera existir entre ese extraño círculo y mi experiencia, sin embargo, hace poco tiempo, decidí hacerlo. Tal vez buscaba la evidencia de que no viví una alucinación mental. Con cierta aprensión pedí permiso a los dueños de la propiedad para recorrer el lugar. En algunas partes el terreno está arado y hay plantaciones de hortalizas. Distinguí, en medio del tomatal, un redondel de tierra blancuzca donde no se asomaba ni una sola hierba.
A unos pocos metros, el añoso lapacho blanco extendía, soberbio, sus ramas en flor".
Cuando le sugerí a Gilberto publicar su historia -tal cual me la contó- accedió con gusto porque "casi siempre fueron jóvenes", me dijo. "Los únicos que demostraron interés al relatar mi experiencia, uno de ellos hasta me sugirió tomar muestras de suelo del lugar del antiguo círculo para hacer análisis químicos y el vez un día de ésas lo haga. De todos modos no me afectará que alguno piense que esto no es verdad, en ese caso, solo espero que disfruten la historia".
Se encogió de hombros y cabizbajo, como temiendo no ser comprendido, se despidió y se fue.
MARÍA IRMA BETZEL
Nació en la sureña ciudad de Goya, Pcia. de Corrientes (Rca. Argentina). Hija del escritor Rodolfo Betzel (1er. Premio Nac. de Libros de Cuentos "Arturo Mejía ", año 1985, Rca. Argentina). Se ha iniciado al igual que éste en el arte de las letras por medio del cuento. Obtuvo el título de Profesora en Biología en la ciudad de Corrientes.
En el año 1986 se ha radicado en Paraguay y desde el año 1996 se dedica a las letras.
Obtuvo las siguientes distinciones:
- 1er, Premio Concurso de Cuentos Breves de Coomecipar (1.996).
- 1ra. Mención de Honor (Cat. "B ") del Concurso de Novelas organizado por el Club Centenario, con la obra Savia Bruta (1997).
- Mención de Honor en el Concurso de Cuentos para Jóvenes, organizado por la Fundación en Alianza con el auspicio del Diario última llora y la Cámara de Senadores del Paraguay (1998).
- 1er. Premio Concurso de Cuentos Breves de Coomecipar (1998).
- Mención especial en el Concurso de Cuentos Breves de Coomecipar (2000).
EL POZO
Escribí un cuento fantástico sobre una niña que tropezó con una cueva misteriosa y mi amigo Gilberto, después de leerlo, me contó una historia que, según él, es absolutamente verídica:
"Sucedió hace más de 40 años" -relató-. "Yo asistía al 2° grado en la escuela de mi valle natal. Aquel viernes, después de las clases, acordé con Rosita y José "Kaí " que uno de esos días, al terminar la ordeña de las vacas, nos encontraríamos para nadar en el arroyo. El domingo, un radiante día de sol, fui a buscar a mi amiga. En su casa ya soltaban los animales hacia el campo abierto. Enseguida corrimos hacia el lejano arroyo mientras la madre de Rosita nos gritaba que nos cuidáramos y volviéramos para el almuerzo (todo esto lo recuerdo muy bien). Por el camino se nos unió José "Kaí". También podría describir claramente todo lo que sucedió (lo rememoré miles de veces) pero el momento más importante y terrible fue cuando nos internarnos en una parte muy profunda del arroyo, que estaba crecido. Yo, temeroso, volví a salir enseguida. Rosita nadaba muy bien pero tal vez porque la corriente era muy fuerte comenzó a hundirse y a gritar pidiendo ayuda, José "Kaí" luchó para sostenerla pero también él empezó a hundirse. Vi, impotente, cómo manoteaban desesperadamente hasta que los dos desaparecieron entre la turbulencia cristalina.
Quedé atónito, pendiente del silencio y el vacío en el arroyo, donde el agua fluía otra vez con naturalidad como si nada hubiera sucedido. De pronto, como si se desatara en mis piernas una tempestad, comencé a correr con desesperación, mi cuerpo entero era un relámpago que se sacudía en cada salto sobre las matas. Corté camino internándome en un bosque. De vez en cuando yo soltaba un grito ahogado, mezcla de alarido y agonía de terror. Cerca de un enorme lapacho blanco tropecé con unas malezas más altas que las demás y para evitar el rodeo decidí saltar. Mi cuerpo elástico, se alzó ensanchando el horizonte. Descendí sintiendo la sensación de que una poderosa fuerza de succión me alejaba hacia abajo, cada vez más, mientras un sonido agudo me aturdía. Al fin pisé sobre una superficie blanda que amortiguó mi golpe, estaba muy oscuro y no podía orientarme, en el pecho sentía una incómoda opresión que me producía náuseas.
No sé cuánto tiempo estuve en la oscuridad, soportando el ruido, la opresión y sobre todo la más terrible incertidumbre. Al fin, a lo lejos percibí una luz tenue y avancé hacia ella, a medida que me acercaba, el sonido parecía disminuir y poco a poco pude volver a dominar mi cuerpo.
La luz plena del sol me dio en el rostro y lamento ahora no haber girado para ver lo que dejaba atrás. Solo volví a correr recordando con intensidad dolorosa a Rosita y a José "Kaí" enredados en un desesperado abrazo y hundiéndose para siempre. Divisé al fin en el horizonte la casa de mi amiga. El campo, tranquilo y sin animales, resplandecía al sol mañanero. Pero al acercarme más vi, atónito, a la misma Rosita que llenaba un cántaro de leche mientras su madre ordeñaba. Me acerqué cauteloso, jadeante, transpirado. Algo extraño, sobrenatural, me desconcertaba y solo atiné a quedar mirando de cerca la escena, hasta que me invitaron a entrar. Después de soltar los animales, todo estaba listo para partir hacia el arroyo.
Pero me senté sobre una parva de paja y dije una y otra vez:
—No quiero ir.
La niña insistía casi llorando, no obstante, regresé a casa donde quedé taciturno y distraído por mucho tiempo.
Después la vida siguió su curso normal. Rosita creció saludablemente. No he vuelto a verla desde que se casó y se fue a otro pueblo. José "Kaí se alejó del valle y nunca más tuve noticias de él.
Una vez, hace tiempo, escuché a un campesino decir que hay un círculo en medio del monte donde no crece vegetación alguna. Siempre tuve temor para confirmar la relación que pudiera existir entre ese extraño círculo y mi experiencia, sin embargo, hace poco tiempo, decidí hacerlo. Tal vez buscaba la evidencia de que no viví una alucinación mental. Con cierta aprensión pedí permiso a los dueños de la propiedad para recorrer el lugar. En algunas partes el terreno está arado y hay plantaciones de hortalizas. Distinguí, en medio del tomatal, un redondel de tierra blancuzca donde no se asomaba ni una sola hierba.
A unos pocos metros, el añoso lapacho blanco extendía, soberbio, sus ramas en flor".
Cuando le sugerí a Gilberto publicar su historia -tal cual me la contó- accedió con gusto porque "casi siempre fueron jóvenes", me dijo. "Los únicos que demostraron interés al relatar mi experiencia, uno de ellos hasta me sugirió tomar muestras de suelo del lugar del antiguo círculo para hacer análisis químicos y el vez un día de ésas lo haga. De todos modos no me afectará que alguno piense que esto no es verdad, en ese caso, solo espero que disfruten la historia".
Se encogió de hombros y cabizbajo, como temiendo no ser comprendido, se despidió y se fue.
.
Fuente:
PELDAÑOS DE PAPEL
(CUENTOS Y POEMAS
PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES)
ESCRITORAS PARAGUAYAS ASOCIADAS
(Enlace a datos y obras publicadas
PELDAÑOS DE PAPEL
(CUENTOS Y POEMAS
PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES)
ESCRITORAS PARAGUAYAS ASOCIADAS
(Enlace a datos y obras publicadas
en la GALERÍA DE LETRAS del
www.portalguarani.com )
www.portalguarani.com )
.
Visite la GALERÍA DE LETRAS
Visite la GALERÍA DE LETRAS
Amplio resumen de autores y obras
de la Literatura Paraguaya.
Poesía, Novela, Cuento, Ensayo, Teatro y mucho más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario