DEL NATURALISMO
AL PERIODISMO LITERARIO
Ensayo de GUIDO RODRÍGUEZ ALCALÁ
(Enlace a datos biográficos y obras
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DEL NATURALISMO AL PERIODISMO LITERARIO
Si uno quiere buscar analogías, puede hallarlas entre nuestro compatriota el capitán Napoleón Ortigoza y el capitán francés Dreyfus, que mereció una larga prisión en forma injusta. Asociado al nombre de Dreyfus se encuentra el de Emilio Zola (1840-1902), que inició y obtuvo la rehabilitación del condenado. Zola, maestro del naturalismo literario, es un exponente típico de intelectual comprometido. En realidad, la expresión intelectual comprometido dice menos de lo que se cree; al fin y al cabo, ya Voltaire pertenecía a la especie y no puede negarse que, ya mucho tiempo antes de Voltaire, más de un escritor manifestó su compromiso con alguna determinada postura política. Pero, de todos modos, Zola tuvo un compromiso indiscutible, y este se dio dentro de ciertas líneas fijadas por el naturalismo.
¿Qué se entiende por naturalismo? Para comenzar, una prolongación del realismo. "El realismo", en opinión de uno de sus partidarios, "tiende a la reproducción exacta, completa y sincera del medio social, de la época en que se vive, porque esta orientación de los estudios está justificada por la razón, los servicios de la inteligencia y el interés del público... Esta reproducción deberá ser lo más sencilla posible". A esta definición de realismo, Zola agrega sus lecturas de la Introducción al estudio de la medicina experimental, libro de Claude Bernard, que proponía como método una combinación de observación y experimentación. Zola lee la obra hacia 1879 y, para 1880, lanza toda una teoría de la novela, de la que forma parte la tentativa de aplicar al estudio de los fenómenos morales y sociales los métodos biológicos de Claude Bernard. El propósito es el conocimiento del hombre y de la sociedad. "Cuando los tiempos hayan progresado", dice Zola, "no se requerirá ya sino actuar sobre los individuos y sobre los medios para llegar a un estado social mejor. Ser árbitro del bien y el mal, regular la vida, reglamentar la sociedad, resolver a la larga todos los problemas del socialismo y aportar, sobre todo, bases sólidas a la justicia resolviendo, por la experiencia, los problemas de la criminalidad, ¿no es acaso convertirse en el obrero más útil y más moral del trabajo humano?".
Los propósitos de Zola eran loables, pero es dudoso que su biologismo simplista fuera el instrumento más adecuado para representarse debidamente la realidad social. Es dudoso, además, que la realidad social sea una cosa en sí, aprehensible con aquel o con cualquier otro instrumento. Y, de todos modos, a mediados de 1880, viene la reacción antinaturalista. La propicia el simbolismo y, décadas después, la vanguardia. (A pesar de la reacción, el naturalismo ejerció una gran influencia en la literatura: tanto Dostoievski, Tolstoi, Chejov, Ibsen y otros grandes autores sintieron su influencia, y no olvidemos la huella naturalista presente en la obra de Gabriel Casaccia).
Después de la hegemonía de las escuelas de vanguardia (futurismo, surrealismo, expresionismo, imaginismo), vuelven ciertos conceptos naturalistas, como muestra el artículo de Paul Morand, "El naturalismo" (que nos sirve de base en este escrito). Solo que, en la segunda mitad del siglo XX, las ciencias de moda ya no son las biológicas sino las sociales. Y, además, existe la grabadora, que permite una nueva forma de hacer literatura. Así se hace novelista el sociólogo norteamericano Oscar Lewis, autor de “Los hijos de Sánchez”. Esta obra es el resultado de las conversaciones mantenidas por el autor con los cuatro miembros de una familia mexicana, los Sánchez, con quienes Lewis vivió dos años, grabando lo que le contaban. El resultado fue la novela. ¿Transcripción? Sí, pero la selección pertenece a Lewis, que da nivel literario al material seleccionado. (Tiene sentido comparar el trabajo con el del fotógrafo, que, tomando 'lo que tiene delante de la cámara', puede convertirlo en arte).
Sobre la relación entre su sistema de trabajo y el de los naturalistas, Lewis dice: "En el siglo XIX, cuando las ciencias sociales se hallaban todavía en un estado balbuciente, la tarea de observar y referir los efectos del proceso de industrialización sobre la vida personal y familiar se dejaba en manos de los novelistas, los autores dramáticos, los periodistas y reformadores sociales... El magnetófono, utilizado para registrar los relatos de este libro, ha hecho posible el advenimiento de un nuevo género de realismo social en la literatura".
A este género de "nuevo realismo social" pertenecen numerosas novelas, entre ellas, “A sangre fría” (1966), donde Truman Capote estudia el mundo de los marginales a través de la conducta de dos individuos que, sin motivo, asesinan a toda una familia. Esta es literatura social, ciertamente, pero eso no significa que Capote sea un reformador social. Él es más bien un instrumento de los estratos superiores que estudia a los marginados, para ver qué se puede hacer con esa gente.
Políticamente más radical, Norman Mailer publica en 1979 “La canción del verdugo”, novela periodística que relata la historia de Gary Gillmore, ejecutado por un doble homicidio. No es la primera vez que Mailer incursiona en el tema de la literatura social, aunque su fuerte sea más bien la novela 'común' antes que la novela reportaje, como se ha llamado a la nueva forma.
De cualquier manera, a partir de 1960, se desarrolla un tipo de periodismo que se ha dado en llamar nuevo periodismo, y que tiene como exponentes distinguidos a Tom Wolfe y a Joan Didion. Esta última ha escrito un libro, Salvador, que constituye una crónica periodística de su viaje a El Salvador y, al mismo tiempo, es buena literatura.
Pareciera existir un propósito deliberado de acortar la distancia entre los escritos de ficción ,y los de nonfiction, como se los llama en Estados Unidos. Prueba de la tendencia es que Tracy Kidder obtuvo en 1982 el premio Pulitzer por su libro “The Soul of a New Machine” (el alma de una nueva máquina), que es un largo reportaje sobre la instalación de una moderna computadora en una oficina.
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De: Guido Rodríguez Alcalá, Borges y otros ensayos
(Asunción: Editorial Don Bosco. 1995), pp. 115-118.
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Fuente: CRONICAS Y ENSAYOS PARAGUAYOS
DE AYER Y HOY – TOMO II (H-Z)
Autora: TERESA MENDEZ-FAITH
Ilustraciones: CATITA ZELAYA EL-MASRI
Intercontinental Editora,
Asunción-Paraguay 2009 (427 a 822 páginas)
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Asunción-Paraguay 2009 (427 a 822 páginas)
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