UNA ESTATUA DE SAL
Por
“Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.”
(Génesis 19:24-27)
A veces parecería que ya tanto dimos que nada nos queda, que ya tanto destruimos, que nada nos queda... que ya tanto amamos y dimos y destruimos, que no existe amor en el mundo que pudiera salvarnos o destruirnos, o asimilarnos; que ya nada nos queda. Y queremos darlo todo, pero no encontramos; las valijas están vacías. Queremos aferrarnos y que nos aferren, pero sentimos que simplemente no podemos evitar mirar atrás, y mirar atrás es, como bien se sabe, convertirse en una estatua de sal.
¿Qué más doloroso que decirle, al ser amado, que ya miramos atrás?, ¿que somos una estatua de sal?... una estatua viva, tal vez, pero una estatua de sal... ¿Qué más doloroso que pedirle al ser amado que preserve sus dudas, sus miedos, todos sus malos presagios y se aleje... porque la estatua de sal (ésta estatua de sal) se derrite en su propio infierno?
Reflexiones de aquellos días, en que alguna vez, me sentí una estatua de sal, incapaz de retener el amor... incapaz de negar qué complejo es este mi humano y femenino mundo, a veces (o muchas veces)... Días en que de verdad desearía haberme convertido en una estatua de sal...
Desde el infierno
No antepongas:
la fe al miedo,
la esperanza
al riesgo.
¿Quién soy yo
para hablarte
de amor
desde el
infierno?
Ni en
un abismo
podría ya
caer mas bajo.
No puedo
pretender
que me tomes
de la mano.
Desde aquí
(el fondo
de mi tormento)
ninguno
ha regresado
entero.
Vos traías
el alma
desgarrada.
No puedo dejar
que lo pienses,
no puedo
sentarme
a esperar;
el final.
No mires atrás;
me convertí
en una estatua
de sal.
¿Qué más doloroso que decirle, al ser amado, que ya miramos atrás?, ¿que somos una estatua de sal?... una estatua viva, tal vez, pero una estatua de sal... ¿Qué más doloroso que pedirle al ser amado que preserve sus dudas, sus miedos, todos sus malos presagios y se aleje... porque la estatua de sal (ésta estatua de sal) se derrite en su propio infierno?
Reflexiones de aquellos días, en que alguna vez, me sentí una estatua de sal, incapaz de retener el amor... incapaz de negar qué complejo es este mi humano y femenino mundo, a veces (o muchas veces)... Días en que de verdad desearía haberme convertido en una estatua de sal...
Desde el infierno
No antepongas:
la fe al miedo,
la esperanza
al riesgo.
¿Quién soy yo
para hablarte
de amor
desde el
infierno?
Ni en
un abismo
podría ya
caer mas bajo.
No puedo
pretender
que me tomes
de la mano.
Desde aquí
(el fondo
de mi tormento)
ninguno
ha regresado
entero.
Vos traías
el alma
desgarrada.
No puedo dejar
que lo pienses,
no puedo
sentarme
a esperar;
el final.
No mires atrás;
me convertí
en una estatua
de sal.
Posteado por MÓNICA LANERI el 13/09/2011
Fuente digital: www.abc.com.py
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